EL SEÑORZODE VZLLENA EN EL SIGLO XIV
ZNZfTTUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES " DONJUAN h U i W E L " DE LA EXCMA.DIPUTACZ~N DE ALBACETi!?
A U R ~ I OP R E ~ LMARÍN MIG C'EL RODRIGUEZ LLOPIS
EL S E Ñ O R ~ O DE VILLENA EN EL SIGLO XIV
INSnTüTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES "DONJUAN MANUEL DE LA EXCMA. DIPUTACION PROVINCUL DE ALBACETE Serie I - Estudios - Núm. 104 Albacete. 1998
"
P o r t a d a : Castillo de Almansa (Albacete).
PRETEL MARÍN, Aurelio El Señorío de Villena en el siglo XIVi Aurelio Pretel Marín, Miguel Rodríguez L1opis.--Albacete: Insrituro de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel", 1998 287 p.: il. col.; 24 cm. --(Serie 1-Estudios; 104) D.L.: AB-506-1978 ISBN 84-87 136-86-9 1. Villena, Señorio de- S. XIV. 2. Albacete (Provincia) - Historia -S. XIV. 1. Rodríguez Llopis Miguel. 11. Instituto de Estudios Albacetenses "Don Juan Manuel". 111 Título. IV. Serie. 946.028.8"13"
O INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES "DON KJAN MANUEL" DE LA EXCMA. D I P U T A C I ~ NPROVINCIAL DE ALBACETE ADSCRITO A LA
CONFEDERACIÓN ESPANOLA D E CENTROS DE ESTUDIOS LOCALES (CSIC)
D.L.: AB-506-1998 I.S.B.N.: 84-87136-86-4) IMPRIME: Artes Gráficas San Miguel, S.A. Ctra. de >lahora km. 2
Tlf: 967 21 55 47
Apclo. 933
ALBACETE
02080 ALBACETE
~NDICEGENERAL
I.-
EL ORIGEN LEGENDARIO DEL SEÑOR~O: FABULACIÓN LITERARIA Y REALIDAD HISTÓRICA
......... 7
1. La creación -frustrada- de un nuevo reino .................................. 9 1.1. La leyenda del sueño de la reina ......................................... 9 1.2.. La leyenda del reino prometido ........................................ 10 2.- La exaltación fabulada del linaje de los Manuel ....................... 1 3 2.1.- La leyenda de la dinastía maldita ...................................... 1 3 2.2.- La profecía y su justificación histórica .............................. 15 II.- LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL S E Ñ O R ~ O DE VILLENA ..........................................................................19 1..La Tierra de don Manuel: el núcleo original del señorío de Villena durante el siglo XlII ................................................... 21 1.1. El infante don Manuel y la formación de sus señoríos murcianos.............................................................................. 22 1.2.. La organización del territorio y su poblamiento ............... 37 2.. La Tierra de Alarcón en los siglos XII y XIII ........................... 4 3 2.1 .- La formación del término de Alarcón ............................... 4 4 2.2.- La intromisión de las Ordenes Militares y de la Iglesia ............................................................................... 4 8 2.3.. El poder de los caballeros de Alarcón ................................ 53 III.- DON JUAN MANUEL Y LA CONSOLIDACIÓN DEL SEÑOR~O DE VILLENA . (1283.1348) ............................... l..La actuación política de don Juan Manuel ................................ 1.1.. La ampliación del señorío (1283-1305) ............................ 1.2.- La tutoría del rey y las rebeldías contra la Corona (1306-1337) ...................................................................... 1.3.. Los últimos años (1338-1348) .......................................... 2.- La estrategia señorial en la planificación económica del territorio ............................................................................. 2.1. Las bases de la expansión agrícola: obras hidráulicas y nuevos regadíos...................................................................... 2.2.. La reactivación del poblamiento .......................................
57 59 59 70 82 87 89 95
2.3.- Los proyectos de mejoíri de la razaovina y de promoción de la industria textil.................................................................... 100 3.. La organización interna del señorío ....................................... 103 3.1 ..Propiedades y rentas señoriales ........................................104 3.2.- El mantenimiento de la corte señorial y de la nobleza vasallática.......................................................................... 108 3.3.. El reforzamiento de los poderes locales ........................... 114
IV . .L A CRISIS DE MEDIADOS DEL SIGLO XIV (1348.1371) ..................... . ................................................. 121 1.. El fin del señorío de los Manuel (1348-1360) ...........................123 1.1.. Don Fernando Manuel ................................................... 123 1.2.. La tutoría de Blanca Manuel ........................................ 130 1.3.- La división de la nobleza local y su actuación política ........................................................................... 133 2.- Los señores de Villena durante la guerra civil castellana 137 (1361-1371) .................................................................... 2.1.. El infante don Sancho de Castilla ................................... 138 2.2.- Don Alfonso de Aragón, titulado «marqués de Villena» .....................................................................142 2.3.- La reivindicación de la familia Manuel por los concejos del señorío ........................................................................ 150 3.. Los efectos de la crisis sobre el territorio ................................ 158 3.1 . Los cambios en la nobleza local ...................................... 158 3.2.. El estado del poblamiento y los despoblados .................. 161
V.. DON ALFONSO DE ARAGÓN. DE VILLENA (1372.1395)
PRIMER MARQUÉS
................................................... 165
1. Las relaciones con la monarquía castellana ............................. 167 1.1. La toma de posesión del señorío .....................................167 178 1.2.. La guerra de Portugal .................................................. 1.3 . La crisis financiera del marqués ...................................... 188 1.4.. La ruptura con la Corona castellana ................................ 197 2.. La política señorial con la población del marquesado ............. 206 2.1. Los vasallos del marqués: vieja y nueva nobleza local en torno 207 adon Momo .................................................................... 2.2.. La caballería villana y el gobierno de las villas ................ 212 2.3.. Las comunidades judías y mudéjares .............................. 216
3.. La reforma fiscal y sus consecuencias sociales ......................... 2 1 9 3.1 . Las aduanas, el tráfico de mercancías y el contrabando .................................................................... 221 3.2.. La ganadería y la trashumancia: la renta ganadera ........... 225 3.3.. Los intercambios locales: ferias y mercados ..................... 227 3.4.- Violencia cotidiana, conflictos sociales y antisemitismo .. 231 VI.- LA I N C O R P O R A C I ~ DEL N MARQUESADO A LA CORONA EN 13 95 ................................................................. 237 1. El embargo del marquesado a don Alfonso de Aragón ....... 239 1.1.. El progresivo vasallaje de los concejos al rey ................... 237 1.2.. Las gestiones a favor del marqués ................................... 245 1.3.- Tensiones y conflictos (con el rey, entre concejos y con los señores) .....................................................................247 2.- Las recompensas: los procesos de movilidad social al amparo de la monarquía ............................................................................ 256 2.1.. La promoción de los linajes promonárquicos ................... 257 2.2.. La situación de las familias judías y conversas ................. 267 2.3.. La llegada de linajes portugueses ....................................270
AHN AGS BN SNM ARV RAH ARCHGranada AHPA ACCu AMAlmansa AMCu AMM AMSan Clemente Mss.
Archivo Histórico Nacional Archivo General de Simancas Biblioteca Nacional Servicio Nacional de Microfilms Archivo del Reino de Valencia Real Academia de la Historia Archivo de la Real Cl-iancillería de Granada Archivo Histórico Provincial de Albacete Archivo de la Catedral de Cuenca Archivo Municipal de Almansa Archivo Municipal de Cuenca Archivo Municipal de Murcia Archivo Municipal de San Clemente Manuscrito
EL ORIGEN LEGENDARIO DEL S E N O R ~ O : FAB ULACZÓNLITERARIA Y REALIDAD HISTÓRICA.
Los orígenes de algunos reinos y comunidades históricas suelen perderse en las brumas de hermosas leyendas, como la del caballo y el halcón de Fernán González, o las barras de sangre sobre el escudo de Wifredo el Velloso. Menos frecuente es que los señoríos hispanos que no alcanzaron la categoría de reinos tengan también leyendas similares; pero no falta algún ejemplo. De todas ellas, la más completa y literaria, sin duda, y la más conocida, gracias a la pluma de don Juan Manuel, es la del origen del señorío de Villena'. Una bellísima historia de reyes y princesas, de buenos y malos, en la que no faltan los ingredientes artúricos de la espada mágica y los sueños proféticos, el amor romántico y caballeresco, la hermana malvada y envenenadora, la intriga novelesca y unas gotas de morbo y triángulo amoroso.
1.- LA CREACIÓN -FRUSTRADA- DE UN NUEVO REINO. La leyenda que analizaremos a continuación es, sin embargo, una historia bastante realista, por adaptación al gusto hispánico y para conseguir hacerse creíble; tiene personajes históricos y no recurre a elementos esotéricos o sobrenaturales, salvo en lo referente a los sueños premonitorios de la reina Beatriz (un posible añadido: y, aún para aquellos tiempos, deberían considerarse como hechos re ale^)^. En resumen, podría presentarse como sigue.
1.1.-La leyenda del sueño d e la reina. Érase una vez un rey de Aragón -Jaime 1- que tenia cuatro hijas de su matrimonio con Violante de Hungría. La segunda de ellas -doña Blanca- no interesa para nuestro cuento, pues casó con un hijo del rey de Francia, desapareciendo de la escena; doña Sancha, la más joven, marchó a tierra de
' Don Juan Manuel, Obrascompletas,vol. 1,ed. Gredos,Madrid, 1982, págs.121-140. Y A. GiménezSoler, Don Juan Manuel, Zaragoza, 1932, págs. 678-69 1. P. Dinzelbacher, -1mporcanza e significato delle visioni e dei sogni per I'uomo medievalen, Schede Medievali, vol. 19 (1990) págs. 253-265. Los remas legendarios no eran, por otra parte, novedosos en las dinastías hispánicas del momento: F. Delpech, HIstoire et 1égende:essui sur la genese d u n thime @iqtlearugonais: la naissance nzerveilletlse deJarques 1 le Conquerant, Publ. de la Sorbonne, Paris,1993, 185 págs.
infieles, donde murió con evidentes muestras de santidad. Quedaban, pues, la hija mayor Violante, que era mala, y la penúltima, Constanza, que era tan buena como hermosa. Entre ambas existió, desde niñas, una gran rivalidad por culpa de la envidia que Violante sentía por Constanza, quien, además de una belleza incomparable tenía por su bondad la predilección de la madre. Al propio tiempo, en el país vecino, su santo rey -Fernando 111 de Castilla- tenía varios hijos, de los que nos interesan el primero y el último. El primogénito, llamado Alfonso, había nacido tras un sueño de su madre la reina Beatriz en el que se pronosticaban desastres y desgracias para su dinastía, aunque esto no sería obstáculo para que, en su día, heredara el reino. Pasados mucl~osaños y sin creer ya posible tener más descendencia, la reina Beatriz vino a quedar en cinta y volvió a tener un sueño, esta vez mucho más grato, en el que un ángel le anunciaba que el niño que iba a nacer sería origen de un linaje bendecido por Dios con la misión de vengar, a costa de mucha sangre y sufrimiento, la muerte de Cristo. Por eso le pusieron por nombre Manuel, que es uno de los nombres de Dios, y le diseñaron un escudo en que, junto al símbolo de los reyes de León, campaba una mano de ángel empuñando una espada de oro. En su lecho de muerte, el rey san Fernando dio su bendición a este hijo menor, confesándole su predilección y entregándole su espada Lobera, que tan bien le había servido en sus guerras; y, antes de morir, pidió para él a Dios tres gracias que le fueron concedidas: así, los portadores de estas armas y espada serían invencibles en batalla mientras se mantuvieran en gracia de Dios; su honra siempre crecería, sin menguar nunca; y no habría de faltarles nunca un heredero legítimo. Don Manuel era, pues, el caballero perfecto, con poderes casi mágicos, llamado a grandes empresas y fundador de un linaje virtuoso y bienaventurado.
1.2.- La leyenda del reino prometido. Andando el tiempo, Violante, la hija mayor del rey de Aragón, casó con Alfonso, el hijo heredero del rey de Castilla. La reina aragonesa, que conocía el odio que Violante sentía por su hermana Constanza, quiso poner a ésta a salvo de sus acechanzas e hizo prometer al viejo rey don Jaime que nunca la casaría con persona alguna que no tuviera su propio reino. Temía que una boda con un infante de Castilla, sometido a la autoridad de Alfonso, pudiera ser para ella causa de humillaciones y daños. Pasaron los años, y reinando ya en Castilla Alfonso X y Violante, varios nobles castellanos se rebelaron contra ellos capitaneados por el infante don
Enrique, otro de los hermanos del rey. En busca de apoyos para su rebelión, el infante pidió la mano de Constanza, contando al parecer con el visto bueno de ésta, que ya le había dado su palabra de casamiento; pero respondió el rey don Jaime con una negativa a causa de la promesa hecha a su esposa, ya muerta, de no casarla con quien no poseyera su propio reino. Don Enrique se propuso, entonces, conquistar a los moros un reino -el de Niebla- y, estando ya a punto de entrar en su capital, que tenía cercada, volvió a presentar sus pretensiones al aragonés, que estaba dispuesto a acceder. Intervino, entonces, doña Violante, con sus malas artes, para estropear el matrimonio. Organizando una escena teatral, como si ya se considerara viuda y despojada de su corona, fue humildemente a Calatayud a ver a su padre, diciéndole que tal enlace y el apoyo aragonés a los rebeldes de Castilla significarían la ruina de su marido y la pérdida del trono castellano. Ante las dudas del padre, que no quería hacer daño a su hija mayor, ésta ofreció una solución alternativa para el matrimonio de su hermana. Alfonso X conquistaría otro reino -el de Murcia, donde los moros acababan de alzarse en rebeldía- y lo entregaría a su hermano menor, el infante don Manuel, que siempre había sido caballero honrado y fiel, y no un rebelde como don Enrique. De esta manera, don Manuel sería también rey y podría casarse con Constanza, sin que don Jaime faltara a la palabra dada a su difunta esposa. Engañado el rey por la treta de su hija, y pensando que así ayudaba a ésta y también a Constanza, que al fin sería reina, abandonó sus planes de guerra contra Castilla y fue a Soria donde solemnizó con su yerno castellano un tratado de paz y amistad, que en aquellas apuradas circunstancias parecía llovido del cielo3, y un compromiso de boda entre el infante don Manuel, hermano menor de Alfonso X, y la infanta Constanza, que pasarían a ser marido y mujer. Contando ya con la amistad de Aragón, Alfonso X fue contra su hermano don Enrique, que dejó el cerco de Niebla al saberse abandonado por Jaime 1 y se lanzó a correr la frontera, haciendo muchos daños en la tierra del rey. Alfonso ocupó Niebla y la dejó al cuidado del joven y siempre leal don Manuel, encargado de frenar las posibles acometidas de don Enrique. Mientras, Jaime 1 hacía preparativos para cercar Murcia, ayudando a su yerno a conquistar el reino que habría de servir de dote al nuevo Una leyenda posterior atribuiría esta paz, de la que canco necesitaba Castilla, a la intercesión ante Dios de Santo Domingo de Silos, a quien lo había solicitado Alfonso X en sus oraciones. El sanco se apareció al rey y le comunicó que Dios le concedía éste y otros favores. Leyenda que Iiay que relacionar con el círculo de don Juan Manuel y sus aficiones literarias (D.W. Lomax, <
matrimonio. Don Manuel fue, luego, a Calatayud, donde se celebró, como se había pactado en Soria, su boda con Constanza. Monteros y caballeros del novio, bien armados, montaban guardia fuera de la iglesia precaviendo una posible sorpresa de don Enrique, que al parecer seguía empeñado en reivindicar su previo compromiso de boda y parece estaba muy enamorado de la novia. Tanto, que incluso llegó a disfrazarse de palafrenero para acompañarla durante un viaje sin que lo conociera nadie. Don Manuel estuvo con su hermano Alfonso X en la conquista del reino de Murcia, que creía iba a recibir; pero el monarca castellano, aconsejado por su esposa Violante, se dio maña para que los moros se negaran a rendirse, si no fuera a condición de no ser entregados a un tercero, y pusieran a la expedición cristiana a punto de perecer de hambre. En condiciones tan extremas, y abusando de la credulidad y la generosidad de don Manuel, consiguió que éste renunciara al reino prometido, compensándolo, a cambio, con un señorío llamado E l Albofm, que comprendía Elche y su comarca; nunca había dependido de ningún reino y le fue entregado como mayorazgo con el privilegio de que sus señores, vasallos de Castilla, tuvieran una gran autonomía respecto a esta Corona y pudieran tener corte, armar caballeros y ejercer las mismas prerrogativas que los reyes castellanos. Enterada Constanza de que su marido había sido sorprendido en su buena fe y de que el acuerdo establecido entre él y el rey la privaba del reino prometido y la convertía en súbdita de su hermana Violante, se consideró perdida, pues bien sabía el odio que ésta le profesaba. Vino a Santa Pola, el puerto de Elche, dispuesta a embarcarse y salir de Castilla. Ya no podía esperar nada de Aragón, pues su padre había muerto; y su hermano, el nuevo rey Pedro 111, no comprometería la paz con Castilla por ayudarla4. Pensó ir a Francia a pedir hospitalidad a su hermana pero le informaron que no la acogerían, pues hacerlo sería ofender a la reina de Castilla. Incluso pensó ir a tierra de moros pero la disuadieron diciendo que allí sería vejada. Amargada, murió pronto, y se dijo que la causa había sido un cesto de cerezas enviado por Violante. Viudo, don Manuel no tardó en casar otra vez, ahora con la condesa doña Beatriz de Saboya, de la que años más tarde nacería el célebre literato, guerrero y político don Juan Manuel. En su poder quedaban todavía Elche y aquella comarca -hasta Villena- que habría de ser el núcleo inicial del gran señorío que legaría a sus descendientes. Así, como un cuento de hadas, mezcla de Cenicienta y Blancanieves, y Evidente anacronismo, pues Jaime 1 murió mucho después que su hija, en 1276.
unas gotas de novela caballeresca y amorosa, morbo e intriga -don Enrique se arregla para acompañar a su enamorada disfrazado de palafrenero, la malvada Violante que hace imposible la vida a su hermana, a su cuñado, y acaba por envenenar a Constanza- pudiera sintetizarse el origen legendario de «la tierra de don Manuel», un señorío que más tarde, ya crecido y cambiado, habría de ser conocido como «el estado de Villena». Don Juan Manuel, hijo de don Manuel, se encargó en su «Libro de Las Armas» de confeccionar este relato, con buenas dosis de fantasía literaria aunque con pretensiones de autenticidad; hasta completar una leyenda que, justificando sus deseos y una vanidosa superioridad moral de la que siempre hizo gala, elevaba su propia categoría social y, sobre todo, moral, hasta la altura, incluso por encima, de la casa reinante. Leyenda que no deja de ser una fabulación apasionada, pero en la que la pluma del señor de Villena entremezcla hábilmente lo real y lo ficticio, rumores cortesanos, testimonios de gentes fallecidas, sirviendo el interés de su linaje, hasta hacer una obra literaria de las más admirables de la literatura medieval. N o es una fuente histórica en el sentido estricto, pero hasta Ballesteross, siempre desconfiado y crítico al extremo con semejantes «cuentos de criados», reconoce que puede haber en ella, aunque amañada, su «brizna de verdad».
2.- LA EXALTACIÓN MANUEL.
FABULADA DEL LINAJE DE LOS
Con los relatos anteriores quedaba explicada la rivalidad entre los descendientes de Alfonso X y los del infante don Manuel, siempre a favor de éstos últimos. Sin embargo, las actuaciones del monarca al final de su reinado y la actitud hostil de don Manuel frente al rey propiciaron la creación de un nuevo relato que, atacando a la rama dinástica alfonsina, exaltaba al linaje manuelino. En la esencia de la fábula, no se trata ya de buscar en el pasado una justificación del presente, sino de despejar el camino para legitimar en el futuro la implantación de una nueva línea dinástica.
2.1.- La leyenda d e l a dinastía maldita. Los últimos años de Alfonso X estuvieron marcados por el crimen y por el rechazo del reino a sus desvaríos y a su mala gestión económica, que al fin hicieron levantarse contra él a su propio hijo don Sancho, con el apoyo de la A. Ballesteros Beretta, AlfonsoX elsabio. CSIC y Academia Alfo~isoX. Salvar, Barcelotia, 1963, pp. 113, 151-152, y 553-555.
nobleza, encabezada por don Manuel. El rey se despidió del mundo maldiciendo al hijo rebelde y éste vivió toda su vida amargado por ello, llegando a morir lleno de remordimiento y pesadumbre por la maldición paterna. Así lo confesaría en su lecho de muerte a don Juan Manuel, de quien envidiaba la bendición que éste había recibido de su padre, don Manuel, y que era transmisión directa de la de San Fernando. Sobre todos estos hechos habría de tejerse otra leyenda de clara influencia artúrica -profecías de Merlín- divulgada y, probablemente, creada por el círculo de los Manuel6 para justificar la postura rebelde de don Manuel en aquellos días y para impulsar, al tiempo, una ideología antidinástica. En este sentido, una crónica anónima de Silos, emparentada con las ideas que don Juan Manuel expone en su Libro de Las Armas, y que también podría recoger cuentos que circularan por Castilla a raíz de la rebelión de don Sancho y la guerra civil, insiste repetidamente en el mal gobierno de Alfonso X y en su crueldad por el asesinato de su hermano Fadrique; recuerda la crónica que, en 1281, cuando el monarca acudió a Sevilla para enterrar a su madre, dejó a su hijo el gobierno del reino, que «falló la tierra toda despojada», siendo solicitado por muchos pueblos y caballeros para pedir a su padre que rectificara su nefasta política monetaria y fiscal7; e instándole, si no le atendiera, a tomar él mismo el gobierno del reino. Aliado con los musulmanes, don Alfonso no atendió estas súplicas, propiciando que don Sancho -y con él don Manuel- se rebelaran a la cabeza de la nobleza y de los pueblos ,oprimidos. Así comenzó la guerra civil, en que el Rey Sabio, desamparado de muchos de los suyos, hubo de recurrir al auxilio de los benimerines africanos. En su afán por desprestigiar al monarca, la crónica se recrea en la historia de una maldición divina. Según cuenta, el rey Alfonso habría blasfemado afirmando que él hubiera mejorado mucho la obra divina si hubiera estado presente en el momento de la Creación. Por ello, Dios fulminó contra él y su D.W.Lomax advierte el parentesco de escas historias con la ideología anridinástica que transpira el Libro de las Armas; y concluye apuntando la posibilidad de que una buena parte de la crónica silense provenga directamente de don Juan Manuel y su entorno (D.W. Lomax, <
linaje una maldición; a través de un ángel le comunicó que habría de morir en el plazo de un mes, su propia descendencia le despojaría de la honra y estado que tenia y su alma iría al Purgatorio. Al conocer don Manuel esta historia a través de cierto prior agustino, le recriminó al monarca su actitud y le exigió, sin éxito, que pidiera el perdón divinos. Una actitud que, de ser cierta -y evidentemente no lo es9- hubiera hecho justa y necesaria desde un punto de vista cristiano la rebeldía de don Manuel, escandalizadopor la irreverencia real. Su actuación sale así enaltecida frente a la de Alfonso X, pero también frente a Sancho, el hijo rebelde y ambicioso al que no le guía ninguna motivación elevada sino, en todo caso, la ambición política y el deseo de evitar la ruina del reino. Deseo que, por muy justo que fuera, no le evitaría la maldición paterna. Llegados a este punto, la leyenda se encuentra bien confeccionada para conseguir lo que, desde el punto de la ideología, pretendía. La profecía ahonda más en el desprestigio y en la maldición, asegurando que, tras cuatro generaciones de progresiva decadencia moral y de ruina para el reino, la descendencia del Rey Sabio se extinguiría en medio del odio y de la desesperación de sus súbditos, que llegarían a desear «que se abriese la t i m e que los acogiese en S&. Entonces, solo Dios podría proveer la salvación de Castilla y, cuando los pueblos hubieran llegado ya a un estado de mengua insoportable, elevaría al trono a un «noblerey e señor ydoneo e acauado efunhdo enjusticia e en t o h s las uonhdes e noblp que a r q pertenecen; e será noble a ssi e alpueblo, en tal mnwa que todos los biuos que so el fueren e los huesos de los finados que yacen en los cimenterios lauhran a Dios por su veni& e pm la su uonhd>>.Este salvador procedería de Oriente y traería consigo una era de prosperidad bajo la protección de Dios, consiguiendo que <
2.2.- La profecía y su justificación histórica. Se trata de una leyenda tejida en varios momentos históricos distintos, como muy bien ha visto Lomax. Fabricada, casi con seguridad, por los Manuel en fl N o obstante, la leyenda tiene la <
_
un primer momento, y ampliada posteriormente para servir los intereses de Enrique de Trastámara, casado precisamente con la última hija viva de don Juan. Posiblemente, éste utilizaría al efecto viejas tradiciones de la familia de su suegro; y tal vez alguna fuente histórica -la famosa y perdida Crónica cumplida, quizás. La leyenda contiene evidentes anacronismos y errores pero mezcla con habilidad los hechos históricos (desheredamiento y maldición de Sancho IV, anarquía de los reinados posteriores, intrigas palatinas) con apariciones angelicales y maldiciones divinas, no aclarando demasiado quién habría de ser el oportuno salvador de Castilla, lo que propicia la existencia de diferentes interpretaciones afectas a cada autor. Según la redacción final de la crónica, parece claro que se apunta a Enrique 11, que vino de Aragón y Francia y terminó con el sangriento reinado de Pedro 1, el cuarto descendiente de Alfonso X. Sin embargo, sospechamos, como ya lo hace Lomax, que la crónica pudiera ser recreación de una leyenda anterior, seguramente de tiempos de don Juan Manuel, manipulada y utilizada luego por la propaganda de Enrique de Trastámara y de sus sucesores". Esta manipulación pudo aumentar las generaciones a transcurrir desde la maldición hasta la desaparición del maldito linaje real, para hacer coincidir la profecía con las circunstancias de la guerra civil entre los dos hijos de Alfonso XI. Quizás, no obstante, en versiones anteriores fuera otro el misterioso personaje de procedencia oriental que habría de venir a salvar a Castilla. En una primera versión que sirviera de base a la anónima crónica silense, pudiera hablarse sólo de dos o tres generaciones de reyes descendientes de Alfonso X; en cuyo caso bien pudiera ser el oculto salvador un hombre descendiente del linaje de San Fernando, aunque no de la rama derecha; hijo, además, de una princesa venida de oriente -doña Beatriz era italiana- y padre de un hijo (su primer varón legítimo, nacido en 1321) de una infanta aragonesa; y dueño, por añadidura, de un importante estado señorial situado en la parte oriental del reino de Castilla. Es decir, el mismo don Juan Manuel. También podría tratarse de su hijo, llamado Fernando en evidente recuerdo del rey santo y, posiblemente, en clara conexión con esta profecía, ya que su vida debiera de haber transcurrido coetánea a esa cuarta generación maldita. lo La carencia de la bendición paterna por parte de Sancho IV sería todavía argumento utilizado en 1386 por Juan 1, hijo de Juana Manuel y nieto de don Juan Manuel, para rechazar la legitimidad del gobierno de Pedro 1 y sus descendientes, cuando el duque de Lancaster, casado con una hija del rey don Pedro, reclamaba el trono de Castilla. Juan 1 se postulaba a sí mismo por legítimo heredero como sucesor de los infantes de La Cerda por vía materna, pues Juana Manuel *era nieta de don Alfonso de La Cerda e uirnieta del infante don Fernando ( Crónica deJaan 1, pág. 1 1 2) de La Cerda, qrre con derecho avia de heredar los regnos de Castilla>>,
La hipótesis revelaría entonces la existencia de un plan familiar de los Manuel -una conspiración para un verdadero golpe de Estado con arropamiento literario y propagandístico- para sustituir en el trono a sus parientes los reyes de Castilla. Un proyecto que, desde luego, sorprende por lo ambicioso y que sería increíble si se tratase de un linaje cualquiera; pero no puede parecer demasiado extraño a quien conozca el orgullo de don Juan Manuel y la obsesión, siempre presente en su obra, por destacar las virtudes de los suyos en contraste con la bajeza moral de los descendientes de Alfonso X. Sin embargo, tantas precauciones resultaron baldías, pues Fernando Manuel apenas viviría dos años más que su padre, y con su muerte -su hija heredera Blanca no tardaría tampoco en morir- desaparecía el linaje que según el sueño de la abuela Beatriz habría de vengar la muerte de Cristo. Sólo quedaría Juana Manuel, que, por su matrimonio con Enrique 11, llegó al fin a ser reina de Castilla. El hijo de este matrimonio, Juan 1,bautizado así, seguramente, en honor de don Juan Manuel, vendría a cumplir al fin, por una vía un tanto inesperada, los sueños familiares de gobernar un reino. La otra hija de don Juan, Constanza Manuel, no llegaría a reinar, pero fue madre de Fernando 1 de Portugal. El traer aquí a cuento estas leyendas, en un libro que no pretende incidir en aspectos de crítica literaria, por otra parte ya ampliamente abordada por los especialistas, no es del todo inoportuno. La veracidad histórica de las leyendas manuelinas sobre el origen de su señorío y de su familia es algo secundario para nosotros, aunque no deja de ser un tema apasionante. Lo que importa es saber si en su momento pudieron ser creídas, o por lo menos conocidas; y si ello pudo contribuir de alguna manera a crear o reforzar el sentimiento de comunidad diferenciada, de país vinculado a un linaje y a un «destino manifiesto» dijéramos hoy- en un conjunto territorial emergente, que precisamente bajo los Manuel alcanza su madurez, toma conciencia de su propia identidad y genera unos lazos de hermandad regional que tardarán mucho tiempo en borrarse. De lo primero pueden caber pocas dudas. Los cuentos de don Juan, según propia confesión, llegaban a aburrir a sus vasallos y seguramente serían motivo de comentario malévolo, cuando no de burla, en los castillos y las cortes de sus enemigos. Respecto a lo segundo, no hay constatación posible, pero sí sabemos que los Manuel tuvieron en la tierra que ellos poblaron y gobernaron una fama, extraña en este tiempo de caballeros rapaces y villanos levantiscos, de señores justos y considerados con sus vasallos. Una fama, por cierto, que cuadraría perfectamente a la que debiera tener el milagroso salvador de Castilla, del que habla la leyenda. Fama que en parte se explica por la habilidad publicística con que don Juan solía envolver sus mercedes y favores, y por contraste con el proceder de los señores que luego sucedieron al frente del territorio; pero fama
que aún seguía existiendo muchos años después de que el último miembro de la familia se hubiera convertido en polvo. El nombre de los Manuel podría ser, como quiere don Juan, uno de los nombres de Dios, o hacer referencia, como quiere la crítica, al ángel del sueño, o a la dinastía de los Ángelo, emperadores de Bizancio. Las manos aladas y armadas con espadas de oro de su heráldica podrían relacionarse con estos mismos ángeles -Angeles- o con las águilas imperiales, alemanas o no, o incluso ser -mano aille- un símbolo parlante. En todo caso, son asuntos que no nos interesan demasiado en este momento. Las leyendas mencionadas son la historia del intento de un linaje de origen real -como algunos otros en Europa- por conseguir un trono; y ante el fracaso final, la leyenda se torna, por ello, más misteriosa y atractiva, como un proyecto teatral que nunca llegara a escenificarse. Interesa constatar, no obstante, que esas manos aladas -algo desfiguradas, a veces, y convertidas en águilas o murciélagos con el paso del tiempo- permanecen aún hoy en la heráldica municipal de algunos de los pueblos que la familia pobló o engrandeció"; y que el nombre de los Manuel sería todavía invocado con enorme respeto aún un siglo después de que desapareciera el último señor de la familia. El destino borró del mundo a su linaje, pero bien pudiera decirse, como el mismo don Juan hubiera deseado, que «murió el hombre m s no m u i ó su nombre».
l1 A. Pretel Marín, <
LOS ANTECEDENTES HISTÓRZCOS DEL SEÑOR~O DE VZLLENA.
La base territorial del señorío de Villena se extendió por una amplísima comarca limitada al norte por el alfoz de la ciudad de Cuenca y al sur por el término de la ciudad de Murcia. Tan vasto territorio se estructuró, fundamentalmente, en dos centros políticos: la Tierra de Alarcón, al norte, y la Tierra de Chinchilla, al sur. Y, en torno a ellos, se agruparon otras villas con términos más reducidos, entre ellas, Iniesta, la Tierra de Jorquera, Hellín, Tobarra, Almansa, Yecla, Sax y Villena, que, a pesar de conferirle el nombre al señorío, ocupó una situación periférica respecto a todo el conjunto. El señorío experimentó cambios coyunturales en sus límites externos, debido a la anexión temporal de alguna población próxima, como será el caso de Villarrobledo, Lezuza, Munera, Jumilla o Utiel en el siglo XV, o a la pérdida de alguna villa, como tendremos ocasión de analizar. Pero, el núcleo territorial básico que hemos señalado se encontró prácticamente agrupado desde principios del siglo XIV. Este conjunto señorial tiene, no obstante, un doble origen histórico. Por un lado, todo el sector meridional -formado por los términos de Jorquera, Ves, Chinchilla, Hellín, Tobarra, Almansa, Villena, Sax y Yecla- había pertenecido al señorío del infante don Manuel en el siglo XIII, unido a otras villas alicantinas luego segregadas. Por ello, se comenzó a denominar como Tierru de don Manuel, heredada después por su hijo don Juan Manuel (ver mapa la). Por contra, el sector norte -la Tierra de Alurcón e Iniesta- perteneció al realengo durante los siglos XII y XIII, siendo incorporado al señorío de Villena por don Juan Manuel (ver mapa lb). Por tanto, ambos sectores adquirieron sus caracteres más propios antes de pertenecer al señorío que estudiaremos y será interesante observar sus orígenes para poder apreciar, después, su evolución conjunta.
1.- LA TIERRA DE DON MANUEL: EI NÚCLEO ORIGINAL DEL SEÑORÍO DE VILLENA EN EL SIGLO XIII. La formación del señorío de Villena se encuentra, como hemos observamos, íntimamente ligada a la actividad del infante don Manuel en el sureste castellano durante la segunda mitad del siglo XIII. El «reino
prometido» a este linaje, del que trataba la leyenda, se situó en sus dominios señoriales del valle del Vinalopó, que fueron el germen de un conjunto señorial excesivamente autónomo respecto a los reinos de Castilla y de Aragón, ampliado progresivamente hacia el norte. Y, aunque todavía no se denominaba señorío de Villena, este territorio comenzó a forjar algunos de sus rasgos más característicos durante estas décadas de repoblación y de enfrentamientos políticos, bajo la autoridad de este infante. Detallemos, brevemente, su actuación sobre el reino murciano y la obtención del conjunto señorial.
1.1.- El infante d o n Manuel y la formación d e sus señoríos murcianos. Aunque hay ya un importante avance, debido a la pluma de Derek W. Lomax, falta todavía un estudio completo sobre la figura de don Manuel.' La personalidad de este caballero, hijo menor de Fernando 111y de Beatriz de Hoestaufen, aparece un tanto desdibujada y se presta a interpretaciones contradictorias, pues, como tantos otros, tiene su leyenda negra, basada sobre todo en su tardía traición a su hermano, Alfonso X, en la Asamblea de Valladolid de 1282 y en la guerra civil entre éste y el infante don Sancho; y también su leyenda rosa, trazada, sobre todo, por su hijo don Juan Manuel, que en su obra literaria parece casi obsesionado por presentar una visión positiva del padre, fallecido muchos años atrás, y de la herencia de él recibida. Manuel pudo nacer hacia 1234, quizá en Carrión, como diría luego su hijo, aunque este es extremo difícil de comprobar. Su nombre es insólito en Castilla, acaso por proceder de algún lejano pariente bizantino de su madre; y no debe darse demasiado crédito a la hermosa leyenda con que luego su hijo embellecería la historia de la elección de dicho nombre y del escudo de armas. Sí pudiera ser cierta su crianza por la familia de los Ayala, que en adelante estarían vinculados al linaje del infante; pero su infancia es también bastante desconocida. Era todavía un niño cuando su hermano don Alfonso impone su protectorado sobre el reino musulmán de Murcia y ocupa su capital, en 1243. Su primera aparición documentada en la vida pública se produce unos años más tarde, en mayo de 1248, en el sitio de Sevilla, cuando le vemos atestiguando una decisión judicial de su hermano mayor. Tendría
'
D.W. Lomax, <
por entonces unos catorce años, y le vemos ya en la misma actitud secundaria que habría de mantener durante gran parte de su vida. Desde 1252, en que Alfonso X llega al trono, don Manuel, pegado siempre a él, figura a menudo entre sus consejeros, como confirmante de documentos reales. Alfonso lo armará caballero, hacia 1254, y en adelante tendrá oficios y cargos de la casa real (alférez desde 125 8, y mayordomo mayor desde 1278);sin contar, claro, con los no escasos bienes -aldeas, alquerías, huertas y edificios- que le habían sido adjudicados en los repartimientos de las recientes conquistas de Andalucía y Murcia, más algunas poblaciones en Castilla. Nada de particular tiene que el joven Manuel se plegara en todo a los deseos de su hermano y le sirviera con su propia persona en su política exterior. Tenía algo más de veinte años cuando, hacia 1255, y seguramente tras algunos tanteos, Alfonso propuso en firme su casamiento con Beatriz, hija menor de Enrique 111de Inglaterra; enlace que no se llevó a cabo porque el inglés dio largas al proyecto, pretextando el escaso patrimonio personal de don Manuel y la peculiar naturaleza del feudalismo castellano, que hacía depender siempre a los señores de la buena voluntad de la monarquía para mantener sus señoríos (curiosamente, la misma objeción que, según la leyenda, ponía la corte aragonesa a la hora de otorgarle la mano de su hija). En 1256, se cruzó en el camino el proyecto de boda con Constanza, hija de Jaime 1 de Aragón; proyecto que fue aceleradamente aceptado por el rey de Castilla, apremiado por la posibilidad de una guerra contra Aragón. En esos momentos, según don Juan Manuel, Constanza era pretendida por el otro hermano, el infante don Enrique, contra el que Manuel se había enfrentado en la zona de Niebla defendiendo los intereses del rey. De su boda con Constanza, celebrada en Calatayud, quizás hacia junio o julio de 1256, habría de nacer luego su primer heredero varón, don Alfonso, y una hija, Violante. Ignoramos las condiciones, pactadas en Soria, que acompañaron al enlace de don Manuel con Constanza; si hubo promesa de entregarle o no tierras, y cuáles y cuántas fueron éstas. Parece, sin embargo, que, a menos de un año de la boda, Alfonso y Manuel estaban unidos y en actitud poco amistosa frente a su suegro. Manuel había recibido ya de su hermano, al menos, la villa de Elda2,que anteriormente fue de la orden de Santiago; y seguramente le acompañaba en sus andanzas de 1257 por tierras murcianas, donde don El 14 de abril de 1257, Alfonso X concedía a la Orden de Santiago las poblaciones de Aledo y Totana, a cambio de Elda .que di al infante don Manuel mio hermano>,y de Callosa y Catral, que se reservó el rey (J. Torres Fontes, Fueros yprivilegios de Alfonso X elsabio al reino de Murcia, Academia Alfonso X , Murcia, 1973, págs. 47-50. En adelante, Codom 111)
Alfonso poblaba la tierra y vigilaba atentamente los acontecimientos del otro lado de la frontera. Se decía que ambos ayudaban, sin mucho disimulo, a la rebelión de los mudéjares valencianos de Al-Azrach contra don Jaime. La situación se mantuvo tensa en la frontera hasta comienzos de 1258, en que ya descartaba don Jaime la posibilidad de una guerra con Castilla por aquel motivo3. Con la expulsión de los rebeldes mudéjares valencianos se cerró aquel episodio de enfrentamiento entre los dos hermanos y el padre de Constanza, que había puesto en serio peligro las paces pactadas en Soria. Por cierto, que el infante don Fadrique, que estaba en Villena, al parecer como tenente por el rey, hizo un negocio inhumano cobrando un besante por cabeza a los mudéjares deportados de Valencia, en su tránsito hacia el reino de Murcia y hacia Granada. Autores como Ballesteros dan por supuesto que ya en aquellas fechas era don Manuel señor de Villena, como sí lo era de Elda; lo que explicaría la facilidad de su apoyo disimulado a los moros de Al-Azrach, y tal vez su posterior dominio del valle de Ayora. Soler, sin afirmarlo, no excluye que así pudiera ser. Pero tal circunstancia no consta expresamente hasta la donación de estas poblaciones en 1262. El encontrar a don Manuel y a su hermano juntos, en 1257, a sólo un año de los pactos de Soria y de la boda de don Manuel y Constanza, y a punto de un conflicto con Aragón por alentar a los moros rebeldes de Valencia, pudiera dar lugar a sabrosas e imaginativas explicaciones. ¿Acaso el «reino» prometido según don Juan Manuel -en realidad un gran señorío- se extendía también a tierras aragonesas?. Sólo así se explicaría que el castellano y su hermano se enfrentaran a don Jaime, y que los moros de Al-Azrach llevaran los estandartes de Manuel para ponerlos en algunos de los castillos que ganaran. La idea es sugestiva, aunque carece de toda posibilidad de demostración. Interesa, no obstante, traer a colación cierta opinión del cronista Muntaner, envuelta en un montón de ideas disparatadas, según la cual, Jaime 1 había prometido a Manuel ciertos pueblos de su conquista en dote de su boda con Constanza4. En cualquier caso, queda claro que don Manuel, en esas fechas, no se tenía por engañado por Alfonso X. Quizás, posiblemente, por su suegro, con el que mantiene en este momento unas relaciones mucho más tirantes. En adelante, don Manuel, nombrado alférez del rey, sirvió también a su hermano como embajador ante el Papa, en 1259, intentando favorecer sus intrigas para ser elegido emperador y estropear al tiempo, con notable éxito, j
A. Ballesteros Beretta. Alfonso X el Sabio, Academia Alfonso X , Murcia, reed. 1973, pág. 177. J.M. Soler García, Historia de Villena pág. 60.
los ~ l a n e s que ' al mismo fin había fraguado Ricardo de Cornualles, hermano menor del rey de Inglaterra, que no consiguió su objetivo, pese a que ya se había coronado. En Anagni estaba Manuel, ocupado en estos y otros menesteres, en enero de 1260. Vuelto ya a Castilla, en enero de 1261, él y su esposa, Constanza, se afiliaron como familiares a la orden de Santiago, prometiendo ayudar a ésta y a su maestre Pelayo Pérez, y hacerse enterrar a sí mismos y a sus descendientes en el convento de Uclés, donde dotaron una capilla6. Muy probablemente, esta amistad con el poderoso maestre Pelayo Pérez, unida, desde luego, a sus servicios a la Corona, le valiera la posesión de Elche, Crevillente, Aspe y el valle de Elda, en el reino de Murcia, ocupado quince años antes, pero apenas poblado todavía de cristianos; que le fueron reconocidos por el rey en 1262, y que a partir de entonces constituyeron el núcleo más fuerte de sus dispersas posesiones. Algunas -Elda- le pertenecían ya anteriormente. Quizás otras le fueran concedidas también precisamente como consecuencia de su adicción en los sucesos de 125 7; en cuyo caso, la de 1262 sería sólo una confirmación solemne de donaciones anteriores. El hecho es que, al menos desde 1262, don Manuel es señor de pleno derecho de Elche, Crevillente, Aspe y de todo el valle de Elda; y Adelantado del reino de Murcia, además. En este mismo año, al delimitar el obispado de Cartagena, se menciona «Petrel e Sax e Villena e la tierra de don Manuel nuestro hermano como parte con la tierra del rey de Aragón, e Val de Ayora fasta Confmentes»'. La falta de documentación nos impide precisar las condiciones en que se produjo la entrega a don Manuel de sus primeros señoríos murcianos. N o es improbable que, como sugiere Pastor Zapata, la merced tuviera, implícita o explícitamente, un carácter de apanage, según el uso entonces en boga en las cortes europeas; es decir, de dominio confiado a uno de los miembros de la familia real, con excepcionales facultades, que sin embargo habría de reintegrarse a la corona si faltara heredero varón8. Desde luego, la donación no comportaría ni mucho menos la soberanía, pero tal vez sí una amplia jurisdicción, de la que Manuel abusaría sin duda, rodeándose de un ceremonial semejante al de los reyes9, ejerciendo un poder omnímodo en el cobro de tributos, repartiendo heredades entre sus vasallos, etc. Todo
'
A. Ballesteros Beretta, o.c, págs. 21 3-229. A. Ballesteros Beretta, o.c., págs. 213-229. Manuel había aprovechado su embajada ante el Papa para granjearse la amistad de la poderosa orden de Santiago, para la que consiguió ciertos favores pontificios. Su amistad con los santiaguistas le valió, de momento, el usufructo vitalicio de ciertas heredades en tierra de Alarccon, y más tarde una eficaz ayuda en su campaña murciana (D.W. Lomax, e El padre de don Manueln, pág. 170) ' J.Toms Fonta, Documentos de ALfonso X, Academia Allonso X, Murcia, 1963, págs. 37-39 (En adelante, Codom 0 J.L. Pastor Zapata, <
ello, unido al desempeño simultáneo del adelantamiento en el apartado reino de Murcia, que confería una gran autoridad al titular y permitía confundir las jurisdicciones, pudo servir luego de pretexto a la imaginación de su hijo para tejer la leyenda de La Alhofra: un territorio levantino, en esa fue siempre como reyno o sennorio comarca de Elche y el valle de Elda, <
Elche, que acusaban a su señor d e abusos insoportables y de recortar sus libertades religiosas. Los d e Villena llegaron a proponer a don Jaime que le reconocerían por rey si él les garantizara sus derechos; pero, al parecer, éste se negó en redondo, en actitud que -de ser cierta- dista mucho d e la mantenida por sus yernos cuando la rebelión d e Al-Azrach. E n vista d e esta negativa, aceptaron rendirse al aragonés si éste garantizaba que su yerno les perdonaría y les mantendría sus costumbres y derechos. La actitud d e don Manuel durante esta campaña se nos antoja un tanto comprometida y u n tanto desairada. Seguía a su suegro, quizás por encargo de su hermano, que necesitaba a las fuerzas aragonesas, pero acaso no se sentía m u y tranquilo viendo en sus manos el reino d e Murcia. Tenía que aceptar sus órdenes y soportar el bochorno d e que don Jaime negociara en su nombre -seguramente sin consultarle siquiera- con sus súbditos rebeldes, y prometiera incluso que nada malo les sucedería si aceptaban someterse d e nuevo a s u autoridad. El propio don Manuel había escrito ya, en agosto, desde Alicante, un seguro a los moros d e Elche, prometiéndoles perdón si se le entregaban, pero al parecer sin grandes resultadoslo. Pronto tendría que ver a su suegro obtener dicho efecto con sólo empeñar su palabra. En noviembre de 1265, desde Alicante, donde se le unieron Pelayo Pérez y don Manuel, don Jaime trataba aún la rendición de los moros de Elche, los últimos vasallos de su yerno que quedaban por someter, pues el resto del señorío se hallaba ya comprometido para su rendición. A fines de noviembre, fuerzas aragonesas ocupaban La Calahorra, la principal fortaleza de Elche, que quedó encargada al obispo de Barcelona, en espera del momento en que habría de ser devuelta a don Manuel. De allí fue a Orihuela, donde el hijo del arráez de Crevillente le rindió otros dos castillos. Luego, tras algunas escaramuzas de cierta importancia, se encaminó, acompañado por don Manuel, a Alcaraz, donde había quedado citado con su otro yerno, Alfonso X. A comienzos de diciembre, durante ocho días, se vieron allí las dos cortes, castellana y aragonesa, y trazaron los planes para la reconquista y repoblación del reino de Murcia. De lo que pudieran hablar sobre los señoríos de don Manuel nada se sabe, pero resulta interesante que, inmediatamente después de las vistas, don Jaime acompañara a don Manuel, directamente, a tomar posesión de Villena, que no pudo entregarle de lo J. Torres Fontes, Documentos delsiglo XIII, Academia Alfonso X , Murcia, 1966, págs. 21-22 (en adelante Codom 11). Del mismo autor, La reconquista de Murcia en 1266porJaime 1de Aragón, Academia Alfonso X , Murcia, reed. 1987, págs. 131-132.
momento a causa de la negativa de los moros"; y Elche, donde sí le hizo entregar la torre de La Calahorra, hacia el día 2 1 de diciembre. Tras pasar las navidades en Orihuela, se pondría en marcha contra Murcia, que no tardaría demasiado en caer. Castilla había recuperado el reino de Murcia, y el infante don Manuel, nombrado adelantado del mismo, sus posesiones anteriores a la sublevación, en un momento oportuno, pues toda la región comenzaba a poblarse aceleradamente y experimentaba un proceso de reorganización, del que es muestra la delimitación del obispado de Cartagena. En ella se citan precisamente las tierras de don Manuel, que, en este momento, comprendían, al parecer, además de sus heredades en otros lugares, los pueblos de Elche (con su puerto de Cap dlAljub o Santa Pola), Villena, Elda y, probablemente, Novelda. No era rey, desde luego, pero sí uno de los hombres más ricos y poderosos de Castilla. Es posible, no obstante, que su esposa, Constanza, se sintiera defraudada en sus aspiraciones a un mayor -y, sobre todo, más independiente- patrimonio; pues, con todo su poder, Manuel no dejaba de ser un vasallo de Alfonso. N o sabemos si será cierta la historia de que, poco antes de morir -el célebre cuento del cesto de cerezas envenenadas- proyectó su exilio, e incluso llegó a tener aparejada una galera en el puerto de Santa Pola; pero sí es cierto que murió poco después de la conquista de Murcia, pues en ese mismo año de 1266 ya se apalabraba otra boda entre don Manuel, recientemente enviudado, y otra Constanza, hija de Gastón de Bearne, viuda también del infante don Alfonso de Aragón12. Conviene destacar, como ya lo hace Lomax, que la actividad política de don Manuel comience a cobrar peso en la corte castellana justamente a partir de estas fechas, 1267. En los primeros años, don Manuel está a menudo ausente de sus señoríos, y entregado a la caza, su gran pasión, y probablemente a los amoríos de los que habría de tener algunos hijos ilegítimos, pero aun así, encontrará tiempo para visitar sus tierras con cierta frecuencia y ocuparse de robustecer su poblamiento cristiano; en especial de Elche, que en estas fechas parece tener para él un interés muy especial. En el reino de Murcia le encontramos a finales de 1266, y también a finales de 1267. En diciembre de este último
''
El 19 de diciembre da don Jaime un documento en el Pinar de Villena U. Torres Fontes, La reconquista... pág. 138). Sin embargo, los moros de Viliena no se rindieron inmediatamente, sino algún tiempo después, ya en 1266, y después de recibir garantías y promesas de perdón. A. Ballesteros Beretta, o.c., pág. 239. El matrimonio pactado, que no pudo celebrarse al oponerse el Papa a conceder la dispensa, iría acompañado de otro compromiso entre don Alfonso Manuel, su hijo, muy niño aún, con otra hija menor de Gastón. Tampoco este enlace pudo tener efecto, pues Alfonso Manuel moriría antes de llevarlo a cabo.
'*
año, desde Villena, concedía a Elche el fuero de Sevilla y confirmaba los repartimientos de tierras que recientemente habían levado a cabo allí, por encargo suyo, algunos de sus vas al lo^'^. En abril de 1268, estando en Burgos, volvía a dirigirse al concejo de Elche recordando la obligación de hacer vecindad todos los moradores, y reforzando sus derechos al uso de ciertas aguas, a comerciar libremente en toda la tierra del señorío, y a traer carne para su mantenimiento; al tiempo que mandaba que los cristianos de Elda se juzgaran por el fuero y los alcaldes de Elche1*. En junio de 1269 había vuelto a Elche, donde confirmó nuevas particiones de casas y heredades y otorgó nueva mercedes a los pobladores cristianos. Y todavía en junio y julio de 1270, desde Villena y Elche, volvió a ocuparse de Elche, donde donó unos baños y un cementerio moro a los frailes de la Merced para establecer un convento, en remisión de sus pecados y sufragio del alma de su difunta esposa; y donó al concejo nuevas aguas, en parte procedentes de Villena, y numerosas franquezas15.También de Villena, donde estaba el 6 de julio de ese año, fecha en la que concede a sus pobladores, a los que ya había repartido tierras y heredades, el fuero y los privilegios de Murcia y ~ l c h e ' ~ . Al tiempo, durante estos años, aprovechará de su poder para ejercer presiones sobre los comerciantes y sobre los territorios de los concejos vecinos a sus posesiones, intentando, tal vez ya, hacerse reconocer derechos que, en su día, pudieran justificar una anexión. Sin renunciar por ello a conseguir nuevas.propiedades en otros lugares", acentuó su presión sobre un reino de Murcia aún debilitado por las consecuencias de la reciente rebelión mudéjar. En 1269 tenía que atender Alfonso X las quejas del concejo de Chinchilla por las invasiones de los vasallos mudéjares de don Manuel y de don Luis, que entraban en su término a cazar y coger grana1'. En mayo de 127 1, durante su larga estancia en Murcia, Alfonso X tenía que atender las quejas de Alicante, y hablar personalmente con su hermano para que no se impidiera a los vecinos de dicha población comprar viandas y mantenimientos en Elche y en las demás villas de don ManuelL9.En los comienzos de 1272 todavía estaba don Manuel con el rey en Murcia. El 8 de febrero, estando en Elche con su hijo heredero don Alfonso, que parece ya asociado al gobierno del señorío, concedía don Manuel al concejo de esta Codom 11, pág. 3 1. Codom 11, pág. 33. " Codom 11, págs. 36-38. l6 J.M. Soler García, Ld relación de Villena de 1575, Instituto de Estudios Alicantinos, 1973, pág. 176. " En 1268 compraba ciertas aldeas y heredades al hospital del Rey, en Burgos; y consta que poseía casas en Murcia, Toledo y otras ciudades (A. Ballesteros Beretta, a.c., pág. 239). Probablernente,desdeelvalle de Ayora, que yaseríade donManuel, pues Almansa y Yecla, que también confinan con Chinchilla, todavía no eran suyas. Don Luis pudo heredar de Juana de Ponthieu Hellín, Isso y Minateda. l9 Codom 111, pág. 112. l3
l4
Mapa 1. - Situación y evolución de los señoríos de la familia Manuel en el sureste castellano.
la.- La Tierra de Don Manuel
TIEllHA DE JORQUERA
\'ALLE DE AYORA
CHINCH1I.I.A AIMANSA
HEI.I.IN
hfur !L4edilerÚt1eo
1 b.- El señorio de Viiiena
i
A-'-
i
'\
\,
j
SIGLO XIV
-S-\. '?
L*..J'.,,
I
0.
\
;
?..,F...' \.
ALA RCON
i,
\.-, i
(
INIESTA
N
',.,-
1.- .---...
/'
,
.J., ->
.S.,
_ A .-..
/
Í
1
% \'
f
c
;
1-----&\., . ,Ty.
i--
,/
JURQCFKA
\_
,.~
í ,i
_. '
-\,
i*_.--i?
CHINCHIl.L.4
-
ALMASA
,,.. - *
t
<':
.I.OR,\HRA!
.
G
I
Ilr:;.~lx
--.
-
,
!-i
, '
,'
\\
1
'-,
, /,..-,'
\-
x'
'+-A
%..~
.t
,~ < ., --,,)v,;i;rt.xa YE<:L. : * - --'
,,-
!-
-..,,,
villa suya los fueros y privilegios que tenía Murciazo.Durante esta estancia murciana de Alfonso X, don Manuel, además de otras posesiones para sí mismo, sus vasallos y su hijo, conseguía que el rey le concediera la albufera de Murcia, cerca de cabo de Palos, quizás en recompensa a su intervención en los recientes acuerdos hechos con Aragón para la guerra contra los moros21. Después saldría para Sevilla, junto al infante don Fernando, para vigilar la frontera. Desde allí, en el mes de junio, ambos avisarían al Rey, que estaba en Alcaraz, del poderoso desembarco africano en Andalucía2*. Muy pronto, Alfonso X volvería a requerir los servicios de don Manuel como embajador y diplomático. A fines de 1274 le acompañó en su viaje al Languedoc, a entrevistarse con el Papa. Tal vez fueran sus consejos, guiados seguramente por el pontífice, que le tenía por persona de gran influencia y solicitó su presencia en la entrevista con don Alfonso, los que hicieran desistir al Rey Sabio de su empeño por el «Fecho del Imperio». En el viaje de regreso murió su único hijo legítimo, don Alfonso. Manuel, temiendo quizás por el futuro de sus dominios, que bien pudieran revertir a la Corona si él muriese sin sucesión, no tardó en casarse, esta vez con Beatriz, viuda de un caballero francés e hija del duque Amadeo de Saboya. Acaso para tranquilizarle y compensarle por las desgracias sufridas y los servicios prestados, Alfonso X le daría Almansa, que ya era suya en 1276, y Yecla, más tarde, acaso en 1280. En fecha desconocida había recibido, igualmente, todo el Valle de Ayora23,lo que le convertía, si no lo era ya bastante, en el árbitro de la frontera valenciana. Con estas adquisiciones, la plaza de Villena comenzaba a ser no ya un apéndice lejano de sus posesiones levantinas, sino un enclave estratégico entre todas ellas. N o tanto por su poblamiento, sino por su situación, Villena, dotada en 1276 con el fuero que Alfonso X había dado a L ~ r c a * ~ , comenzaba a desplazar a Elche como cabeza del espacio conocido entonces como «tierrade don Manuel», que, andando el tiempo, habría de tomar de ella el nombre histórico de «señorío de Villena». El resto del territorio interior -Yecla, Almansa- era, sin embargo, todavía, un espacio sin un gran valor económico, pues, como todo el reino de Murcia, atravesaba un período de fuerte regresión demográfica, con abandono de cultivos y despoblación de Codonz 11, pág. 44. A Ballesteros Beretta, o.c., págs. 525 , 545 y 551. ** Cartas de don Fernando y don Manuel, desde Sevilla, avisaron de esta invasión a don Alfonso, que estaba en Alcaraz, volviendo del reino de Murcia (A. Ballesteros Beretta, o.c., pág. 561). '3 Este territorio, que comprendía Ayora, Cofrentes,Jarafuel, Zarra y Teresa, y se mantuvo mucho tiempo poblado casi exclusivamente por mudéjares; había correspondido, al parecer, a Castilia en el tratado de h z r a , sin embargo, fue una zona fronteriza de escasa presencia castellana, lo que tal vez hubiera traído algún conflicto con Aragón, sobre todo en tiempos de la rebelión mudéjar. Calculamos que pudo ser entregado a don Manuel entre 1262 y 1269. '4 J.M. Soler, La relación ..., págs. 115-176 y 207. Y Codor>z11, pág. 63. *O
''
aldeas; un mal general entonces en toda la región. En 1276, don Manuel acudió a su tierra e intensificó sus esfuerzos para lograr un poblamiento cristiano siquiera medianamente estable en varias de sus villas de antigua y reciente adquisición. Atrajo pobladores nuevos a Elche, dándoles casas, tierras y agua para el riego, y confirmó las ya anteriormente repartida^^^. A los de Villena les concedió el mencionado fuero de Lorca y la licencia para que pudieran empeñar o trocar entre ellos las heredades repartidas. A los de Almansa, también en 1276, les confirmó los fueros y las numerosas mercedes dadas por Alfonso X cuando la villa era de realengo; y también llevó a cabo repartimiento de tierras entre nuevos vecinos26. Son años en que Manuel presta todavía valiosos servicios, quizás como guerrero contra la peligrosa invasión de los benimerines; pero sobre todo como diplomático, buscando ayuda contra ellos en Aragón y Portugal, y como intermediario entre el rey y los nobles rebeldes capitaneados por el otro hermano, don Felipe, que al fin concluyó por irse a Granada. Una carrera diplomática que culminará en sus gestiones del tratado de Campillo, en 1281. Un tratado en el que él mismo cederá -aparentemente- en sus intereses, cediendo' el Valle de Ayora, que debía ser entregado a los aragoneses. A cambio de estos pueblos, pequeños y mudéjares, habría de recibir, sin embargo, la importante plaza de Escalona. Aunque no por ello descuidara la tarea de repoblar sus dominios levantinos, confirmando las donaciones de casas, tierras y aguas hechas anteriormente a los pobladores de Elche, y protegiendo en el disfrute de sus privilegios comerciales y sus derechos civiles tanto a los cristianos como a los moros que allí vivieran2', sus intereses se proyectaban cada vez más hacia La Mancha. Hacia 1280 había recibido Yecla, con su importante término, a la que concedió en este año el fuero y franquezas de Lorca2', ya antes otorgado a los de Villena. Ante él se abría un inmenso espacio, controlado por algunos débiles concejos de realengo, como Jorquera, Ves y Chinchilla, cuyo escaso grado de poblamiento haría previsiblemente difícil la resistencia a un proceso de señorialización. El pleito de los mal llamados «Infantes de la Cerda», abierto a raíz de la muerte en 1275 del heredero de la Corona, don Fernando, envenenó los últimos años de Alfonso X y causó profundas divisiones en la familia real, enfrentando al rey con la reina, a los infantes, y a los miembros de la nobleza, 25
26 27
Codom 11, págs. 60 y s.s. A. Pretel Marín, Almansa medimal, Ayto. de Almansa, pág. 183. Codom 11, págs. 66,68 y 69. Codom 11, pág. 67.
divididos entre quienes apoyaban a los hijos del difunto y quienes mantenían la candidatura del infante don Sancho, segundo hijo de don Alfonso y doña Violante. Don Manuel, que inicialmente se había mostrado partidario de la primera postura, fue abandonándola lenta y prudentemente, conforme crecían las dudas del monarca y aumentaban los apoyos de don Sancho «el Bravo», que, por otra parte, mostraba mucha mayor energía que su padre -consiguió derrotar y rechazar a los benimerines- y parecía capaz de enfrentarse con mayor eficacia a los graves problemas de Castilla. Así, pasó de ser asesor del rey a hacer de intermediario entre su hermano y su sobrino, y a decantarse cada vez más abiertamente en favor de este último. N o puede reprochársele este cambio, si tenemos en cuenta que el propio monarca fue cediendo parcelas cada vez mayores de poder al infante don Sancho, que acabó siendo reconocido como heredero en las cortes de Segovia de 1278, y comenzó a explotar en su propio beneficio el descontento de las ciudades por la ruinosa política económica, monetaria y fiscal, de su padre; y buscando adeptos que le respaldaran si fuera necesario usar la fuerza contra las pretensiones de sus sobrinos, los de La Cerda, que ponían al reino en peligro de ser disgregado. Desde las Cortes de Sevilla, en octubre de 1281, las relaciones entre el viejo Alfonso X y su hijo Sancho, que de hecho venía actuando por su cuenta y eclipsando su autoridad en amplias regiones del reino, llegaron al punto de ruptura; dejando de manifiesto que no cabían posturas intermedias o conciliadoras. Cuando Sancho se lanzó a la rebelión, convocando la Asamblea de Valladolid de abril de 1282, Manuel se decidió a apoyarle. Él, que durante toda su vida f ~ leal, ~ ey que nunca se había interesado demasiado por las intrigas políticas, tomaba ahora partido abiertamente contra su hermano, y servía de portavoz a los nobles conspiradores que lo declaraban incapaz y entregaban el gobierno a don Sancho. U n hombre, hasta entonces «bastante gris», a decir de Lomax, traicionaba al rey y saltaba de repente al primer plano de la política, atreviéndose a decidir nada menos que sobre la licitud del ejercicio del poder real. Don Sancho le recompensaría espléndidamente cediéndole la villa de A ~ p eque ~ ~redondeaba , sus señoríos levantinos de Elche y Elda, y las de Chinchilla, Ves y Jorquera, en la Mancha albacetense que, por estar situada en las tierras que suben hacia el reborde montañoso de la frontera valenciana, recibía entonces el nombre de Mancha de Montaragón. En fecha desconocida recibió también la posesión de Isso y Hellín, lugares mudéjares muy estratégicos para el control de la ruta entre Castilla y el reino de Murcia3'. Nuevas posesiones que, aunque no muy 29 N o sabemos si en esta o,.: .ion, o tal vez con anterioridad, obtuvo don Manuel Chinosa y Monóvar, que luego aparecerán, en 1299. c rc las posesiones alicantinas de su hijo.
pobladas -de hecho, los términos estaban casi despoblados, a pesar de los cuarenta años que llevaban en manos castellanas31- venían a triplicar en extensión los dominios del señorío primitivo, y ponían en sus manos el control eminente del territorio manchego oriental; un territorio mucho menos mudéjar y, por lo tanto, más pobre todavía, pero susceptible de ser poblado y enriquecido. Tan pronto como le fueron entregados estos pueblos, y a pesar de que la situación de guerra civil no facilitaba este designio, don Manuel puso en práctica en ellos algunas medidas urgentes encaminadas a la repoblación, encomendando a su vasallo Sancho Ximénez que llevara a cabo repartimientos de tierras en su nombre. En agosto, él mismo vino a Villena, desde donde confirmó esos repartimientos a «los mios vasallos que agora son poblados en la mi villa de Chinchilla», y revalidó los fueros y las franquezas que tenían del rey, dándoles, además, otras mercedes, autorizando las compras y ventas que los pobladores hubieran hecho, y perdonándoles todas las penas en que hubieran incurrido por cualquier delito, excepto el de traición. Actuaciones similares, aunque peor documentadas, se repetirían en Almansa y en la comarca del Júcar albacetense; y probablemente en Isso y Hellín, lugares aún muy mudéjares, que recibieron igualmente ciertos privilegios del señor32.N o sabemos si tales medidas vendrían acompañadas por el éxito. Las circunstancias de guerra imperantes no eran demasiado favorables, pero parece que, al menos en Chinchilla, se produjo un importante movimiento inmigratorio, que seguramente compensaría a la emigración simultáneamente producida por la infeudación de la villa. Por su actuación de 1282 en la Asamblea de Valladolid, bien recompensada, como queda dicho, llama Ballesteros a don Manuel «príncipe de los traidores»; pues contribuyó al despojo de su hermano, su benefactor de tantos años, en el momento en que éste necesitaba más que nunca una mano amiga. Aun sin negar que la ambición personal pudiera estar entre sus motivaciones, y sin que pretendamos justificarlo ni creer a ciegas la versión que luego propagaría su hijo sobre su caballerosa generosidad, parece, sin embargo, un juicio demasiado duro. N o era don Manuel, sino toda la familia real, incluida la reina Violante, la que daba la espalda a un rey acusado por muchos, y no sin algunas razones, de debilidad, O' En marzo de 1274 Alfonso X apremiabaa los vecinos de Hellín para que pagaran sus diezmos a la diócesis de Cartagena (A. Ballesteros Beretta, o.c., pág. 684) N o se menciona que este pueblo pertenezca a don Manuel, por lo que tal vez hemos de suponer que la entrega fue posterior a dicha fecha. 3' En los años anteriores, algunos señores y, sobre todo, el rey Alfonso X, habían intentado, con resultados mediocres, poblar este territorio y establecer algunos concejos, que ahora atravesaban una dura crisis. Ver A. Pretel Marín, Conquistay primeros intentos de repoblrtción del territorio albacetense (delperiodo islámi~oa la crisis del siglo X l l l ) . IEA, Albacete, 1986. " A. Pretel Marín, Conquista y primeros..., págs. 233-234.
chochez, mala administración e incluso traición a los intereses del reino, cuando no de impiedad, si hubiéramos de creer la parcial leyenda de la crónica silense; sobre todo desde que se conoció su propósito de desmembrar el reino para dar su parte de herencia a sus nietos, los hijos de Fernando de La Cerda. Es de suponer que a don Manuel, que siempre fue leal a su hermano, le costaría dar un paso tan trascendente; y hay que reconocer que, en todo caso, una vez tomada la decisión, mantuvo su postura hasta el fin de sus días, incluso en los momentos de clara desventaja. Y, si bien es verdad que no parece intervenir muy directamente en la guerra civil que inmediatamente comenzó -quizás por escrúpulos de tomar la espada contra él- tampoco corrió, como otros miembros de la familia real, a pedir perdón a don Alfonso cuando éste, aliado con los benimerines, comenzó a cosechar éxitos militares. Da la impresión de ser la suya una postura muy meditada, adoptada tras costosas dudas, y mantenida luego con honor, quizás pensando que la salvación del reino debía situarse por encima de la voluntad, o el capricho, del rey. El apoyo a don Sancho no sólo reportó ventajas a don Manuel. Alfonso X le privó del adelantamiento de Murcia y mandó confiscar sus rentas y bienes, y los de sus vasallos, en aquella región. Además, los moros al servicio de los dos bandos, y en especial los granadinos, que luchaban a favor de don Sancho pero no distinguían demasiado entre amigos y enemigos, devastaron amplias comarcas y sembraron la inseguridad en muchos pueblos del señorío manuelino, secuestrando caminantes y asaltando a los vecinos que se atrevían a salir de sus poblaciones. Los «milag~os»de Pedro Marín33nos dan noticias de varios vecinos que fueron a parar a las mazmorras de Granada tras ser capturados por caudillos moros en el camino de Villena a Caudete, entre Isso y Socovos, en término de Hellín e Isso, y en otros lugares, entre 1282 y 1284. El comercio y la ganadería, pilares de la débil economía local, sufrieron importantes daños. Sin embargo, don Manuel también se vio compensado por la amistad de su sobrino, don Sancho; cuando, el 5 o el 6 de mayo de 1282, a poco de la Asamblea de Valladolid, dio a luz en Escalona su esposa doña Beatriz, don Sancho acudió personalmente a apadrinar en su bautizo a este último hijo varón, que habría de heredar el señorío y continuar la estirpe legítima de esta rama menor del tronco de Fernando 111. En aquella ocasión, y acaso en albricias por el nacimiento, Sancho concedió a su tío, a petición de éste, la importante villa de Peñafiel, que habría de unirse al mayorazgo, aunque muy separada del núcleo principal de las posesiones familiares. En los tiempos que siguieron, don Manuel recurrió a su sobrino para obtener la confirmación de los fueros y privilegios de sus vasallos. 33
J. Torres Fontes, Repartilrizrnto de Lorra Academia Alfonso X , Murcia, 1977, págs. 112-113
Villena, al menos, vio confirmado el fuero de Lorca, el 28 de febrero de 1283 , «por rruegos del infante don Manuel, mi ttó»'*. Don Manuel había llegado a lo más alto. Era rico y respetado, aun en medio de las dificultades impuestas por la guerra civil; y aparecía al fin como protagonista de la política castellana. Sin embargo, no llegó a disfrutar mucho de su estado ni de sus nuevas adquisiciones. A fines de diciembre de 1283 se sintió morir y dispuso su testamento. En él aparece como un hombre de conciencia y honor, que respeta incluso el compromiso, contraído muchos años atrás, de ser enterrado con su primera esposa en el convento santiaguista de Uclés. Deja una cantidad de dinero más bien exigua a sus hijos bastardos, Fernando, Enrique, Sancho y Blanca; los lugares de Elda y Novelda a Violante, hija de su primer matrimonio; y el resto del mayorazgo, bajo tutela de su esposa, Beatriz y de su sobrino don Sancho, al heredero don Juan Manuel. Cuando comenzaba el nuevo año según el calendario entonces vigente, el día de Navidad, m x í á d o n Manuel, que podría tener entonces unos cincuenta años.'>
1.2.- La organización d e l territorio y su poblamiento.
Del conjunto de señoríos obtenido por don Manuel, nos interesan, únicamente, las poblaciones que se integraron en el señorío de Villena, por lo que, en adelante, obviaremos la evolución histórica de aquellas -como Elda- que no fueron heredadas por su hijo don Juan, o de otras -como Elcheperdidas por éste unos años más tarde. Así, al ser despojado el señorío de casi todas sus villas alicantinas por la invasión aragonesa de 1296, el núcleo fundamental de "La tierra de don Manuel", pronto llamada "tierra de donJmn", quedará situado precisamente en las más recientes adquisiciones del padre, en torno al extenso alfoz manchego de Chinchilla, que lo vertebrará desde entonces, rodeado por villas de menor entidad (Véase mapa n. 2). Conviene, por lo tanto, que nos detengamos, siquiera mínimamente, para señalar algunas cuestiones relativas al pasado de este territorio, antes realengo, y a la manera en que incide sobre él la reciente implantación del señorío manuelino. La integración de este vasto territorio en Castilla no había sido uniforme. Transcurrieron casi tres décadas desde que las tropas castellanas conquistaran la Tierra de Jorquera, al norte, hasta que se sometió la 34
"
J.M. Soler, La relación..., pág. 208. J. Torres Fontes, «El miarnentodel infantedon M a . n u e l » , M i & k W ~ , vol. W
1381)págs. 9-22.
Mapa 2.- Organización concejil de la Tierra de don Manuel, hacia 1282. (No se representan las villas valencianas perdidas al final del siglo XIII)
Mapa 3.- El poblamiento en la Tierra de don Manuel, hacia 1280.
Chinchilla
importante plaza de Chinchilla en 1242. La anexión a Castilla de las tierras de Jorquera y de Chinchilla no había significado su repoblación inmediata, y un extenso vacío poblacional se extendió al sur del río Júcar, con algunas poblaciones fortificadas diseminadas por la extensa llanura manchega. Sólo en la comarca de Jorquera, con una orografía más accidentada, persistieron algunas comunidades aldeanas que, a pesar de todo, acabarían por desaparecer poco después. Constituyó, por tanto, un territorio de frontera, devastado, escasamente poblado y mal organizado, al que hubieron de aplicarse, en la segunda mitad del siglo XIII, algunos planes de recuperación demográfica y reactivación económica, con relativo éxito. No obstante, interesaría que regresáramos,de nuevo, al inicio, para analizar su situación desde los años de la conquista. Las tropas castellanas se habían introducido por tierras de Jorquera en 12 11, aunque el territorio no será definitivamente conquistado hasta 12 1336. La situación era, tan problemática que, en 1224, el monarca intentó sin éxito establecer a los monjes de la Orden de San Gerardo de Silvamayor en las poblaciones de Alcalá y Garadén, aunque no será hasta 1243, conquistado ya el reino murciano, cuando Castilla pueda garantizar el control militar de este territorio concediendo señoríos y asentando pobladores. Así, en 1243, el noble don Pedro Núñez de Guzmán era tenente del castillo de Jorquera «et uliu triu castras, mientras que don Lope López se mantenía como representante real en También, se formaban por entonces pequeños Alcalá « et alia duo cast~u»~'. señoríos como el de don Gonzalo Ruiz de Atienza, que recibió un «herehmiento que ha entrel rio que dizen Xzlcar a'el zlnaparte e el rio que dizen Cabriel del otm»donde inició pequeñas pueblas en los lugares de Fuentealbilla, Vallunquet y Boniches, sin éxito posterior38.Y menos conocidos son los formados sobre Villatoya y Cilanco, pronto despoblado^^^. El fracaso de estas iniciativas repobladoras motivó que la totalidad del territorio se organizara en torno a Jorquera, su más estable núcleo poblacional, en 1266, cuando Alfonso X le concedió el privilegio de villazgo y le anexionó la totalidad de las aldeas existentes entre los ríos Júcar y Cabriel. Años después, en 1272, la población de Ves se segregaría de ella por J . González, La repoblación de Castilla la Nueva, págs. 240 Cudom 111, págs. 4-5. El 26 de abril de 1263 realizaba una concordia con don Pedro, obispo de Cuenca, para el reparto de los diezmos de las iglesias de estas poblaciones, estableciéndose que este noble y sus hijos mantuvieran el patronato y la presentación de clérigos de las iglesias de estos lugares <(yen todas las otras que hi higerenx, reservándose el obispo la colación y visita además de la cuarta parte de los diezmos y ciertos derechos en estepadronato nunqual concepto de visita y catedrático. Los señores de estos lugares se comprometían a <
j7
j8
concesión regia4'. Con todo, hasta mediados del siglo XIII, la línea del Júcar marcó el límite máximo de colonizaciónpor esta zona y habrá que esperar varias décadas para observar avances roturadores y algunas repoblaciones al otro lado del río, lo que es significativo de las secuelas que dejó la frontera militar durante la primera mitad del siglo XIII. Este proceso de centralización del territorio en torno a un sólo concejo cristiano se repite en tierras de Chinchilla y Almansa, donde se formaron pequeños señoríos tras su conquista, que desaparecen rápidamente. Así, en las décadas centrales del siglo XIII, conocemos la existencia de señoríos como Alpera41 y B u r j a h a r o r ~ ~situados ~, en los límites entre Castilla y Aragón, o los de Montealegre, Caudete, Ontur y Albatana, más al sur; casi todos ellos de vida efímera43.Incluso, el concejo de Alcaraz, cuyo proceso expansivo tropezaba con serias dificultades por el sur y el oeste, inicia su penetración por este territorio, consiguiendo Tobarra en 1244, y comprando la alquería de Sierra en 126844.La mayoría de estos señoríos están formados por pequeñas comunidades mudéjares que permanecieron en ellos al menos hasta la represión de la revuelta mudéjar en 1266; así, en 1244, el rey afirma que «sy acaeqiera que cbristianos ouiere y en Touarra de poblar mando que ayan fuero de Alcaraz*; en 127 1, don Gregorio y su mujer realizan un convenio con la Iglesia de Cartagena sobre los diezmos de Caudete «mientreserapobladode moros»;y, por todas partes surgen referencias a la permanencia de alquerías como Minateda, Sierra, Ontur, Albatana o Pechín que cuentan con pequeños recintos fortificados y que comienzan a despoblarse por estas fechas. Con la despoblación generalizada, el territorio se organizó en función de los escasos concejos cristianos existentes. Así, en la década de 1260, la villa de Almansa se anexiona Burjaharon, Alpera, Carcelén y Bonete4>,mientras que Chinchilla precisa progresivamente su vasto término en las décadas siguientes, arrebatando una parte del obtenido por Almansa, incluso del
'" ''
Las aldeas concedidas a Jorquera fueron Boniches, Fuentealbilla, Vallonger, Carcelén, Perillas, Cubas, Alcalá y Ves (A. Pretel, Conquirta..., págs. 187 y 279) Concedida en 1266 por Jaime 1 a Guillén de Rocafull (Codonz 11, pág. 28) 4' En el tratado de Almizra se denomina el término de Burjaharon como Bogarra, nombre con el se le conoce omnia alia sicut vadunt inter en la documentación del siglo XIII, al señalar la situación de la línea fronteriza: <
"
lejano concejo de A l a r ~ ó nMás ~ ~ . al sur, Hellín se anexiona la aldea de Isso, quedando perfilada desde entonces la configuración básica del señorío en esta amplia comarca. Además, la acción repobladora del monarca y de don Manuel sobre estas villas tuvo cierto éxito, por lo que el poblamiento se estabilizó en ellas y el espacio se jerarquizó en su propio beneficio. Hacia 1260, ya existían pobladores cristianos en Almansa y Chinchilla, a los que se les otorgaba fuero y las primeras exenciones de tributos4'; y, hacia 1270, ya existía un poblamiento cristiano estable en Villena y Yecla, que recibieron fuero en 1276 y 1280 respectivamente4! N o obstante, la llegada de pobladores y los repartos de tierras fueron un proceso lento que abarcó en todas ellas varias décadas; en 1282, todavía se realizaban repartimientos en Chinchilla por mandato de don Manuel", y la población de estas villas contrastaba, enormemente, con los grandes espacios vacíos de sus respectivos términos, donde las aldeas casi habían desaparecido. De manera simultánea, se definieron en este período las prerrogativas básicas de don Manuel sobre sus dominios. Se conserva escasa documentación sobre este proceso pero ya ha sido destacado por algunos autores el paralelismo que se observa entre las actuaciones del monarca en el realengo y las del infante en sus señoríos50.Aparte del ejercicio de la justicia, don Manuel se reservó la propiedad de los molinos, aceñas, hornos, baños, alcaicerías, alhóndigas, almacenes, carnicerías, salinas y calderas de tinte; también, posiblemente, la propiedad de ciertos talleres de manufacturas, como los curtidos, además de las escribanías, pesas y medidas y rentas del mercado; a ello se unieron el portazgo y cierto almojarifazgo señorial, más el diezmo en zonas mudéjares. En cada población se reservó algunas propiedades agrarias, de las que se desprendió, en ocasiones, en beneficio de los pobladores, más la propiedad de los cursos de agua, que también concedió progresivamente a los pobladores y a los concejos para estimular la repoblación.
A pesar de todos los problemas, bajo la autoridad del monarca y al calor de los fueros derivados del de Cuenca, en Chinchilla comenzaba a formarse
"
En 1269 se delimitan por vez primera el término chinchillano (A. Pretel, Conquicta..., pág. 278), que muy pronto incluirá la aldea de Alpera, antes concedida a Almansa, y la de Albacete, que Fernando 111 había otorgado a Alarcón. 4' En 1262, Alfonso X otorgaba el fuero de Requena <
un pequeño grupo de caballeros, con el apoyo de las exenciones otorgadas por el rey a quienes mantuvieran caballo y armas; algunos de estos caballeros procedían de Alarcón, de sus aldeas, y de otras poblaciones conquenses como Huete, y aunque están escasamente documentados durante el siglo XIII, tendrán un papel decisivo en la acumulación de propiedades y en el gobierno local durante las dos centurias siguientes. Algunos de ellos se documentan ya en este período colaborando con don Manuel, como Sancho Ximénez y Marco Ximénez, que actuaron como repartidores de tierras en Chinchilla. También, Martín Ferrández de Pantoja (ayo de su hijo don Juan), Alfonso García de Pampliega, Gómez Ferrándet, Juan Bretón, o Martín Álvarez de Herrera (éste pudiera ser descendiente de alguno de los "milites de Herrera" que poblaron antiguamente el lugar de Rus), que aparecen en su testamento, y que veremos luego al servicio de su heredero. Poco más sabemos, salvo por referencias de su hijo, sobre la organización de la casa y estado de don Manuel, que, sin embargo, parece ser bastante similar a la que conocemos en los primeros años de su heredero: notario y demás oficiales propios, mayordomo Uuan Sánchez de Ayala), y probablemente alférez. Y, desde luego, alcaides y guardianes de castillos. Apuntemos, además, que, a pesar de las dudas y de lo impreciso de este tema, ya parece que comenzaban a existir convocatorias de procuradores por el señor en lo que pudieran ser el germen de las Juntas del señorío de Villena, aunque sobre estos temas la documentación arroja escasa luz."
2.- LA TIERRA DE ALARCÓNEN LOS SIGLOS XII Y XIII. A la muerte de don Manuel, sus señoríos sobre la Mancha y el valle del Vinalopó, a excepción de algunas villas que quedaron para otros hijos, fueron heredados por don Juan Manuel. La ocupación aragonesa del reino de Murcia, en 1296, será la causa de la pérdida del conjunto de pueblos alicantinos, aunque para compensar esta merma territorial, el monarca otorgó a don Juan Manuel la extensa Tierra de Alarcón, situada al norte de Jorquera y Chinchilla. Esta comarca es un conjunto territorial homogéneo que adquiere sus rasgos más característicos durante el siglo XIII, en un período en el que perteneció al realengo, lo que explica algunas de sus peculiaridades posteriores al integrarse en el señorío de Villena. En aquella época se configuraron los sistemas básicos de organización económica del espacio, las dependencias entre las aldeas y la villa, y todo el complejo 7 L Al parecer, a su muerte, Beatriz convocó procuradores, lo que pudiera ser indicio de la existencia de una costumbre anterior.
c..
-
sistema de aprovechamientos comunales que subsistirá hasta el siglo XIX. Retrocedamos un poco en el tiempo a fin de analizar los rasgos principales de aquella centuria, antes de su integración en el señorío de Villena. 2.1 .-La formación del término de Alarcón. La delimitación del término de Alarcón y su repoblación fue un largo proceso iniciado tras su conquista en 1184 y sólo concluido muchos años después. De hecho, la anexión de Alarcón a Castilla reforzó extraordinariamente la línea fronteriza que protegía a la ciudad de Cuenca, pero dejó abandonado un amplio territorio al sur de Alarcón expuesto a las incursiones de los musulmanes desde Alcaraz y Chinchilla. Por ello, no es sorprendente que las donaciones de tierras que realiza el monarca en los años finales del siglo XII y en los inicios del XIII se circunscriban al territorio próximo a Alarcón y, sobre todo, a las partes de su término localizadas más al norte. Fue en los actuales términos de Almonacid, Villarejo de Fuentes, El Hito, Zafra, Villares del Saz, Cervera, Villar de Cañas, Castillo de Garcimuñoz y Alarcón donde se realizaron las primeras concesiones: la Torre del Monje al conde don Pedro Manrique de Lara, algunas tierras en Zafra a Garcí López y doña Oro, en Villar de Cañas a don García Ezquerra, entre otras. Pero es significativo que ninguna de las donaciones documentadas en estos años se sitúan más al sur; y las dificultades para la explotación económica de estos bienes fueron tantas que, en los inicios del siglo XIII, algunos de sus propietarios los habían enajenado en favor, sobre todo, de las órdenes militares. También la Iglesia de Cuenca comenzó a organizar el reparto de rentas decimales en la comarca; la lentitud de la repoblación se manifiesta en la concesión realizada por el obispo don Juan, en 1195, a los canónigos conquenses a los que otorga la mitad de los diezmos de todas las iglesias de Alarcón y la totalidad de los de las iglesias «... que fundate sunt extra muros in temino de Alarcon et futzlris Deo adizlvate temporibus fundabzlntzl~>>. En adelante estas rentas se destinarán al vestuario de los canónigos del cabildo de Cuencas2. La estancia de Alfonso VI11 en Alarcón en el año 1200 parece representar el inicio de proyectos más sólidos para la repoblación del territorio. La implantación de un hospital de redención de cautivos manifiesta claramente
"
La concesiónse realiza el 16 de enero de 1195 y ha sido publicada, entre otros, por M. Rivera Garretas, Ld encni&, elpYimatoy la uilh ak Ucltt en la E& Media (1 174-13 10).Formasión de un ~eñwi¿de la O r h ak Santiago, CSIC, MadridBarcelona, 1985, pág. 259.
la peligrosa situación existente. Además, las concesiones que realiza la Corona a partir de entonces representan un claro intento de consolidar el poblamiento más al sur, en el amplio territorio que iba desde Alarcón hasta Albacete, aunque sin aventurarse demasiado lejos. En fecha no determinada se concede a don Diego López de Haro un extenso conjunto de tierras donde establece un núcleo fortificado al que denomina Haro. En 12 11, se intenta repoblar la fortaleza de Rus. Incluso, conquistada ya Alcaraz en 1213, se conceden tierras al obispo de Cuenca en Villar de Cantos. Proyectos destinados a fracasar por el persistente peligro fronterizo; don Diego López se marcharía de Haro, y Rus volvería a la Corona por compra. La situación era tan peculiar que, hasta 1241, los concejos de Uclés y Alarcón no se atrevieron a delimitar sus términos al sur de la Sierra de Almenara. Algunas informaciones más avalan la verosimilitud del panorama antes expuesto. En 1224, la situación en la frontera sur de Alarcón era tan difícil que Fernando 111quiso establecer en algunos de sus puntos más difíciles a la Orden de San Gerardo de Silvamayor, con el único fin de defender esta línea fronteriza; les concedió la mitad de las casas y heredades reales de la atalaya de Rus, además de veinte yugadas de tierra y casa fortificada para que establecieran allí «. ..familiam militum etseruencium qui ea custodiantpro uiribus et defendant» y continuaran la lucha contra los r n u s ~ l m a n e s ~En ~ . esta primera mitad del siglo XIII, el peligro bélico en la frontera alcanzaba, incluso, a la misma villa de Alarcón; Alfonso VI11 la había dotado de un mercado semanal, que no pudo realizarse en la villa hasta mediada la centuria; se había trasladado a la aldea de Cervera, más al norte, «...por e l
peligro de moros, que estavan cerca y los aldeanos temiun a l acercarse a Alarcón~, y sólo en 1245 pudo Fernando 111 ordenar su regreso a Alarcón porque «...se yerma la villa e se despuebla e vale Para entonces, el reino de Murcia se había sometido ya al protectorado castellano y se comenzaba a adivinar un futuro mejor para esta amplia comarca. En realidad, la conquista de Albacete, en 1241, por tropas de Alarcón y la caída de Chinchilla al año siguiente fueron el detonante para una mejor organización del territorio y el inicio de una explotación económica de sus recursos más estable. Si en 1231, Fernando 111 eximía de portazgo 53 «...reddendo nobis castra et munitiones que a mduris acquiriwitis &o &te,,. También les concedió, como ya comentamos, los lugares de Alcalá y Garadén en la Tierra de Jorquera, además de heredades en Alarcón e , aunque el deseo real era que establecieran su sede en Rus. N o existen evidencias de que este proyecto tuviera éxito (A.Prete1 Marín, Conquistay primeros intentasderepoblacióndel territmioalbacetense (Delperíodoislámicoa la crisis &/siglo XIII) ,IEA, Albacete, 1986, págs. 261-263) '4 El 1 de diciembre de 1.245, Fernando iiI ordenaba al concejo que m b el mercado de Cerveraa Alarcón (BN,Mss. 13124,fol. 62)
en Castilla a los populutores de A l a r ~ ó n ~en~ ,la década siguiente se generalizan las concesiones regias, signo evidente del progreso de la repoblación: en 1254, Alfonso X «purapoblur Iu villu» exime de pecho y pedidos a los que la habiten dentro de los muros, salvo moneda y yantar56; al año siguiente añade la población de Rus al término de Alarcón5'; y en 1256 concede fuero y exenciones de pechos a los caballeros y clérigos de la villaj8. Si todas estas concesiones muestran la consolidación del poblamiento en la villa, otros datos indirectos reafirman la expansión ocurrida sobre el vasto término hacia el sur. En la delimitación de los términos entre Uclés y Alarcón, realizada en 1241, ya existen pequeños núcleos poblados en Hontanaya, Hinojosos y Las Mesas59.También, en torno a Haro, habían surgido ya algunas aldeas, existiendo problemas, en 1257, entre el clero de Haro y los concejos aldeanos para recaudar las rentas eclesiásticasb0.Y, en la década de 1260, se documentan nuevos asentamientos rurales como Santiago el Quebrado, El Pedernoso, Záncara, Robledillo, Martín Ovieco, El Amarguillo y Las Pedroñeras, cuyas repoblaciones estimulaban el concejo de AlarcónaY otras institucionesb2; sin embargo, para el asentamiento de estas comunidades de aldea se prefirieron, en ocasiones, los lugares militarmente seguros antes que otros más idóneos para vivir, p o r l o q u e , al cabo d e los años, algunas se despoblaron por insalubres o innecesarias, como le ocurrirá a H a r o , Rus y ZáncaraG3. Más al sur, el poblamiento era inexistente. Además, el concejo
''
BN, Mss. 13124, pág. 62-63. El privilegio lo otorga en Murcia, el 3 1 de julio de 1254 y lo confirma Pedro 1 en Valladolid, e1 25 de agosto de 1352, al no serle respetado por los recaudadoresdel servicio (BN, Mss. 13124, fol. 77) '' Otorga el privilegio en Palencia, el 2 1 de j~miode 1255,y afirmaque la ha comprado a Gutier Peiáez, a los hermanos G o d o y Garcí Ruiz y a Pelay Muñoz de Herrera (Publicado por Torrente, D~unmtosl~aua /a hi1t0r.kak San Chnmte., vol. 1, Madrid, 1975,págs. 10-11) " El privilegio lleva fechade 26de julio y lo otorgaal comprobarque laviiia ~~nur~awiaf...c/mpid.,pc/rqz/esejuzgam~~ @N, 13124, fols. 66-67v) El Hinojoso aparenta ser un incipiente núcleo de población en tomo al pozo de agua allí existente; las Mesas es denominada,porentonces,Mesas Rubias. Posiblemente,másalsur,existierayaotrapoblaciónenFuenteelEspino(M. Rivera Gmras, o.c., págs. 381-382) ' Desconocemosd e s eran estas aldeas,posiblemente Casthuño, Gilberte y el Cerezo,luegodespob!adas, y (3rrascosa, Rada,Villaesasa, FuenteelEspino y Villar de a Encina, El 6de noviembrede 1257,el obispodecuencaapruebael convenio realizado entre los clérigos de Haro y los concejos de las aldeas sobre pago de diezmos, estableciendo que los aldeanos que sembraran cei-eai lleven a lavilla cada año por cada yugo de bueyes un c a l , mitad trigo y cebada, y de las bestias según fuera costumbre en el obispado, más tres celemines colmados de mediduras cada cahíz (SNM, rollo 14227- Archivo Catedral de Cuenca) a de monte y cazaque h r a b a c o n E1 20 de mayo de 1264, el concejode Alarcón concedías su aldeade%cara ~ m dehesa los términos de Belmonte, k r a &ría del Campo, El Amarg~iüoy Las Pedroñem (AHN,Noblca, Frías, caja 699, núm. 4) En 1279, la Orden deSantaMaríadeCanagenaestatnpoblandoe1Quebrado qz/eagmadizenSantidgo~ íJuan Torres Fontes, .La Orden de Santa María de España,, Mi~~zlánea MdiwaIMzmana, vol. 111(Murcia, 1977) págs. 109-110) 63 El 16 de septiembre de 1282,el concejo de Alarcón incorporabaalR o b l d o los términos de Záncata -m ut~gmnimztodc lar bdtm& h a que uiniemnf.me uaimsal Rdtddlo a ~t,?om> (AHN,Nobleza, Frías, caja 6%, núm 3) "
"
Mapa 4.- Límites jurisdiccionales de la Tierra de Alarcón e Iniesta (mediado el siglo XIII)
TIERRA DE CUENCA
TIERRA DE TIERRA DE
TIERRA DE ALCARAZ
T e r r i t o r i o d e l término de Alcaraz incorporado a Alarcdn por l a sentencia de 1318
de Alarcón encontró grandes dificultades para implantar su jurisdicción en un territorio que le fue disputado por los potentes concejos de Alcaraz y Chinchilla. De hecho, hacia 1275, el término de Alcaraz se extendía junto a la población de Las Mesas para integrar la zona sur de Santiago el Quebrado y descender hasta Minaya, lo que significaba un gran freno a la posibilidad de expansión de Alarcón por esta zona64. Mientras, más al este, el monarca había concedido a Alarcón, en 1241, el recién conquistado castillo de Albacete; pero las dificultades para mantener este límite tan meridional fueron enormes. Ello consolidó una amplia franja despoblada entre Alarcón y Chinchilla, que fue partida, en 1269, por Alfonso X estableciendo «...que ayan ellos la meytad e los de Alarcón la otra m e y t a d ~65,lo que permitió integrar Albacete en el término chinchillano. Habrá que esperar a la primera mitad del siglo XIV para que don Juan Manuel señale minuciosamente estos límites meridionales de Alarcón, con motivo de las abundantes pueblas que realizará en esta zona. La ampliación del término de Alarcón hacia el sur significó un potente freno a la expansión del concejo de Cuenca, que sólo pudo anexionarse los territorios situados más al este. En 1255, el monarca concedía a Cuenca la aldea de Iniesta con sus castillos, a condición de que los mantuviera y r e p ~ b l a r a . ~ ~ Pcon e r o el tiempo, al constituirse el poderoso estado de don Juan Manuel, Iniesta acabará por integrarse en él.
2.2.- La intromisión d e las Órdenes Militares y d e la Iglesia e n el término d e Alarcón.
La organización del concejo de Alarcón y el asentamiento de pobladores por parte de la Corona permitió la clara delimitación de su término y supuso En el privdegiode Alfonso X a Aicaraz d e h t a n d o sus términos se señalan por esta zona los siguientesmojones: ..e m e r t e k h a h m (a Pemza Ruuiaaéh Meras, e&&nte. ...al&& Bhnquieih, e&&ntealrioaéZanraraenrim a é k u l a m & Q , temimaéAIraraz,e&&nteala&Y&&~ajarakinvapelrmnim&h ....alpozoMimyax. Aún con ladificultad de identificaralgunostopónimos,elataiayaBlanquiellasesitúaenlaactualNavablanca,entreIasMesas y Pedmñem, el Quebrado es Santiagode l a ~ o r r ye ~ajarahesnse idenrhca con Majamiín, mientras que Minaya sólo era, por entonces, un pozo de agua Todo el actuai término del Provenciopertenecía,por tanto, a Acaraz.El texto del privilegio ha sido publicado por A. Pretel M&, A h r z : m r m r h rastelhm m hjhnteva ÜZsigIoXi11, Dip. Prov. Albacete, 1974, págs.150-154. 6' Publicado por A.Pmel Marín, Conquista...,pág. 178. Iniestaquedó integrada,desde entonces, en laTierrade Cuenca, aunque se segregaradela jurisdicción deaquellaciudad varias décidas despuésíJM. Sánchw Benito, L a Tiarasde Curmcay H-en elsiglo XIV. HHistwia mónzica, Univ. de CasullaLaMancha, 199.4, pág. 19). En 1286,SanchoIV reconocía que las tercias de Iniesta eran de !aIglesia de Cuenca (SNM, rollo 14210). ffi
un cierto freno a los deseos de nobles y eclesiásticos por conseguir señoríos en el nuevo territorio. Sin embargo, en los últimos años del siglo XII y primera mitad del XIII, el concejo de Alarcón no pudo evitar que algunas instituciones feudales se establecieran en la zona con diferentes grados de jurisdicción; entre ellas, las Órdenes de Santiago, San Gerardo de Silvamayor y Santa María de Cartagena, además de la Iglesia de Cuenca. La presencia de la Orden de Santiago es casi simultánea a la conquista de Alarcón, con una decidida, aunque fracasada, apuesta por señorializar la villa. En 1194, los santiaguistas obtenían de Alfonso VI11 el alcázar de Alarcón, la aldea de Gascas y la mitad de los portazgos de Alarcón y Alconchel más ciertas rentas y heredades; la rápida reacción del concejo consiguió anular esta concesión a cambio de la mitad de los portazgos de todo el término pero, a pesar de ello, la Orden se mostró decidida a utilizar otras fórmulas para mantener su presencia en la comarcaG7. El método empleado fue la creación y dotación de un hospital de redención de cautivos dirigido por caballeros santiaguistas y convertido en encomienda de la Orden con sede en AlarcónG8;debió crearse hacia el año 1200, coincidiendo con la estancia real en la villa y fue dotado con bienes diversos fruto de varias donaciones reales y particulares. Así, en 1203, Alfonso VI11 le concede unos molinos situados en el río Júcar, entre Talayuelas y Anchuel, además de una heredad que había recibido en el repartimiento de AlarcónG9. Por su parte, caballeros y nobles que abandonaban el territorio donaron parte de sus propiedades al hospital, como fue el caso del conde don Pedro Manrique de Lara, de don Bermudo y de las seis yugadas de tierra donadas por Sancho Dalariz en el Pozuelo70.Y, en 1234, el mismo concejo de Alarcón les otorgaba la cuarta parte de la heredad de Valhermoso, con el derecho a exigir a los posibles pobladores de la aldea ciertas rentas señoriales, que luego se concretarán en los diezmos del lugar y un pecho para reparos en la torre. La escasez inicial de rentas para redimir cautivos les hizo, incluso, conseguir, un subsidio anual otorgado por 67 La primera concesión lleva fecha de 18 de octubre de 1194 mientras que la revocación y nueva concesión se realizó el 24 de noviembre del mismo año (J. González, Alfonso VIII, vol. 111, docs. 627 y 629) La creación y dotación de este hospital ha sido estudiada con detalle por P.Iradiel,>>Baseseconómicas del Hospital de Santiago de Cuenca: tendencias del desarrollo económico y estructura de la propiedad agraria,),Ani/ario de Estudios Medimales, vol. 1 1 (Barcelona, 1981) págs. 181-246. ' ! ' E s t a donación fue realizada el 10 de junio de 1203 (J. González, Alfonso VIII, doc. 745) La heredad otorgada por repartimiento fue delimitada por los jurados de Alarcón incluyendo una dehesa de conejos y pescado; les fue confirmada por el concejo en 1220 con ladenominación de la <>, nombre que mantendrá en adelante (P. Iradiel, o.c., pág. 222) El 24 de enero de 1214, Sancho Dalariz concedía estas tierras a la Orden, pasando a denominarse, en adelante, <>(Publ. J. González, o.c., doc. 915). Otra heredad llamada << el Parral)) con las casas que los santiaguistas mantuvieron en Alarcón debió de formar parte de algunas de estas donaciones particulares.
'"
Mapa 5.- Señmo ' sde Ordenes Militares en la'iierra de Alarcón (mediado el s i 0 Xm)
ALARCON
IA Presa,
EL SUTILLO
.
RUS, DI: LA ORDEN ¡>E S. GERARIIO DE SILVAMAYOR
SANTIA El. QUI3%HADO O. Dl! STA. MAl
Lugares con propir~adrsde la enct~micndüdel Hospital de Alarcbn de la Orden de Santiago. Propit dadei &/ ff~iI>;Ia/ du Ala&,;
los habitantes de Alarcón. Quedaba, así, estructurada la encomienda del Hospital de Alarcón que se mantendrá, con leves reformas, durante todo el período bajomedieval". De manera simultánea y al margen del favor regio, los santiaguistas intentaron implantarse en el sector norte del término de Alarcón, que era una de las zonas mejor repobladas en los inicios del siglo XIII. En torno a la aldea de Zafra formaron un pequeño conjunto patrimonial a partir de compras de tierras y donaciones particulares, al que denominaron encomienda de la Torre de Zafra, que limitaba con sus posesiones de Torre de Don Morant y Uclés. El patrimonio inicial lo formó la hacienda donada por doña Oro y Garci López, en 1186, a la que se agregaron algunas compras realizadas por el maestre don Pedro González, con tal fortuna que, ya en 1236, documentamos a don Sancho Díaz como comendador de la Torre de Zafra7'. La encomienda tendrá, sin embargo, una corta vida y sus propiedades se integraron en la del Hospital de Alarcón, donde se documentan a fines del siglo XV. Con estas dos encomiendas la Orden únicamente obtuvo un conjunto de rentas y propiedades, sin llegar a ejercer ningún tipo de señorío jurisdiccional. Sin embargo, más al sur, los santiaguistas formaron una tercera encomienda, cuyas poblaciones estuvieron sometidas al señorío de la Orden y fueron emancipadas progresivamente de la jurisdicción de Alarcón. Esta encomienda tiene su origen en el señorío concedido a don Diego López de Haro sobre una porción de suelo de Alarcón, en la que fundó una puebla a la que denominó Haro y donde construyó una fortaleza. Durante la primera mitad del siglo XIII, el castillo de Haro se convirtió en vanguardia de un frente colonizador en el que pronto surgirían aldeas dependientes, pasando a ser propiedad de la Orden de Santiago por un proceso que desconocemos. En 1261 ya era santiaguista y la Orden lo concedía en prestimonio al infante don Manuel7'. Durante esta época se inicia un sutil proceso de segregación de la encomienda respecto a la jurisdicción de 7'
Desde 1210sedoc~1mentancomendadores en ella(M. RiveraGarretas, o.c., págs. 27 1, -323,382 y 420). Sobre
su evolución posterior, consultar a P.porras Arboledas, Los señui*íusde In Ordoz de Snntiago en lapvovin~.iade Ca.rtiI/o
~I~~rnnteeIiighXV, Madrid, 1982,2 vols. Cacla vecino de las poblaciones de Tierra de Alarcóri quedó obligado a pagar al hospital cinco celemines de cebada por cada yunra de mulas o bueyes con la que labrare o dos y medio si utilizaba media yunra (ARCh Granada, Cab. 3, leg. 1065, n" 3) " En octubre de 1215, Pedro Gonzilez, todavía comendador, compró a Sancha Díaz y a doíia Estefanía, Iiermanas, sus heredades en Zafra. Siendo ya maestre, en septiembre de 1236, adquirió los bienes de doñaElo, quién a SLI vez había comprado los lotes de la herencia paterna que correspondieron a sus hermanas Elvira y Urraca, toclo e11Zafra(P. Iradiel, o.c., págs. 22 1 y 230) En esacarradecomprade 1236 firmacomo testigo SanchoDíaz. En 12401241, dirigía esta encomienda don Gil Gómez (M. Rivera Garretas, o.c., pág. 383) 7; El 8 de enero de 1261, el infante don Manuel y doña Constanza, SLI mujer, se comprometían a enterrarse en cl convento de Uclés y fundaban allí cuatro capellanías. A cambio la Orden les concedía de forma vitalicia la encomienda de Haro y otras posesiones santiaguistas en Alarcón y Moya (M. Rivera Garretas, o.c., ,págs. 420-422)
Alarcón, propiciado por la Orden para acaparar la totalidad de las rentas del territorio; en este sentido, en 1266, los vecinos de Haro se negaban a pagar los diezmos al cabildo de Cuenca, a quien pertenecían todos los diezmos de Alarcón, alegando no estar en su término y obligando a intervenir al obispo para declarar su inclusión en Alarcón7< A pesar de ello, con la despoblación de Haro y la creación de la encomienda de Villaescusa de Haro, los santiaguistas segregarían este territorio de la evolución general del resto del termino. Otros señoríos de Órdenes se constituyeron para defender la frontera, aunque su existencia fue, por lo general, efímera. Ya comentamos el proyecto de asentamiento de la Orden de San Gerardo de Silvamayor en Rus y en el Júcar albacetense (Alcalá, Garadén), al que debemos de añadir la donación a la Orden de Santa María de España del despoblado del Quebrado para su repoblación y defensa. Este último lugar se estaba repoblando hacia 1279, período en el que la Orden había fundado ya una iglesia; en aquel año, se establecía una concordia con la Iglesia de Cuenca sobre la administración de la iglesia del lugar del Quebrado H.. .que dizen agora Santiago», quedando para el obispo y cabildo conquenses la colación de clérigo y la visitación de la iglesia, además del cuarto de los diezmos y ciertos maravedíes anuales por la presentación del clérigo, que quedó reservada para el maestre de la Orden. La duración del señorío frie tan breve como la de la misma Orden de Santa María, aunque el lugar continuó denominándose Santiago el Quebrado y, en la actualidad, Santiago de la Torre; se incorporó a la jurisdicción de Alarcón aunque manteniendo, desde entonces, límites propios7'. Finalmente, es preciso señalar los esfuerzos de la Iglesia de Cuenca por establecer algún tipo de señorío y obtener propiedades en Alarcón. Por donaciones de particulares, pudo obtener casas en Alarcón y algunas tierras en Olmedilla, de las que desconocemos su evolución p~sterior'~; y, también, por donación del concejo, ya comentamos la obtención de tierras en Villar de Cantos. Fue, sin embargo, en la aldea de Olivares donde el cabildo logró formar una hacienda agrícola sobre cuyos pobladores ejerció cierto grado de jurisdicción señorial; sus orígenes se remonta a 1244 cuando el obispo don 74 El 6 de septiembrede 1266el obispodon Pedm concede las tercias de Ham al cabildode Cuenca ~agrnaprqz~lmde F m d i m qm Faroy su temzinv no er terminode Akz~cónn.En las Relaciones Topográficas de Felipe 11se reconoce que los vecinos de la encomienda de Villaescusa de Haro mantienen aprovechamientoscomunaks en la Tierra de Alarcón por estar fundada en su término(J.M.MiilánManínez, ~ H a r yolos inicios de la repblación en laMancI~aconquense~~,A~ta~~ICmzpv&H~tm~ uk CartiIla-La Mancha, vol. V, Junta de Comunidades, Toledo, 1988, págs. 153-161) ' 7 El texto de la concordia ha sido publicadopor J. Torres Fontes, .,,págs. 109-110. 76 En 1251, los canónigos de Cuenca donan a Lope Jiménez las casas de Alarcón que fueron de don Pedm Jiménez de Camarena y doñaSanchaLópez, suspadres,con diaychizv de kz rated~af,Cuenca, 1965, pág. 14)
m
Gonzalo concedió al cabildo los molinos y una heredad que poseía en el río Júcar, en el término de Alarcón «...que dizen de Oliuares»; esta hacienda se ampliará progresivamente durante los siglos XIV y XV, asentándose en ella un pequeño grupo de campesinos dependientes del cabildo y diferenciados claramente de los habitantes de la aldea próxima, aunque nunca se consiguió emanciparla como señorío i n d e ~ e n d i e n t e ~ ~ .
2.3.- El poder de los caballeros de Alarcón. De manera simultánea al proceso descrito, se fue consolidando en Alarcón un reducido grupo de caballeros, sostenido por los deseos regios de dotar a la frontera de defensas. Desde los años finales del siglo XII, el rey estuvo representado en la villa por un «dominus» y por su teniente, mantenidos con una serie de rentas reales de las que apenas se han conservado noticia^'^; y el recinto amurallado -con una extensión superficial muy reducida- pronto estuvo ocupado por casas de pobladores cuyo rango de caballeros les hizo superiores al resto de los habitantes de su término. No es, por ello, extraño, que muchos de los privilegios concedidos a Alarcón durante el siglo XIII lo fueran exclusivamente a quienes lo habitaban «...de muros adentro» . Fue durante el reinado de Alfonso X cuando, alejada la frontera, este grupo consolida su poder político sobre el territorio. En 1254, el monarca les eximia de pechos y pedido^'^. Dos años después, otorgó fuero a Alarcón y dotó a los caballeros de una serie de rentas y exenciones que les individualizan claramente del resto de los habitantes. Así, les exime del pago de pechos por sus propiedades en todo el reino, fortalece sus respectivos hogares al concederles la posibilidad de eximir también a sus c.. upuniaguudos e sus iuveros e sus molineros e sus ortelunos e sus pastores que les guurdun las yeguas e sus gunudos, e sus unzos que criuren sus hijos», y les facilita el acceso a la privatización de bienes comunales al permitirles hacer dehesas privadass0. Esta tendencia continúa bajo el reinado de Sancho IV cuando, en 77 Molinos y tierras habían sido compradas por el obispo a los Iierederos de Pascual de Lanza (BN, Mss. 13.1 11, fol. 21)Sobre su evolución en los siglos XIII y XIV, consúltese a J.M. Nieto Socia, <,Anuarto de Estudios Medimales, vol. 12 (1982) págs.241-277. 78 En 1216, Enrique 1 concedía a la Orden de Santiago el portazgo de Valera, que cobraba hasta entonces el representante regio en Alarcón U.González... o . c . vol. 111, doc. 1008) " El privilegio fue ocorgado en Murcia el 3 1 de julio de 1254,obligándolesa ir en hueste cuando el rey los h a r a @N, h. 13124,fol. 77)
1
1293, «... por los servigios de los caballeros de Alarcón» les concede que tengan de los descaminados cuatro alcaldes y les dota con las rentas del montazgo, y con las entregas de los cristianos y judíos del termino, entre otras cosass1. Finalmente, conseguirán que la recaudación de las rentas de Alarcón sólo puedan realizarla los naturales de la villa, monopolizando para el futuro esta importante fuente de ingresoss2. El resultado final fue la consolidación en Alarcón de un grupo de caballeros que monopolizan el poder político en unión con-el clero de las cuatro parroquias de la villa y con los representantes reales. La instrumentalización del concejo en su beneficio les permitió acceder a la propiedad de tierras y pastos comunales durante el siglo XIII que fueron la base de su poder social en la centuria siguiente. Uno de los ejemplos mejor documentados es el de Talayuelas, un extenso término dentro de la tierra de Alarcón, repartido a caballeros a principios del siglo XIII y ampliado, en 1257, con una dehesa de monte para uso privado. A finales del siglo, todo el conjunto agrario repartido «a los cavalleros de Talayuelas» se encontraba en poder del linaje Alarcón, que conseguirá señorializar este territorio en la centuria siguiente." Este linaje es, por otra parte, uno de los más destacados del período, Ferrán Ruiz de Alarcón ostentó la alcaidía de Alarcón en la primera mitad del siglo XIII, dotada con numerosas rentas reales y con una clara implicación en el gobierno concejil, lo que le permitió acumular un rico patrimonio agrario,84ampliado por sus sucesores con el heredamiento de Torrubia y, más tarde, Talayuelas, con algunos enfrentamientos con aldeas próximas". La familia basó su poder en el control de la alcaidía de la villa por concesión real, y en la práctica de una excelente política de alianzas matrimoniales, aunque su momento de mayor esplendor todavía estaba por llegar, como analizaremos en su momento. Como también detallaremos más adelante, la Tierra de Alarcón se
'" El fuero cleAlarc6n fue otorgado el 26 de julio de 1256 y hasitlo editado porJ. Roudil, Le.rfi~ero.íd'Alc~raz et d'Alurcón, 2 vols., París, 1968. El privilegio de coiicesión del fuero especifica que «...otorgu uqtrel fuero ......>, y añade desp~iésiin conjunto de exenciones y privilegios para los caballeros y el clero de la villa. En 1265, Alfonso X devuelve a Alarcón los fueros y costumbres que tenía con Fernando 111 y Alfonso VI11 (BN, Mss. 13124, fols.66-67v y ve-91) " BN, Mss. 13124, fols. 71-72. En 1295, Fernando IV accedía a que los peclios de Alarcón los recaudaran los naturales (BN, Mss. 11124, fol. 74) '' En 1257, el concejo de Alarcón concedía a los caballeros de Talayuelas una dehesa de monte: «assi t ~ i m parte con Vzero, e con Olivaves...>. (A. Suárez de Alarcón, Relariones genealógicas de la Casa de lm niarqz/eses h Trocifal, Madrid, 1656, apéndice docuinental, págs. 51-54) " Ferrán Ruiz de Alarcón estuvo c s a d o con Urraca Garcíes, hermana de don Vela, viuda ya en 1240 y heredera de amplias propiedades en toda la franja territorial comprendida entre los límites de Alarcón y Cuenca (A. Suárez de Alarcón, o.c., , pág. 53) '' El 22 de agosto de 1285 los <
Mapa 6.- El poblamiento en la Tierra de Alarcón a finales del siglo XIII.
integró en los dominios manuelinos unos años después de la muerte de don Manuel, cuando la corona castellana hubo de compensar a su heredero por la pérdida de Elche en 1296. Sin embargo, ya antes, este territorio se encontró en el punto de mira de los intereses familiares: don Manuel se hizo conceder el usufructo vitalicio de ciertas heredades; y, luego, su hijo pretendió la capitanía -primero- y, después, la concesión en mayorazgo de la villa y su término. Precisamente de esos años (1294),antes de que se produjera la concesión, data un documento del mayor interés: el que se refiere al pago de los caballeros de Alarcón que acompañaron a don Juan a tierra de Murcia e hicieron alarde en Lorca en su presencia. En él, además de una relación de lugares en que se recogió el dinero necesario, verdadero inventario de aldeas y heredades pobladas por entoncess6, hallamos otra de los caballeros8' que participaron en la expedición (debían percibir 700 maravedíes) o se quedaron para guardar la villa (cobraban a 100 maravedíes). Interesa señalar que de ellos saldrán linajes que perdurarán en Alarcón (aunque a veces también tuvieran propiedades en otros lugares), mientras que otros, seguramente los menos hacendados, se establecerán más tarde en el sur del futuro señorío de Villena, donde rastreamos la presencia de algunos (los Vicempérez y los Don Adán de Albacete, por ejemplo) hasta bien avanzado el siglo XV.
Consultar mapa n" 6. Se cita, entre otros, a Ferrán Iváñez, Vicente Pérez, García Martínez, Martín Ruiz; el hijo de Vicente Ruiz; García Sánchez, Juan García, Ramir Martínez la Seña, Pedro López; Alvar Gómez, Xemén Pérez, Velasco Gil, Gil Pérez hijo de Vicente López, Simón García, Juan Díaz, Adán López, Esteban Pérez, Alvar García hijo del arcipresce, Gómez Martínez, Clemente Sánchez,Tomás Gómez, García Gómez, Don Gil hijo de Gil de Valera, Gil Pérez de Meliar, Lope Martínez de Heredia; García López, Ramiro, García Fagúndez; Alvar García, Don Adán adalid, Pascual Pérez, Miguel Pérez de Orrios, don Gil Martínez, don Berenguer, Martín Sánchez; Miguel Pérez Oxea, Ruy Sánchez laseña; Fernán Pérez, Domingo Pérez, Gil Velázquez, Rui Díaz, Pascual Pérez hijo de Juan Pasc~ial,Gil Pérez oxea, Martín Pérez de Amerech, Gonzalo Martínez, Clemente Sánchez y Benito Pérez hijo del adalid. El rey se dirige a Lope Martínez, tenente de la fortaleza de Alarcón por su justicia mayor, don Tello, ordenándole distribuya el dinero recaudado entre estos caballeros, según el alarde que hicieron en Lorca ante don Juan ( A. López Dapena, Cuentas y gastos (1292-1294) del rey don Sancho IV el Bravo (1284-1295).Caja Ahorros Córdoba, 1984, pp. 440-445). 86
''
DON JUAN MANUEL Y LA CONSOLIDACION DEL S E Ñ O R ~ O DE VZLLENA (1 283-1 3 4 8 )
El período de constitución del señorío de Villena con los rasgos que le serán propios en adelante coincide con el gobierno de don Juan Manuel, que unirá a sus señoríos murcianos heredados de don Manuel la extensa tierra de Alarcón, quedando así constituido el núcleo territorial básico del señorío de Villena. Sin embargo, su actuación no sólo es importante por conseguir unificar unos territorios antes dispersos, sino por dotarlos de una organización homogénea y de unos rasgos de identidad comunes que les caracterizarán en adelante. Sus bases económicas, su red de poblamiento, su estructura fiscal, sus instituciones de gobierno y muchos otros aspectos básicos del señorío surgen y se consolidan al calor del gobierno de este noble, cuya actuación política general será necesario analizar para comprender mejor la evolución concreta del señorío.
1.- LA ACTUACIÓN POLÍTICAD E D O N J U A N MANUEL. La figura de don Juan Manuel ha sido objeto de numerosos trabajos de investigación de diversa índole, desde aquellos que realizan una profunda revisión biográfica hasta los que se centran más en aspectos concretos de su vida -su actuación política, su producción literaria o sus reflexiones sobre ideología política. En este sentido, nos interesa analizar su biografía en relación con el desarrollo histórico del señorío de Villena, realzando aquellos aspectos fundamentales de su vida que incidieron sobre este territorio y obviando otras actuaciones más tangenciales al tema que nos ocupa, conscientes de que no está entre nuestros objetivos revisar al completo su biografía, aunque podamos aportarle algunos elementos novedosos. 1.1.- La ampliación del señorío (1283-1305). Muerto don Manuel, su viuda Beatriz de Saboya se encargó de administrar el señorío en nombre de su hijo Juan, que había quedado huérfano con apenas año y medio; y de dar a éste una cuidada educación caballeresca y cultural, que él mismo enjuiciará más tarde como la más conveniente no ya para una persona de su posición, sino incluso para los
mismos reyes y emperadores. En enero de 1284, Beatriz llamó a los procuradores de sus villas para comunicarles las últimas voluntades del finado, y en febrero, desde Huete, comenzó ya a adoptar medidas de gobierno, como la concesión a Elche del puerto de Santa Pola y de seis mil maravedíes anuales para reparo de sus muros1. Quedaba por ver ahora si don Sancho, ya rey, tras haber reducido a los últimos partidarios de los "infantes" de La Cerda, estaría dispuesto a cumplir lealmente el papel de albacea que su tío don Manuel le había conferido en su testamento. Aunque confirmó la posesión de Peñafiel que había hecho al difunto, parece que, aprovechando la minoría de don Juan, se apoderó de algunas rentas de sus pueblos y que quizás con ello tuviera lugar un período de cierta tirantez con doña Beatriz. Durante unos años, el rey nombró a los adelantados de Murcia -Ramón de Rocafull, Garcí Jofré de Loaysa, señor de Jumilla2, o Fernán Pérez de Guzmán- sin mencionar a don Juan, que también había heredado de su padre el derecho de ejercer este cargo. Sin embargo, a partir de 1288, Sancho IV entrega ya el adelantamiento a Juan Sánchez de Ayala, que fuera mayordomo de don Manuel, para que lo desempeñe en nombre del hijo de éste. Beatriz vino a las tierras de su hijo en el reino de Murcia. El 18 de octubre de 1285, desde Villena, la vemos intervenir para resolver las diferencias entre los moros y cristianos de Elche sobre el reparto del agua, y confirmando los heredamientos repartidos allí por orden de don Manuel, entre otras medidas3. El 28 de octubre, desde Jorquera, confirma los privilegios de Almansa! Probablemente también por entonces se diera algún privilegio a Hellín e Isso5. Beatriz murió en 1290, y don Juan, con siete u ocho años, quedó al cuidado del rey en la lujosa y culta corte de Castilla y de diversos caballeros de la confianza de sus padres, como el mayordomo Juan Sánchez de Ayala, el viejo Alfonso García de Pampliega, "que me c ~ i a a ae non separtie de mi", y su ayo Gómez Ferrández. Era un mal momento, pues, tras unos años de relativa calma, se había
'
J. Torres Fontes, Dactl~nento.rdlsiglo XIII, Academia Alfonso X, Murcia 1969,págs. 74-75 (En adelante Co& 11) Jofre de Loaysa, Crónica de los reyes de Castilla, pág. 126. Codoni 11. págs.78-80. A. Pretel Marín, Don Juan Manuel, señor la llantlra (repoblación y gobierno de la Mancha albacetense en la primera mitad del siglo XIV),, IEA, Albacete, 1982, Apénd. doc. 1. Ibídem, pág. 36.
reactivado el pleito de los infantes de La Cerda, que contaban ahora con el apoyo de Granada y Aragón, a cuyo rey habían prometido pagar con el reino de Murcia; también contaban con la ayuda de algunos caballeros, como el señor de Vizcaya, Diego López de Haro, Gastón de Bearne, y Juan Núñez de Lara, señor de Albarracín. El propio Sancho IV, presionado por Francia, había tenido que ofrecer a Alfonso de La Cerda el reino de Murcia, aumentado con la comarca hasta Villarrea16, a cambio de que fuera vasallo suyo. U n compromiso que ponía en peligro la herencia de don Juan Manuel; pero que, al fin, no sería aceptado por los de La Cerda, por lo que no tuvo efecto alguno. N o obstante, las correrías de los caballeros rebeldes y de sus aliados moros por la zona de Cuenca y la Mancha occidental pusieron en alarma a toda la comarca. El rey, gravemente enfermo en Huete, envió al mayordomo Juan Fernández "Cabellos de oro" y a Pay Gómez con un ejército, a perseguir a Juan Núñez de Lara, que había saqueado la tierra de Alarcón y se dirigía hacia el sur. Entre Chinchilla y Albacete, en el paraje de La Cabrera, no lejos de la dehesa de Los Llanos, las tropas realistas cayeron en una emboscada y fueron deshechas por los rebeldes, que volvieron a Aragón estragando la tierra y cargados de botín. Al año siguiente, 129 1, tras llegar con Aragón a la Concordia de Monteagudo, la situación bélica se tranquilizaría, pero los pueblos de don Juan Manuel quedarían exhaustos por los daños sufridos en la ganadería y el comercio, además de los gastos militares soportados. Sin dejar de ser todavía un niño, don Juan Manuel iba creciendo y vinculándose cada vez más a la tierra que había heredado, y que, de momento, en 1292, gobernaba en su nombre su vasallo Martín Álvarez (de Herrera), al que don Manuel mencionaba como uno de sus caballeros de confianza en su testamento. Muy pronto, sin embargo, antes de cumplir los doce años, en 1294, don Juan Manuel asume sus prerrogativas como señor de la antigua tierra de don Manuel, desde ahora llamada tierra de don Juan, además de sus obligaciones como adelantado de Murcia. Su gobierno directo se estrena con una victoriosa campaña veraniega, al frente de sus propios vasallos y de algunas tropas facilitadas por los concejos realengos cercanos7. Sabemos que presidió un alarde en Lorca; aunque, siendo tan niño, sus vasallos prefirieron dejarlo en Murcia para no exponerlo al peligro del combate, que se saldó con una clara derrota de los moros de la comarca de Vera8. Ya para entonces habría tomado posesión formal de su señorío, pues Jofre de Loaisa, o.c., pág. 146. Como hemos apuntado en el capítulo anterior, se conservan las cuentas de los caballeros y peones de Alarcón que fueron con don Juan a la campaña de 1294 (A. López Dapena, Cuentas y gastos (1292-1294)deí rey don Sancho I V e i Bravo (1284-12951,Caja Ahorros Córdoba, 1984, págs. 440-445). A. Giménez Soler, Don Juan Manuel, Zaragoza, 1932, pág. 687.
'
consta que, estando en Jorquera el 15 de septiembre, confirmó a Chinchilla las mercedes concedidas por su padre. Desde aquí iría a Valladolid, a la corte del rey, que le acrecentó sus tierras -no sabemos exactamente qué pueblos le diera en esta ocasión- y trató para él un matrimonio ventajoso con la infanta Isabel de Mallorca. Luego acogió al rey y a la corte en su villa de Peñafiel, y más tarde acudió a Madrid, donde don Sancho estaba ya moribundo de tuberculosis. Allí tendría lugar -si es cierto lo que él mismo cuenta- aquella confesión del monarca, que le dijo morir amargado por la maldición paterna, y envidiarle a él la que el don Manuel, portador a su vez de la del abuelo San Fernando, le había transmitido9. Desde Madrid, don Juan volvió a su tierra, sin asistir siquiera a la muerte del rey, ocurrida en Toledo en el mes de abril de 1295. Durante este año le documentamos desde Chinchilla a Elche y Villena, confirmando mercedes y ocupándose de la casi imposible reconstrucción económica, guiado seguramente por la prudencia de sus viejos consejeros, y sin intervenir demasiado en la revuelta política de la época. Se acercaban, sin embargo, peores tiempos todavía. El rey de Aragón, que había recibido de Alfonso de La Cerda la promesa del reino de Murcia a cambio de su ayuda para conquistar el trono castellano, más Cuenca, Alarcón y Moya para el infante don Pedro, rompió guerra por su frontera, aliado a varios nobles rebeldes castellanos y a los moros de Granada, que efectuaron algunas incursiones por la frontera sur. La invasión aragonesa del reino de Murcia, en 1296, fue tan contundente y recibió tan fuerte apoyo interior de los catalanes allí asentados que algunos pequeños señores castellanos de esta región reconocieron casi de inmediato la soberanía de Jaime 11. El más obligado a resistir era don Juan Manuel, por ser el más importante señor de la región y por tener el cargo de adelantado; pero, sorprendido por el aluvión de enemigos, hubo de abandonar casi todas sus posesiones levantinas y venir a refugiarse en sus dominios más interiores, en Chinchilla, para intentar reorganizar su caballería; apenas pudo oponer resistencia, salvo en Elche, donde sus vasallos, numerosos y bien armados, se vieron cercados por los aragoneses, que corrían los campos de Villena adueñándose de la actual provincia de Alicante y buena parte de la de Murcia. Desde Chinchilla, Alfonso García de Pampliega, Gómez Ferrández y Pedro López de Ayala, vasallos de don Juan Manuel, acudieron a Elche, a ver al aragonés, con seguro real de que no sufrirían daños en su embajada. Así, el 27 de julio de 1296 don Juan firmaba con Jaime 11 una paz por siete años, En el Libro de Las Amas. Edición de Girnénez Soler, Don Juan Mani(e1. págs. 689-690.
auténtica traición a los intereses de Castilla, que dejaba Elche y los demás lugares ocupados bajo soberanía aragonesa, que se comprometía a reconocer cuando cumpliera los 20 años (es decir, en 1302), a cambio de que se le mantuvieran sus derechos de propiedad -no la jurisdicción- sobre los pueblos que formaban parte de su herencia. El señorío manuelino, al menos en teoría, había pasado de ser enteramente castellano a estar repartido entre dos reinos, y sometido, por tanto, a dos vasallajes distintos y contradictorios pues ambas monarquías continuaban aún en guerra. Ya sin resistencia, Jaime 11 ocupó Murcia y el resto del reino, excepto Lorca y muy pocos lugares más, antes de retirarse a Barcelona. No estaba clara, de todas formas, la situación en que quedaban las tierras de don Juan Manuel en el reino aragonés. El rey le reconocía, teóricamente, el derecho de propiedad, pero no la jurisdicción; y en la situación de guerra imperante, siendo don Juan un magnate castellano, aquel reconocimiento era poco menos que nada. En 1297, don Juan Manuel, dando muestras de un oportunismo sólo comparable a su ambición, se presentó en Cuéllar ante la reina María de Molina para pedirle que le concediera la villa de Alarcón, en compensación de Elche, que había perdido por servir a Castilla. La reina, indignada en un principio por el atrevimiento de quien había abandonado al enemigo el reino de Murcia, acabaría por ceder, a condición de que devolviera Alarcón si le fuera devuelto Elche". Sin embargo, la plaza todavía no le fue,entregada,y don Juan se retiró a sus tierras, desde donde negociará con las dos coronas, intentando buscar en una el reintegro de sus posesiones, o al menos un trato de favor para los partidarios suyos que allí quedaban, y en la otra compensaciones territoriales.
I
Al propio tiempo, don Juan intentaba salvar los restos de su poder en tierras levantinas, evitando en lo posible que sus vasallos abandonaran su servicio. A principios de 1298 tuvo lugar en Villena un incidente significativo; el hidalgo Martín Ximénez de Alcalá abandonó la vecindad de esta villa, sin despedirse de su señor ni pedir licencia, y fijó su residencia en Játiva, bajo la protección del rey de Aragón. Don Juan le embargó sus bienes y fue menester que interviniera en su favor Jaime 11, argumentando que según costumbre de España ningún hidalgo debía perder lo suyo por servir a otro señor, para que pudiera recuperarlas. En su respuesta al aragonés, don Juan Manuel aprovechaba para solicitar el mismo trato de favor para los 'O
A eso se refiere el Cronicón de don Juan Manuel, cuando dice: "Era MCCCXXXVI dedit vex donzint~s Fwnandus Doniino Ioanni Alari5n in ra71zbirrmpro Ekcbe, in nzensefebruauij; et fuit boc cz4n2 aliquibw c~onditionibur". Más tarde, al hablar de la donación definitiva, en febrero de 1306, apuntará que le fue concedido ''sfdbjure hereditario, sine conditione aliqt~a"( E . Flórez, España Sagrada, Tomo 11, Madrid, 1747, págs. 210-2 1).
caballeros que aún se mantenían a su servicio en los pueblos del reino de Murcia recientemente ocupados por Aragón.ll En 1299, una nueva intentona aragonesa contra Lorca movilizó a los castellanos. Esta vez, don Juan Manuel cumplió con su obligación. Con dinero y medios facilitados por la reina, acudió en socorro de Lorca y la dejó bien pertrechada para soportar una posible nueva amenaza. Luego fue a la corte, a recibir el premio por sus servicios, y a firmar las capitulaciones de la boda que ya Sancho IV había comenzado a agenciarle con la infanta Isabel de Mallorca, que habría de traerle en dote 15.O00 marcas de plata, a cambio de 1.200 anuales que su esposo le daría, aseguradas sobre las rentas de Elche, Santa Pola, Aspe, Chinosa, Monóvar, Almansa, Yecla, Isso, Hellín, Alarcón y Sax, lugares suyos de ambos lados de la frontera, aunque en realidad no todos estuvieran bajo su control en ese momento. De paso, aprovechó para pedir a la reina la donación de Alarcón en calidad de mayorazgo vinculado a su familia, y la de Alcaraz y Huete, plazas realengas, en donación vitalicia12. Definitivamente, don Juan no se conformaba ya con Alarcón. Empezaba a ver difícil reconstruir la herencia paterna en tierras levantinas y pensaba levantar un nuevo señorío en tierras manchegas, con la parte de herencia salvada y con lo que él pudiera conseguir. Pero era empresa difícil, en parte por que era previsible la resistencia de estos concejos a caer bajo la autoridad señorial, y en parte porque la misma María de Molina se negó, ya que interpretaba como un chantaje estas peticiones en momentos de apuro. Enojado, se retiró a sus tierras y a las de Alarcón en compañía de su esposa Isabel, donde se mantuvo el resto del año 1300, gestionando, quizás, que Alarcón le reconociera por señor y procurando sacar tropas de esta villa y sus aldeas -le vemos en Garcimuñoz y Villar de Saz- con la excusa de la lucha contra los aragoneses de Murcia, que, en efecto, reemprendería por su cuenta cuando ya casi finalizaba el año. Y parece que, entretanto, realizaba pequeñas incursiones fronterizas, intentando provocar una guerra que beneficiara sus intereses. La respuesta aragonesa fue fulminante: una nueva expedición contra Lorca y una petición de Jaime 11 a don Juan, en enero de 1300, de reparación por los daños causados en quebranto de la tregua. Doña María reunió un gran ejército y vino a marchas forzadas hasta Alcaraz. Don Juan Manuel acudió a Alcaraz, pero entre tanto mantenía contactos secretos con los aragoneses. Cuando la reina supo que Lorca ya se había rendido, pensó " 'pues esto vos fallades por derecho, ruego vos que tengadespor bien mandarlo guardar a los vuestros vasallos que algo an en el regno de Murcia" U.M. Soler García, Historia de Villena, 1981, pág. 93). '* A. Giménez Soler, Don Juan Manuel, págs. 12 y 241.
aprovechar la hueste reunida para descercar los castillos de Alcalá y Mula y para atacar en Murcia a Jaime 11. Don Juan iba en vanguardia de este ejército, pero hombres suyos enviaban, entre tanto, informes secretos al enemigo sobre sus movimientos. Al fin llegados a Murcia, y cuando la oportunidad de prender y matar al aragonés se presentaba muy clara, la hueste decidió regresar, tras sólo tres días de sitio para cubrir las apariencias. Así, don Juan quedó de nuevo sólo y a sus anchas como responsable de la frontera, en una comarca que atravesaba una dura crisis de subsistencias debida a las malas cosechas y a la guerra. Desde Hellín, con 400 hombres de caballería, se dispuso a defender su tierra frente a los aragoneses, que por entonces disputaban a los santiaguistas la posesión de la vecina Cieza. Hizo una tregua particular con Jaime 11, y envió emisarios a conseguir otra, al precio que fuera, con los granadinos, cada vez más atrevidos en sus incursiones. Evidentemente, no le interesaba que nada se moviera alrededor de sus dominios. La actitud de don Juan Manuel en estos años y en los siguientes es, con frecuencia, aparentemente contradictoria, y desde luego tan falta de escrúpulos como sobrada de ambición. Muchos años después él mismo atribuiría esta conducta, que estimaba desvariada y vergonzosa, a los malos consejeros que, por no contradecir sus malos impulsos o por halagarlos interesadamente, suelen perjudicar "a los grandes sennores quefincan sin padre ante que lleguen a tienpu de tener entendimiento cunplido". Pero está fuera de dudas que en estos tiempos de conspiración y turbulencia, que contribuirían no poco a su mala fama posterior, se fue labrando un patrimonio que habría de superar al que tuvo su padre. Sus intrigas por conseguir Alarcón y por tener garantías sobre sus posesiones levantinas ocupadas por los aragoneses le ocupan todavía algunos años. En 1301 murió su primera esposa, y ello le dio ocasión de estrechar lazos con Jaime 11, a quien en 1303, tras varias entrevistas -Jorquera, Játiva- llegaría a proponer una alianza contra Fernando IV de Castilla. Esta alianza incluiría un compromiso de matrimonio con la infanta Constanza, hija de Jaime 11, que le traería en dote la custodia y rentas de Elche, Santa Pola, Chinosa, Monóvar, y las otras villas que habían sido suyas en aquel reino; además, estos lugares pasarían enteramente a su poder al celebrarse la boda, o antes si reconocía a su suegro como rey de Murcia anticipadamente. El acuerdo se complementaría con la entrega en rehenes de las fortalezas de Alicante, Montesa y Biar, que quedarían confiadas a caballeros de don Juan; y Sax, Villena y Jorquera, que éste entregaría a caballeros aragoneses. Con poco más de veinte años, don Juan Manuel, hábil negociador y astuto
Mapa 7.- El señorio de Villena durante el siglo XIV. Situación en el conjunto peninsular y límites geográficos.
Mapa 8.- Las Villas del señorio de Villena en la primera mitad del siglo XiV.
político, había llegado a una posición que su padre no alcanzó hasta edad bien madura. Utilizaba como trampolín la inestabilidad de Castilla y su rivalidad con Aragón, y se disponía a crear entre ambas coronas un estado interpuesto, tan grande como un reino -quizás el que el destino había negado, según su versión, al infante don Manuel- vasallo de ambos monarcas en teoría, pero en la práctica capaz de apoyarse alternativamente en uno y en otro para ser de hecho virtualmente independiente. Tío del rey de Castilla, y yerno del de Aragón, la importancia de su linaje no había decrecido; y su heredero reuniría a la vez la sangre de San Fernando y la de Jaime 1. Mientras negociaba con ambas cortes enfrentadas, en busca de una solución pacífica de la cuestión murciana, que él esperaba fuera favorable para sus intereses personales, don Juan no dejaba de atizar el f~lego.Tropas moras al servicio de Aragón atravesaban su señorío y estragaban la tierra de Cuenca, y en menor medida la de Alarcón -convenía convencer a este concejo de la necesidad de someterse a la autoridad de quien podía defenderlo- antes de volver a sus bases, causando, eso sí, algunos daños menores. Al fin, con su intervención directa, se llegaría, en 1304, al acuerdo de Torrellas, complementado luego (febrero de 1305) en las vistas de Guadalajara, Ariza y Monreal. Aragón devolvería las tierras murcianas al sur del Segura, pero se quedaría con toda la actual provincia de Alicante y algunas plazas de la de Murcia. Don Juan Manuel renunciaba a toda su herencia 1evantinal3, excepto Villena y Sax, que permanecerían de su propiedad, aunque bajo soberanía aragonesa; y perdía Isso y Hellín, que debía entregar a Fernando IV14. A cambio, obtenía Alarcón, gracias al apoyo de su suegro, que presionó a los negociadores castellanos y les entregó para convencerles la villa de Cartagena. Don Juan conservaba, pues, la propiedad de Villena y Sax, bajo soberanía aragonesa; y la absoluta posesión de sus otras tierras castellanas en La Mancha albacetense, con las tierras de Chinchilla, Almansa, Jorquera, Ves; y también Yecla, que habría de quedar como una isla castellana en territorio aragonés. Y, sobre todo, había conseguido, "sub iure hereditario, sine conditione uliquu jJ, SU objetivo de Alarcón, una villa importante, con numerosas aldeas, algunas de las cuales estaban pobladas, y otras eras susceptibles de serlo. Villena, por su situación dentro de Aragón, seguiría siendo pieza clave
'' También tendría que renunciar a los posibles derecl-ios de reversión sobre Elda y Novelda, propiedades de su hermana Violante, que fueron cedidas a Aragón a cambio de la villa de Medellín, como compensación castellana. l4 Jofre de Loaysa, o.c., pág. 224. En 1305, Fernando IV concedía ya importantes privilegios para la repoblación de Isso y Hellín, y les confirmaba las mercedes hechas por los Manuel. (A. Pretel, Don Juun Manuel... Ap. Doc. Doc. 7).
del señorío, que apenas si recordaba ya a la antigua "tierra de don Manuel"; y una baza fundamental para la política de don Juan, a caballo de los dos reinos; pero pasaba a ser periférica respecto al mismo. El centro del nuevo dominio se situaba ahora en torno a Chinchilla y a su extenso, aunque casi vacío, término. Si Jaime 11 había hecho un buen negocio, alejando de su reino a un vasallo tan poderoso y tan poco de fiar, no era menor el de don Juan, que a cambio de unos derechos poco seguros sobre Elche y aquellas villas mudéjares de Levante, conseguía un gran territorio estratégicamente situado junto a sus posesiones de La Mancha; que, unido a sus dominios de Escalona y Santa Olalla, lo convertían en el hombre más fuerte al sur del Tajo. Tan pronto quedó asegurado el trato, don Juan se presentó en Alarcón y tomó posesión de la villa, tras vencer sin escrúpulos las resistencias del alcaide Hernán Ruiz (o Martínez) de Alarcón, miembro de una familia que siempre había sido importante y ejercido el control de la comarca, y que en adelante quedaría por vasalla de los Manuel. El 23 de marzo de 1305, hubo de prometer "alconzejo, a los caualleros, a /OSclerigos e a los escaderos, a los homes buenos de Alarcón, de villa e de aldeds, mios vasallos" guardarles su fuero y libertades15. U n hecho que marcará toda la relación posterior de don Juan con los caballeros de Alarcón, que a menudo quedarán marginados frente a otros linajes del señorío en la obtención de prerrogativas. N o es casual, por ello, a partir de entonces, la promoción de la villa del Castillo de Garcimuñoz frente a la de Alarcón. Los dominios patrimoniales de don Juan Manuel, en lo esencial, quedaban fijados, pues -y así se mantendrían durante mucho tiempo- sobre la base de la unión del antiguo señorío, que algunas fuentes llaman "de Villena y Chinchilla", y el mayorazgo compuesto por Alarcón y sus aldeas. Una unión que no implicaría fusión ni anularía las diferencias existentes, aunque, por haber seguido a partir de entonces ambas regiones una historia común, bajo la "casa de Villena", formando parte de la "tierra de don Juan", se preste con facilidad a confusión, y sea bastante habitual en los autores de todo tiempo, sin excluir los contemporáneos, atribuir al conjunto la denominación de "señorzó de Villena", que en rigor debiera reservarse sólo para la zona más meridional -Chinchilla, Jorquera, Ves, Yecla, Villena y Sax, Hellín, Isso- que se conoció como '&zrtido del obispado de Cartagena", o como "lasu tierra del reino de Murcia". Alarcón y su tierra (el antiguo "comzin de Alarcón") eran un mayorazgo aparte: el 'partido del obispado de Cuenca", 'I Promete "gtdardaruosen todo tienpo vuestropero, los pririilegios, las cartas, las fmnqzdezas e las libei*tadesque vos tenedes esenptos de los reies ande yo bengo que vos ovieron dado, e vt4estros usos e rost~~nbves que vos obie.rtesfasta el dia que el rey don Fernando regno, e de vos defender a derecho. E mando a aquellos que de mi uinieren que el señorio de Alarcon "hieren de babel-de mi qr~e~t~arden esto que sobredicho es" ( A H N , Nobleza, Frías, caja ant. 54, n" 3)
sometido a la misma autoridad señorial y transmisible a los mismos herederos, pero de gobierno separado y algo distinto. De hecho, don Juan mantuvo siempre un adelantado o merino encargado de administrar en su nombre su "lasu tierra del reino de Murcid";que no tuvo autoridad en Alarcón y sus aldeas, ni tampoco en las villas independientes nacidas posteriormente en su antiguo suelo. N o obstante, por simple proximidad geográfica, y por razones derivadas de la comunidad de intereses y de la mutua defensa, existió siempre entre los dos "partidos" un grado de interacción e interdependencia mucho mayor del que hubo respecto a otros dominios de la familia, como Escalona o Peñafiel, mayorazgos mucho más lejanos.
1.2.- La tutoría d e l rey y la rebeldía c o n t r a l a Corona (1306-1337). N o contento con el enorme patrimonio acumulado, el joven don Juan se esforzaba todavía para obtener poderes de gobierno sobre algunas poblaciones cercanas a sus dominios, acercándose a la corte castellana y dando largas durante algunos meses a Jaime 11, que le exigía el cumplimiento de su compromiso de boda con Constanza. Al fin, en marzo de 1306 se hizo cargo de la novia en Valencia y, por acuerdo con su suegro, que no se fiaba demasiado de él, la dejó en Villena, donde habría de estar hasta que cumpliera los 13 años, momento en que se consumaría el matrimonio y recibiría la dote. Los castillos de Salvatierra y Sax, en la parte valenciana, y los de Almansa y Yecla, en la castellana, serían respectivamente puestos en manos de caballeros aragoneses y de Sancho Ximénez de Lanclares, en garantía del cumplimiento del acuerdo matrimonial, avalado ya anteriormente por los principales concejos del señorío: Villena, Sax, Almansa, Chinchilla, Jorquera, Ves, Escalona y Peñafiel, a los que don Juan convocó al efecto, iniciando así una tradición que habría de tener larga continuidad: la de reunir a los procuradores de sus pueblos para respaldar sus decisiones más trascendentes. Las buenas relaciones con Jaime 11 serían explotadas a fondo por el señor de Villena, que en estos años consigue para sus vasallos, no sólo de Villena, que obtuvo grandes franquezas del soberano aragonés, sino también de sus pueblos castellanos (Chinchilla, Jorquera) un trato preferente en sus relaciones comerciales con el reino de Valencia y en el apaciguamiento de los puntos conflictivos de la frontera (intento de deslinde amistoso hecho por Sancho Ximénez de Lanclares entre Almansa y Ayora, complementado al poco con amenazas militares para forzar a los de Ayora a desocupar los términos ocupados). En tanto, se preocupaba de fomentar la riqueza agrícola
de Chinchilla y Albacete, ordenando plantar viñas en sus alrededores, reforzaba los privilegios comerciales de que gozaban en Castilla los comerciantes chinchillanos, y reforzaba las murallas y fortalezas de Villena y Chinchilla, ante la amenaza de una entrada de los moros por su tierra.'" Entre tanto, don Juan había viajado a Cuenca (mayo de 1306) e intentaba ganar partidarios en la ciudad y los pueblos de su obispado, donde su actitud expansionista llegó a preocupar seriamente;" y conseguía que Fernando IV le devolviera el adelantamiento de Murcia, en cuya capital contaba también, de antiguo, con numerosos seguidores, como los Ayala y los Calvillo. Pedro López de Ayala sería nombrado teniente suyo en tal empleo en 1307. Pronto comenzaría a intrigar en la corte para conseguir también, con la recomendación de Aragón, el cargo de alférez, que ya había tenido don Manuel. Don Juan explotaba en su favor a los dos reyes, a los que procuraba poner de acuerdo, ahora que ya había consolidado su dominio. Haciendo de mediador, conseguiría una alianza de ambos contra los moros, que amenazaban directamente a sus posesiones; y el mando de las tropas castellanas que iban a iniciar la campaña de 1309. Él quería hacer la guerra por la frontera de Murcia, pero la corte castellana, temiendo quizás sus ambiciones sobre la estratégica plaza de Lorca, prefirió enviarle a Andalucía. Quizás para contentarle se le concedió entonces, para toda su vida, el mando de la importante plaza realenga de Alcaraz y su todavía importante término, anejo a sus dominios, en la que ya había puesto sus ojos tiempo atrás. Aunque la concesión no comportara la jurisdicción, estaba claro que el ejercicio de amplios poderes militares y tributarios sobre aquella villa y su extenso término, vital para el control de las comunicaciones de la frontera granadina, casi venían a ser una ampliación de sus dominios; y tal vez pudiera ser tenida como un primer paso hacia la anexión. Desde luego, don Juan no tendría empacho en utilizar las riquezas del término alcaraceño en beneficio de sus propios vasallos. Sabemos que, presionando al concejo de Alcaraz, hizo que éste le concediera personalmente la mitad del agua del río de Balazote, derecho de gran importancia económica, que luego, mediante ' ~ otro la construcción de un canal, traspasaría a la villa de C h i n ~ h i l l a .Y tanto, quizás, pudiera decirse de la antigua aldea mudéjar de Tobarra, que fue cedida a Sancho Ximénez de Lanclares, el hombre de confianza de don "'Ofrecen interesante docurnentaci6n sobre esras actividades A.Giménez Soler, DonJliari Alai?/~e/, pp. 3 3 3 , 334, 342, 346, 353, 358; y J.M Soler García, Lu ReId~ió71de Vjlle~zu,pp. 214,216, y 218-221. También, A. Pretel Marín, Don Juan Alanzlel ... Ap. Documental, docs. 8, 11, 1.3, 14 y 15.
'
Los represenrantes de este obispado se apresuraron a pedir al rey ln proliibición de que en acliiellas tierras li~ibieranunca señor ni adelaiitado. (T. Iglesias Mantecón, íirdit'a sie/ Ari/3izlo AI/~nici/ialde Cl/e?ii¿~. Col. Documentos Conquenses, 1, Cuenca 1930, pág. 112). '" A. Pretel Maríii, Chin~-hill~~ Alediezlal. IEA, Albacete, 1992, pág. 5 16.
Juan Manuel y su merino o adelantado en su tierra. Años después, muerto Sancho Ximénez, don Juan compraría Tobarra a sus herederos y la integraría en su señorío19. También le fueron prometidas a don Juan, por participar en la guerra contra los moros, algunas poblaciones, que él decía le ofreciera ya Alfonso X a su padre, en la tierra enemiga que se iba a conquistar. Mientras tanto, su suegro, que ya antes había mandado refuerzos a Villena, se prestaba a acudir también a defender su tierra en caso de necesidad, y se hacía cargo de la defensa de la frontera murciana. Pero a don Juan, vista la dificultad de conquistar nuevas plazas en tierra andaluza, ya no le interesaba la guerra. Tras algunos combates, y viendo que tenía poco que ganar, dio la espantada, junto al infante don Juan, otro intrigante que compartía el mando con él, frente a los muros de Algeciras. Sus relaciones con la corte castellana volvieron a deteriorarse, y creció la desconfianza del rey de Aragón, que se negaba a dejarle que sacara a su hija de Villena y la llevara a Alarcón, temiendo quizás que quisiera utilizarla como rehén. En la correspondencia con don Jaime, don Juan le reprocha el escaso apoyo que recibía de él en sus tensas relaciones con la corte de Castilla, y no dejaba de recordarle la conveniencia de apoyar la existencia de un estado de Villena fuerte interpuesto entre las dos monarquías, pues "zo que don Zohan a en Castella es escut del rey de Aragon e de sa terru entre ell e el rey de Custella". Aunque también documentamos al señor de Villena entregado ,a actividades más pacíficas, como la repoblación de la aldea de La Roda, a la que dotó de t é r m i n ~ , ~todo ' el año 1310 transcurrió en una gran tensión entre don Juan Manuel y los reyes de Castilla y Aragón, que le tenían ya por un intrigante sin remedio, aunque no por ello dejaran de atender sus frecuentes peticiones en favor, por ejemplo, de sus vasallos de Chinchilla o Jorquera21. A través de sus delegados en el adelantamiento de Murcia, el señor de Villena presionaba a los pueblos de aquel territorio y se apoderaba de rentas reales en Hellín y Molina, provocando las protestas del obispo de Cartagena22y la intervención del propio monarca, que sin duda veía en estas l9 Al parecer, Tobarra ce había independmdo de Alcaraz ya en el siglo Xm, aunque esta viiia pugnó siempre por recuperar sualdea,c~saquedvezI~íaconce~doyaaIcomenzarelgobiemodeSand70TV,cuandoselamencio~como 'aldeadeAlcataz". Más tarde, en 1320, donJuan Manuel mandaba ya a Sancho Ximénez, como adelantado suyo en sus tierras, que no consintiera cobrarasaduraalosmurcianosenTobarrayHeun. Hacia 1324y 1325,cuandolapblaciónsufre irnataquedelosmoros,Sancho Ximénez es ya señor de Tobarra, aunque imaginamos que sometido a la jurisdicción y justicia de donJuan Manuel, como otms caballeros h c h o Manuel, Diego Femández- que también tuvieron v h en sus tierras. A comienzosde 1334T o b es yade don Juan Manuel, que delimita sus términos con Chinchilla. Sin e m h g o , en 1340, cuando el señor hace tesramenro, manda pgar su deuda por la compra de Tobarra a los lierederos de Sancho Xunénez de L a n c k . O' A. Pretel Marín,DonJuan Mad... Ap. Doc, doc. 15.la concesión fuedada en V i k j o de Fuentes, 12 de enero de 1310. " A. Pretel Marín, DonJuan Alanuel ...Ap. Doc, doc. 16 y 18. A. Giménez Soler, DonJz~anManvel, p. 391-392. 2L El obispo se quejaba de Iiaber dejado de percibir las rentas de Hellín y Molina, que Sancho IV había destinado
-f
presiones un primer paso para la integración de dichos pueblos en los dominios de don Juan. Sin embargo, la suerte vino a favorecerle de nuevo, y desde el verano de 1 3 1 1 vuelve a obtener en ambas cortes igual y aun mayor predicamento que antes. Lo aprovechará para obtener de Fernando IV la devolución de Hellín e Isso, más el empeño de la villa murciana de M ~ l i n a magnífica ~~, atalaya para controlar a la siempre díscola Murcia. Luego fue a su tierra, desde donde negoció los detalles definitivos de su boda con Constanza. Boda que al fin se celebró con gran pompa en Játiva, en abril de 1 3 12, cuando la niña acababa de cumplir los doce años. A través de Almansa y Chinchilla, volvió con la novia a Alarcón, desde donde el día 21 de abril ya pedía a su suegro dinero para comprar Palazuelos, Alcocer, Azañón, Viana, y otros lugares pertenecientes a la infanta Blanca de Portugal. Después se dirigió a Murcia, a tomar posesión como adelantado, y allí le sorprendió la noticia de la muerte de Fernando IV y de la proclamación del niño Alfonso X I bajo la tutoría del infante don Pedro, que ni siquiera se atrevía a acudir a la corte por temor a ser asesinado. Desde Murcia, el 10 de septiembre de 1 312, confirmaba don Juan a los moradores de Villena los repartimientos de tierras hechos anteriormente; y otorgaba a aquellos que mantuvieran caballo las franquezas de Lorca que había concedido su padre. Aunque Villena seguía bajo soberanía aragonesa, la autoridad del señor, que en los años anteriores se había preocupado de que fuera cercada y mejorada en sus condiciones de defensa, era allí casi completa. Todo parecía sonreír a don Juan, que pensaba explotar a modo la debilidad del tutor. En octubre se presentaba en Cuenca y recibía el homenaje de este concejo en nombre del joven rey. De Cuenca a Cartagena, por lo tanto, no había poder en Castilla que pudiera comparársele. Si acaso, el maestre de Santiago, Diego Muñiz, y don Juan pidió por entonces al Papa su destitución, solicitando para ello la ayuda de su suegro aragonés. Durante los años siguientes, ocupado el señor en las intrigas con o contra los tutores del niño Alfonso XI y en la guerra de los moros, en que obtuvo algunas victorias, los dominios de don Juan Manuel no experimentaron gran variación, excepto la ocupación temporal de algunos pueblos por los partidarios del infante don Pedro o por los murcianos, rebeldes contra su autoridad de adelantado. Unicamente hay que reseñar, en 1317, la incorporación de algunas localidades alcarreñas (~ifuentes,Val de San García) a misas por el alma de Alfonso X U. Torres Fontes, Doczmnmtos di Femando íV. Academia Alfonso X, Murcia, 1980, págs. 100-103 . En adelante Codorn V) 23 Codorn V, págs. 109-110 El Cronicón de don Juan Manuel dice que en 1311 "obligavit dominus Ferdinandus domzno loanni a Molina Sicca ... e? dedit Sanct Helirn et lsso in septenzbri".
compradas al fin a la infanta Blanca de Portugal, monja abadesa de Las ~ u e i ~ atras s , duros debates con el infante don Pedro, que había forcejeado con él, alegando derechos de primer postor2*,y llegado incluso a la guerra abierta en las comarcas de Huete, Hita, Cuenca y Guadalajara. Tras la reconciliación con don Pedro, y sobre todo después de la muerte de éste en el descalabro de La Vega de Granada, don Juan encontraría el campo abonado para extenderse por aquella comarca, donde aún habría de adquirir más lugares (Alcocer, Viana, Palazuelos, Azañón, y, posteriormente, T r i l l ~ ) . ~Ya ' anteriormente eran suyos otros pueblos, como Salmerón;26y con posterioridad, aunque en fecha ignorada, llegaría a gobernar por el rey Galve e Hita2', con lo que se convertía en el caballero más fuerte de toda La Mancha y La Alcarria; a la vez que lograba un señorío de escala entre sus posesiones de Peñafiel y del estado de Villena. Por el sur, mantenía, al parecer, el control de Alcaraz, del que parece usó, como dijimos, con muy pocos escrúpulos, en su propio provecho y en el de sus vasallos de Alarcón y Chinchilla. Allí, en Alcaraz, citó don Juan al infante don Pedro, ya reconciliado con él, para una entrevista en 1317, año en que acababa de realizar algunas afortunadas expediciones contra los moros, quizás en represalia por otras que habían perjudicado a sus dominios28. Pensaba convencerle de la necesidad de reforzar la frontera 24 Efectivamente, don Pedro, hijo de Sancho IV, había comprado los lugares de doña Blanca, y el rey había confirmado la compra por privilegio fechado en 1317 (A. Franco Silva, "El adelantado de Cazorla ..." ,pág. 153. Sobre las relaciones de don Juan Manuel con los Murcianos, ver J. Torres Fontes:"Problemática Murciadon Juan Manuel en la minoría de Alfonso XI". Anales de la Universidadde Alicante, vol. 11 (Alicante 19961997) págs. 3 15-330. Otros datos anecdóticos en J. Torres Fontes,"Silencios murcianos de don Juan Manuel" Murgetana, vol. 9 6 (Murcia 1997) págs. 29-36 25 F. Layna Serrano, Historia de Cifuntes, Guadalajara, 1979, págs. 5 8 y s.s. El señorío de Trillo fue adquirido a Francisca Pérez hacia 1322. Sus hijas terminarían de vender sus últimas posesiones, y harían carta de venta, en 1325. Don Juan Manuel construirá un castillo para reemplazar a la vieja fortaleza (G. Sánchez Doncel, "Un gran señor medieval: don Juan Manuel1',Anales de la Univcrsidzdde Alicante, vol. 1 (Alicante, 1982) págs. 98-99. 26 El cronicón de don Juan Manuel, publicado por el P.Enrique Flórez (España Sagrada, tomo 11, Madrid, 1747, pp. 209-216) señala en estos años la recuperación, habitualmente seguida de labores de fortificación, de diversos pueblos. Así, dice que en 1 310 "rectiperavit dominus loanes u Salnzwón in augt~sto";en 1 311 ,'recupwavit Castejón", y en septiembre el rey le dio "Sant Helim et Isso"; en abril de 1315 "incepit murure castrum de Castelo"; en mayo se 1 317 "recuperavitCentumfontibw"(Cifuentes); en febrero de 13 18 "incepit murare Pala@uellos"; en 132 1 "recuperavit Santa Eulalia"; en 1322 "incepit castellunz ak Trillo in aprili"; en marzo de 1323 "incepit nzuros de Cadzhalso et Belmont et Monte Albo"; en 1324 puso la primera piedra del convento de predicadores de Peñafiel y comenzó el castillo de Cifuentes y las obras de Alarconcillo y del castillo de Belmonte. " Estos pueblos realengos, sometidos a control de don Juan, serían adjudicados vitaliciamente a su hija Constanza, según el homenaje prestado por los concejos en las juntas de Cifuentes de 1339. (G. Sánchez Doncel, O.C., pág. 101) 2R El concejo de Yecla pidió y obtuvo de don Juan una nueva copia de sus privilegios forales, pues los documentos habían resultado dañados "quandoel Alabez entro en Yecla".(J. Blázquez Miguel, Yecla en su historia, Ayto. de Yecla, Toledo, 1988, pág. 53. Sobre esta villa: A. López Serrano, Yecla: una villa del señorio de Vzllena, siglos XlIl al XVI), Academia Alfonso X , Murcia, 1997, págs.59-85). También los de Lorca, y Pedro López de Ayala, fueron derrotados por los moros. Don Juan Manuel hubo de venir con refuerzos a Chinchilla, plaza fuerte estratégica del segundo escalón de defensa, y realizó alguna salida victoriosa contra el enemigo. Trataba de convencer a don Pedro y a María de Molina de la necesidad de reforzar la frontera murciana, y a tal efecto había citado al infante en Alcaraz (A. Giménez Soler, Don Juan Manuel, págs. 6 1 y 472.
murciana y pedirle dinero para continuar la guerra; pero la entrevista hubo de aplazarse hasta febrero de 1318 en Ocaña. Tras sellar su amistad con don Pedro (muerto poco después en el gran descalabro de La Vega), sólo el problema murciano, eternamente vivo y casi irresoluble, podía inquietar a don Juan. El señor de Villena aprovechará este período de relativa calma para reforzar la defensa (a lo largo de su vida fue casi una obsesión la construcción de castillos y murallas en casi todas sus villas)19 y el poblamiento de su tierra, con la aplicación bastante general, al parecer, del "fuero de las leyes" a las nuevas pueblas que fomentará, particularmente en suelo de Alarcón y Chinchilla. En 1319, desde Montalbanejo, reforzaba los privilegios de la Roda; en 1320 obtenía del rey seguro y protección comercial para los vecinos de Castillo de Garcimuñoz: una población que había comenzado a fortificar unos años antes, y que obtendría el villazgo dos años después, convirtiéndose en su lugar favorito de residencia. Y ya antes Sancho Ximénez de Lanclares, su adelantado o merino mayor y hombre de confianza, había sentenciado las disputas sobre límites entre Alcaraz y Alarcón, arrebatando a aquélla una parte de su territorio; y aclarado, en 1316, las mojoneras dudosas entre Chinchilla, Jorquera y Almansa, indicio de que en ellas había cierto interés por la puesta en cultivo de sus términos. Con frecuencia le acompañan algunos escuderos o "criados" suyos, entre los que destacan Ruy Gómez de Heredia, Esteban Díaz de Montalvanejo, o Juan García de Alcañavate, caballeros a los que sin duda mantenía a sueldo de sus propias rentas o de las del señor. Poco después, la muerte de los infantes don Juan y don Pedro en el desastre de La Vega situó a don Juan Manuel en condiciones óptimas para reivindicar la tutoría, "teniendoque non a ~ i ya nengunopara ello synon el". Con su proclamación como tutor, que inicialmente le trajo muchas ventajas, vinieron también tiempos de dura guerra civil castellana frente a otros aspirantes, como don Felipe y don Juan el Tuerto. Guerra que se vería complicada desde 1324 con una nueva rebelión de Murcia contra López de Ayala, teniente de don Juan en el adelantamiento; y con una ofensiva de los moros de Granada, que tomaron Orce, Galera y Huéscar, y se adentraron en terribles expediciones hasta el señorío de Villena, quemando Tobarra3", y haciendo estragos en el término y aldeas de Chinchilla. Albacete quedó prácticamente despoblado, y hubo que trasladar su feria a la vecina '9
Don Juan Manuel: Libro enfenido Edición Blecua, págs. 173-174. Libro delos E~tudos,1bic.págs. 334-366 En 1325, Alfonso XI, a petición de Sancho Ximénez de Lanclares, daba a Tobarra un documento de confirmación de los privilesios que gozaba Chinchilla, por haberse perdido los originales en u11 ataque de los moros, que "corrieronel L-unpode Cbint.billuM.(A. Pret-el Marín, Don J w n n/lunrrel..., apénd. doc. 24, y p. 75. " El 31 de marzo de 1325, desde Cuéllar, don Juan Manuel autorizaba el traslado provisional de la feria 'O
+
Cansado de la anarquía imperante en Castilla, Alfonso XI se proclamó mayor de edad en agosto de 1325 y trató de atraer a don Juan Manuel, que se hallaba rebelde en compañía de don Juan el Tuerto, su antiguo competidor por la tutoría, con quien había pactado la boda de su hija Constanza. Para deshacer esta alianza el rey ofreció a don Juan Manuel casarse él mismo con Constanza, que no había cumplido aún los diez años, consumando el matrimonio cuando cumpliera los doce, en 1328. El padre, halagado en su vanidad, accedió incautamente; dio a su hija en dote algunos de sus pueblos, como C i f ~ e n t e sproclamó ~~; aquel enlace que tanto honraba a su familia; y consiguió tener como rehenes los castillos de Cuenca, Huete y Lorca, recuperar su adelantamiento de Murcia, y obtener, además, el oficio de Adelantado de la Frontera. Satisfecho, emprendió entonces una campaña contra los moros que habría de culminar felizmente con una brillante victoria cerca del río Guadalhorce. Sin embargo, poco había de durarle la alegría. Pese a las garantías que su yerno le había dado de no hacer daño a su amigo don Juan el Tuerto, éste fue atraído a una encerrona y asesinado por el rey, que confiscó sus estados y bienes y comenzó a titularse señor de Vizcaya. Y el recelo de don Juan aumentó cuando vio que el rey mantenía a Constanza encerrada en Toro, como rehén más que como futura esposa, y proyectaba otra boda en Portugal. Decepcionado y amargado, regresó a tierras de Chinchilla y de Alarcón donde permaneció desde fines de 1326 y todo el año siguiente, atendiendo a su esposa Constanza muy enferma de tuberculosis, y buscando la alianza de su suegro, el rey de Aragón, para obligar a Alfonso XI a devolverle a su hija. Mientras, se preparaba para la guerra, abasteciendo sus fortalezas y vigilando muy de cerca la capital murciana, donde Pedro López de Ayala le había traicionado poniéndose a las órdenes del rey (don Juan, sin embargo, aún controlaba directa o indirectamente Lorca, Cartagena, Alhama y Librilla, plazas de gran importancia estratégica en aquella región). A fines de 1327 ya habían muerto su esposa y su suegro. Aunque conservaba allí amigos y valedores, ya no podía contar tanto como antes con el respaldo de la corte aragonesa. En noviembre, viendo que el rey intentaba asfixiar económicamente la rebelión que ya comenzaba, hubo de amenazar seriamente a la ciudad de Valencia para que no acatara la petición de Alfonso de Albacete a Chinchilla (A. Rubio Vela, "Don Juan Manuel, Valencia y el comercio con Castilla en la primera mitad del siglo XIV", Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, vol. LXIII (1988) pág. 408). Ya en 1324 intercedía Jaime 11ante el rey de Granada para que devolviera ciertos prisioneros hechos de Albacete. ( M . Alarcón Santón, y R. García de Linares. Los doru?rzentosárabes diplomáticosdelArchivo de la Corona de Aragón. Madrid, 1940). En diciembre de 1325 Constanza Manuel da varios privilegios a su villa de Cifuentes,'que su padre le había concedido en dote'de su matrimonio (F. Layna Serrano, o.[., pág.. 6 5 )
XI de que sus mercaderes no pasaran por las aduanas ilegalmente establecidas en el señorío de Villena13; lo que hubiera significado, en aquellas circunstancias, un peligro de colapso económico en la retaguardia y la pérdida de un notable ingreso económico en concepto de almojarifazgo. A pesar de todo, don Juan se desnaturó y se lanzó a una guerra desesperada y cruel contra Castilla, asistido con lealtad por la casi totalidad de sus vasallos. Desde todas las fortalezas que poseía o controlaba, desde Peñafiel a Lorca y desde Escalona a Almansa, sus fuerzas atacaron a los leales al soberano, contando con la ayuda de algunos voluntarios aragoneses -su amigo Jaime de Jérica, y su cuñado, el infante don Pedro de Aragón, conde de Ribagorza y señor de Denia y Jáveai4- y con una alianza con los moros de Granada. Respondió golpe por golpe; si el rey le sitiaba Escalona, él respondía cercando Huete; si el rey atacaba sus pueblos y ocupaba algunos castillos de la zona de Lorca, él estragaba las tierras de Requena o de Alcaraz, plaza esta que, al parecer, había sacudido su capitanía; o mandaba a su hijo Sancho a saquear la comarca de Cuéllar; si el rey sacaba los ojos y mutilaba, en Murcia, a los emisarios que don Juan enviaba a tratar su alianza con Granada, él arrancaba la lengua, en Chinchilla, a un imprudente murciano que había manifestado su apoyo a la causa real. Necesitaba, además, aliados poderosos dentro de Castilla, y para ello no dudó en impulsar a la rebelión a don Juan Núñez de Lara, animándole a reivindicar el señorío de Vizcaya mediante un matrimonio con la hija de Juan el Tuerto. Para sellar esta alianza, pese a la escasa confianza que le inspiraba don Juan Núñez, él mismo, que ya estaba viudo de Constanza de Aragón, tomó por esposa a una hermana de aquél, Blanca de La Cerda y Lara, que vendría a ser así su tercera mujer. Pero, tras dos años de guerra, don Juan Manuel hubo de poner fin a su rebelión, al ver agotarse su capacidad de resistencia y al comprobar que Aragón se inclinaba del lado del rey de Castilla. Por ello, aceptó las ventajosas condiciones que, por intercesión aragonesa, le ofrecía Alfonso XI: "Iupuz mas onmda que nunca se falla por ninguna fazunna que Iu oviese omne en Es~unna"'~. Así, recuperaría a Constanza, con la dote ofrecida36,mantendría en su poder Lorca y su castillo, más una buena cantidad de dinero que el rey le daría en tierra de realengo, con la única condición -que luego no cumplió ii Más tarde, en 1329, Alfonso XI insistiría aún, amenazando con represalias a los mercaderes valencianos, si continuaban pasando a Castilla a través de las aduanas de la tierra de don Juan Manuel y pagando en ella sus derechos (A. Rubio Vela, o.c., págs. 410-41 1. '' Era también señor de Val1 de Uxó, Gallinera, Pego, y otras posesiones en el reino de Valencia. ir Don Juan Manuel, Obras con~pletas,vol. 1, Gredos, Madrid, 1982, pág. 331. 36 Ya el 2 de enero de 1329, don Juan Manuel estaba en Cifuentes, y con esa fecha confirmaba los fueros y privilegios que él mismo y su hija "la reyna" habían dado a la población (F. Layna Serrano, a.c. pág. 65 y G . Sánchez Doncel, o.c., pig. 97).
sino en parte y según su propio criterio- de servir al monarca en la guerra con los moros. En los años siguientes, don Juan no se sometió nunca por completo a Alfonso XI, a quien nunca perdonaría. Sin llegar a la rebeldía abierta, procuró mantenerse alejado de la corte, poblando su tierra y recuperando sus fuerzas para cuando fuera posible una nueva intentona. Fracasados sus primeros proyectos de casar a su hija Constanza con un infante aragonés, comenzó tratos, que al fin habrían de fructificar, para prometerla con el heredero de la corona portuguesa. N o por ello dejó de preocuparse por la repoblación de su tierra, y en particular de aquellos pueblos que pudieran hacerle más fuerte; en 1330 propiciaba repar;imientos en Lorca, donaba la puebla de Minaya'' a su vasallo Diego Fernández de Cuenca (con un término propio sacado de las tierras de Alarcón y San Clemente), y concedía al concejo de Chinchilla la facultad de hacer en el interior de la villa, y vender a particulares si así lo quisiera, cuantos molinos de viento deseara. La preocupación por el futuro de su señorío se hará cada vez más patente, sobre todo a partir del momento en que su esposa, doña Blanca, dio a luz a don Fernando, que habría de ser su legítimo heredero. En 133 1 y 1332, tras sellar una nueva alianza con su cuñado Juan Núñez de Lara, preparaba ya don Juan Manuel una nueva rebelión, a cuyo efecto estaba juntando todo el dinero posible, vendiendo fuera del reino muchos ganados, viandas y mercancías, con lo que se creaba una gran carestía. También permitió que sus gentes saltearan caminos y pueblos con pretexto de cobrar impuestos; e incluso llegó a falsificar la moneda castellana en El Cañavate, una de las aldeas de Alarcón que estaba poblando. Al tiempo, creaba pueblas en lugares estratégicos, y se ocupaba de labrar castillos en ellas. El rey, temiendo sus ambiciones, tendría que ponerles freno con algunas justicias ejemplares (ejecución de 26 vasallos suyos de Santa Olalla, por salteadores) y mediante severas amenazas, como la que le obligó a abandonar las labores de construcción de un fuerte castillo -seguramente la Puebla de La Almenara-38 que estaba edificando muy cerca de Uclés. Los vasallos de don Juan sufrieron también represalias en tierras de realengo. Los 37 Entre los testigos encontramos a algunos caballeros destacados del inmediato círculo del señor: su alguacil García de Vizcarra, Lope García de Villodre, y Fernán Ruiz (de Alarcón), todos ellos caballeros de Alarcón. También son mencionados algunos escuderos al servicio de éstos, y algunos personeros de San Clemente; entre ellos, cierto Clemente Pérez. (D.Torrente Pérez, Docz~nentosparala Historia de San Clemente, págs. 20-21). 38 En 1332, don Juan había concedido exención de pechos, pedido, martiniega y otros conceptos, excepto diezmo, a quienes acudieran a poblar la Puebla de la Almenara. Sobre las características de esta puebla y fortaleza: E. Cooper y otros, "El castillo de la Puebla de Almenara", Congreso de Historia del Señorío de Villena, IEA, Albacete, 1987, pigs. 107-130.
del Castillo de Garcimuñoz hubieron de recurrir a Alfonso XI en petición de seguro para comerciar por el reino sin temor a ser prendados por culpas ajenas39. Preocupado, sin duda, por el futuro de su señorío si él faltase dejando huérfano al hijo que le había nacido, don Juan había mandado llamar antes a los procuradores de sus pueblos del reino de Murcia y a algunos de los caballeros de su mayor confianza. El 1 de marzo de 133 1, en Villena, se reunió con ellos en una junta solemne, les dio conocimiento de sus disposiciones testamentarias, y les exigió pleito homenaje de cumplirlas fielmente, hasta que don Fernando Manuel, su heredero, cumpliera los veinte años; de manera que nunca, 'por su vzuncebia o por malos consejeros" pudiera su hijo estropear los esfuerzos repobladores y la construcción de un señorío que le había llevado gran parte de su vida. Así pasó gran parte de 1332 y 1333. Don Juan huía del rey, e incluso se negaba a sentarse a su mesa, durante las dos o tres entrevistas que mantuvieron, recelando que quería matarlo. Desde una posición de fuerza, intentó negociar con el monarca, que deseaba comprar la tranquilidad de Castillapara lanzarse a la guerra contra los moros; pero sus peticiones fueron tan inmoderadas (pretendía el título hereditario de Duque, un aumento muy sustancial de las rentas en dinero y de las tierras que tenía de la Corona, derecho de acuñar moneda, y exención para su señorío de cualquier tributo real; es decir, una casi absoluta independencia, únicamente sometida al deber de la ayuda militar y al reconocimiento de un vasallaje más nominal que real) que los tratos quedaron de nuevo en suspenso. El rey de Aragón Alfonso IV le ofreció el título de príncipe de Villena, que él mismo había solicitado -Pedro IV, más tarde, le daría el de duque- pero don Juan no los usó nunca, dado que este reconocimiento no tendría validez en Castilla y afectaría únicamente a la mínima parte -Villena y Sax- de sus dominios que seguía bajo soberanía aragonesa; y tal vez porque, seguramente, sólo le interesaban aquellos títulos si fueran acompañados del derecho de batir moneda propia, su obsesión de esos años, que le fue expresamente denegado en todas las ocasiones40. i9 Petición a la que el rey accedía el 1 de julio de 1332, desde Burgos, garantizándoles que no serían prendados sino por sus propias deudas y tras ser convictos en juicio. Lo curioso es que dice hacerlo a petición de don Juan Manuel, su adelantado de la frontera y de Murcia, y su vasallo, que en realidad andaba en esos momentos a un paso de la rebelión, aunque no tanto, sin duda, que no pudiera arañar todavía alguna merced de la agotada paciencia del monarca. En lugar de acudir a Burgos, a la ceremonia de la coronación real, don Juan estaba en esos momentos justamente en Garcimuñoz, uno de sus lugares predilectos. El 17 de julio, desde Garcimuñoz, escribía al rey de Aragón pidiendo salvoconducto para un judío suyo, Salomón de Loxits, inorador en Chinchilla, que temía ser preso por deudas en el reino de Valencia (A. Giménez Soler, Don Juan Manuel. págs. 594-595) 4" J.M. Soler García, Historia de Villena, págs. 89-9 1. Ya antes, en 1323, su suegro, Jaime 11, se había negado a permitirle hacer moneda propia en Villena.
Don Juan continuaría usando el título de "hijo del infante don Manuel", que decía tener por superior a cualquier otro título de nobleza, pues, como escribiría en su Libro de los Estados, "losfijos de infantes non an otro nonbre,
sinon que se llaman fiios de infantes, que quiere dezir que son derechamente del derecho linaje de los reys". Orgulloso y díscolo, continuó a lo largo de 133 3 amenazando a Alfonso XI con sumarse, con su cuñado el de Lara, a la rebelión que ya protagonizaba Juan Alfonso de Haro; cobrando entre tanto yantares inmoderados -hasta cuatro veces superiores a los normales- en las tierras de realengo; y permitiendo que sus hombres, pese al reciente escarmiento de Santa Olalla, saltearan los caminos. Al tiempo, buscaba una alianza con Aragón, ofreciendo a su hija Constanza en matrimonio a un infante de aquel reino. N o en balde, la frontera valenciana era también una de las bases principales del poder económico y político de don Juan Manuel. De allí cabía esperar importantes ingresos de almojarifazgo -pues don Juan había establecido sus propias aduanas- además de pertrechos, y hasta, posiblemente, refuerzos; y en último extremo, una vía de escape. El rey, sin embargo, interrumpió su campaña de Andalucía y vino contra Juan Núñez cercándolo en Lerma; mandó al tiempo que asesinaran a Juan Alfonso de Haro, y obligó a don Juan Manuel a encerrarse en Peñafiel. De nada valieron las excusas de los dos rebeldes, cuyos mensajeros fueron ejecutados; ni las peticiones de clemencia del rey de Aragón. Alfonso XI estaba decidido a acabar con ellos, aunque al final terminó por concederles una tregua, seguramente a cambio de la demolición de algunos castillos; entre ellos, al parecer, el de Galve, que don Juan había visitado y fortificado poco antes, cuando acudía en auxilio de su cuñado4'. Aunque don Juan aprovechó el tiempo de tregua para fortalecer sus villas -donó una dehesa a Chinchilla, amojonó los límites de esta villa con Tobarra (reincorporada al señorío por compra a los herederos de Sancho Ximénez), y trató de incentivar el poblamiento de Minaya-, el sosiego no duró demasiado. Su cuñado Juan Núñez de Lara le incitó de nuevo a emprender hostilidades contra el rey. Pactó la boda de su hija Constanza con el infante don Pedro, heredero de Portugal, y con este respaldo se lanzó a la rebelión. La muerte del prudente Alfonso IV de Aragón, y la llegada al trono del belicoso Pedro IV, que pactaría con él una alianza y le concedería el título de Duque de Villena, vendrían aún a favorecer su propósito. En febrero de 1336, estando en Belmonte, don Juan se. preocupaba de aumentar su caballería, recurriendo no sólo ya a los caballeros de su servicio, sino a los G. Sánchez Doncel,
0.c..
pág. 100.
hombres buenos de sus villas, a los que animaría a mantener caballos y armas, a cambio de una subvención, que los concejos pagarían con cargo a ciertas rentas y derechos que él cedía. Consta documentalmente la reglamentación de esta milicia villana "de nómina" en Chinchilla, pero seguramente se extendió el sistema a otras poblaciones del señorío, como veremos más adelante. Sin embargo, el rey había tenido tiempo de prepararse. Mientras corría a atacar en Lerma a don Juan Núñez, puso por fronteros frente a Garcimuñoz y Belmonte a los maestres de Calatrava y Santiago con un millar de jinetes; y, en el verano de 1336, cuando don Juan Manuel le envió su carta de desafío y desnaturamiento, quejándose todavía del agravio hecho a Constanza y acusándole de haber intentado asesinar a sus vasallos Diego Alfonso de Tamayo y Sancho Pérez de Cadahalso, comenzaron a caer sobre él golpes desde todas partes. Desde Aragón, Pedro de Jérica, rebelde contra Pedro IV, atacaba las tierras manuelinas en apoyo del rey de Castilla, causando daños en los campos de Villena, Caudete,**y, probablemente, los de Almansa. Además, Murcia, Cartagena, Alhama, y otras poblaciones querían sublevarse en favor del monarca; y éste dio instrucciones al adelantado Alonso Ferrández de Saavedra para que se apoderara de ellas y de Librilla, donde había fundado una puebla Alfonso Pérez, despensero mayor de don Juan Manuel. Mula cayó también en poder de los realistas; y Alfonso XI nombró a Jérica nuevo adelantado de Murcia, con instrucciones de no dar respiro a don Juan. Santiaguistas y calatravos atacaron la tierra de Alarcón y se apoderaron de un buen número de pueblos -"el logar de Fuentes e otros logares del dicho don lohan"- aunque Sancho Manuel, hijo bastardo de don Juan, logró defender valerosamente Garcimuñoz y Alarcón. Don Juan Manuel, entre tanto, burlaba el cerco santiaguista y acudía a hacer la guerra desde Peñafiel, intentando auxiliar a su cuñado, cercado otra vez en Lerma. Pero al fin, viéndose perdido, tuvo que huir a Aragón, 'Jpor logares encobiertos". Allí supo que, derrotados los portugueses, Juan Núñez había tenido que capitular en onerosas condiciones; poco después, el monarca lusitano emprendió negociaciones de paz y él no tuvo más remedio que iniciar gestiones para hacerse perdonar de nuevo. 42 Caudete era villa aragonesa de Garcí Jufré de Lisón, heredero de Pedro Ximénez (negociador en 1336 de la alianza entre don Juan Manuel y Pedro IV) y de su padre Juan García de Lisón o de Alcaudete. Pero Garcí Jufré, a su vez, eravasallo y amigo de don Juan Manuel (de hecho, solía ser vecino de Villena), y le había servido, como intermediario en los tratos de su alianza con Pedro IV. Por ello debería enfrentarse con Jaime de Jérica y las fuerzas rebeldes al rey aragonés. Caudete debió de quedar mal parado de esta aventura, pues al mismo acabar la guerra, el 9 de diciembre de 1337, requirió una confirmación general del rey aragonés de los privilegios que los Lisón habían dado a la villa para su repoblación. La amistad de don Juan y de los Lisón, vasallos suyos, pese a ser súbditos de Aragón, se mantuvo durante toda su vida. Todavía en 1341 Caudete y Almansa establecían, con acuerdo de sus respectivos señores, un generoso y completo convenio de hermandad.
Afortunadamente, el azar vino en su auxilio. La inminencia de una peligrosa invasión africana había hecho que los reyes de Castilla y Aragón tendieran a olvidar sus diferencias para enfrentarse conjuntamente al peligro; y de este acuerdo surgió el perdón para los respectivos rebeldes. Don Juan fue perdonado, con condiciones mucho más duras que las obtenidas tras la anterior rebelión. En Murcia se le devolvieron sus cargos, así como Librilla; pero hubo de ceder el adelantamiento a su hijo Fernando Manuel (en nombre de éste lo desempeñarían hombres de confianza, como el alcaide de Lorca Pedro Martínez Calvillo y el bastardo Sancho Manuel). Probablemente perdió también algunos de los pueblos que tenía del rey en la parte de Guadalajara, aunque conservó sus posesiones patrimoniales (Cifuentes, Alcocer, Palazuelos ...). En el señorío de Villena no hubo, sin embargo, grandes cambios. Tras muchos recelos y después de recibir toda clase de garantías, acudió a Cuenca para entrevistarse con el rey. A ambos les interesaba dar por concluido el episodio, afirmando la crónica que "desdeallí adelante fincó la tierra en mucha paz et mucho asosiego; tanto que los que eran entonces no coydaron que lo verian llegado a aquel estado".43Contra su costumbre, don Juan se comprometería incluso a marchar junto al rey en la proyectada campaña contra los moros de Andalucía.
1.3.- Los últimos años (1338-1348). Después de la década de intrigas y rebeliones de 1327 a 1337, don Juan parece tranquilizarse relativamente. Los últimos diez años de su vida serán, sin duda, los menos agitados, pero también los más fructíferos desde el punto de vista del gobierno del señorío y de la reconstrucción del mismo. Fue el momento de repoblar su tierra, reparar los daños causados por la guerra, repartir nuevas tierras entre colonos, impulsar convenios de colaboración entre los concejos, alzar nuevas poblaciones en los lugares en que la abundancia de agua y el terreno lo permitieron, revitalizar aldeas decaídas y levantar castillos en sitios estratégicos. Una ingente labor, bien patente en Almansa, Montealegre, Alpera y otros lugares del término de Chinchilla, La Gineta, Albacete, La Roda, y otros pueblos; labor cuyos detalles analizaremos más adelante. Se inició, también, un período de aparente colaboración con el monarca en la campaña del Estrecho (allí se distinguió en un combate cerca de Ronda), que aprovechó don Juan Manuel para conseguir la aprobación real
"
Crónica de Aqonso XI, págs. 293-294.
a la marcha de su hija Constanza a Portugal, donde debía celebrar su boda con el infante don Pedro. Estando en Madrid con el rey, en abril de 1339, fijó la dote para Constanza en 800.000 doblas, dejando como fianza las villas de Cartagena, Villena, Sax, Almansa, Yecla, Hellín, Isso, Tobarra, Librilla, Iniesta, Garcimuñoz, Cifuentes, Palazuelos y Molina, más los derechos que tenía del rey sobre Galve e Hita, y otras rentas, como las martiniegas de Alarcón e Iniesta. Así lo comunicó a todos sus pueblos y vasallos, llamándolos para que comparecieran en una junta que celebró en Cifuentes a mediados de mayo, en la que juró mantener y cumplir todas estas condiciones. Unos días después, el 31 de mayo de 1339, otorgaba testamento, confiando a su esposa, doña Blanca, la tutela de sus hijos, Fernando y Juana, si aún fueran menores cuando él muriese; y confirmándole para su propio mantenimiento, y en posesión vitalicia, la donación que ya antes le hiciera de las villas de Santa Olalla y Salmerón". Después de la estancia en Madrid45 volvió don Juan a Andalucía acompañando al rey. En Sevilla terminó los tratos con Portugal para la boda de doña Constanza, aprovechando en parte la necesidad que el monarca tenía de los barcos lusitanos para su campaña. Volvía a ser un hombre de peso en la corte castellana, y veía, al fin, a su hija a punto de sentarse en un trono. Pero entre tanto murió su esposa, doña Blanca, y por esta causa, teniendo en cuenta además los peligros de la inminente campaña, decidió modificar su testamento, con fecha 14 de agosto de 1340. Un documento éste del mayor interés, por cuanto nos informa de la situación del señorío en este tiempo. Lo integran las poblaciones heredadas (Almansa, Villena, Yecla, Sax, Hellín, Isso, Escalona, Peñafiel, etc.) más las adquiridas por don Juan Manuel (Cifuentes, Tobarra, Palazuelos, Librilla, Cartagena y Alarcón con las villas y aldeas de su amplia Tierra), más las que tiene en empeño (Molina, Iniesta), más las que posee en nombre del rey (Aza, Palazuelos). Algunas otras. no son mencionadas por haber quedado directamente adjudicadas a don Fernando (Chinchilla, Jorquera, Ves, etc.). Un cúmulo heterogéneo de tierras, repartidas en varios obispados, y gobernadas en maneras distintas, según anteriores fueros y derechos, y según, incluso, estuvieran bajo soberanía castellana o aragonesa (Villena y Sax) o bajo domino señorial pleno o delegado de la corona. Por lo que respecta a la herencia de sus hijos no hay grandes variaciones Giménez Soler, Don Juan Manz~el,p. 704. Todavía le encontramos en Madrid el 10 de enero de 1340, cuando escribe a Villena eximiendo a sus vecinos de diezmo o aduana por los productos de su crianza y cosecha que sacaran a Aragbn. La peticibn, por cierto, la había transmitido Judá Abenbilla, "mío judío", que probablemeiite formara parte de la aljama villenense, aunque más tarde encontraremos también el apellido en Chinchilla. j7
respecto al testamento otorgado el año anterior46.El varón, Fernando, habría de recibir, con la espada Lobera, emblema familiar, y los derechos heredados de su madre al ducado de Saboya, todas las posesiones paternas, dando 800.000 maravedís a su hermana Constanza, que entre tanto recibiera este dinero tendría, en garantía numerosas villas y castillos. La menor, Juana, recibiría 500.000 maravedís (100.000 más de lo estipulado anteriormente) con la garantía de Escalona, que habría de tener en tanto no se casara y recibiera dicha cantidad. En caso de que Fernando muriera sin sucesión ocuparía su puesto Constanza, dando entonces a Juana los 800.000 maravedís que a ella le correspondían. El bastardo Sancho Manuel, al que don Juan ya había dado antes los señoríos de Montealegre y Carcelén, habría de recibir 50.000 maravedís, o heredad equivalente. Sin embargo, muerta ya su esposa, don Juan no tenía por qué disimular los recelos que le inspiraba su cuñado, Juan Núñez de Lara, y su suegra, doña Juana, a los que atribuía una nefasta influencia y unos malos consejos que habían sido para él causa de graves errores. Previene contra ellos a su hijo Fernando, llegando a pedir a sus concejos y caballeros que no le acojan ni le obedezcan si viniera acompañado de su tío o su abuela. Y, siendo todavía menor el heredero, el padre nombra su tutor al rey -esperando quizás ponerlo así a salvo de posibles represalias, e imitando en ello a lo que don Manuel hizo con Sancho IV-, y le da por consejeros a un grupo de caballeros de su máxima confianza, que junto al aya Urraca de Hermosilla y al fiel médico judío Salomón, se encargarían de guiarlo hasta que alcanzara la mayoría. Puestos ya en orden sus asuntos, don Juan Manuel partió para la guerra de Tarifa, acompañando a los reyes de Castilla y Portugal. En octubre mandaba una parte de la vanguardia castellana en las escaramuzas previas a la batalla de El Salado; y en los primeros meses de 1341 dirigió el sitio de Alcalá de Benzayde y taló las huertas de Pliego. Al tiempo, su hijo bastardo Sancho Manuel defendía la frontera murciana, destrozando a una cabalgada de moros de Guadix y Baza, que habían atacado sus tierras y conseguido abundante botín y cautivos. Desde mediados de 1341, al menos, don Juan se encuentra nuevamente en su tierra, haciendo un descanso entre dos campañas. La segunda mitad de este año la dedicará a repoblar sus villas y lugares, donde ya habían comenzado a nacer o crecer nuevas pueblas (Tobarra, reintegrada al señorío 46
Había otorgado su primer testamento el 31 de mayo de 1339. Ambos fueron publicados por M. Gaibrois, "Los testamentos inéditos de don Juan Manuel", Boletín de la Real Academia de la Historia, vol. 99, págs. 25-59. Reeditado el segundo, con anotaciones sobre sus diferencias con el primero, por A. Giménez Soler, Don Juan Manuel, págs. 695-704.
tras la muerte de Sancho Ximénez de Lanclares, amojonaba sus términos con Chinchilla de acuerdo con la sentencia pronunciada personalmente por el señor años atrás; Almansa, cuyos nuevos vecinos recibieron la exención por cuatro años de todo pecho, pedido, fonsaderas y monedas; o la "Villanueva de don Fernando" que don Juan poblaba aprovechando la expulsión de mudéjares por los señores valencianos, a cuyo efecto pediría a Pedro IV que no se pusiera trabas a éstos para venirse a sus tierras.
1
l
l
,
Un año después, en octubre de 1342, se incorporó, de nuevo, al ejército real en el sitio de Algeciras. Esta campaña habría de valerle la recuperación del oficio de Adelantado de la Frontera, permaneciendo en ella hasta marzo de 1344 en que se rindió la plaza. Entre tanto, su tierra quedó bien guardada por Sancho Manuel, teniente de adelantado, y por y por Íñigo López de Orozco, alcaide de Lorca, que derrotó a otra incursión granadina en la frontera murciana. Y, pese a toda la gloria conseguida (al señor de Villena le cupo el honor de entrar en Algeciras enarbolando el pendón de Castilla), ésta fue la última empresa militar de don Juan. Debió volver a su tierra amargado por la falta de recompensa real, y por la muerte en combate de alguno de sus vasallos más queridos, como su mayordomo Diego Alfonso de Tamayo. La mala situación de su hija Constanza en su matrimonio portugués, los achaques de la edad -ya era mas que sexagenario- y los enfrentamientos con algunos enemigos que medraban en la corte real, le hicieron recluirse en sus señoríos y dedicar sus últimos años a organizar sus pueblos -Peñafiel, Chinchilla, Villena, Almansa, el "Castillo de don Fernando", Albacete- resolviendo a veces conflictos surgidos en ellos, y a alguna que otra pequeña conspiración contra la Corona. Al tiempo, iba asociando al gobierno del señorío a su hijo don Fernando, que suele aparecer junto a él en los actos más trascendentes; y pagando anticipadamente la hipoteca que pesaba sobre la herencia de éste: en julio de 1346, poco antes de su muerte, su hija Constanza, la despreciada esposa del infante don Pedro de Portugal, alzaba el homenaje hecho por el concejo de Cifuentes en garantía de su dote, reconociendo haber recibido de su padre 100.000 maravedíes. También dedicó estos últimos años a concertar los matrimonios de sus descendientes, buscando alianzas que fortalecieran la situación familiar frente a la corte castellana. Aceptará la boda de su hijo Fernando Manuel con Juana Despina, hija del infante aragonés Ramón Berenguer4', y de su nieto 47 Ramón Berenguer, hijo menor de Jaime 11, fue señor de Crevillente, Elche y Cap ~ A l j u (Santa b Pola), y de Bocairente, Biar y Onteniente. Estuvo casado con Blanca, hija del Príncipe de Tarento y hermana del déspota de Romanía, cuyos derechos llegó a heredar al morir éste. De ese matrimonio nació Juana, que casó con Fernando 4-
don Fernando de Portugal con otra infanta aragonesa, intentando enfrentar lo más posible a los dos monarcas". Pero sin duda siente acercarse la muerte: en 1347 funda en Cifuentes un convento de monjas dominicas, bajo la advocación de San Blas de Oreto, diciendo hacerlo en remisión de sus pecados y en sufragio de las almas de sus padres y de los reyes Sancho IV y Fernando IV. Todavía en marzo de 1348, cuando ya había conseguido su objetivo de enemistar a los reyes de Castilla y Aragón e impedir el matrimonio del bastardo castellano Enrique de Trastámara con una hija de Pedro IV, don Juan aparece de nuevo en relaciones relativamente buenas con Alfonso XI, participando activamente en la política del reino durante las cortes de Alcalá de Henares. En esas mismas cortes, Alfonso XI confirmará todavía, con fecha 20 de marzo, los privilegios de "lavilla del Castillo de Don Fernando, fijo de donJuan"". U n calendario de Uclés fija la fecha de la muerte de don Juan Manuel en el mes de junio de dicho año, pero Rubio García5' ha publicado recientemente un documento de donación de tierras y heredades a la viuda del que fuera su alcaide de Cuéllar, que -salvo error- todavía lo presenta vivo en El Castillo el 12 de octubre de 1348. La fecha y las circunstancias del fallecimiento de don Juan aún siguen planteando interrogantes. Los últimos meses de su vida son particularmente oscuros por falta de documentos y también por algunos detalles que se observan en los pocos de que disponemos. Si años antes había intentado cambiar el nombre a la villa del Castillo de Garcimuñoz por el de Castillo de don Fernando, llama la atención, por ejemplo, que en su último documento conocido vuelva a su secular denominación. Además, como si temiera que su hijo no fuera a respetar la concesión que en él realiza, amenaza con su maldición -por primera y única vez, que sepamos, y con unas cláusulas mucho más fuertes de lo habitual- a cualquier descendiente suyo que se Manuel. Para la boda dio el infante Ramón Berenguer una dote de 15.000 libras reaies de Valencia, dándole a cambio el castillo de Cullera. Fernando Manuel recibió, además, los posibles derechos sucesorios de su esposa sobre el despotado de Rumanía (J. Zurita, Anales de Aragh, VIII-1) 4X Don Juan Manuel, con evidente bravuconería, llegaría a ofrecer al aragonés ir a servirle con 7.000 caballeros y 20.000 peones, para defenderse de Alfonso XI, si éste le atacara, como él creía. Pero el rey de Aragón no se dejó engañar, y contestó que pretendía tener paz con Castilla, y que él sería capaz de defenderse solo en caso necesario (J. Zurita, Anales de Avngón, VIII-VI) A.M. San Clemente, 10-6 Confirmación general de privilegios del Castillo de Garcirnuñoz. Lo hace a petición del concejo, que había enviado a mostrar sus privilegios. L. Rubio García, L a fecha de la muerte de don Juan Manuel", Don Juan Manuel, VI1 Centenario, Univ. de Murcia, 1982, págs. 325 y SS.
"
'"
atreviera a contradecir esta voluntad. Unos meses antes, en mayo, pudiera haber tenido lugar en el mismo Castillo de Garcimuñoz una junta de procuradores en la que se hizo un pergamino, por desgracia perdido, absolviendo al concejo de Villena del homenaje que había hecho a Juana Despina, mujer de Fernando Manuel, por seguridad de su dote5'. Parece que sucedían cosas poco normales en la familia señorial, pero no hay datos para precisar más. Sólo podemos señalar que don Juan murió antes del 17 de diciembre, fecha en que su hijo, don Fernando Manuel, ya como señor, confirmaba desde San Clemente los privilegios que el padre había dado a La Gineta5'. Se había producido la sucesión, al parecer con plena normalidad, de acuerdo con lo conocido por el testamento. Si hubo alguna circunstancia extraña, es probable que nunca llegue a conocerse.
2.- LA ESTRATEGIA SEÑORIAL EN LA PLANIFICACIÓN E C O N ~ M I C ADEL TERRITORIO. Desde la concesión de Alarcón a don Juan Manuel y, sobre todo, desde el fin de la guerra castellano-aragonesa, el señorío de Villena asiste a una calculada política de planificación territorial diseñada por don Juan Manuel para estimular su poblamiento, incentivar la expansión de los cultivos y aumentar las rentas señoriales. Las iniciativas fueron múltiples y variadas en la mayor parte de las poblaciones y estuvieron acompañadas de actuaciones en sus límites exteriores cuyo objetivo fue delimitar claramente el territorio señorial frente a concejos vecinos. En este sentido, en 1306 se solucionaban los problemas de mojones con el reino aragonés en la zona comprendida entre Almansa y Ayora5' aunque las acciones más interesantes se desarrollaron frente al concejo de Alcaraz, al que se privó de una parte de sus términos en beneficio de Alarcón, aprovechando la influencia política de don Juan Manuel; en 1318, una sentencia de Sancho Jiménez de Lanclares, merino de don Juan, delimitaba los términos de Alcaraz y Alarcón por la zona del Provencio -un territorio semiabandonado desde mediados del siglo XIII- incluyendo en término de Alarcón una amplia franja que abarcaba
" J.M. Soler, "Del arcliivo villenense. Un regisrro de escrituras realizado en 1593",Congreso de Historia del Señorío de Villena, pág. 395. " R. Carrilero Martínez, "Aporración documental al estudio de la historia de una villa del marquesado de Villena: La Gineta (Albacete)", Congruo de Historia del señorh de Villena, pág. 88. '' El 2 de mayo de 1306,desde Ayora, don Juan Manuel escribía a Jaime 11 comunicándole que su merino mayor SanchoJiménez de Lanclares acruaba en este senrido ( A. Giménez Soler, Don,ludn Manuel, , pág. 333) Aún así, los límites con Aragóii siempre fueron problemáticos: hasta 1411 no se delimitaron con claridad los rérminos de Chincliilla y Ayora(A. Precel Marín, "Tres noticiasde interés arqueológicoen ladocumencación medieval albacetense", HmmajeaSarnuel& LosSantos, IEA, Albacere, 1982, págs. 47-52).
desde el sur de Las Mesas al Provencio y Minaya, a pesar de los privilegios alfonsíes que Alcaraz mantenía a su favor.54 En el interior del señorío, la sucesiva aplicación de medidas económicas fue reestructurando, también, los territorios concejiles bajo la presión de los diferentes grupos de poder locales. Cuando en 1318 Alarcón recibía las tierras del Provencio, ya había perdido en beneficio de Chinchilla las tierras de Albacete, con un gran potencial económico si se solucionaban los problemas de insalubridad que presentaban.j5 En 1316, de manera simultánea a la expansión de los regadíos en tierras de Almansa, se delimitaron sus términos respecto a Chinchilla,j6 y por entonces este concejo llegaba a otro acuerdo con Jorquera que, además de delimitar sus respectivos alfoces, le permitía la comunidad de aguas para sus ganados.>' Finalmente, entre 1336 y 1341, una sentencia de don Juan Manuel fijaba los mojones entre Chinchilla y Tobarra, en un período en el que este núcleo poblacional se encontraba en fase de reactivación económica y demográfica. N o siempre la política económica aplicada sobre el señorío fue la que justificó la reestructuración territorial que se estaba realizando; en ocasiones, fueron otras las causas para delimitar internamente el territorio, como ocurría cuando don Juan Manuel concedía alguna pequeña población a alguno de sus vasallos. Sirvan como ejemplo la concordia de 1338 entre Almansa y Montealegre, la de 1341 entre Almansa y Caudete -de su vasallo Lisón- y la ya citada entre Chinchilla y T ~ b a r r aCon . ~ ~todo, la necesidad de establecer claramente los límites de cada población fue haciéndose cada vez más imperiosa al compás que se ponían en cultivo superficies abandonadas, se ampliaba la cabaña ganadera y aumentaba la presión de los grupos de poder sobre las riquezas de sus respectivos territorios. Analicemos detenidamente estos procesos. La sentencia ha sido publicada por A. Pretel Marín, Alcaraz: una ciudadcastellana ..., págs. 248-249.. En posteriores pleitos del siglo XVI, el Provencio todavía utilizaba los privilegios alfonsíes de Alcaraz para intentar demostrar que no era Tierra de Alarcón y evitar así la comunidad de pastos (ARCh Granada, cab. 512, leg. - 2431, n o l ) Sobre esta cuestión, volver al capítulo 11, nota 61. En 1306, gran parte de los cultivos en la zona de Albacete estaban abandonados, ordenando don Juan Manuel a los vecinos de Chinchilla que quienes allí tuvieran eriales que los labraran y pusieran viñas, en caso contrario podrían ser labrados por cualquier otro vecino (A. Pretel Marín, Don Juan Manuel .... apénd. doc. 8) 56 El 7 de noviembre de 1316 se llegaba a un convenio entre ambos concejos, publicado por A. Pretel Marín, Alrnansa medieval. Una villa del señorío de Villena en los siglos XIII, XIV y X V . Ayto. de Alrnansa, 1981, págs. 184-186. Se conserva una revisión de la mojonera en el año 1500 (AM Alrnansa, carpeta 1) " "...otorgamos que las aguas sean francas asy que cada unos de cada cabo puedan entrar a veuer e tomar las dichas aguas non faziendo danno ninguno..." (A. Pretel, Don Juan Manuel ..., apénd. doc. 21) Ambas publicadas por A. Pretel, Don Juan Manuel. .., apénd. docs. 28, 3 1 y 35; y Alnzansa...,págs. 196.199. 54
"
2.1.- Las bases de la expansión agrícola: obras hidráulicas y nuevos regadíos. Uno de los aspectos más interesantes de la política aplicada por don Juan Manuel es el fomento de la agricultura con la ampliación de la superficie cultivada y la apertura de nuevos regadíos. La mayor parte del territorio no presentaba buena disposición para el cultivo debido a la escasez o a la acumulación de aguas estantes, almarjales, lagunas insalubres y otras zonas con escasez de manantiales; además, los ríos y arroyos de su parte septentrional proporcionaban agua de riego a estrechas vegas en sus márgenes pero dejaban una amplia extensión de tierras incultas que fueron incluso difíciles de poblar durante el siglo XIII. Sin embargo, el señorío mantenía una gran riqueza hídrica en su subsuelo y sólo fue necesaria una buena política señorial para propiciar la proliferación de pozos y la consolidación de comunidades campesinas en su entorno. La actuación señorial se orientó en dos vías: la potenciación de comunidades aldeanas en torno a pozos o nacimientos de agua y el fomento de infraestructuras hidráulicas de gran envergadura para constituir nuevas superficies de cultivo. Los resultados de ambas fueron excelentes, consiguiéndose reactivar el poblamiento y fortalecer la hacienda señorial tanto por un aumento de los tributos percibidos como por el monopolio de algunas de las nuevas propiedades que se reservó el señor. El interés de la familia Manuel por la grandes obras hidráulicas se había iniciado ya con don Manuel cuando, en 1276, concedió a los vecinos de Elche las aguas sobrantes del término de Villena, iniciándose la construcción de una acequia para reconducir hacia el río Vinalopó el caudal de algunas fuentes de Villena que vertían en una laguna y no eran aprovechadas en aquel término. La posterior pérdida de Elche y su anexión a Aragón propiciaron que la historia de este trasvase se encuentre salpicada de conflictos que quedan fuera de nuestro trabajo aunque fue una obra premonitoria de otras posteriores localizadas en pleno corazón del señorio de don Juan M a n ~ e l . 'Nos ~ referimos a los trasvases de Alpera y del río Balazote, construidos durante la primera mitad del siglo XIV con la finalidad de ampliar las tierras cultivadas en Almansa y Albacete respectivamente. j9 La concesión se realizó el 20 de julio de 1276 "...porqueayan sabor de nzepoúlar bien este lugar ri~anclulesque a d ~ ~ g elagua an de Villena lo pepodieren adozira Elcb et que loayan..." (Codom11, págs. 60-61). Nada conocemos de esta obra iiiicial, aunque sabemos que se realizó. La posterior construcción de laacequia delconde y la acequia del rey destruyeron cualquier vestigio.
La llamada acequia de Alpera fue construida para trasvasar el agua desde hasta la huerta de Almansa, lo que las fuentes del heredamiento de Alpera significaba desviar el curso natural de estos cauces que vertían al Júcar hacia una zona endorreica como era Almansa. En 1338, don Juan Manuel aprobó el convenio realizado por los concejos de Chinchilla -a quién pertenecía Alpera- y Almansa para que estos últimos pudieran hacer "...una acequia por
do podades leuar toda e l agua que viene de Alperu o verna de aqui adelante al vuestro cunpo de Almansa et que la tomedes en elangostura de la Yedm de yuso de Alpera.. ." comprometiéndose a "... fazer las madres u las acequias por do pueda sallir el agua de los carriples de Alpera desde lufuente del Alamo ayusofasta Alpera e desde Alpera que fagamos la madre fasta termino de Almunsu por que suquemos la mas agua que pudieremos". El convenio beneficiaba a todos ya que, además de garantizar los regadíos de Almansa, permitía también ampliar la superficie de cultivos de Alpera a costa de los carrizales y zonas pantanosas a donde llegaban las aguas de las fuentes antes de girar hacia AragónbO;se determinó claramente su régimen de uso estableciendo períodos de diez días en los cuales Almansa gozaría de 213 del caudal durante seis días y Chinchilla otros 213 los cuatro días restantes, mientras que el tercio diario sobrante quedaba para asegurar el funcionamiento de la acequia, de los molinos que se construyeran en ella, de los abrevaderos para el ganado y para uso del concejo que no disfrutara en ese dia de los dos tercios p r i n ~ i ~ a l e s . ~ ' El sistema de reparto de agua garantizó a Almansa el aprovechamiento de un 53% aproximado del caudal anual de las fuentes, que ha sido calculado en torno a los 200 litroslsegundo, creándose la figura de dos acequieros para vigilar el funcionamiento de toda la obra y un sistema de multas y tributos para financiar gastos de mantenimiento y limpieza.62En julio del mismo año se fijaron los lugares donde estarían los seis abrevaderos para el ganado y todo parece indicar que tres años más tarde la construcción estaba concluida." Desconocemos las reservas realizadas por don Juan Manuel O' Así lo afirma don Juan Manuel en el Libro de la Caza: "...EnAlpera ay garcas et gruas et anades, rnas muy mala ribera de raualgarporq~~e ay muchos arnzjales et ~rir~y nn2alospasos" (Don Juan Manuel, Obras ronzpletas, vol. 1, Gredos Madrid, 1981, pág. 578) El acuerdo fue aprobado por don Juan Manuel el 15 de abril de 1338 desde la Alberca y ha sido publicado por A. Pretel, Alnzansa medieval..., págs. 190-194. Los estudios más completos sobre la acequia y SLI evolución histórica I-ian sido realizados por M.J. Pereda Hernández, "Pugna entre los concejos de Chinchilla y Almansa por las aguas de Alpera. Mediación de don Juan Pacheco y sentencia arbitral de 29-9-1458", Congreso de Historia del señor& de Villena, IEA, Albacete, 1987, págs. 27 5-282 y La constrr~rcióncle lapresa del pantano de Almansa y el desvío de la ratnbla de las Hoyuelas, Asoc. Torre Grande, Almansa, 1986. 63 El 16 de abril de 134 1 Almansa realizaba Lin convenio con Caudete en el que se establecía que los ganados de Caudete que abrevaran en "lacequiaque viene de Alpera alcanpo de nos los deAlnzansa1'pagarían por cada cabaña una res para mantenimiento de la citada aceq~iia"como tnanda nuestro sennor don lohanpor su carta" (A. Pretel Marín, Alrnansa tnedieval..., págs. 196-1 99) Por deseo de don Juan Manuel, todos los ganados que entraban en término de Almansa pagaban borra para el mantenimiento y limpieza de la acequia.
'' "
Mapa 9.- Trazado de la acequia de Alpera durante el siglo XIV (Pub. por M.J. Pereda Hemández," Pugna entre concejos.. .", Congreso de Historia del señorío de Villena, I.E.A., Albacete, 1987, pág 275)
h
ERMINO
DE
AYORA
ALMANSA I I I I
TERMINO
DE A L M A N S A
Mapa 10.- Trazado del canal del río Balazote a Albacete
- O
Límite Alcaraz-Chinchilla Lagtina del Acequión
2
4
m
sobre los beneficios que esta obra aportaba al señorío aunque hay suficientes pruebas para pensar que se reservó para sí una amplia porción de las tierras regadas con la acequia, una parte del agua que correspondía a Almansa, todos los molinos que pudieran construirse sobre la obra y una parte de las multas. En 1346 se desprendió de las dos primeras propiedades señaladas tierras y agua- en beneficio del concejo de Almansa y de algún vasallo, pero mantuvo "losmolinos y los molinares que son fechos o se furan de aqui adelante... e
las calonnas de la dicha acequia segund es acostunbrado fasta a q ~ ~ i " . ~ ~ Por su parte, las noticias sobre la construcción del trasvase de aguas desde el río Balazote a los campos de Albacete son más escasas aunque no menos interesantes. En fecha indeterminada el concejo de Alcaraz concedió la mitad de las aguas del río Balazote a don Juan Manuel y éste, a su vez, las donó al concejo de Chinchilla para poner en cultivo las tierras limítrofes entre Albacete y AlcarazG5.N o quedan más testimonios documentales de aquel período pero es muy significativo que al tramo final del río se le llame "río de don Juan" y a la parte inicial del canal de desvío "canal de la Lobera". La reactivación del poblamiento albaceteño y el reparto de tierras en sus alrededores evidencian el éxito en la realización de las obras, que debieron de afectar, también, a la laguna de Acequión con la construcción del canal que las une a las anteriores y hubieron de encontrar su final en un canal que permitiera desaguarlas hacia el río Júcar. De otra forma, el empantanamiento de la zona hubiera imposibilitado su cultivo y evitado el auge albacetense. Algunos datos indirectos nos permiten asegurar el éxito de esta empresa: mientras en 1334 algunas de las tierras de aquella zona eran concedidas como dehesa a Chinchilla, unos años después las mismas tierras eran repartidas a particulares para su puesto en cultivo en el plazo de un añof6 además, por entonces, había surgido ya un poblamiento minúsculo y diseminado en torno al canal. La optimización del uso de las aguas subterráneas y estantes constituyó uno de los pilares fundamentales de la política de fomento y desarrollo económico del señorío, máxime cuando amplias zonas de Alarcón también presentaban un déficit de recursos hídricos. A falta d e documentación, se A. Pretel Marín, Alnzansa medieval..., págs. 203-205. Queda constancia de estos hechos en una carta de Pedro 1 al concejo de Alcaraz donde afirma . . . qi ~ le e distes la mitad delagtla del rio de Valagoteqide nage en telrnino de y del dicho logar de Alrarazpara el dicho don lohan... e que tornase la dicha agua de yuso de la casa del niolino de Sancho Martinez de Valagote en aquel lugar do la dicha agua de/ dicho -o se solia apartar...." (A. Pretel Marín, Chinl-billa nzediez~al,pág. 5 16) En 1334 don Juan Manuel concedió la dehesa de Meledriz a Chinchilla y, en 1346, concedía las tierras de Fuenquemadilla, dentro de la anterior heredad, a particulares (L.Carrilero, Libro de los privilegio^ de la villa de Albacete (15331, IEA, Albacete, 1983, págs. 188-189. 64
"
'"
pueden rastrear de manera indirecta otras posibles actuaciones de don Juan Manuel encaminadas en idéntico sentido que las anteriores; algunas frases escritas en el Libro de la Caza pueden ser muy significativas a este respecto si les aplicamos una doble lectura: al referirse a la zona de Belmonte se afirma que "el arroyo de Monreal nace entre la Osa et Monreal et cae en la laguna de Vozegate, et este arroyo a poco que se descubrio, que non solia uuer agua en toda esta tierra", un poco más al norte discurría el arroyo de Tres Juncos, que desembocaba en una presa de recogida de sus aguas, y no es despreciable el dato de que todas estas aldeas de Belmonte reactivan su poblamiento en este período. También afirma que "elarroyo de Yniesta non soliá correr por e l agua et de poco tienpo aca ay en el ugua a lugares et corre fasta vnpozo de yuso de la villa de Yniesta". El panorama se presentaba distinto en la tierra de Montalbo, donde existían numerosas fuentes y fue precisamente allí donde don Juan realiza más pueblas (Fuentes, Puebla de Almenara, Congosto, etc) afirmando que es la tierra más excelente de caza que jamás ha visto. Y su interés por las aguas del subsuelo se acrecienta si observamos que las pueblas realizadas en la parte meridional de Alarcón surgen junto a pozos de agua y que, también allí, proliferan los molinos de vientos para extraerla. Aún más, nada conocemos del territorio al sur de Villanueva de la Jara hasta este período, siendo muy significativo que el Libro de la Caza omita su existencia y la del río Valdemembra cuando es tan detallista en todo su entorno, lo que podría evidenciar que la planificación de esta zona tuvo lugar con posterioridad a la redacción de la obra, ya en los últimos años de vida de don Juan Manuel. El desarrollo económico del señorío dependía de sus aguas, siendo necesarias las obras de extracción y encauzamiento en un territorio proclive al endorreísmo y a la formación de zonas pantanosas. El mismo señor lo comenta así en una frase de carácter general que surge al calor de sus propias experiencias: " ...ca dize que él vio muchos rios et arroyos que solia correr mucha agua por ellos que se fincheron de juncares et de almarjales et se cegaron; et vio otros que non solhn correr, que se aurieron et corre por ellos muchu agua et ay molino^...".^' Si observamos la magnitud de las obras realizadas en Alpera y Balazote podremos aceptar sin problemas la posibilidad de realización de algunas otras, apenas documentadas, en todo el señorío, especialmente en Tierra de Alarcón. La estrategia señorial para 67
Don Juan Manuel, Obras conzpletas, págs. 584, 587 y 591.
rentabilizar el señorío pasaba por esta política hidráulica a la que acompañó una excelente política repobladora.
2.2.- La reactivación del poblamiento. El aumento poblacional durante la primera mitad del siglo XIV se encuentra bien documentado y se realizó en tres direcciones: la potenciación del poblamiento de las principales villas del señorío, la recuperación de las comunidades despobladas o casi despobladas y la creación de nuevos asentamientos aldeanos. Para el cumplimiento de este ambicioso programa, don Juan Manuel instrumentalizó la actuación de los concejos y utilizó también a algunos de sus vasallos, sin abandonar su propio protagonismo en numerosas ~ c a s i o n e s . ~ ~ Como ya observamos, al finalizar el siglo XIII los mayores niveles de poblamiento se localizaban en el norte del territorio en la Tierra de Alarcón, donde proliferaban las comunidades de aldea dependientes de Alarcón. Al sur de Alarcón, los largos años de frontera y las condiciones geográficas habían consolidado un débil poblamiento que era prácticamente inexistente en torno a los límites entre Alarcón y Chinchilla. En el sector murciano del señorío ya había una red básica de núcleos fortificados, en torno a los cuales se organizó y jerarquizó el territorio; en esta zona, villas como Chinchilla, Jorquera, Almansa, Hellín y Villena, entre otras, habían respondido a los primeros estímulos repobladores asegurando su continuidad; por contra, otros núcleos más pequeños tuvieron destinos muy diversos, despoblándose unos -como Pechín-, manteniéndose otros con niveles mínimos de poblamiento -como Albacete- o quedando reducidos a una simple torre fortificada, como fue el caso de Burjaharon. Es indudable, al iniciarse el siglo XIV, que la situación poblacional de este sector meridional no era óptima. Las medidas para reactivar el poblamiento del señorío se documentan desde los inicios del siglo XIV tras concluir la guerra entre Castilla y Aragón, desarrollándose casi de manera continuada durante las décadas siguientes con la única excepción de algún período de inestabilidad política o militar. Además, esta política repobladora contaba ya con una secular tradición entre las villas del señorio y debe entenderse como una lógica continuación de las repoblaciones promovidas por el concejo de Alarcón y por don Manuel durante el siglo anterior. La idea esencial fue la atracción de
" La política rel~obladorade don Juan Manuel en la Mancha albacetense I-ia sido puesta cle manifiesto por A. Pretel en numerosos trabajos, entre ellos el ya citado Don Juan hlanz~el.señor de /a Ilanz~m... 296 págs.
pobladores procedentes de tierras ajenas al señorío y, entre otras, de las villas alicantinas perdidas por don Juan Manuel; en 1306, Jaime 11 autorizaba la emigración de musulmanes a la Tierra de Alarcón "ad populandum si transferre voluerint", y concedía licencia a Ozmen Abencazila, vecino de Novelda, para marcharse "si el noble don Johun, fijo del infante don Manuel, te oviere menester pora endrepmiento de la puebla que el entiende faler en termino d ' A l a r ~ o n "Desconocemos ~~. a qué puebla se refiere, aunque con seguridad podríamos afirmar que esta corriente migratoria fue el origen de aldeas como Cañada Negrita, Villafranca y otros lugares próximos a G a r c i m u ñ ~ zY . ~este ~ deseo de atraer pobladores ajenos se mantuvo hasta el final del período cuando constatamos todavía la persistente inmigración de mudéjares valenciano^;^^ por entonces se encontraba poblando la aldea de Villanueva, junto al Júcar en las proximidades de A l a r ~ ó n ; 'y~no es extraño que algunas de estas pueblas emprendidas estuvieran constituidas por campesinos musulmanes establecidos de forma aislada en aldeas dependientes, como fue el caso del Congosto y de la citada Cañada Negrita. Entre las nuevas poblaciones establecidas mediante cartas pueblas se encuentran El Provencio, Minaya, Puebla de Almenara y La Gineta, presentando todas ellas algunos caracteres comunes que podrían ser aplicables a otras menos conocidas. Por lo general, don Juan Manuel concede la exención de pechos, pedidos y tributos de forma temporal o a perpetuidad, según los casos; les asigna un término para aprovechamiento comunal, les permite un mínimo nivel de autogobierno y les faculta para aprovechar los beneficios de las mancomunidades de pastos y aguas que existen en el territorio. Por contra, se reserva las alzadas de la justicia, la 6y Ambas cartas llevan fecha de 9 de abril de 1306 (M.T. Ferrer i Mallol, Les aljames savvaii2es de la governació dlOriola en el segle X I V , CSIC, Barcelona, 1988, págs. 45-46 y 202) 70 A mediados del siglo XVI, Cañada Negrita ya estaba despoblada, a una legua al norte del Castillo de Garcimuñoz, afirmándose entonces que "agora y en tienpo de don Juan Manuel" se llamó y se llama Cañada Negrita y fue 'poblado de moros" (J. Zarco Cuevas, Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca, Dip. Prov. de Cuenca, 2" ed. 1983, págs. 229 y 239). Villafranca también acabó por despoblarse en época moderna, convirtiéndose en dehesa. Su despoblación fue, sin embargo, más tardía, pues a finales del siglo XVI todavía era una aldea del Castillo de Garcirnuñoz (A. González Palencia, Fuetes históricas en Cuenca y sf4provincia, 1944, pág. 146) " En 1341 don Juan Manuel pedía al rey de Aragón que permitiera la salida del reino a ciertos mudéjares que querían ir a una puebla que estaba realizando y que algunos de ellos ya habían visitado, Al año siguiente volvía a escribirle "envazón de los moros que se vinian a la nzi tierval',algunos de los cuales habían sido apresados antes de cruzar la frontera (A.Giménez Soler, Don Juan Manuel., págs. 639-640). La carta lleva fecha de 24 de enero de 1342 desde Villanueva de don Fernando. 72 Villanueva se situó junto a la dehesa santiaguista de La Presa, en las proximidades de Alarcón, junto al río Júcar, al sur de Buenache y cerca de los límites del Castillo de Garcimuñoz. La puebla fracasó enseguida por la crisis posterior a la muerte de don Juan Manuel y, ya despoblada y convertido su término en dehesa, sería concedida a los señores de Buenache, que la integraron en su mayorazgo. N o debemos confundirla con Villanueva de la Jara.
moneda forera y, sobre todo, los diezmos de estas nuevas p o b l a ~ i o n e sEsta ~~. acción repobladora es realizada, en ocasiones, por vasallos que han recibido tierras del señor, en cuyo caso las condiciones del poblamiento varían para insertar la acción judicial y tributaria de los nuevos señores sobre ellas.74 La relación entre los nuevos asentamientos y la promoción de nuevas roturaciones es evidente en todos los casos, aunque no siempre el proceso fue rápido y exitoso. La fijación del poblamiento fue problemática en las zonas limítrofes entre Alarcón y Chinchilla, donde las nuevas pueblas se afianzaron muy lentamente; en 1330, San Clemente renunciaba a una parte de sus términos incultos para el asentamiento de Minaya, e igual ocurría, en 1337, cuando La Roda vio mermado su término en beneficio de la nueva puebla "delalgibe"de la Gineta7' 'porquehasta eldia de oy sienpre a estado yermo y no se aprouecha ninguno dello",lo que evidencia que las comunidades aldeanas afincadas en el territorio no eran capaces de llevar la expansión roturadora más allá de las vegas y campos próximos a sus lugares de asentamiento. Por contra, en el norte de Alarcón proliferaron las aldeas en abierta rivalidad entre ellas por el dominio del agua y de la tierra. Fue una comarca donde abundaron los nuevos asentamientos aldeanos -Fuentes, Congosto, Cañada Negrita, Puebla de Almenara, Villafranca, Villanueva, y con seguridad muchos más apenas documentados- donde la acción ordenadora de don Juan Manuel hubo de imponerse para organizar de forma efectiva el paisaje agrario, como se aprecia en la carta puebla de Puebla de Almenara, otorgada en 1332, cuando don Juan, por razones estratégicas, quiso establecer una nueva aldea en un territorio densamente poblado.76 7' Puede ser significativa la carta puebla del Provencio, otorgada el 23 de marzo de 1 3 19: "...otorgo a todos lo.( que vinieren morar al Provencio de fuera de la mi tierra que yo no les demande pecho ni pedido ni otro tribato ninguno por sienpre jamas salvo ende que me den el diezmo ansi de pan y del vino e de Las otras cosas que en el dicho logar se cogieren ronzo de los sus ganados que nasgeren en cada año en el dicho logar; e por les fazer nzm merced tengo por bien queplledan labrarporpan en los heredamientos e terminosde Santiago e d e s Clenzentee de las Pedroñeras e de las Mesas en los lugares que sean liego que no sean de señores señalados. Otrosi tengo por bien e mando que los sus ganados que pascan las yervas e beban las aguas en termino de Alarcun ansi co-ornolos ganados de aqz~ellosque moran en el dicho termi~o.Otrosy tengo por bien que no ayan almyde ninguno en el dicho lagar synon un honbre bueno .m vezino que porne yo e que reizbde los mis derechos dende. Otrosy lus pleytos que acaesgieren entrellos tengo por bien que los libren por el filero de las Leyes e que sean las algadas para ante mi e non para ante otro ninguno..." ( ARChGranaah, izb. 5 12, leg. 243 1, n"1) n"' 1335 don Juan concedía licencia a su despetlsero Diego Fernández de Cuenca para repoblar Miliaya con cincuenta pobladores, reteniendo para él y sus sucesores la j~isticiadellugar (D. Torrente Pérez, Documentos para la historia de San Clemente (Cuenca), vol. 1, Madrid, 1975, págs. 20-23) '' En 1337 don Juan Manuel le otorgaba lacarca puebla: "...entendiendoques mi.rervigioedelos qzlederni bernan y poblamiento de la mi tierra, tengo por vien hacerpz/ebla en el Lr~garque dicen del Alxiue que digen de la Gineta, ques entre la Roda y Albugete" (R. Carrilera Martínez, "Aportación documental ... ", págs. 88-89) a"' re tensión de don luan era asentar una comunidad aldeana iunto a la fortaleza a u e estaba labrando en aquella zona: "evos que pobledes efagades la pz~ebla{erra del mio castillo de Alnzenara"; para ello tuvo que privar a los aldeanos de la Fuente de Domingo Pérez de la exclusividad del uso de su término haciéndolo mancomún con la nueva puebla y obligó a los habitantes de otras aldeas vecinas -Aceñuela, San Miguel, Hontanaya y Almonacid- a venderles las tierras sin cultivar que poseyeran junto a la nueva aldea ( A H N , Nobleza, Osuna, leg. 2048, n" 2)
La actividad repobladora alcanzó, también, a aquellos lugares que fueron afectados por procesos de despoblación, ya fuera por causas bélicas o de otro tipo. El mejor ejemplo lo tenemos con las poblaciones de Tobarra y Albacete que fueron saqueadas en 1324 por una entrada de moros, iniciándose inmediatamente en ellas un proceso repoblador. En el caso de Tobarra la iniciativa partió de Sancho Jiménez de Lanclares a quién don Juan le había concedido la villa.77Y en Albacete todo el proceso fue dirigido por don Juan Manuel con la idea de potenciar la población y fijar un centro de poblamiento de mayor categoría, debido a su buena situación para el comercio; en 1325, don Juan trasladaba las ferias que se celebraban en Albacete hasta Chinchilla "...fasta que sepueble Aluacet ..." ,lo que no llegaría a producirse hasta bien entrada la década de 1330 debido a los problemas políticos y militares acaecido^.^' Mucho menos conocido es el proceso repoblador de Montealegre y Carcelén, concedidas a su hijo Sancho Manuel y repobladas a iniciativa suya.79 De Carcelén sabemos que, unos años después, estaba poblada en parte de mudéjares, seguramente venidos en tiempos de Sancho Manuel. Y, finalmente, es necesario señalar el impulso repoblador que dio a villas medianamente consolidadas, como Almansa, que asistió a fuertes inversiones en infraestructuras hidráulicas, una ampliación de sus regadíos, y exenciones para propiciar la instalación de nuevos vecinos. Tras la construcción de la ya comentada acequia de Alpera, don Juan otorgaba a "...quantos an venido y a poblar desde el dia de sant Johan de junio que agora passo fasta el dia de sant Miguel de setienbre primero que viene, et uernan a poblar en el dicho lugar defuera de la mi tierra desde dicho dia adelantefasta en quatro años.. ." exención de pecho, servicios, moneda y fonsadera durante ese plazo, ordenándoles edificar sus casas y sembrar viñas en los solares y tierras que los ~" concesiones de tierras se constatan en repartidores les ~ t o r g a r a n . Idénticas término de Chinchilla, en Belmonte, en la Alberca y otros lugares ya poblados, mientras que algunos como San Clemente, La Roda, La Gineta y Pedroñeras asistieron a la concesión y delimitación de sus términos frente a terceros para favorecer su repoblación, como queda patente en la carta de delimitación otorgada a La Roda "...porquela dicha aldea sepueble mejor".81En -
77
-
En 1325 Alfonso XI confirma los privilegios de Tobarra al comunicársele que "...losmoros corrieron elcanpo de Chinchilla que entraron por fuerfa al sn lt4gar de T o b a ~ ~que a , la qr4enzaron e leuaron dende todo quanto y fallaron ..." ( A . Pretel Marín, Don Jaan Manuel..., apénd. doc. 24) 7R A. Rubio Vela, o.c., ~ á ~ s . 4 0 8 - 4 0 9 . J. Torres Fonces, "El señorío de los Manuel en Montealegre, Congreso de Hirtoria de Albacete. vol. 11: Eddd Media, IEA, Albacete, 1984, págs. 81-92. " A. Pretel Marín, Don Juan Manuel ..., apénd. docs. 36 y 37. " Sobre estas concesiones: A. Pretel Marín, Don Juan Manuel..., apénd. doc. 15; D. Torrente Pérez, o.(., págs. 20-21; y A H N , Noblrza, Frías, caja 699, n04.
''
Mapa 11.- Pueblas y repoblaciones documentadas en el señorio de Villena en la época de don Juan Manuel.
alguna ocasión, como en el caso de las disputas surgidas entre Chinchilla y Tobarra en enero de 1334, el propio señor fue personalmente, acompañado de un séquito de sus caballeros, a señalar parte de los mojones con algún que otro gesto teatral, encargando de poner el resto a su hijo y adelantado Sancho Manuel. Otros muchos procesos repobladores se nos escapan porque fueron promovidos por los concejos del señorío a instancias de don Juan Manuel. Casi con toda seguridad, Villanueva de la Jara es fruto de esta política repobladora. Existen escuetas referencias a la aparición de nuevas alquerías y labores en término de Chinchilla -Víllora, Mercadillos, Atalayuela de Pozancos, Campillo de Matillas, Albaida, La Torre de Gil de Poveda, Higueruela, Alpera (con sendos pequeños castillos en las dos últimas)-; se constatan nuevas ermitas rurales en áreas, como las cercanías de Albacete, donde se documentan asimismo concesiones de tierras -Santa Ana de Argamasilla, San Pedro de Matilla, San Blas, etc.- y se conserva, por último, un memorial de don Juan Manuel en el que queda constancia documental de su obsesión repobladora; en 1344 escribe al concejo de Chinchilla afirmando lo siguiente: "...sabedes quanta vegadas fable conuusco que tenia por mio servigio e por vuestro pro que se poblasen los lugares do pudiese auer puebla e se labrasen las tierras que no eran labradas, e agora quando vin de Alpera a Chinchilla por la Figueruela falle que se podrian poblar muchos lugares do ay muy buenas aguas.. . ' l . Los problemas a la repoblación surgían del escaso interés de algunos terratenientes, herederos de anteriores repartimientos, en dedicar a cultivos sus tierras de pastos; e incluso contra ellos, legisló don Juan al obligarles a vender o arrendar sus propiedades en un año, so pena de expropiación, para favorecer su cultivo y repoblación.'* Pero nada conocemos de los resultados finales, ya que la muerte del señor y los terribles años centrales del siglo hicieron fracasar muchas de estas nuevas y frágiles pueblas.
2.3.- Los proyectos de mejora de la raza ovina y de promoción de la industria textil. Si el fomento de obras hidráulicas y la reactivación del poblamiento propiciaron la expansión agrícola, también contribuyeron a aumentar la Entre 1332 y 1346 se doc~imenrannuevos reparcimientos en tierras de Chinchilla, realizados a menudo, de orden de don Juan Manuel, por algunos patricios chinchillanos que solían desempeñar cargos municipales, algunos de los cuales llegarán a tener también importantes propiedades (por ejemplo, parece que don García de Pedro Madrona tuvo heredades en Higlieruela) . En ocasiones, estos nuevos repartirnientos incluyeron tierras ya repartidas anteriormente, a fines del siglo XIII, pero que seguían abandonadas o improductivas. A. Pretel Marín, Chinchillcr n~ediryal,págs. 66-67 y 5 15-5 i6.
cabaña ganadera del señorío, que contaba con buenas superficies de pastos y las aguas suficientes para ello. Noticias indirectas nos confirman esta realidad; por un lado, las concordias de comunidad de pastos y aguas que se establecen entre algunas villass3 y, por otro, la minuciosidad que se observa en la fijación y mantenimiento de los abrevaderos para el ganado al compás que progresa la superficie agrícola. Las comunidades de pastos contribuyeron a asegurar a las cabañas de los grandes ganaderos de Chinchilla y Alarcón la utilización de pastizales ajenos, ya que los espacios ganaderos se estructuraron a partir de las delimitaciones concejiles; y, también, contribuyeron a consolidar el poblamiento aldeano frente a la potencia ganadera de las grandes villas, como observamos en la repoblación del Provencio, cuando se le otorga comunidad con toda la Tierra de Alarcón. De hecho, las numerosas repoblaciones obligaron a una ordenación del espacio ganadero que conjugara los intereses de las comunidades campesinas (dehesa boyal y términos acotados para uso de la aldea) con los de las villas donde éstas se establecían, de acuerdo con unos cuadros normativos que no fueron exclusivos del señorío y que se heredaron de la centuria anterior. Es lo que se observa en la organización de la puebla de Cañada Negrita, situada una legua al norte del Castillo de Garcímuñoz, donde se fijaron cuatro lugares para abrevaderos de los ganados del Castillo en los límites del territorio concedido a la nueva población, se establecieron las cañadas para el paso de ganado y se delimitó la dehesa de la nueva aldea, a fin de preservar los derechos de unos y otros.84 Durante esta primera mitad del siglo XIV se consolidan dos grandes territorios ganaderos: la Tierra de Alarcón, que mantiene comunidad de pastos con Iniesta; y la Tierra de Chinchilla, que estructura otro sistema de comunidad con las villas de su entorno. Uno y otro se corresponden con las poblaciones asentadas en el obispado de Cuenca y en el de Cartagena. Sin embargo, estas comunidades no frenaron la existencia de tributos por el uso ganadero del suelo. En Tierra de Alarcón, todos los vecinos de las aldeas pagaban una borra anual al concejo de Alarcón por cada cabaña de ganado que mantenían.'> En las villas del obispado de Cartagena, el uso de pastos ajenos obligaba, también, al pago de algunas borras para los concejos 83 En 1341 establecieron comunidad de pastos y aguas los concejos de Caudete y Almansa por la que se anularon aqui que la algunos tributos que pagaban los de Caudete en Almansa ('...la bowa de la siwra que soliaak~pagar~sta non paguedes daqui udeLante e vos los ak Almansa que la non paguds en el temzino de ALcaud.~te", aunque se mantuvieron las borras de la acequia de Alpera (A.Prete1Marín, Almansa ...,págs. 196-199). Entre Jorquera y Chincl-iillase había establecido sólo comunidad de aguas en torno a 1316. A H N , Nobleza, Frías, caja 704, no 35. El privilegio había sido concedido a los caballeros de Alarcón en el siglo XIII y así lo recordaba el concejo en los pleitos que mantuvo, por este motivo, en los siglos XV y XVI ; debían de pagar de cada hato una borra si llegaba a cien cabezas y se mantenían juntas durante nueve días (ARChGranada, cab. 5 12, leg. 2358, n" 4)
respectivos; así, en 1336, don Juan Manuel concedía a los caballeros de Chinchilla las borras de su término, mientras que, en 1338, fijaba las borras por la utilización de la acequia de Alpera. De forma paralela quedó organizado el paso de ganados forasteros al interior del señorío y su utilización como ruta de paso de cabañas trashumantes. El montazgo fue el tributo que gravó esta circulación de ganados, compartido por el señor con el cabildo de la Iglesia de Cuenca; además de una borra y una asadura que percibía cada concejo y alcaide, respectivamente, en las demarcaciones concejiles que el ganado a t r a v e ~ a b aN . ~o~obstante, las exenciones de pago de estas borras y asaduras fueron múltiples y dependían de los privilegios reales obtenidos por otros concejos; en 1320 don Juan Manuel recordaba a los concejos de Hellín y Tobarra que no podían cobrarlas a los ganados de Murcia por ser francos. Y, por contra, los ganados del convento de monjas establecido por don Juan Manuel en La Alberca eran francos en toda Castilla por privilegio de Alfonso XI otorgado en 1336.87 Con todo, el aspecto más interesante es la promoción y mejora de la raza ovina que se lleva a cabo en el señorío por decisión de don Juan Manuel, estimulado sin duda por los mayores ingresos que recibía sobre la producción interior de lana que sobre el tráfico ganadero. El proyecto señorial pasaba por una progresiva sustitución de la raza autóctona por la merina, al prohibir mantener machos "borderencos"y obligar a sus vasallos a tener únicamente moruecos de raza merina, en un proceso que debió de ser muy novedoso para la época. N o se conocen más detalles de este proyecto, si no es su difícil cumplimiento por los ganaderos chinchillanos en 1344; pero se completa excelentemente con lo realizado por don Juan en otros señoríos suyos como Peñafiel en las mismas fechas, cuando insta al concejo para ver "en qual manera podrd auer oueias merinas para fazer paños et apremien a los que an obeias por que lo unp plan".^^ Sobre las percibidas por el concejo y alcaide de Alarcóii: A H N , Nobleza, Frías, caja 186, vol. 75, fol. 498. Sobre las de Cliincl-iilla, A. Precel, Chinchilla medieval ... págs. 73, 123, 180, 195, 324, 337 y 352. '' Sobre Murcia, A. Pretel Marín, Don Juan Manuel..., apénd. doc. 22. Para La Alberca: A H N , Consejos, leg. 24160. 1"' ordenamiento chinchillano afirma "..e porque me dixeron qzte dexuuades muruecos de los borregos que son borderencos e por esto confondiense Las ovejas tras rnwinus, por ende tengo por bien e mundo que ninguno non tenga en .rn ganado otro murueco sinon de los finos" (A. Pretel Marín, Chinchilla medieval, pág. 5 15 y DonJuan Manuel ..., pág. 120) Sobre la gran novedad que este proceso representa, consúltese a J. Torres Fontes, " Notas para la historia de laganadería murciana en la Edad Media", Misceláneu MedievalMurciana, vol. XII (Murcia, 1985) págs. 152156. El ordenamiento de Peñafiel ha sido editado por R.P. Kinkade, Ordenanzientosdados u la villa de Peñafiel, Hispanic Seminary of Medieval Studies, Madison, 1996.
En la base del proyecto se encontraba el interés señorial por promocionar la fabricación de paños, para lo que necesitaba estimular la producción interior de lana de calidad a la vez que mantenía su monopolio sobre los batanes. Ciertamente, el señorío era transitado por cabañas trashumantes pero la política señorial se centró en producir la materia prima con los ganados estantes a partir de la mejora en la calidad de la nueva lana, como así lo comunicaba a los chinchillanos: "...bien subedes quun gran pro es que se fagun los pannos en la nzi tierra, e esto non se puede fuzer sin uver ganado de puraje ...". El éxito de esta empresa señorial estaba ligado a los batanes construidos por el señor en la ya conocida acequia de Alpera, cuyo monopolio se había reservado, de forma que entre las villas de Almansa y Chinchilla se desarrolló una abundante actividad manufacturera que, mediado el siglo, ya conseguía exportar sus productos al exterior del señorío. Para su consolidación, don Juan Manuel concedió exención de diezmos a la exportación de paños, aplicó algunas medidas proteccionistas frente a las importaciones y reglamentó el uso de la bolla que garantizaba su origen. Todo este interesante complejo protoindustrial fue directamente dirigido por don Juan Manuel como una estrategia más en el desarrollo económico del señorío y en la obtención de beneficios personales y, sobre ello, nos quedan algunos mandatos suyos al concejo de Chinchilla "...luego que mande fazer lospannos en Almansa ..." de utilizar solo "los mios molinos".89 El éxito de toda esta política de reactivación económica se manifestó, también, en el desarrollo de las ferias, sobre todo las de Albacete, decaídas desde que aquella aldea fuera saqueada en 1324, y que renacen vigorosamente en esta década de 1340 de manera simultánea a todos los procesos que hemos descrito. La excelente posición del enclave en las rutas entre Aragón y Castilla, la construcción de las acequias de Balazote y de Alpera y el desarrollo de la manufactura textil chinchillana fueron las nuevas bases sobre las que reposó su resurgimiento y que permitirían a esta pequeña aldea mantener el nivel de crecimiento demográfico más alto de todo el señorío durante las décadas siguientes.
3.- LA ORGANIZACIÓN INTERNA DEL SEÑORÍO. Con todos estos proyectos señoriales, se constituyeron dos áreas de expansión económica; una estaba asentada en el eje Albacete-ChinchillaAlmansa mientras la otra se centraba en tierra de Alarcón, en su sector A. Pretel Marín, Chinchilla medieval, pág.5 1 5
septentrional. Ambas eran complementarias y se vertebraban en torno al auge ganadero, bien para promocionar la manufactura textil como fue el caso de los territorios chinchillanos y almanseños, bien para propiciar los curtidos, como ocurrió en Castillo de Garcimuñoz y Alarcón. No obstante, en este último sector, las prerrogativas del señor estuvieron limitadas por los privilegios obtenidos por Alatcón durante su etapa realenga y sólo una lenta pero decidida acción de don Juan Manuel consiguió homogeneizar todo el territorio progresivamente.
3.1.- Propiedades y rentas señoriales. Es complicado aproximarse a la estructura de la hacienda señorial debido a la parquedad de las fuentes documentales para la primera mitad del siglo XIV y al peligro que supone aplicar a este período algunos de los datos conocidos para épocas posteriores, ya que, en materia fiscal, el señorío experimentó muchas variaciones durante el siglo XV. Por lo general, las bases de la hacienda señorial para esta primera mitad del siglo XIV fueron heredadas de la centuria anterior y descansan en la fiscalidad sobre el territorio y sus habitantes y en las propiedades reservadas por la familia Manuel como patrimonio personal. La auténtica innovación de don Juan Manuel fue unificar toda la estructura fiscal del señorío, hasta entonces dividido jurisdiccionalmente; aunque no pudo evitar tener que compartir algunas de sus rentas con otros poderes feudales que se habían implantado en la zona con anterioridad a él: las Iglesias de Cuenca y de Cartagena percibirán una parte del r n o n t a ~ g o 'mientras ~ que la Orden de Santiago se benefició de la mitad de los portazgos de la Tierra de Alarcón. Además, el aumento de los ingresos señoriales descansó sobre el crecimiento demográfico y el desarrollo económico, en un contexto muy distinto al de la segunda mitad del siglo XIV cuando el alza de los ingresos señoriales irá unida al aumento de la fiscalidad sobre los habitantes del señorío. El territorio mantiene una estructura fiscal sólida frente a jurisdicciones externas, que recoge algunos elementos típicos de cualquier señorío castellano y otros propios de la fiscalidad real delegada en la familia Manuel, lo que ha contribuido a conferirle la apariencia de "pequeño estado" entre los reinos de Castilla y Aragón. De hecho, don Juan Manuel pretendió "' Los datos sobre esta participación son ya tardíos: en 1415, el cabildo de la Iglesia de Cuenca arrendaba el derecho que le pertenecía de los ganados que entraban a herbajar en "tierrade Abrcon esus tres quudrillus con Ynie.rtul',posiblemente un diezmo del montazgo (SNM, Archivo Catedral de Cuenca, rollo 14276) Sobre la organización de estas cuadrillas: J.M. Sáncliez Benito, Cuenca-Hz~ete,pág. 21 3.
conseguir de Alfonso XI, y de los reyes aragoneses Jaime 11, Alfonso IV y Pedro IV, el privilegio real de acuñar moneda en sus señoríos, a lo que hubo de renunciar en sus villas aragonesas, aunque llegara a falsificarla en tierra de Alarcón durante un breve p e r í ~ d o . Sin ~ ' embargo, fueron la percepción del almojarifazgo y el control de las aduanas entre Castilla y Aragón los elementos que mejor contribuyeron a configurar esta imagen; a los que se unió el cobro del montazgo de los ganados que llegaban del exterior y el control de los portazgos. Con estos tributos, el señorío se encontró plenamente caracterizado frente a jurisdicciones vecinas, aunque otros poderes feudales se mantuvieran insertados en esta estructura fiscal durante el siglo XIII. En esta línea de homologación fiscal del conjunto del señorío tuvo especial importancia el ejercicio de la justicia y la recaudación de las penas por delitos e infracciones, lo que afianzó la autoridad señorial por todo el territorio. Don Juan Manuel se desprendió de algunas de estas rentas en apoyo de los procesos repobladores que estaba implantando, pero se reservó siempre el ejercicio de la jurisdicción en segunda instancia incluso en aquellas poblaciones que concediera a algún vasallo, como tendremos oportunidad de comentar. Según su pensamiento político, este tipo de rentas, aunque fueran justas, no debían de servir para el enriquecimiento del linaje por tener su origen en actos delictivos, como lo expresa en El Libro Infinido: "losdineros que los sennores han de callonnas o de alganosfechos de fuerps o de alguna manera que non sean derechamenteganados, non deuen dellosfazer tesoro, mas deuenlos poner en fazer eglesias et monesterios o puentes o, u lo menos, los muros de las fortalezas, de las villas o de los lugares", lo que así hizo con casi todas ellas.92 Según este pensamiento político, la renta más justa era la procedente de la producción agropecuaria, por lo que la percepción del diezmo fue la base de toda la hacienda señorial, gravando a la producción agraria y a la circulación comercial, aunque numerosas poblaciones se hallaron exentas del diezmo sobre los productos manufacturados que comercializaban. En este sentido, la hacienda señorial compartía los diezmos con las Iglesias de Cuenca y de Cartagena a partir de procesos generados y consolidados y'
Así lo cuenta la Crónica de Alfonso X: "...enviolepedirqr4e el reyfeciese la .(u tierra ducado, et quefuese esenta de todo tributo real, et quepodiese labrar moneda en ella cada que quisiese qual señal el quisiese afirmando también labrar aquellos coronados en un su lugar que dezian el que "en este tienpo donJoanj5jo del infante don i2.lanuel~1zando Cañnvate' (Crónica de Alfonso XI, págs. 233 y 241. En 1334, don Juan Manuel reconocía que Alfonso IV de Aragón le había hecho príncipe de Villena y "nzaguervos esta gracia mefiziestes que yo ni ninguno de los que de mi vingan nonfagamos nin mandemos nin podamosfazw ninguna moneda en la dicha nuestra tierra del vuestro senyorio" (A. Giménez Soler, Don Juan Afanuel, págs. 604-605. '' Don Juan Manuel, Obras conzpletas, pág. 175. ...ll,
durante la centuria anterior.93 Además, los caballeros de Alarcón mantuvieron como privilegio - real que los arrendamientos de los diezmos de obispo y cabildo de Cuenca se realizaran en su Tierra, con la indudable ventaja que esto supuso para ellos; mientras que en el territorio del obispado de Cartagena la percepción decimal se le escapaba, en la mayor parte de las villas, repartida entre el obispo y cabildo de Cartagena, las fábricas y los beneficiados de cada parroquia. N o es casual, por ello, que en las pueblas realizadas se impusiera como tributo un nuevo diezmo, después de recaudado el eclesiástico, que viniera a aumentar los ingresos señoriales, como ya observamos, por ejemplo, en la Puebla de Almenara. Junto al diezmo, los monopolios señoriales constituyeron la otra fuente de ingresos más importante. Durante el siglo XIII, la Orden de Santiago, había obtenido por privilegio real la propiedad de los principales molinos que existían en el Júcar junto a Alarcón y, en esta zona, el concejo de Alarcón mantuvo sus privilegios para la concesión de licencias. N o obstante, una hábil política de compras y de construcción de nuevos molinos permitió a don Juan Manuel llegar a poseer un buen número de ellos en algunos pueblos del sector conquense.'* Al sur, el monopolio señorial procedía de la época del infante don Manuel y, además, la promoción de nuevos regadíos y la realización de grandes acequias propició la construcción de nuevos molinos y batanes. Estos se reservaron como propiedades señoriales y, como ya observamos, fueron la base de la expansión de la manufactura textil en la comarca de Chinchilla-Almansa. En algunas poblaciones como Chinchilla, el señor permitió la construcción de molinos de viento y accedió a que fueran propiedad de sus c o n ~ t r u c t o r e spero, ; ~ ~ por contra, se reservó el monopolio de los más rentables, localizados en el nuevo eje económico que estaba promocionando desde Albacete a Almansa a partir de los trasvases de agua realizados, o de la corriente del J ú ~ a r ~ Mientras ~. tanto, el norte del señorío también asistía al desarrollo de cierta actividad manufacturera a partir de la 93 Se conservan dos cartas de don Juan Manuel, otorgadas en Navalón, a 5 de octubre de 1312 y en Montalbanejo a 20 de abril de 1316 , en las que ordena a los cogedores del diezmo que den al obispo y canónigos de Cuenca cinco mil maravedís del fruto que él tuvo en años anteriores (SNM, Archivo Catedral de Cuenca, rollo 1421 1). En un memorial del cabildo de Cuenca a Pedro 1, sin fecha, los canónigos se quejan de que "loslugares del Congosto y del Provengioíjreron poblados poco tienpo ha e don Ferrando, fijo de donJohan hlanz~el, que Diosperdone, tonzo.re los n'ieznzos de los dichos lugares' solicitando al rey que ordene les pague el tercio que a ellos les pertenece (SNM, Archivo Catedral de Cuenca, rollo 14235) 94 En 1347 poseía "losmolinos que yohe en la casa {erra a'el Picazo en el rio &Jz~car.... e otrosi los »zis nzolinos de la villa a'e Alarcon quefueson de Lope Diaz a'e Montoya.... Otrosi los tnolinos quefueson de Pero Fmán~lez&Jucar ... e los molinos de Gascas, e el molino a viento de Belnzonte" concedidos todos aquel año a las monjas de Cihentes (F. Layna, Histmia de Cifuentes, Guadalajara, 2" ed. 1979, pág. 292) En 1330 dio licencia a Chinchilla para ello (A. Pretel Marín, Don J ~ u nManzd.., doc. 25) En Belmonte se utilizaban los molinos de viento para extraer agua de los pozos (.J. Zarco, o.c., págs. 178-185) 96 Hasta 1347 poseía un batán en Cubas y mantenía el monopolio de las tintorerías de Almansa, concedido todo aquel año a lac monjas de Cifuentes (F. Layna, o.c, pág. 292)
"
producción de cueros; sobre ella, el señor se reservó la propiedad de las tenerías de Alarcón y Castillo de Garcimuñoz e impuso gravámenes a la circulación y comercialización de los m i ~ m o s . ~El ' monopolio sobre los hornos completa este panorama que, por otra parte, es común a muchos otros señoríos castellanos en estos temas9'. Se documentan toda otra serie de rentas de las que el señor se fue desprendiendo para fomentar la repoblación del señorío. Eran, por lo general, tributos de tipo antiguo que fueron eliminados -caso de la martiniega- o remodelados -caso de los yantares- y, aunque en muchas poblaciones existía franqueza de servicios y pedidos, todo indica que éstos siguieron aplicándose sobre el señorío periódicamente, al menos por parte de los señores posteriores. Otros tributos menores no dejan de ser interesantes, como la obligación de suministrar leña al castillo de Alarcón por parte de las aldeas asentadas en su Tierra y de contribuir a velar esta fortaleza;99 o la asadura percibida por todos los alcaides del señorío en representación de la jurisdicción territorial reservada a cada fortaleza. Pero existe sobre ellos escasa documentación para este período y serán mejor objeto de análisis en épocas posteriores. Finalmente, es necesario recordar que todo el proceso de expansión económica que afecta al señorío genera la aparición de grandes propiedades para la familia Manuel, fundamentalmente, tierras y aguas, aunque parece que don Juan fue desprendiéndose de la mayoría de ellas para estimular el crecimiento demográfico y la labra de fortalezas. Así ocurrió con las aguas de Balazote y Alpera; y, también, con las grandes superficies de tierras cultivables que don Juan Manuel se reservó en Almansa, donde, en 1346, concedía al concejo "todd la tierru de riego que yo he en Almunsu y en su termino que se riega et se rego con el uguu que viene por el acequia de Alpera u Almunsa", reteniendo su parte de las penas de la acequia para las obras de los castillos " Conocemos estos hechos porque sus rentas sirvieron,a su muerte, para dotar dos capellanías. La dotación fue realizada por Fernando Manuel el 3 1 de diciembre de 1348 y en ella se reproduce la normativa fiscal que afectaba a esta actividad por entonces: "...que qzalquier que labrare cordouan en qz~alquierlogar de los sobredichos que pague ... de cada dozena vn nzavauedí, e de cada dozena de badanas nzedio nzarauedí, e de cadt cclero medio marauedi. Otrosi, mando que qualquiera que leuare coranbre de fuera de tiwra de Alarcón a pelo de qualquier de la sobredicha que pague.. . su d d o della tanto como si la curtiese. Otrosi rizando que luego que la coranbrefuere adobada qaepaguen luego aquellos cr*yafuere a los dichos capellanes o a sus recabdadores el su derecho ante que se retaje nin se venda nin la lieuen j~eraparte, asy los que la labraren como los que la retajaren e la sacaren..., E otrosi, mando que ninguno non sea osado de leuar coranbre al pelo de fuera de tierra de tierra de Alarcon saluo pagando primero su derecho..." (AHN, Nobleza, Frías, caja 706, nol) Con las rentas de sus hornos de Chinchilla dotará cuatro capellanías: una en San Ginés de la Jara, otra en la catedral de Murcia y dos en Santa María de Cartagena. Quinientos maravedíes para cada una de ellas (A. Giménez Soler, Don Juan Manuel, pág. 697 y SS.) Estas obligaciones ~ e r d u r a b a ntodavía en el siglo XV (ARChGranada, cab. 509, leg. 1755, n02)
"
de Almansa y de Alpera, y exceptuando ochenta tahúllas que dona al alcaide, Diego F10res.l~)~ Aunque no bien documentados, procesos semejantes de acumulación patrimonial se vislumbran en otras zonas del señorío como Alarcón y las cercanías de Albacete, donde surgen algunas fundaciones religiosas sustentadas con donacioiies señoriales de este tipo.
3.2.- El mantenimiento de la corte señorial y de la nobleza vasdática. La continuada política de aumento de las rentas permitió a don Juan Manuel mantener un nutrido grupo de nobles vasallos que, al fin, era uno de los objetivos irrenunciables de cualquier señor feudal y una de los objetivos más interesantes que perseguía al propiciar el desarrollo económico de sus señoríos. En este caso, además, don Juan Manuel es un intelectual de la sociedad feudal y un excelente teórico, lo que contribuye a que, con frecuencia, su praxis esté sostenida en la reflexión ideológica y descanse en el principio de conseguir la ansiada armonía de la sociedad feudal ideal. En el Libro Infinido presenta claramente algunas de estas reflexiones al afirmar que "...por las rendas se acrescientan los averes, etpor el aver se mantienen los sennores et lasfortalezas et los amigos et los vasallos",para continuar expresando que "la mejor cosa que el sennor en el mundo puede auer es los buenos vas al lo^"."'^ Partiendo del convencimiento de que la categoría de su linaje sólo es superada por la de los reyes, su casa señorial se organiza al estilo de una pequeña corte real, de igual manera que intentará gobernar sus territorios como un pequeño Estado. De esta forma, en torno al señor documentamos un nutrido grupo de familias nobiliarias ligadas a él por vínculos de fidelidad y de vasallaje, que asisten al señor en el gobierno de sus señoríos y que reciben, a cambio, protección y bienes para su mantenimiento, bien en forma de rentas fijas o de concesión de pequeños señoríos. En los consejos que da a su hijo Fernando en El Libro Infinido valora a sus vasallos globalmente afirmando que "... muy pocos ha en el mundo por qui canbease ninguno dellos" ordenándole que "nunca les menguedes de lus onras et de los estados, nin de los offios, nin de quier que de mi tengan. Ca yo vos prometo que por tantus prueuas son passados, que les yo tengo por buenos et por leales, que l o son sin dubda ninguna". La representación podríamos iniciarla con la imagen idílica que don Juan nos proporciona en su Libro de la Caza'02 junto a una de las típicas 'O0 A cambio les solicita tres mil maravedíes para labrar la fortaleza (A. Pretel Marín, Almansa medimal..., pág. 203) 'O1 Don Juan Manuel, Obras completas, vol. 1, págs. 166 y 174. 'O2 Ibídem, pág. 588.
.
lagunas existentes en la tierra de Alarcón "und k que uinoy en veranopara cagar los gallarones, et erun con el don lohan, fijo de don Alfonso, et Iohan Rodrigues de Villalovose t Iohan Velez de Vegara et muchos otros cuualleros e t escuderos, et ucaesgio que este dia, andando por la laguna en uarcos lu gente.. . ." . Pero nos interesa más detenernos en la realidad de los vínculos vasalláticos que les ligaban al señor y en la base económica que los fortalecía. Analicemos algunos de los escasos ejemplos conocidos. N o es novedoso el mantenimiento económico de los vasallos por parte de la aristocracia castellana a través de juros, situados y quitaciones en las rentas del cabeza de linaje; pero mucho más interesante es la actuación de don Juan Manuel al dotar a sus mejores vasallos con pequeños señoríos desgajados de su propio patrimonio al estilo de lo realizado por cualquier monarca europeo. De este modo, asistimos al fraccionamiento territorial del señorío de Villena en beneficio de algunos nobles, sobre la base de las relaciones vasalláticas establecidas con don Juan. Uno de los casos mejor conocidos es el Sancho Jiménez de Lanclares, "miomerino et mio adelantado en lo que yo he en el regno de Murgia", que recibe como señorío la villa de Tobarra con anterioridad a 1325, comprada luego por don Juan a su muerte. Este modelo se repite con Diego Hernández de Cuenca, despensero de doña Blanca, que recibiría Minaya en 1330 y licencia para repoblarla en 1335, siendo heredado este señorío por sus hijos; y con su chanciller Alfonso Pérez que recibió el señorío de Librilla en tierras murcianas, que repoblaba en 1327.1°3 Todo parece indicar que el modelo preferido por don Juan Manuel al otorgar estos señoríos fue la reserva de la justicia señorial, de manera que quedaron vinculados a la familia Manuel y subordinados a ella; sin embargo, la propiedad de la tierra quedó en manos de sus nuevos señores, lo que les permitió percibir rentas enfitéuticas sobre ella, que fueron la base de sus respectivas haciendas familiares. También con su hijo natural Sancho Manuel siguió este procedimiento, dotándole con los señoríos de Carcelén y Montealegre, aunque los escasos datos que poseemos para mediados del siglo XIV indican que, tal vez, le fuera concedida la jurisdicción plena sobre ellos. A ambos lugares se les asignó una legua de tierra alrededor como término, iniciándose procesos repobladores que consolidaron sus poblaciones. Los herederos de Sancho Manuel mantendrán su derecho sobre estos señoríos, con muchos problemas, durante todo el resto del siglo XIV.lo4 También, en 1322, se 'O3 A. Franco Silva, El mavquesado de los Vélez (siglos XIV-nzediados del XVI), Academia Alfonso X, Murcia, 1995, págs. 189-194. lo* AHP Albacete, Municipios, libro 209 y AHN, Consejos, leg. 37841, n" 667 1. Sobre estos señoríos: Juan Torres Fontes, "El señorío de los Manuel en Montealegre", págs. 81-92.
documenta a la infanta doña Constanza, esposa de don Juan Manuel, como señora del Castillo de Garcimuñoz, cuando su hermano, el arzobispo toledano don Juan, concede exención de portazgo a sus vecinos en todo el arzobispado. Y luego, la hija, Constanza, recibiría también el señorío, siquiera temporal, en calidad de dote de sus matrimonios, de alguna villa, como Cifuentes, a la que en 1325 confirmaba sus privilegios.lo5 La participación de los vasallos en el gobierno y administración del señorío les permitió, también, la acumulación de propiedades que constituyeron la base de excelentes patrimonios agrarios. Fue el caso de Lope García de Villodre, alguacil mayor de don Juan Manuel, que representaría al concejo de Alarcón en la concesión de término a Minaya, cerca de la cual mantenía una alquería y dehesa ya en tierra de Alcaraz. Y, también, el más conocido del chanciller Alfonso Pérez que, además de obtener el señorío de Librilla, formó una rica hacienda agraria en La Alberca, que fue, luego, la base del establecimiento sobre aquella zona de un señorío a favor de la Orden de los Predicadores, tan queridos por don Juan Manuel; el proceso se inició en 1335 cuando Alfonso Pérez dejó por testamento "...la mi casa del Aluerca con casas e viñas e tierras e huertas labradas epor labrar e con cubas e tynas e quanto yo he e deuo auer en el Alzlerca e en su termino e en termino del Amarguiello, aldeas de Alarcon, para que se faga y vn monasterio de dueñas de l i Ordea de Sancto Domingo de Caleruega, que sean encerradas asy commo lo son las dueñas del monasterio de Maydrit.. .. e mando a mi señor don Iohan que el quefuga conplir este mi testamentopor quanta crianza el mifizo epor algun ger~igioque le yo fiz" .'O6 Don Juan Manuel aprovechó los deseos de su vasallo para fundar el convento de San Ildefonso de la Alberca "segunson las dueñas de Maydrit e que traygan asy velos prietos ante los rostros como los traen las de Maydrit", concediéndoles la totalidad de las rentas y tributos que en su término le pertenecían tanto a él como al concejo de Alarcón, a excepción del ejercicio de la justicia. Según cálculos posteriores, las tierras concedidas por don Juan Manuel al nuevo . monasterio comprendían unos seis mil almudes, con la particularidad, además, de que al dotarlas con la totalidad de los tributos señoriales y concejiles de su término les permitía, de hecho, ejercer como señoras de la población, como así ocurrió a partir del siglo XV y se aprecia en los sucesivos pleitos que el concejo de La Alberca mantuvo con la comunidad de monjas lo' El privilegio de exención de portazgo fue concedido por el arzobispo el 1 6 de mayo de 1322 y será confirmada por su sucesor don Xirneno, en Alcalá de Henares, el 1 6 de octubre de 1329 (BN, Mss. 13124, fol. 54 y F, Layna Serrano, Historia de Cif&entes,Guadalajara, 1979, pág. 65). 'O6 Además, les concedía "dozientasoueias de las mias e ge las entreguen laego, e nzandoles quinze lechos de ropa con coserlrds e almadrazes e colcbas de lino e samanas, et mando que conpren uestimientaa para los capellanes que cantaren ally e dos calezes deplata de dos nzarcos cada uno". Estas cláusulas testamentarias fueron leídas ante don Juan Manuel el 21 de enero de 1325 en las casas de la Alberca (AHN, Consejos, !eg. 24160)
para recuperar algunos de sus derechos."" U n caso similar ocurrió con el convento de San Blas de Cifuentes, cuya comunidad de monjas recibió de don Juan Manuel, en 1347, los lugares de Cañada Negrita y Talayuelas, además de una finca cerealera en La Losa, junto a Alarcón, varios molinos en el Júcar y en Belmonte, las tintorerías de Almansa y el batán de Cubas. En la segunda mitad del siglo XIV las monjas mantenían todavía la propiedad de Cañada Negrita pero, al parecer, se fueron desprendiendo del resto de propiedades por otras más cercanas a Cifuentes, por lo que desconocemos prácticamente su evolución posterior.lo8 En este sentido, debemos de suponer que la fundación de otros conventos por parte de don Juan Manuel en el señorío pudo reproducir este proceso de concesión de tierras y de rentas, con la formación de pequeños señoríos territoriales o de pseudo-señoríos, aunque no todos consiguieran concesiones igual de importantes. En 1326, don Juan y doña Constanza fundaban el monasterio de San Agustín en Castillo de Garcimuñoz "...e damos pura fager el dicho monesterio vn solar que conpramos de uquellos cuyo eru, y lo al que es nuestro.. . e el dicho solar es a la puerta que dizen de Cuenca,por aquellos mojones que yo donJohun pus por mi mano... e que se non faga en el dicho nzonesterio fortalep de que pueda venir daño a la villa ni enburgo ninguno ni ul nuestro alcagar... ", concediéndole como propiedades 'l...e l nuestro heredamiento que nos u Terreros usi como va riuera de Xucur entrel calce y el rio, auemos desde ~ i r d f a t en en que puedan labrar y fager huertas y vzolinos en el calce..... Otrosi damos Para ayuda de la labor del dicho monesterio de aqui a diez años mil muruvedíés cada año en las rendas de aqui del Castiello...".lo9 Desconocemos, por otro lado, el proceso de fundación del convento dominico de San Juan de Chinchilla, que también se debe a don Juan Manuel .
"" La escritura de fundación del convento fue concedida por don Juan Manuel " ...conosi.iendo estas dos cosas: la priniera por non ser descongido a nz~eitwseñor Dios ~tzasi.onofiendole quuntos bienes nie fizo syn ninguno nzio mereslimiento tengo quefuria nzi pro e aun a guisado si de quunto me el dio mas de lo que yo ~izerescodiese algu~zapartezilla en su serr~iciopor el su amor, ca cierto es que todo l o al es como perdidc sy non lo que onre faze o da en su vida por aiiior de Dios, e otrosy porque yo se que tantosyerros e tantospecados he yofecho efugo de cada dia que avia muy gran menester algc~na agua linpia e muy clarapasa laz~nre linpiar las manzillas de los nzios pecados. La otorga en Santa María del Campo el 22 de enero de 1325 'otrodia siguiente que yo el dicho don lohan mismo entreguepor mipersonal?/zentelas dichas ca~.a.i e todo lo al pava el dicho monasterio" ( A H N , Consejos, leg. 24160). '" La donación se realizó en Cifuentes el 20 de junio (F. Layna, Historia de Cifjlentes, Guadalajara, 2a ed. 1979, págs. 73 y 291-293) 'O9 La concesión la hacían a frey Pascua1 de Atienza, prior de Toledo, y a frey Martín. Además, se especifica que "... entre el dicho monesterio y el muro de la villa finque vnu calle por do puedan andar a par tves onzes a iar4allo..." Todo ello para "rogara Dios por las alnras del vey don Sancho que rrio u mi don Johan, el .tobredirho, y del rey don Fernando que nze heredo. y del infante don Manuel, niio padre, e de la condesa doña Beatriz, nzi madre, y de la reyna d o h Blanca, madre de mi la dicha infanta, y por la vida y bien estado del rey don AlfUnso, nuestro señor y de la reyna do% Constanla, su muger, nuestra fija. e del rey de Aragon, padre de mi la dicha infanta...". La escritura se otorgó en el Castillo, a once de mayo de 1326 (RAH, Salazar y castro, M-8, fols. 10-10v). .l.
Mapa 12.- Señorios en el territorio del señorío de Villena en la primera mitad del siglo XIV
1.-Cañudü Negrita del convenio de San &LIS de Cifiienrcs 2.- 1ü Alherci. del convento de San Ildelotiso de la A l t x r w 3.-hiliii:lqa, de Diego HcrnBnder. de Cueii~x 1.-CwcelCn v Monaaleere de Sarichu Maiiuel 5.- 'Cobarn. de Selicho .limi.nrz de Iun~.lortts. 6.- Onlur y Albaurna, de la familia C;ilvillo, de .M, ., -*.-..¡-:, 7.- Caiideie. de la familia l.¡&, de Villena
Sc sePrilan Omur. Altwtana y Caudete por perienecer a \-a:ilI<~ dc los Manuel. aunque no pewnicen al señorio de Villcna
Dentro del señorío existieron otros pequeños señoríos nobiliarios cuyo origen se remonta al siglo XIII pero cuyos titulares se incorporaron a la lista de vasallos de don Juan Manuel. El señorío de Caudete, separado de las posesiones manuelinas y próximo a Villena, en poder de la familia Jufre de Lisón, moradores en Villena, cuyo titular Garcí Jufre se documenta como vasallo de don Juan en numerosas escrituras y es denominado como "privado" en alguna de ellas. E idéntico caso es el de los señoríos de Ontur y Albatana en manos de la familia Calvillo, nobles murcianos residentes en Murcia y vasallos de don Juan. Muy distinto parece ser el caso de los caballeros de Alarcón, cuyas relaciones con don Juan Manuel se documentan frías y distantes durante toda su vida. Ante la imposibilidad de obtener señoríos, estas familias acaparan grandes propiedades bajo la protección que les otorga su participación en el concejo, pero no consiguen extender sobre ellas ningún derecho jurisdiccional ni de percepción de rentas señoriales, aunque algunos historiadores y apologistas de estos linajes nos han intentado demostrar lo contrario. Fue el caso de la familia Ruiz de Alarcón, que, tras haber conseguido algunas grandes fincas próximas a la villa durante la segunda adquieren un "cortijo" mitad del siglo XIII, como Torrubia y Talay~elas"~, al norte de Talayuelas, que no recibe ningún nombre específico todavía, consiguiendo que el concejo de Alarcón les delimite un término anexo como dehesa de monte, que fue la base de su posterior señorío de Valverde.'" En siglos posteriores, la familia defenderá que desde el siglo XIII ya ejercían la jurisdicción señorial en estos territorios, afirmando que les fueron arrebatados por don Juan Manuel y luego devueltos; sin embargo, las pruebas presentadas no parecen demasiado fiable^."^ Un caso similar de "O Talayuelas se encontraba repartida en 1240, cuando documentamos a Ordoño Pedres y su hija Sancha Ordóñez como propietarios de algunas heredades; este Ordoño Sánchez parece haber sido el partidor de la aldea en unión con Rui Gutiérrez unos años antes. Aún más, en 1257, el concejo de Alarcón concede dehesa de monte y de conejo "a los cavallevos de Talaydas" y la amojona. Este documento es manipulado por los historiadores de la familia en el siglo XVII, que lo presentan como una donación de Talayuelas a la familia Alarcón Aunque la documentación es parca en informar sobre este hecho, todo parece indicar que la heredad perteneció a María Fernández, mujer de Ferrán Ruiz de Alarcón (A. Suárez de Alarcón, Relaciones genealógicas de la Casa de los mavqueses de Tvocifal, Madrid, 1656, fols. 5 3-5 3v) " ' El historiador de este linaje confunde esta delimitación con una donación señorial y esta idea es recogida por todos los historiadoresposteriores sin revisar el documento original: "porvazon que vos Fwvant Ma~tína,fijoh Marrín Roiz, nllestyo mino, nospedstec que twio.renwspm bien h &Y twmino a la vuestya cara e m i j o quefue h Pwo F n ~ a kque , ec entre Mmquitm e Talayueh, e nos v g i d que nosp.2'iuk.scosa con vazon,por f q bien e me& otmganios e eimos conOndos que &mospm tmnino h nmte a2 c q o a la dicha casa segunt h aqui &nte se sigue.. " (A.Suárez de Alarcón, Rehioner genpalógirash la C a a de los mvquesec a2 Tvon$zl,Madrid, 1656, apéndice documental, pág. 57. Sobre su evolución, consúltese a M. Lasso de la Vega, El S&& h V a l w h ,CSIC-Ayto. de Cuenca, 1945,183 págs). '12 Siempre sostuvieron que don Juan les había quemado sus privilegios por resistirse a reconocerle como señor de Alarcón, y que, arrepentido, les habíadevuelto el señoríode Talayuelas en 1318(J.M. Femández de Caiiete,o.c., págs. 2629). Salazar realizó una incompleta transcripción de este documento de devolución: "Sepanquantos esta úzrsa uiwen m w yo donJuan ManueI, hijo h l infante don Manllel, &¿anta& nlaym ab La fiontwa, por bazw enmiendz a Dios y otmsy a aqudlos que a l g m cosa tdcontra su uuluntadtengopor bien emando que el lugar ob Talayuelmcon s u pwrenenzzias y montesy mugess a tomado y akak y vestituydoa los h w h s h H m n MaYtim a2 Talayuelas, etr. En el CmtilIoa 26 h mayo h a h 1356".Es infrecuente
+
acumulación patrimonial fue el de Ferrán Álvarez, también caballero de Alarcón, que consiguió por donación el heredamiento de Cenizate, una extensa finca en término de Jorquera con "CUSUS e tierrus depun leuur e montes e dehesas de C U ~ Ue de yerua, pustos, uguus de pozos e de fuentes, tierrus liegus e ubiertus, labrado epor lubrur" que no consiguieron llegar a señorializar.'13 Más allá de la concesión de señoríos a sus vasallos más allegados, la distribución de alcaidías y otros oficios fue la fórmula general de distribución del poder y de las rentas entre esta nobleza dependiente. El ejemplo final lo encontramos en su testamento cuando dona a Urraca de Hermosilla, aya de sus hijos, las rentas del Provencio y del Congosto, exentas de cualquier tipo de j~risdicción,"~aunque los ejemplos son múltiples y variados. En 1327, el comendador Alonso Ferrández tenía por don Juan Manuel la alcaidía de Cartagena, como el murciano Pedro Martínez Calvillo mantenía la de Lorca años después. Y muchos otros nobles se constatan como mayordomos, alféreces, alguaciles, despenseros, chancilleres o halconeros de su casa, en un típico modelo de organización de una corte señorial que, en los ejemplos más destacados, mantuvo grandes similitudes con la de los monarcas. Y en este sentido, el Libro Infinido, dirigido a su hijo, es sumamente esclarecedor sobre la opinión que él mismo mantenía de su propio linaje y la causa de estas actuaciones: "cuyoen Espunnu non uosfallo amigo en egzldlgrudo. Cu si fuere el rey de Custillu o sufijo eredero, estos son vuestros señores; mas.... nunca se falla que infante nin sufijo nin su nieto tul estado muntouiesen commo nos tenemos mantenido.. . Cu subet q.ae el vuestro estudo et el de vuestrosfijos herederos que mas se allega u la manera de los reys que u la muneru de los ricos omes".l15
3.3.- El reforzamiento de los poderes locales. El señorío presentaba una organización concejil básica estructurada durante el siglo XIII a partir del control económico y social que ejercían los hidalgos y caba1ler.o~sobre las comunidades, afianzados en las villas tras los repartimientos. Aún más, en lugares como Alarcón y Chinchilla, la baja que don Juan Manuel se titule con el apellido Manuel en sus cartas y privilegios y, además, He& Martínez no había muerto todavía en aquella fecha, lo que hace aeste documento sospechoso de falsedad m, Salazar y Castro,D-63, fols. 22-22v). En cualquier caso, nunca se habla de señorío, y bien pudiera referirse únicamente a propiedades. '13 Fue vendida por sus herederos al mediar el siglo (AHN,Nobleza, Frías, caja 738, n" 44) Que le serían cambiadas por las de Robredillode Záncaray Fuentesde Alarcón en el caso de tener que vender las otras poblaciones (A. Giménez Soler, DonJuan Manul, págs. 697 y SS.) DonJuanManuel, Obrasmpkar, págs. 162-163. Sobreestanoblezavada, A. Pretel Marín, "Apmximaciónalesnidio de lasociedadenLa&chaalbacetenseen el señorío de donJuanManuell',DonJuan Manllel. VZI Centena1í0,Univ.de Murcia, 1982,págs. 287-3 11.
"'
nobleza había obtenido privilegios políticos para el control económico de los alfoces y para la percepción de ciertas rentas en beneficio propio, como tuvimos ocasión de constatar. Don Juan Manuel había tenido problemas con estas élites locales para conseguir imponer su señorío, sobre todo en Alarcón donde la tradición señorial era nula y donde le obligaron a jurar sus privilegios tras varios años de tensión. Posiblemente todas estas experiencias estén en la base de sus actuaciones posteriores y de su pensamiento político contrario a dejar en manos de esta baja nobleza las instituciones políticas locales. En el Libro de los estados expresa claramente su preferencia hacia la baja nobleza para adjudicarles puestos políticos dentro de su casa señorial (adelantados, merinos, cancilleres, etc) pero se muestra partidario de dejar en manos de ricos campesinos y mercaderes los puestos de dirección de cada comunidad '>orque los onznes de criazon et de las villas non se atreuen a tanto commo los nobles defensores, nin los sennores non les deuen tanta onra nin auer tan grant uergienga conzmo a los nobles defensores, et puedenles tornar cuenta de l o que recabdan mas sin enbargo; et quando cayen en algun yerro, pueden gelo los sennores mas sin ueqiienga et sin enbargo escarmentar en los cuerpos et en los averes que an " .' '
"
Se produce, de este modo, una alianza progresiva entre la autoridad señorial y aquellos grupos sociales sobre los que descansaba el proyecto de revitalización económica del territorio. Por un lado, las comunidades de aldea, que se organizan en torno a pequeños concejos abiertos con fórmulas elementales de autogobierno, a los que el señor concede algunas prerrogativas frente a la villa de la'que dependen en un intento de dotarles de fortaleza para su subsistencia. Y, por otra parte, mercaderes y campesinos ricos que "nonson labradores nin biuen con los sennores nin defienden la tierrd por armas e t por sus manos, pero porque la tierra se aprouecha dellos, porque los mercaderes conpran et venden et los ruanos fazen labrar la tierra et criar ganados e bestias et aues..."'", a los que el señor concederá el gobierno de las villas en un intento de mermar la capacidad de oposición de la pequeña nobleza local. En este sentido, la acción señorial va dirigida en dos direcciones: la creación de concejos cerrados en villas importantes, y la exclusión de los hidalgos del poder concejil. El primer aspecto lo documentamos ampliamente en Chinchilla, cuando en 1344118dispone que se organice un ""on Juari Manuel, Obras rompleta~,pág. 398. En 1445, tras recibir el villazgo de parte de Juan Pacheco, se confirmó a San Clemente la costumbre de que "losqztefiierenpuestosportales ofigiales sean buenos honbresposteros epec-heros"(M. Rodríguez Llopis, "Las comas de posesión bajomedievales y la ideología feudal. La incorporación de la Tierra de Alarcón al marquesado de Villena", Congreso de IHistoria del Señorío de Villena, pág. 35 1. "' Ibídem, págs. 396-397. "9. Pretel Marín, Chinchilla medieval, pág. 5 14-5 15.
concejo cerrado, porque entiende que en concejo abierto "munchas cosas se pierden de hazer porque lo estorvan onbres que no han entendimiento para saber, conoscer e guardar lo que es mio servicio epro del concejo",de forma que en adelante quede formado por "quatro o cinco o fasta seys onbres buenos que sean de los mas ricos e de los nzejores de lugar".En Alarcón, sin embargo, esta acción señorial fue inútil, al estar consolidados los privilegios de los caballeros desde el siglo anterior. Quizás ello explique los tempranos intentos de don Juan Manuel por promocionar la vecina aldea de Castillo de Garcimuñoz, realizando en ella el mayor número de inversiones, concediéndole exenciones y obligando, por fin, al concejo de Alarcón a otorgarle el privilegio de villazgo en 1322, con un pequeño término propio que casi medio siglo después ampliarían por compra sus habitantes.l19 La política del señor por dotar a esta nueva villa de cierta capitalidad se manifiesta no sólo en el establecimiento en ella de su residencia, con la construcción de la fortaleza, sino, incluso, en su fracasado proyecto de denominarla, ya al final de su vida, "villa del Castillo de don Fernando", vinculándola así al heredero del señorío. U n proceso similar se observa en la zona meridional del señorío, junto al potente concejo de Chinchilla, con el afianzamiento de su vecina aldea de Albacete, el fomento de sus ferias e, incluso, la posible concesión de término y conversión en villa, por escaso tiempo, durante la década de 1320-1330, en lo que podría ser un evidente intento de mermar la fortaleza de los caballeros chinchillanos; aunque este proceso se encuentre escasamente documentado. Para todo ello, se sirvió de un interesante instrumento jurídico: "elfuero de las leyes",que fue otorgado al Castillo de Garcimuñoz, a Iniesta, La Roda, y a numerosas pueblas, en un intento de fortalecer a las nuevas comunidades y de asegurarles el dominio de sus territorios frente a la nobleza local; y que, en vista del éxito, terminaría por convertirse en una reivindicación de las jóvenes villas del señorio, e incluso por aplicarse con el tiempo en poblaciones mucho más antiguas, como Chinchilla, desde donde se difundiría luego por todo el partido meridional. U n fuero que, según todos los indicios, ha de identificarse con el Fuero Real,''' aunque acaso adaptado para su aplicación en tierra de señorío. De forma simultánea intenta dotar al grupo de pecheros enriquecidos de
'" El tres de octubre de 1322, el concejo de Alarcón concedía el villazgo a su aldea de Castillo "por contenplacion de don Juan" (BN, Mss. 13124, fol. 54). El término pudo extenderse, en un principio, por Torrubia, Quintanar, La Nava y Pinarejo; más carde lo ampliarán a Cañada Negrita, Almarcha, Ucero y Casas de don Benito. O'' En 1327, al otorgarlo a su puebla de Librilla, Alfonso Pérez, camarero mayor de don Juan Manuel, dice: ... "que hayades de aqui en adelunte el fuero de las leyes qtle fizo el rey don Alonso, en el qual y por el qual juzguedes todos vuestros pleytos cebiles e criminales..."
caracteres que les confieran una identidad de intereses y le liguen directamente con la autoridad señorial, consciente como es de que a pesar de todo "los estados de los ruanos et de los mercaderes encierranse en el estado de los labradores".Los elementos utilizados para elevar el rango social de este grupo serán su integración en la casa señorial como hombres de criazón,12' y la modificación de su imagen social al asociarles funciones de caballería propias de otros estamentos. De manera similar actuó, comprobadamente en Chinchilla y en Almansa, y seguramente también en otros pueblos, al establecer una "nómina" de caballeros villanos , y también otra de ballesteros, listos para acudir a su servicio. En Chinchilla, el caso mejor conocido, dispone en 1336 que, a cambio de ciertas rentas señoriales, a las que renuncia, "seades tenudos de mantener e conplir ginquenta omnes de cauallo e veynte e cinco ballesteros de manera que los aya al mio seruigio quando los yo aya menester o el mio adelantado", eximiéndoles de moneda forera, asegurando su salario si los utilizara fuera del señorío "enLorca o en otro logar opara lafrontera opara Castiella", y reglamentando detalladamente su f~ncionarniento.'~~ El sistema se extendería también a Almansa, y a otras poblaciones: como podremos ver más adelante, en la segunda mitad del XIV eran ya al menos una docena las villas obligadas a mantener su cupo de hombres a caballo. Las tensiones entre hidalgos y pecheros ricos no tardaron en producirse y se documentan en momentos diferentes sobre Chinchilla, Villena y Almansa por motivos diversos, a la vez que conocemos la existencia de un ordenamiento de los hidalgos realizado por don Juan Manuel para solucionar los problemas que generaba este grupo social. De hecho, algunas de las acciones señoriales se dirigieron directamente contra ellos, como el mandato dado en 1344 al concejo chinchillano para expropiar todas aquellas grandes propiedades que no fueran puestas en cultivo, fincas que procedían de los repartimientos del siglo XIII en los que los hidalgos fueron los mejores heredados. También, en Villena, aunque don Juan reconoció en 1345 la hidalguía de un nutrido grupo, entre los que se encontraban algunos de sus más fieles vasallos (los Lisón de Caudete, los Cadahalso, los Espejo, etc.), les obligó a tributar por las heredades que hubieran comprado
"' "et del lo^ tonjan los tennores algunos seyendo mofo8 et crianlos en sl~scasas. Et por la buena crianga que an muchos dellos, recuden muy buenos onznes et llegan a pandes onras et a nu4y grandes riquezas" (Don Juan Manuel, Obras completas, pág. 397). 12' Para Chinchilla: A. Pretel Marín, Don Juan Manuel ..., págs. 265-266. El concejo de Almansa pedía a Enrique 111confirmación de este privilegio en 1395 "por lo qual dezides que donJuan Manuel que hordenara que oviese en esta villa qr~inzede cavallo et veynte vallesteros a los quales hordenara que oviesen de cadu anno para ayudu de los mantener trezientos maravedies cada vno de los de cavallo et a los vallestero~cada treynta vnaravedíer" ( A . Pretel Marín, Almansa medieval, págs. 221-223). Noticias posteriores señalan la existencia en Villena de 20 caballeros de nómina, y 3 en Sax. (Soler, La relación... pág. 304).
a los pecheros, a fin de colaborar en las necesidades financieras del concejo.12' Todo parece indicar que los hidalgos que no lograron encontrar acomodo en la casa señorial con algún tipo de cargo al servicio de los Manuel, hubieron de conformarse con papeles muy secundarios en el gobierno local, del que a menudo quedarían excluidos, en el futuro, por ordenanzas locales. Toda esta construcción política descansaba, como observamos en una excelente reflexión ideológica. Tuvo su período de máximo desarrollo en la década de 1330-1 340, y presenta su culminación en la creación de las Juntas del señorio: un órgano institucional que sufrió muchos avatares a lo largo de los siglos siguientes y cuya esencia inicial puede quedar desfigurada si nos atenemos sólo a sus actuaciones en siglos posteriores. A tenor de los escasos datos que se conservan sobre las Juntas para esta éstas se presentan como un producto lógico y final que culmina toda la organización política diseñada por don Juan Manuel sobre sus señoríos. A veces serán juntas generales y reunirán representantes de todo el señorío, y a veces sólo a los de un partido -reino de Murcia, por ejemplo, como ocurre en 1331. Dichas juntas vinieron a ser para don Juan una especie de parlamento de su tierra, el parlamento de un estado muy autónomo: del reino que el destino le había negado. Tuvieron un carácter estrictamente consultivo y servían, fundamentalmente, para asesorar al señor y corresponsabilizar a sus vasallos en las grandes decisiones. Solían concurrir a ellas, además de los procuradores de los concejos, algunos caballeros, oficiales de su casa y "privados" del señor; y, aunque en el señorío no existía obispado propio, don Juan suele procurar que asista también algún representante cualificado del clero: a las de Villena de 1331 acudieron don Pedro, obispo de Cartagena, el chantre Juan Ferrández, el tesorero Pedro González y el vicario general Lope Martínez. Junto a ellos encontramos, también, a los caballeros Garcí Aivarez, Ferrán Ximénez de Lorca, Juan Sánchez de Ayala, Diego Ferrández de Cuenca y otros "ppriuados de don lohan", al alcaide de Villena, Sancho Pérez de Cadalso, y a varios hidalgos. O las celebradas en Cifuentes, en 1339, con la asistencia de Garcí Martínez, capellán de su hija Constanza, y caballeros como Gómez Ferrández e h i g o López de Orozco, Ferrand Pérez Calvillo, Ruy Díaz de Mendoza o Sancho García de Espejo. A
-
'23 J.M. Soler, La Relación.... págs. 45-47 y 156-157. Documento dado en Garcimuñoz el 6 de septiembre de 1345 por don Juan y don Fernando Manuel, a fin de aclarar la contienda entre hidalgos y pecheros. A otros pretendidos hidalgos, cuyos derechos le ofrecían dudas, como la mujer de Íñigo López -¿de Orozco?-, se les da de plazo para demostrar su hidalguía l-iasta el próximo 1 de enero. Iz4 Se conserva el acta de homenaje que los procuradores de Almansa hicieron, en la Junta convocada en Villena en 1331, a Fernando Manuel como heredero de don Juan (A. Pretel Marín, Almansa medieval..., págs. 186-189). También, la del realizado por el mismo concejo sobre la herencia de ConstanzaManuel, en la Junta convocada en Cifuentes en 1339 (A. Pretel Marín, Don Juan Manuel ..., apénd. doc. 33)
Lo más interesante, sin embargo, es que las Juntas permitieron insertarse en el gobierno del señorío a los representantes de los poderes locales, que no procedían de la baja nobleza sino, por lo general, del campesinado terrateniente; y que encuentran en esta institución la identificación de sus intereses con los del señor y un rasgo de identidad común, fundamentalmente frente a los hidalgos desplazados de los centros de poder. En este contexto son significativas las palabras de los procuradores de Almansa en las Juntas de Villena de 1331 al acatar a Fernando Manuel como heredero de su padre en el señorío ..." orqae nos crio e nos poblo a todos amandonos mancho e faziendonos mancha iizerged". Fue, posiblemente, el mejor logro político de don Juan Manuel: otorgar fortaleza y cohesión a este grupo social, que se sintió heredero de sus reformas cuando toda esta construcción política fue alterada por la crisis que vivió Castilla en las décadas siguientes.
LA CRISIS DE MEDIADOS DEL SIGLO XZV (1 348-1371)
1.- EL FIN DEL SEÑORÍODE LOS MANUEL (1348-1360) Hubiera sido imposible imaginar que los proyectos de don Juan Manuel y el minucioso cuidado que puso en la educación de su hijo Fernando para el gobierno de sus señoríos fracasarían a causa de multitud de factores negativos que confluyeron sobre el reino y sobre la familia Manuel al mediar la centuria. A la muerte de don Juan, todo comenzó a derrumbarse como si de un castillo de naipes se tratara.
1.1.-Fernando Manuel, nuevo señor de Villena. Es probable que Fernando Manuel pasara los meses finales de 1348 y los comienzos del siguiente en sus tierras, confirmando las mercedes y usos otorgados por su difunto padre; se documenta en San Clemente e l 17 de diciembre confirmando los privilegios de La Gineta, y en Belmonte al fin de año dotando dos capellanías ordenadas por su padre.' Luego marchó a ocupar su puesto en el ejército que Alfonso XI preparaba contra Gibraltar, dejando como su teniente en el adelantamiento de Murcia a Juan Fernández de Orozco. En aquella campaña, pese a su juventud, formó parte del grupo de caballeros distinguidos que acompañaron y aconsejaron al rey. Con él, y muy de acuerdo, por cierto, pese a todas las prevenciones del testamento paterno, estaba su tío Juan Núñez de Lara. Al declararse la peste, ambos aconsejaron al rey que levantara el campo, abandonara el cerco y no se pusiera en peligro de contagio. Alfonso XI no hizo caso, se contagió y murió al fin en marzo de 1350. Seguramente, la muerte de Alfonso XI estropeó los planes de Fernando Manuel de casar a su hermana con uno de los hijos de la Guzmán; un proyecto que seguramente habría planeado siguiendo el consejo de Juan Núñez de Lara, alférez mayor del rey difunto, que ya había prometido su hija a don Tello, señor de Aguilar, otro de los bastardos, y estaba agrupando en '
El 31 de diciembre escribe a los concejos de Alarcón y Garcimuñoz comunicándoles que Iia nombrado como capellanes de la capilla del alcázar de Castillo de Garcimuñoz a Alfonso Martínez y Sancho Sánchez, otorgándoles las rentas de las tenerías de ambas villas (AHN, Toledo, Frías, caja 706, no 1)
torno a sí una parcialidad de caballeros, entre los que se encontraban el joven Fernando Manuel y Garcí Laso de La Vega. Probablemente había toda una coalición de intereses y ambiciones distintos, tramada por Leonor de Guzmán para favorecer a sus hijos y mantenerlos bien rodeados de amigos y parientes en el caso de que Alfonso XI muriera. Fernando Manuel, viendo que los bastardos y su madre tendrían futuro y poder, se había dejado arrastrar a una alianza familiar, un tanto deshonrosa, con un bastardo. Y, de hecho, mientras él estaba en el cerco de Gibraltar, había dejado a su hermana Juana en Sevilla, al cuidado de la Guzmán, como prometida del conde don Enrique de Trastámara, hijo de ésta. Muerto Alfonso XI, Juan Núñez y Fernando Manuel, juntos con los bastardos Enrique y Fadrique, con Juan Alfonso de Albuquerque y otros caballeros que habían estado en el real, levantaron el campamento de Gibraltar, ante la mirada atónita de los moros, que salían de las murallas para ver marchar al ejército cristiano, y salieron hacia Sevilla llevando el cuerpo del rey difunto. Pero la proclamación del nuevo rey, Pedro 1, que fue reconocido por todos en el mismo real e Gibraltar, había introducido una gran inquietud. Leonor de Guzmán se hizo fuerte en Medina Sidonia, temiendo que su hijastro, aconsejado por el favorito Albuquerque, quisiera prenderla. En la propia comitiva que acompañaba al rey hubo recelo entre los parientes y amigos de la Guzmán -sus hijos, los Ponce de León, los Enríquez y los Guzmán- y los que ya estaban en tratos con Albuquerque, que llegó a disponer la prisión de los bastardos para utilizarlos como rehenes. Entre ambas parcialidades, como cabeza de un tercer partido, medió Juan Núñez de Lara, que dio seguro a la Guzmán y consiguió que ésta abandonara Medina Sidonia y se dejara conducir detenida a Sevilla, aunque sus partidarios comenzaron a tomar posiciones, y sus hijos huyeron a ponerse a salvo. Pedro 1 y su madre doña María salieron a recibir a los portadores del cadáver del rey y los acogieron muy bien en Sevilla. Juan Núñez de Lara, señor de Vizcaya, comenzaba a sacar partido de su mediación entre el partido de Albuquerque y el de la Guzmán. De momento, el rey le atribuyó los máximos honores; le confirmó en el cargo de alférez y, por sugerencia suya, dio a Garcí Laso de La Vega el oficio de adelantado mayor de Castilla. Fernando Manuel fue confirmado como adelantado de Murcia y enviado por frontero a Castro del Río, al frente de los caballeros de Córdoba. Y otro importante señor, el infante don Fernando de Aragón, cabeza de un cuarto partido en la corte, tuvo el adelantamiento de la Frontera, del que habían privado al bastardo don Fadrique.
La situación política había cambiado. Fernando Manuel, que seguía en la corte sevillana, se ocupaba de tarde en tarde de los dominios heredados de su padre. El 12 de junio, titulándose adelantado de Murcia, confirma varias cartas de don Juan Manuel al concejo de La Roda.2 El 20 de julio todavía le menciona como adelantado de Murcia un documento real3, en el que también se cita entre los cortesanos influyentes a don Enrique y a los demás hijos de la Guzmán. Sin embargo, la mayor parte de su tiempo lo gastaba intrigando para hacerse amigos entre las personas influyentes de la nueva situación. Estaba claro que Leonor de Guzmán y sus bastardos habían caído en desgracia y no podían ofrecer gran cosa, ahora que ya había muerto Alfonso XI. Tal vez por ello, Fernando planeaba romper la boda ya comprometida entre su hermana y don Enrique de Trastámara, y casarla en cambio con el infante don Fernando de Aragón, de cuna mucho más noble; o incluso con el propio rey don Pedro. Enterada, no obstante, doña Leonor, llamó en secreto a su hijo y le impulsó a consumar su matrimonio con doña Juana en los mismos aposentos del palacio real en que se hallaba detenida la madre. Así lo hizo éste, con sigilo; y así se rompieron las expectativas de Fernando Manuel. Albuquerque y el propio rey se enojaron mucho, y mandó trasladar presa a Carmona a doña Leonor, impidiendo que su hijo volviera a verla; pero los hechos consumados no admitían enmienda. Juana se convirtió en «condesa»; y cerca estuvo de ser «condesa viuda», si no fuera porque don Enrique, advertido de que su hermanastro quería asesinarlo, huyó de Sevilla a Asturias, acompañado por dos leales (Pedro Carrillo y Men Rodríguez de Sanabria) con los rostros cubiertos con máscaras de cuero para no ser reconocidos. En pleno verano cayó muy enfermo el rey don Pedro. La inminencia de su muerte, por carecer de hijos o hermanos legítimos, desató en Sevilla las conspiraciones de los grandes sobre la sucesión. Frente a Albuquerque y su partido, que defendían la candidatura del infante don Fernando de Aragón, don Juan Núñez de Lara se destapó propugnando su propia candidatura. Aunque no conocemos la actitud de Fernando Manuel en estos debates, es muy posible que se inclinara del lado de su tío, ahora que ya no podía casar a su hermana con don Fernando de Aragón. Pero cuando las porfías alcanzaban ya un nivel de violencia, mejoró de pronto el rey. El de Lara, viendo descubierto su juego, y temiendo por su vida, pues Pedro 1se guiaba de nuevo por los consejos de Albuquerque, abandonó la corte y escapó a Una en que les dio término; otra en que les dio el fuero de las leyes; otra para que diezmen en el lugar; y otra eximiéndoles de pechos (J. Oliver Asín, .Origen árabe de rebato, arrobda y sus liomónimos. Contribución al estudio de la historia medieval de la táctica militar y de su léxico peninsular,,, Boletín de la Accldmia Espclñola, vol. XV (1928) p á g ,538). j P. López de Ayala, Crónica de Pedro 1 , pág. 605.
Burgos con Garcí Laso de La Vega, tratando de mover a los castellanos contra el favorito. Aunque causó serias alteraciones y llegó a rebelar parte de la ciudad, no tuvo tiempo de hacer gran cosa, pues murió allí, en forma poco clara, a los pocos días de haber llegado. También don Fernando Manuel había abandonado la corte y se había vuelto a su tierra, seguramente también por miedo a represalias. Al parecer, había sido destituido del adelantamiento de Murcia, aunque él continuaba titulándose adelantado. La crónica de López de Ayala4,errada en este detalle, dice que Fernando murió a los pocos días de ser confirmado en el cargo y que entonces se dio el adelantamiento a Martín Gil, hijo de Albuquerque; pero a nuestro entender aún faltaban meses para la muerte de Fernando. Sin duda, fue despojado del cargo, sin demasiada formalidad, en el momento de su salida de la corte5. En noviembre, Pedro 1 había enviado a Íñigo López de O r o z ~ oun , ~ antiguo vasallo de don Juan Manuel, a Murcia y a todos los concejos de su reino; Íñigo se había convertido en hombre de confianza del monarca, quien le llama ahora «miovasallo e mayordomo de la rni casa», con una misteriosa misión «sobrefecho de lo que he menester Para conprur las soldudas de los ricos omnes, infanpnes e caualleros de la rtzi tierra, e otrosi Pura las tenencias e castiellos de la frontera»'. Es muy posible que muchos caballeros murcianos se negaran a reconocer ya la autoridad de Fernando Manuel y de su teniente, Juan Fernández de Orozco. Fernando hubo de retirarse a las tierras más interiores de su señorío. El 1 de febrero de 135 1, en Salmerón, da todavía un documento -el último suyo que conocemos- concediendo a Alfonso Ferrández de Santa María del Campo una de las capellanías del alcázar de Castillo, con todas las rentas y derechos acostumbradoss. Se titula todavía adelantado del reino de Murcia, pero es muy probable que, en realidad, nadie le obedeciera ya en dicho reino. ¿Había sido destituido don Fernando en su cargo de adelantado?. Desde luego, el documento de noviembre, por el que Pedro 1envía a Murcia a Íñigo
' '
Ibídem, pág. 406. Don Fadrique había sido reemplazado de igual manera en el adelantamiento de la Frontera. Luego, los cargos que t~ivieronJuan Núñez y GarcíLaso irían a parar igualmente a manos de personas afectas a Pedro 1. h i g o López, señor de Sanca Olalla, era hijo de Diego Ferrández de Orozco. Fue vasallo de don Juan Manuel, y también del rey Alfonso XI, que en 1341 le había concedido la villa de Argecilla, que fue de Ruy Pérez de Atienza; el lugar de Robredarcas (término de Atienza), y la casa fuerte de Castilnuevo, en término de Molina, y otras posesiones (A. Franco Silva <
López de Orozco, no menciona siquiera a don Fernando ni habla de adelantado alguno; ni tampoco se le menciona en enero, cuando el rey envía instrucciones para recaudar las alcabalas en todas las villas de realengo y señorío del reino de Murcia, exceptuando únicamente Villena, que era aragonesa, pero no el resto del señorío de los Manuel, a los que ni siquiera se cita. Sí sabemos, en cambio, que los murcianos andaban descontentos con Juan Fernández de Orozco, el teniente que había dejado don Fernando, y enviaron emisarios -entre ellos Ferrand Pérez Calvillo, señor de Cotillas, otro antiguo vasallo de don Juan Manuel- a pedir justicia en la corte contra aquél y a hacer ciertas peticiones <
1
l
¿Qué pasaba en el señorío de Villena?. Ni un solo documento nos da una pista clara. Sin embargo, coinciden varios hechos sospechosos: Íñigo López ascendido de rango y enviado por el rey a Murcia; los Calvillo descontentos del adelantado de don Fernando Manuel, que será destituido inmediatamente; y además, ha muerto Fernando Manuel, sin que se sepa en qué circunstancias. El 10 de abril de 135 1, cuando Pedro 1 destituye a Juan Fernández de Orozco como teniente de adelantado y comunica a Murcia que envía como nuevo adelantado a «mi ome», Millán Sánchez de Córdoba, para que se haga cargo del adelantamiento y haga justicia sobre las quejas recibidas a través de Ferrand Pérez Calvillo9, ya ha muerto Fernando Manuel. Hay que suponer que murió en febrero o marzo, pues estaba vivo el 1 de febrero y ya llevaba tiempo muerto a comienzos de abril. Sospechamos que, en realidad, don Fernando, vuelto a su tierra, hubo de sortear graves dificultades. Seguramente, el rey había levantado contra su autoridad al reino de Murcia; incluida, quizás, una buena parte del señorío de Villena. Una tarea en la que acaso colaborarían los viejos vasallos de don Juan Manuel - h i g o López de Orozco, Ferrand Pérez Calvillo, y tal vez Gonzalo Pérez Calvillo, hermano de éste, que poseía en tierras albacetenses el señorío de Ontur y Albatana- bien por lealtad al rey, o quizás porque don Fernando, antes de cumplir los veinte años, se había dejado arrastrar por su tío Juan Núñez de Lara, incumpliendo así las instrucciones testamentarias de su padre. En esos momentos, entre febrero y marzo de 135 1, muere precisamente Fernando Manuel, con unos 19 años, de forma misteriosa y, a nuestro entender, altamente sospechosa. A falta de otra -los documentos son escasos y opacos- la peste, que todavía azotaba a Castilla, pudiera ser suficiente Codom VII, pág.29.
explicación; pero en aquel año, y sobre todo entre los caballeros que habían huido de Sevilla, Pedro 1 hizo más víctimas que la peste. Acababa de hacer asesinar a Leonor de Guzmán y humillar a su hijo, don Tello, yerno de Juan Núñez, obligándole a dar su visto bueno a dicha muerte; luego fue a Burgos, donde mató a Garcí Laso por el apoyo que este había prestado a don Juan Núñez en sus pretensiones al trono, y mandó arrojar su cadáver a la calle. El adelantamiento de Castilla, que fue de Garcí Laso, fue entregado a don Juan García Manrique. La viuda fue apresada, pero algunos criados de su casa lograron poner a salvo a su hijo, un niño también llamado Garcí Laso, y lo llevaron a Asturias, donde estaba el conde Enrique de Trastámara. Algunos otros vecinos de Burgos, parciales suyos y de Juan Núñez, fueron ejecutados; y muchos más huyeron de la justicia del rey. Viendo la actuación del rey con los parientes y amigos de su difunto señor, algunos vasallos vizcainos de don Juan Núñez de Lara quisieron poner a salvo al hijo de éste, don Nuño, de tres años. El rey los persiguió, pero ellos consiguieron llevar al niño a Bermeo, pensando llevarlo por mar a Inglaterra o Francia si las cosas se ponían mal. Pedro 1 envió a Vizcaya a Lope Díaz de Rojas a negociar la entrega del muchacho y la rendición de la tierra. Hubo incluso combates y el rey se apoderó de buena parte de aquel gran señorío, pero no consiguió capturar al niño. Sin embargo, éste también murió, tan oportuna como sospechosamente; y también murió doña Juana de Lara, la madre de don Juan Núñez y abuela de Fernando Manuel. El rey se proclamó señor de Vizcaya y Lara y se llevó en rehenes a las dos hijas que quedaban vivas de don Juan Núñez de Lara.
Y justamente en medio de aquella mortandad, nada natural, de los parientes y partidarios de Juan Núñez, muere Fernando Manuel, al igual que tantos de sus deudos, en circunstancias poco claras. Probablemente hubo combates entre sus fuerzas y las de algunos de sus vasallos rebeldes, que más tarde serán recompensados por el rey. Desde luego, parece que hubo enfrentamientos entre sus gentes de Alarcón y las de Cuenca, pues en el mismo 135 1 ambos concejos tendrían que llegar a una avenencia sobre las fuerzas, robos y daños mutuamente inferidos entre sus vecinos en la pugna por Campillo de Altobuey lo. También los de Cifuentes sufrieron perjuicios, pues luego habrían de solicitar al monarca un seguro para sus mercaderes, renovación del que Alfonso XI diera al terminar la rebelión de don Juan Manuel". Y sabemos que gente de armas de Ávila atacó la tierra de Escalona "' J.M. Fernández de Cañete, Apmzte~hirtóvicos de la villa de Alarrík, Barcelona, 1965, pág. 65. "
1351-X-8, Valladolid. Pedro 1 confirma a Cir~~entes el seguro dado por Alfonso XI en 1338. El 1 de noviembre da nuevos privilegios de exención a los de Cifuentes y Val de San García, a ruego de Blanca Manuel,
+
y produjo en ella robos de cierta consideración". Seguramente cabe suponer que algo similar ocurriría en las demás posesiones manuelinas enfrentadas a pueblos de realengo. Sospechamos que, instigada por Pedro 1, pudo producirse una rebelión contra Fernando Manuel, que afectó al adelantamiento murciano, sin duda, pero también, probablemente, al interior de su señorío. Aunque algunos caballeros -quizás sus sobrinos, los Manuel de Montealegre, y con toda seguridad Juan Ferrández de Orozco- le permanecerían fieles; otros, como Íñigo López de Orozco, los Mendoza, los Calvillo, los Ruiz de Alarcón, etc., tomarían la voz del monarca. ¿Murió violentamente Fernando Manuel?. Al menos, le dio tiempo a hacer testamento. Claro, que también podía tenerlo hecho anteriormente, en precaución de los malos tiempos que se le avecinaban. Sobre este aspecto corren un tupido velo los escasos documentos contemporáneos. Salvo la mención, comprobadamente errónea, de la crónica, que dice que murió en su tierra dejando a una hija muy pequeña llamada Blanca, como la madre de don Fernando, pero sitúa equivocadamente estos hechos durante la estancia del rey en Sevilla, meses atrás, no hay dato que permita afirmar nada sobre las circunstancias de su fallecimiento. La pronta extinción de la familia Manuel, que hubiera podido tener interés en explicar los hechos, y el férreo control establecido luego por parte del rey y de Íñigo López de Orozco, que hacen redactar los documentos con hábil oscuridad, impiden saber nada con certeza. El adelantamiento de Murcia, probablemente alzado gracias a las gestiones de Íñigo López de Orozco y Ferrand Pérez Calvillo, quedó, tras la muerte de Fernando Manuel, a cargo de Millán Sánchez de Córdoba, que sustituyó al destituido Juan Ferrández de Orozco; y en julio se nombrará , se formalmente adelantado a Martín Gil, hijo de A l b ~ ~ u e r q u eal' ~que autoriza a tomar posesión de todos los castillos, y a perseguir y hacer justicia en los «malhechores» -¿partidarios, quizás, del difunto Fernando Manuel?que quisieran acogerse en cualquier fortaleza. Las poblaciones murcianas que habían estado bajo el control de los Manuel han vuelto a depender únicamente de la corona. A lo largo de este año, Pedro 1 dará varios privilegios a Cartagena, Mula y Lorca, que ya han sacudido su antigua cuyos son los dichos lugares (F. Layna, Historia de Cif;leiztes... pág. 7 7 ) " Dos años después, el 16 de agosto de 1353, Esteban Fernández, alcaide de Toledo, comisionado como Juez por Pedro 1, daba sentencia en el proceso abierco a raíz de estos heclios, obligando a los de Avila a devolver .ciertas cosas que auian lleuado destos terminos, como fueron cabras, puercos y otras c o s a s ~(A. . Malalana Ureña, Esi.alor~a Aledicual. Toledo, 1987, pág. 47) " No obstante, por estar Martín Gil ocupado en el servicio del rey, en agosto será nombrado teniente suyo uno de sus caballeros de confianza, Ruy Díaz Cabeza de Vaca ( Cadorn VI[, págs. 30-32)
dependencia de los señores de Villena.
1.2.- La tutoría de Blanca Manuel. Mientras el adelantamiento de Murcia era entregado a Martín Gil, el señorío de Villena quedó confiado a h i g o López de Orozco, que tan importantes gestiones había hecho por el rey en los meses anteriores y que en adelante figuraría entre el grupo de consejeros del monarca1! El 25 de julio de 135 1 tiene lugar en Garcimuñoz, «logur de donnu Iohunu Despina* la viuda de Fernando Manuel- una ceremonia de homenaje, normal sólo en apariencia, para acatar a la nueva señora Blanca Manuel, la única hija, muy niña todavía, que había dejado el difunto señor. Llamados por la viuda, los procuradores de Villena, el único concejo del señorío situado bajo soberanía de Aragón", y algunos vasallos de la familia, entre ellos Gómez Ferrández de Orozco (hermano de Íñigo López el viejo), García de Vizcarra, Gil y Diego Ferrández de Cuenca (el señor de Minaya) y su hijo Diego López y Domingo Fortún de Escamilla, se presentan ante ella y ante doña Blanca, a la que besan la mano y reconocen como señora, jurando obedecerla como hicieron con don Manuel y don Juan Manuel -atención: no se dice nada de Fernando Manuel- cuando vivían. Lo más curioso es que este homenaje, formalmente solicitado por la madre, lo hacen no a ésta, sino a Íñigo López de Orozco, al que se confiará la tutela de doña Blanca y el gobierno del territorio. Es evidente que la viuda ha sido desplazada del poder. Los concejos le piden por tres veces que declare si tal decisión ha sido adoptada por propia voluntad o, por el contrario, se ve obligada por fuerza o por miedo; y ella afirma por tres veces que libremente pide el homenaje para López de Orozco. El detalle, recogido insistentemente en el acta del pleito homenaje, es por sí mismo sospechoso: una madre que entrega libremente la tutela de su hija a un extraño, hombre de confianza de Pedro 1, quien rápidamente enviará a la niña a la corte, donde, al igual que las hijas de Juan Núñez de Lara, vivirá prisionera el resto de su corta vida El testamento de Fernando Manuel es mencionado en varias ocasiones sólo para admitir algunas de sus cláusulas, que no se explicitan, en lo concerniente a sus villas y fortalezas; y a las obligaciones económicas que tenía contraídas con los herederos portugueses de su hermana Constanza (a Juana, casada con el de Trastámara, ni siquiera se la nombra) y con su esposa y su suegro el infante Ramón Berenguer, a consecuencia de los acuerdos de "
''
J. Zurita, Anales..., VIII-XLIX.
Ignoramos si se trata de tina junta de procuradores de concejos o si son sólo los de Villena los llamados, en virtud de sus peculiares ca!.:ictrríscicas. N o se conserva acta similar de ningún otro concejo.
boda . Parece que la última voluntad del difunto no va a ser respetada sino muy parcialmente. Se reconocerá por señora a su hija, como él pedía; pero no a su viuda como tutora de la misma, condición que también debía figurar en el testamento, a juzgar por la declaración que ella hace de que entrega la tutela por su propia voluntad. De hecho, doña Juana debió de abandonar la tierra de su hija casi inmediatamente, pues no vuelve a ser mencionada. Tal vez sería indemnizada por Villena y los demás lugares que su esposo le hubiera podido dejar para su mantenimiento, y regresaría a su patria aragonesa. Guardando las apariencias de un señorío perviviente -Íñigo López de Orozco gobernará siempre en nombre de doña Blanca- quedaba consumado el despojo de la familia Manuel por parte de Pedro 1. El 4 de noviembre de 135 1, en las cortes de Valladolid, el rey confirmará a Chinchilla, «logur de donna Blanca, fijd de don Ferrandos, los privilegios que tenían de reyes anteriores'" El mismo día confirma también los de Almansa, pero ni siquiera menciona a doña Blanca. Y en aquellas mismas cortes comienzan ya las recompensas a los antiguos vasallos de los Manuel que han demostrado su lealtad a la monarquía. Ferrand Pérez Calvillo recibirá la alcaldía de las sacas del reino de Murcia, con autoridad para controlar el comercio fronterizo tanto en los lugares de realengo como en los de señorío. Las antiguas inmunidades aduaneras de tiempo de don Juan Manuel han quedado arrasadas".
Y otro tanto pudiera decirse del cobro de alcabalas, pedidos y demás impuestos. Los arrendadores judíos del monarca -Mayr el Leví de Alcaraz, David Cohen de Cuenca, los Aventuriel, y aun algún hombre de paja del tesorero real Samuel Leví- encontrarán abiertas las puertas del señorío de Villena, tanto tiempo cerradas a los recaudadores de la corona. En alguna ocasión, el propio Pedro 1 tendrá que defender a los súbditos de Blanca Manuel en el disfrute de sus derechos económicos, que las autoridades reales se obstinaban en desconocer. El 25 de agosto de 1352, desde Valladolid y a petición del procurador de Alarcón, que se queja de falta de respeto por parte de los oidores de la audiencia y de los cogedores, que prendan a sus vecinos, confirma el rey a la villa sus viejos privilegios alfonsíes sobre exención de todo pecho y pedido -excepto moneda y yantar y obligación de ir en hueste cuando él mandase- a todos los que vivieran en Alarcón de los muros 'VA. Prerel Marín, <>, Corqrrso de HHirtoria del señorío de Villenn, pág. 329. " Parece, no obstante, que hay cierras resistencias ante la autoridad de los alcaldes de las sacas. Pedro 1 tendrá que reforzar la autoridad de Fernán Pérez Calvillo para lucha co~itralos infractores (Codo112VI1. págs. 45-47)
adentro. Para más solemnidad, y tras cerciorarse de la razón de Alarcón, da privilegio rodado1! En mayo de 1354, el monarca se dirigía a los recaudadores y fieles de sus puertos y aduanas, al adelantado de Murcia y a todas las justicias y merinos de sus reinos, para proteger a los mercaderes de Chinchilla, «lagar de donna Blanca, fijd de don Ferrando», en su derecho a exportar a otros lugares de Castilla, sin pagar diezmo, los paños de lana que la villa manufacturaba, sellados con una «bolla» en que campaban -manos aladas y leones- las armas familiares de los Manuel, acompañadas de un castillo1'. También los poderes vecinos al señorío de Villena, mantenidos a raya en tiempos de los Manuel, comenzaron a recuperar derechos de que les había privado la prepotencia de aquella familia. En 1353, Pedro 1 reconocía a la iglesia de Cartagena su derecho, concedido en tiempos de Fernando IV, a cobrar la renta de Isso, Hellín y Molina2'. Unos años después, Chinchilla recelaba que el concejo de Alcaraz quisiera dejar sin efecto la donación de la mitad del agua del río de Balazote, hecha en tiempos y por mediación de don Juan Manuel, y pedía al rey que defendiera su derecho21. Durante estos años revueltos, Íñigo López de Orozco siguió gobernando con mano firme un señorío que sin duda hubo de resultar afectado por las luchas que se desarrollaron en sus inmediaciones, y en particular en las encomiendas santiaguistas de La Mancha y Segura. Sin duda, entre la peste y la inseguridad, había peligro de despoblación de muchas aldeas de las antiguas tierras de Alarcón y de Chinchilla; incluso de aquellas que se habían convertido en villas por impulso de los Manuel. El nuevo administrador trató, durante unos años, de mantenerlas, otorgándoles ventajas. En 1352 confirmaba al Provencio su carta puebla; en 1353 conseguía que el concejo de Alarcón diera permiso al del Castillo de Garcimuñoz para establecer una dehesa de boyalaje en la antigua aldea de La Almarcha; y en 1356, en nombre de doña Blanca, señalaba tierras al concejo de La Roda para establecer otra dehesa similar «en el vuestro termino desde encima del bado de Galapagar fusta la somera y fusta el rio X ~ c a r » N . ~O~ BN, Mss. 13124, fols. 77-78. A. Pretel Marín, Don Juan Manuel ..., apénd. doc. 40. Codom Vll, pág. 93. 21 Carta de Pedro 1, desde Sevilla, el 3 de noviembre de 1363 (A. Pretel, Chinchilla nzedieual, pág. 516) '* La confirmación al Provencio la realiza doña Blanca y está firmada en el Castillo de Garcirnuñoz el 28 de Enero de 1352, pero concluye afirmando: ". . . YoJohan Lopez, esrrit~anode doña Blanca, lafiz escreuirpor mandado de (roto) Lopez de Orozco, su tutor" (ARCliGranada, cab. 5 12,leg. 243 1, n". 1). Por su parte, el concejo de Alarcón daba licencia para la dehesa el 21 de enero de 1353 (BN, Mss, 13124, fol. 54). Y por último el 11 de mayo de 1356 condedía dehesa a La Roda por ". .. el rtial y daño y despoblamiento que benia en el dicho logarpor el temzino que auiades muy seco asi de las ~ w u acoino s de lcis aguas,que nonpodiacles labrar ut/estraheredadesporquese nonpodien manatenw las bestiasy bueyesque tenieíSespai-LIu/~estraslauores. . .",aunque mantuvo el derecho comunal de recoger en ella lagrana. l9
-f
descuidaba, entre tanto, su propio patrimonio; y en aquellos años consiguió h i g o López de Orozco que el rey le cediera las villas de Galve e Hita23,que en tiempos habían estado bajo administración de los Manuel.
1.3.- La división d e la nobleza local y s u actuación política durante la guerra. Los servicios de h i g o López se hicieron más necesarios conforme se enturbiaba el ambiente político de Castilla y conforme aumentaban, además, los posibles aspirantes a la sucesión de los Manuel en el señorío. El infante don Fernando de Aragón, marqués de Tortosa y señor de Albarracín, dueño de numerosos pueblos en la frontera valenciana y muy cualificado aspirante para la sucesión a los tronos de Castilla y de Aragón, si quedaran vacantes, anduvo amenazando con alzarse y creó una gran inseguridad en todas las comarcas circundantes, llenas de soldados castellanos y aragoneses alborotados y sin control. Se había casado en Evora, en 1354, con la nieta portuguesa de don Juan Manuel, la hija de Constanza, lo que también pudiera convertirlo en un aspirante al señorío de Villena en caso de fallecer Blanca Manuel. Para contentar a tan importante y revoltoso señor, que pudiera servirle en su política contra Aragón, Pedro 1 le dio en 1355 las villas fronterizas de Moya y Requena, lo que le convertía en dueño de un fuerte señorío fronterizo heredero del papel ambiguo que el de Villena había tenido anteriormente. Una parte de los antiguos vasallos de los Manuel se dejaron tentar por él, o por el rebelde conde de Trastámara, esposo, al fin, de Juana Manuel. El ejemplo más claro de la división que se estaba produciendo se encuentra en los hijos y herederos de Sancho Manuel, que fue señor de Montealegre. Uno de ellos, Fernán Sánchez Manuel, se unió a Enrique de Trastámara, a cuyo servicio murió. Sus hermanos, Sancho y Luis, tras algunos titubeos iniciales, acabaron poniéndose a las órdenes del infante don Fernando de Aragón. Al cabo, toda la familia tendría que huir de Castilla, dejando desamparados sus señoríos de Montealegre y Carcelén, pueblos que Pedro 1entregaría luego, en calidad de aldeas, a los concejos de Chinchilla y Jorquera. También huyó a Aragón, siguiendo el partido trastamarista Alvar García de Albornoz, hijo de un antiguo vasallo de don Juan Manuel, y hermano del cardenal don Gil. En cambio, otros miembros de la pequeña nobleza criada por don Juan El privilegio concluye igual que el primero citado: " Yo Pedro Gon~alezalfrz esrriairpor mandado de Yeñego Lopez de Orozco, tutor de La dicha señora" (RAH,Salazar y Castro, M-8 fols. 10v-11). 23 G. Sánchez Doncel, «Don Juan Manuel...>>,pág. 101.
Manuel, se mantuvieron fieles al rey. Garcí Fernández de Villodre, muy fuerte en Alcaraz, y casado con Inés de Villena, una hija de Fernán Sánchez Manuel, se mantuvo fiel a don Pedro, que le puso al frente de las fuerzas reales movilizadas contra la encomienda rebelde de Segura. Pedro González de Mendoza también apoyó al rey, y colaboró con Íñigo López de Orozco en la lucha contra los Carrillo, los Albornoz, y los demás seguidores de don Fadrique y don Enrique, que pronto fueron vencidos y obligados a exilarse. Desde comienzos de 1356 parecía sosegada la situación. Pedro 1 había logrado vencer a su hermanastro don Fadrique, expulsar de Castilla a don Enrique y hasta capturar en Toro a Juana Manuel. Pero en el verano de ese año estalló la "Guerra de los dos Pedros" entre Castilla y Aragón. Los castellanos atacaron desde el reino de Murcia, cargando contra Chinosa y Monóvar. Se estudió devolver el golpe contra el valle de Ayora y el señorío de Villena, pero se descartó la idea, por ser éstas tierras pobres y difíciles, donde los resultados no compensarían el esfuerzo de la entrada2*.El infante aragonés Ramón Berenguer, conde de Ampurias y suegro del difunto Fernando Manuel, nombrado capitán general y responsable de la frontera valenciana, mandó a Pedro Maza de Lizana contra Requena y su comarca, donde fueron destruidos más de cincuenta lugares. En septiembre, Pedro 1 vino desde Murcia a Alcaraz, desde donde dirigiría la campaña. Los capitanes aragoneses, Pedro de Jérica y don Alfonso de Aragón, flamante conde de D e ~ ~ i aacudieron *~, a reforzar la frontera valenciana, desconfiando de que el infante don Fernando pudiera ayudar a los invasores castellanos. El maestre García de Padilla se hizo fuerte en Villena y desde allí devastó las comarcas valencianas de Castalla y Onil. El infante don Fernando, tras algunos titubeos iniciales, se puso al servicio de Castilla desnaturándose del rey de Aragón, y vino por Alcaraz y Balazote contra Játiva y Biar. Contraatacaron los aragoneses obligando a don Fernando a refugiarse en su villa de Elda y le arrebataron Alicante. Poco después, sin embargo, éste conseguía tomar Jumilla, pero no la entregó a Castilla y al capitán Garcí Fernández de Villodre, como le pedía repetidamente Pedro 1, sino que la dejó al cuidado de su fiel Sancho Manuel, el de Montealegre, que mandaba buena parte de sus tropas en esta comarca y en las de Villena y Orihuela. J. Zurita, Anales..., IX-111 El infante don Pedro de Aragón estuvo casado con doña Juana, hermana del conde de Foix. Cedió en vida sus títulos y dominios asus hijos, y en 1358, tras conseguir abortar el conato de rebelión de S hermano, Ramón Berenguer, renunció al mundo e ingresó en el convento de San Francisco de Barcelona. Su hijo, don Alfonso de Aragón, heredó los señoríos de Denia y Ribagorza, elevados a condados por su primo, Pedro IV. Casó con Violante de Arenós. El otro hijo de don Pedro, don Juan, que recibió el condado de Prades y la baronía de Entenza, llegaría a ser senescal y mayordomo de Cataluña. Cas6 con Sancha de Arenós, prima de doña Violante. El tercero, don Jaime, sería arzobispo de Tortosa, y luego, desde 1369, de Valencia, y llegaría a Cardenal. Por último, hubo también una hija, Leonor, que se casó con Pedro de Lusiñán, heredero del reino de Chipre, en el cual sucedería más tarde (J. Zurita, Anales.. . IX-XVIII). l4
25
Si el infante don Fernando de Aragón apoyaba en la guerra, aun con reservas, a Pedro 1 de Castilla, Enrique de Trastámara guerreaba a su vez contra éste, unido a tropas aragonesas. Le seguían los Albornoz, los Carrillo y algunos otros caballeros antipetristas. En mayo de 1357 se estableció una tregua, negociada, entre otros, por Alvar García de Albornoz, por parte de la coalición Trastámara-aragonesa; y por Íñigo López de Orozco, señor de La~ . Hita, tutor y mayordomo de doña Blanca, por el bando l e g i t i r n i ~ t a ~ tregua fue mal observada por ambas partes, pues durante la misma pudo el infante don Fernando apoderarse de Jumilla, como queda dicho; y también Pedro Carrillo, haciéndose pasar por desertor del bando enemigo, vino a Castilla, ganó la confianza del rey, y huyó luego llevándose consigo a Juana Manuel, esposa del de Trastámara, que estaba en poder del monarca, y que, como única hija viva de don Juan Manuel, pudiera algún día, si muriera su sobrina, esgrimir derechos preferentes a la sucesión del señorío de Villena. N o era la única. En medio del desconcierto existente, hasta Sancho Manuel, el de Montealegre, hijo de un hijo bastardo de don Juan, que estaba a las ordenes del infante don Fernando y mandaba por él la guarnición de Jumilla, pudo pensar en el título de Villena. Por entonces ofreció a Pedro IV pasarse a su servicio y devolver a Aragón la plaza de Villena, poniendo en rehenes a su madre y a su hermana doña Constanza. Tal vez aquellos contactos de Sancho Manuel no fueran sólo iniciativa suya. El mismo infante don Fernando, tras haber emprendido negociaciones desde su villa de Elda, se reconcilió con su hermano Pedro IV, en diciembre de 1357, y le ofreció devolverle discretamente la plaza de Jumilla pidiéndole a cambio su dominio de Alicante. Al tiempo, daba poderes para actuar como lugartenientes suyos en aquella frontera a Ramón de Rocafull y Luis Manuel, hermano de Sancho y Fernando, los de Montealegre. De aliadas de Castilla, sus fuerzas se convirtieron en enemigas, y se enfrentaron desde entonces con las de Íñigo López de Orozco, frontero por Pedro T. En 1358, el infante don Fadrique atacó y tomó a Sancho Manuel la plaza de Jumilla, aunque su real hermano se lo agradecería asesinándole cuando acudía a Sevilla a recibir sus felicitaciones por la victoria. Luego, Pedro 1 haría asesinar también a la madre del infante don Fernando, doña Leonor. Previendo una firme respuesta aragonesa por el reino de Murcia, envió allá a don Gutierre Gómez de Toledo, prior de San Juan, y a Íñigo López de Orozco. Mientras, él acudía a Sevilla, donde organizó una flota que pretendía asolaría la costa alicantina, aunque sólo consiguió quemar 26 En esta tregua, negociada por dos antiguos vasallos de los Manuel, se acordó, entre otras cosas, que Pedro IV haría devolver a Blanca Manuel y a su madre, Juana Despina, los castillos que les había hecho tomar en el reino de Aragón.
Guardamar, posesión del infante don Fernando, y Alicante. El infante don Fernando respondió, a lo largo de 1359, con una guerra violenta contra el reino de Murcia, desde su base de Orihuela, titulándose ya rey de Castilla, y ofreciendo a su hermano aragonés que, si le daba ayuda para alcanzar el trono de Castilla, le entregaría al fin de la guerra todo el reino de Murcia y muchos lugares de la frontera, desde Moya, Requena, Cañete y Cuenca, hasta Salmerón, Alcocer y Valdeolivas, en el Infantado. En ese mismo año, Pedro 1 intentó una nueva expedición marítima, que fracasó ante Barcelona y, de regreso, en la costa de Calpe. Además, entraron en Castilla los bastardos Enrique y Tello y causaron una seria derrota a los petristas en el campo de Araviana, en las faldas del Moncayo, donde cayó prisionero, entre otros, Íñigo López de Orozco. Los caballeros de don Pedro le iban abandonando uno tras otro, temiendo sus feroces represalias contra los responsables de las derrotas, pues el rey sospechaba de todos y parecía haberse vuelto loco, sobre todo a raíz de las noticias sobre el desastre de Araviana; últimamente había asesinado a sus jóvenes hermanastros bastardos, don Pedro y don Juan. Pocos eran ya en el reino de Murcia quienes defendían al monarca legítimo, y entre ellos destacaba Garcí Ferrández de Villodre, que dirigía a las fuerzas castellanas en el cerco de Jumilla, contando para ello con poderes de Pedro 1 para sacar tropas, viandas y pertrechos de todas las poblaciones. Las aspiraciones contrapuestas al trono castellano de los dos principales aliados de Pedro IV (su hermano don Fernando, marqués de Tortosa, y el conde Enrique de Trastámara) evitaron a lo largo de 1360 una aplastante derrota de Pedro 1, que ya se veía acorralado y, sospechando traiciones de todos, había comenzado una nueva purga entre sus caballeros. El monarca aragonés vacilaba entre ambos, y si bien en un principio se inclinaba hacia el bastardo, a comienzos de 1361 acabaría acordando con don Fernando que le reconocería como rey de Castilla a cambio del reino de Murcia, Cañete, Requena, Cuenca, Molina, el Infantado, y buena parte de la frontera soriana. En estas condiciones de clara superioridad de los aliados se llegatía en 1361 a la paz de Terrer, obtenida mediante la intervención del legado pontificio. Se estipulaba la devolución a Aragón de Monóvar, Jumilla, Chinosa, Guardamar y otras plazas ocupadas; y a los Albornoz y a otros caballeros trastamaristas de sus posesiones expropiadas. A Blanca Manuel, señora de Villena, se le reconocían ciertos castillos (Navarrés y Quesa) que tenía ocupados en Aragón. h i g o López de Orozco, preso desde lo de Araviana, recobraría la libertad, pues Pedro IV, caballeresco con el adversario, pagó su rescate a Enrique de Trastámara y lo devolvió a Pedro 1 tras
obsequiarlo con cortesía. Por su parte, el rey castellano, que lo tenía por uno de sus principales consejeros y amigos, le daría aún mayores muestras de su aprecio con nuevas mercedes, que aumentarían su patrimonio territorial en tierras de La A l ~ a r r i a ~ ~ . Sin embargo, cuando Íñigo López de Orozco, mayordomo de Blanca Manuel, vuelve a Castilla ya ha desaparecido la señora de Villena. Bien a fines de 1360, o en la primavera de 1361 -las fuentes no concuerdan-, la heredera de Fernando Manuel, todavía niña, ha muerto. La propaganda trastamarista acusó inmediatamente al rey Pedro 1, que la tenía en su heredar Las sus tierras». Evidentemente, poder, de haberla asesinado <
2.- LOS SEÑORES DE VILLENA DURANTE LA GUERRA CIVIL CASTELLANA (136 1- 137 1) Durante la guerra civil castellana, el señorío basculó entre cada uno de los bandos enfrentados, de manera que, mientras Pedro 1 proponía a su hijo Sancho como señor de Villena, continuando así la posible tradición de reservar este territorio para infantes, Enrique 11 hubo de concederlo a don Alfonso de Aragón, atado por los compromisos políticos. Simultáneamen27 El 20 de julio de 1363, Pedro 1confirmaría a este caballero los señoríos concedidos a su padre, Íñigo López de Orozco 1, por Alfonso XI; y añadiría además el señorío de Torija y otros pueblos. El 30 de mayo de 1365, le confirmaba todavía otro privilegio, dado por su madre, la reina doña María, dándole la aldea de Tamajón, que había pertenecido al concejo de Ayllón (A. Franco Silva, .El adelantado de Cazorla ...., págs. 144 y 150).
te, los maltratados concejos del señorío enarbolaron la bandera de los Manuel, mitificando las pasadas décadas de prosperidad y desarrollo frente a los desastrosos años que estaban atravesando. Analicemos el desarrollo pormenorizado de todo ello.
2.1.- El infante don Sancho de Castilla. Para Enrique de Trastámara, la reclamación de la herencia de su esposa sería, en este momento, la menor de sus preocupaciones. Él apuntaba más alto, al trono de Castilla, y para conseguirlo había traído de su exilio algunas tropas francesas y contaba ya con el reconocimiento de los reyes de Francia y Aragón. Durante 1362, aprovechando ciertos recelos entre Pedro IV y el infante don Fernando, que se retiró a Cataluña enojado por no habérsele permitido usar el oficio de procurador general de Aragón y Valencia, fue haciendo lo posible para desplazar a éste en la confianza del monarca aragonés. Así se mantuvo durante el breve período de paz abierta en los primeros meses del año entre castellanos y aragoneses. Durante esta tregua,. Por cierto, vino Pedro de Jérica a servir al rey de Castilla en la guerra contra Granada, pero enfermó y murió en la villa de Garcimuñoz, al atravesar el antiguo señorío de Villena2'. La paz había sido sino una estratagema de Pedro 1 para buscar nuevos aliados y coger descuidado al aragonés. La guerra volvió a reanudarse aún antes de mediar 1362, aunque no por esta frontera de Murcia y Valencia, sino por Calatayud y Teruel, donde tenía su capitanía el infante don Fernando. En 1363, sin embargo, el conde de Trastámara, unido a su antiguo rival el infante don Fernando de Aragón, y al conde de Denia y Ribagorza, conseguía rechazar los ataques castellanos contra Valencia. Todavía, no obstante, había gran rivalidad entre ellos; y si don Fernando contaba entre sus caballeros a un gran número de castellanos, e incluso a don Tello y don Sancho, hermanos de don Enrique; éste procuraba ganar aliados entre los nobles aragoneses. Entre estos destacaba un caballero aragonés, don Alfonso de Aragón, conde de Denia y Ribagorza y capitán general de Valencia, de muy noble cuna -era hijo del infante don Pedro y nieto de Jaime 11- pero no demasiado rico. Casualmente, era primo de Juana Despina, la esposa del difunto Fernando Manuel, y tal vez por ello se fijó en el rico señorío de aquella familia, ahora extinguida. Enrique de Trastámara prometió darle esta tierra, que correspondía en herencia a su esposa Juana 28
J. Zurita, Anales..., IX-XXXVII.
Manuel, junto con algún cargo importante en la corte. Simultáneamente, don Enrique de Trastámara tramó un plan para desembarazarse de don Fernando de Aragón. Éste fue acusado de connivencia con el enemigo y de robar al tesorero real para pagar a sus tropas; y al resistirse a la prisión ordenada por su real hermano, Pedro IV, fue muerto en Castellón, junto a Luis Manuel y algunos de sus seguidores castellanos, a manos de Pedro Carrillo y otros caballeros trastamaristas. Sus posesiones fueron confiscadas. Enrique de Trastámara quedaba, al fin, frente a Pedro 1, como único aspirante al trono de Castilla. Admitió a su servicio a muchos antiguos colaboradores de don Fernando y procuró recompensas a sus propios amigos. La villa y valle de Ayora, que fueron de don Fernando, serían concedidas el 22 de mayo de 1364 a don Alfonso de Aragón, conde de Denia y Ribagorza, que había conseguido liberarlas de un reciente cerco castellano. Alfonso de Aragón, que redondearía su suerte con una brillante hazaña, matando personalmente en combate al maestre de Alcántara Gutierre Gómez de Toledo, se perfilaba ya como el sucesor del difunto infante don Fernando en el control de la frontera valenciana con el reino de Murcia. Y aún habría de mejorar su suerte en caso de ganar la guerra, ya que Enrique 11 le había prometido a su hija Leonor para casar con su hijo mayor29,más el señorío de Villena. De cumplirse, ello le permitiría, con sus posesiones valencianas, crear un gran señorío fronterizo dependiente de ambas coronas, y no menos importante que el que habían tenido los Manuel. Entre tanto, en el campo castellano, antes de abril de 1364, Pedro 1acabó de adueñarse de casi toda la actual provincia de Alicante (Alicante, Elche, Crevillente, La Muela, Callosa, Monforte, Denia, Gallinera, Aspe, Elda, Biar) y, tras ocupar Gandía, amenazaba ya a Valencia. Además, había dispuesto del señorío de Villena, no para anexionar10 a la corona, sino para entregarlo a su hijo don Sancho, hijo de su manceba doña Isabel3". Precisamente, en noviembre de 1364, doña Isabel, embarazada ya de otro hijo, pasó por tierras del señorío con destino a Murcia, acompañada desde Hellín por una escolta de 100 caballeros y 200 ballesteros mandados por el obispo de Cartagena. En nombre de don Sancho habría de gobernar el señorío su mayordomo Martín López de Córdoba, que sería al tiempo camarero mayor del rey y su adelantado en el reino de Murcia. A fines de 1364, éste perseguía a Pedro IV hasta el pinar de Villena, donde estuvo a
*'
J. Zurita, Anales..., IX-LII. Este hijo, don Jaime, moriría después, todavía joven. Don Sancho, hijo de Pedro 1 y de su manceba doña Isabel, había nacido en Almazin mientras él estaba en Mallén, reino de Aragón, el año 1363. Según Zurita, el rey quería nombrarle heredero y casar con doña Isabel para legitimar su nacimiento (P. López de Ayala, Crónica dedon Pedro 1, pág. 598)
punto de causar un desastre a las tropas aragonesas. Más tarde le sucedería en el cargo Garcí Ferrández de Villodre. Dando a su hijo el señorío de Villena, Pedro 1 asestaba a un golpe a su contrincante, que pudiera reclamar los derechos de Juana Manuel, y se aseguraba al tiempo el control del territorio a través de sus caballeros de confianza, ya que don Sancho era menor; y no lo desvinculaba por completo de la corona. Es decir, al cabo de los años, volvía la condición de «apanage» que tal vez tuvo la primitiva «tierra de don M a n u e l ~ . Por ~ ' otra parte, el señorío quedaba bien sujeto a la autoridad real, tanto en lo político como en lo económico, pues el rey se reservaba «los mis pechos et derechos, segunt que los e en cada vno de los otros logares de los sennorios de los mis regnos; et el sennorío real mayor que yo e en todos los mios regnosu. Al señor y a sus posibles descendientes le quedaban «los sus pechos et derechos foreros, et pedidos et justizia et sennorio, segunt que fasta aqui lo ovieron el ynfante don Manuel et don Juan sufijo, e don Fernando e donna Blanca, cuyos fueron los dichos lagares». En realidad, aunque no parece que las campañas fronterizas y la guerra civil castellana afectaran demasiado directamente al interior del señorío, la situación de éste debía ser muy mala. La crisis que Castilla entera padecía afectaba en mayor medida, como ha visto Valdeón3*,a las comarcas pobres, como ésta era; y la inquietud en sus cercanías, con el consiguiente colapso del comercio, y los necesarios gastos militares no harían sino empobrecerla aún más. Los pueblos más fronterizos, aparte de perjudicados en su tradicional comercio, habían resultado muy afectados por los ataques desde el reino de Valencia. Cuando en 1364 acude Pedro IV al socorro de Orihuela, acompañado por Enrique de Trastámara, se dice que «fuepor Sax, que es tierra yema y muy desierta»33,y atacó a los castellanos que dominaban Elche. Y más tarde oiremos las quejas de Almansa y Villena por los daños sufridos a manos del enemigo aragonés; daños seguramente no menores a los recibidos por Caudete y otros lugares valencianos3*que habían quedado en primera línea frente a las conquistas castellanas de Villena y Jumilla. Sin embargo, no consta que las grandes operaciones bélicas se extendieran a los pueblos interiores del estado de Villena, tal vez a causa de la extrema pobreza del territorio, que hacía innecesarias y caras semejantes acciones, e impedían 31
J.L. PastorZapta, <,,Revista&llmtituto&Estdios Alicantinos, vol. 3 1, págs. 1540. 32 J. Valdeón, Enrique 11ak Castilla, la guerra civily la cmoliakión del ggimen. Univ. de Valladolid, 1966, pág. 45. '' J. Zurita, Anales..., XI-LIX. n"' 1362, Pedro iV tuvo que dar a Caudete, población aragonesa que había visto interrumpidos sus tradicionales vínculos con Villena y con otras tierras castellanas de los Manuel, una feria de 15 días a celebrar anualmente a partir del día de San Miguel (J. Sánchez Díaz, Histwza de Cau&te, Alicante, 1950, pág. 64)
abastecer grandes ejércitos. Refiriéndose a la campaña aragonesa de 1356 por la frontera de Mogente y Almansa, el registro de Pedro IV, mencionado en las adiciones de Zurita a la Crónica de López de Ayala, señala que la llamada Tierra de don Juan «...es seca manja e tal que poder del rey non y poria turar, e com hy fos entrut, no y porha dar danyi5. La misma guerra en la frontera valenciana haría recomendable, seguramente, proceder a la repoblación de algunas localidades del señorío capaces de controlar el valle del Júcar, magnífica vía para una eventual invasión. Continuando la política de don Juan Manuel, el 18 de abril de 1364, desde El Grao, mientras atacaba por mar a Valencia, Pedro 1, por honrar a su hijo don Sancho, señor de Villena, hacía villa sobre sí a Alcalá del Júcar, segregándola de Jorquera, y le otorgaba por fuero el de «las Leyes» que don Juan Manuel había dado en tiempos a Garcimuñoz y a otros pueblos, con capacidad para tener justicia propia, y un término de una legua de ancho por legua y media de largo36. En cambio, en noviembre de ese mismo año, estando ya en Biar, lugar ganado a los aragoneses, reintegraba a Chinchilla, como aldea, el lugar de Montealegre, «que fue de Sancho Manuel», ordenando que fuera destruida su fortaleza «en manera que non finque ninguna cosa enfiesto della». Probablemente, aunque no hay constancia expresa, por las mismas fechas se entregara a Jorquera el lugar de Carcelén, que formó parte también de la herencia de Sancho Manuel, cuyos hijos varones habían muerto ya, rebeldes, en el campo enemigo. Como puede verse, se consolidaba a los concejos ya mejor poblados de antiguo, entregándoles aldeas y términos, pero al mismo tiempo se procuraba crear otros nuevos en lugares estratégicos. A lo largo de 1365 la guerra continuó sin especiales novedades en lo que respecta al señorío de Villena. En octubre de este año, Martín López de Córdoba, gobernador de este territorio por don Sancho, comunicó a don Pedro que el bastardo don Enrique andaba reclutando tropas francesas, y que era inmimente una gran invasión. Las noticias confirmaban otras anteriores remitidas desde Moya por Garcí Ferrández de Villodre, comandante de la frontera conquense. López de Córdoba fue enviado a Inglaterra a pedir a Eduardo 111 que no consintiera a sus súbditos alistarse bajo las banderas del bastardo. En enero de 1366, las Compañías Blancas, con Beltrán Du -
--
P. López de Ayala, Crónica del rey Don Pedro, pág. 420. El mismo Zurita, en sus Anales (XI-111) traduce de tal calidad que ejército de un rey poderoso no se podía allínzucho tiempo esta frase aún más expresivamente: <<...es entretener, y estando dentro en aquella tierra no podían hacer nzucho A ñ o en ella*; de manera que no merecía la pena 35
juntar una hueste importante para destruir una comarca que de por sí estaba ya en tan mal estado. '6 Publ. por A. Pretel Marín, aEl cambio dinástico...», págs. 329-330. También, A H N , Nobleza, Frías, caja 730, n" 1.
Guesclin y Hugo Calveley a la cabeza, y bajo el mando supremo de Enrique de Trastámara, estaban ya en Barcelona. Pronto comenzarían a invadir la frontera norte de Castilla, unidas a tropas aragonesas y castellanas rebeldes, mandadas por el conde de Denia y otros caballeros. Íñigo López de Orozco, tras hacer testamento en beneficio de sus hijas y de su tío Gómez Ferrández3', salía para intentar detenerlos y tomaba posiciones en Alfaro; pero los invasores pasaron de largo y se apoderaron de Calahorra, donde Enrique de Trastámara se proclamó rey de Castilla, el 16 de marzo, en presencia de sus principales capitanes. A la cabeza de ellos figuraba, de nuevo, su amigo don Alfonso de Aragón, conde de Denia y de Ribagorza. Pedro IV de Aragón, que, en prenda de amistad, había dado a Duguesclín, con fecha 9 de enero, las villas de Elda y Novelda, que habían pertenecido al infante don Fernando, y que aún estaban en manos del enemigo castellano", se apresuró a apoyar la operación desde sus fronteras, y en muy poco tiempo ganó todo el territorio que en los reinos de Aragón y Valencia le había arrebatado el castellano hacía menos de dos años.
2.2.- Don Alfonso de Aragón, conde de Denia y Ribagorza, titulado marqués de Villena. Esta dura ofensiva motivó que Pedro 1, acompañado de Íñigo López de Orozco, Martín López de Córdoba y Pedro López de Ayala, se retirara de Burgos, preso del pánico, y ordenara un repliegue general en las fronteras con Aragón, mandando destruir todas las fortalezas conquistada^^^. Garcí Ferrández de Villodre, que combatía la villa de Ayora, posesión del conde de Denia, y otros muchos caballeros, abandonaron las posiciones ganadas en la frontera, dejando en llamas numerosos lugares. Desconfiando de todos, el rey maltrataba a los caballeros que le servían, culpándoles de las derrotas y persiguiéndoles. sin motivo, por lo que muchos se apartaron de su servicio y huyeron ante el enemigo, cuando no se pasaron al bando trastamarista. Ante la desbandada de los adversarios, el de Trastámara entró fácilmente en Burgos, cabeza de Castilla, donde convocó cortes y se coronó solemnemente. j7 Testamento hecho en Cogolludo, el 25 de enero de 1366 (A. Franco Silva, , <<"Eladelantado de Cazorla..." pág. 145. 3X 1366-1-9.- Como estos pueblos codavía estaban en poder del enemigo, le adelanta 10.000 Florines sobre sus rentas. Duguesclín nombró su procurador para ir a tomar posesión a Rodrigo Sáncliez de Calatayud, aunque después encomendó de lo mismo a Ximén Pérez de Orís. Pero el señorío no duró m& de un año. El 15 de marzo de 1367 hay un acuerdoentre PedroTV y Duguesclín, y el rey recuperaElda y Novelda, pero NoveldaserAentregada,el9 junio 1367, a Mateo de Gournay, Lino de los jefes de las Compañías Blancas venidos con Duguesclín; y Elda y La Mola a Hugo Calviley, que mandó tomar posesión a Joan Brayton, que sería alcaide hasta 1370. En 137 1 Calveley venderá Elda a Gournay, y éste venderá Elda y su valle a la corona en 1377. Todo ello traería ulteriores reclamaciones (M.S. Ferrer i Mallol, La aljdms ~arraiines la gawwciód'0riola m el segle XIV, CSIC, Barcelona, 1988,pgg. 3 1). J. Zurita, Anales..., IX-LXII.
''
En la misma fiesta de la coronación, para recompensar la lealtad de unos y para atraerse la de quienes todavía estaban con el enemigo, comenzaría su política de «mercedes». Una de las primeras otorgaría a don Alfonso de Aragón la antigua tierra de don Juan Manuel, que le había sido prometida y que el rey consideraba herencia de su esposa. Además de aquel territorio, que de momento no podría ocupar todavía pues estaba en manos del adversario, don Alfonso recibiría el título, hasta ahora no usado en Castilla, de «marqués» de Villena"'. Otros capitanes también fueron recompensados: D u Guesclín recibió el título de conde de Trastámara, Calveley el de conde de Carrión, y el bastardo Tello el de señor de Vizcaya. Enrique de Trastámara se veía ya rey indiscutible, y se creyó suficientemente seguro en el trono como para llamar a su lado a su esposa, que permanecía en Aragón. Antes de salir para Castilla, Juana Manuel juró en Zaragoza, en presencia del obispo de Tortosa (don Jaime, hermano del marqués de Villena), de Alvar García de Albornoz y de otros caballeros que su marido cumpliría los pactos hechos con Pedro IV sobre la tierra castellana que le había prometido, y que se llevaría a cabo el matrimonio acordado del infante don Juan, heredero de Castilla, con la infanta Leonor de Aragón". A principios de mayo de 1366 Enrique 11 entraba en Toledo. Le acompañaban numerosos caballeros extranjeros, como el portugués Diego López P a ~ h e c o " que ~ , por diversas razones seguían sus banderas. Muchas ciudades manchegas, y entre ellas Talavera, Madrid, Villarreal y Cuenca, y numerosos caballeros tránsfugas del campo enemigo le ofrecieron entonces vasallaje; entre ellos, Pedro González de Mendoza y su tío Íñigo López de Orozco, que obtuvo de inmediato un privilegio confirmándole todas las mercedes y posesiones que había conseguido de Pedro 1y Alfonso X14?;y en noviembre recibiría aún de la reina Juana la villa de Santa Olalla, que ya estuvo bajo administración de su padre en tiempos de don Juan Manuel. En favor de estos nuevos servidores y también de los herederos de Garcí Jofré de
"
C..... e d i o a don Alfi,nso, conde de Denia, del regno de Aragófi. que zienía cow ¿l. la tierra ql/efi/erade donJ//an.fijo del illfante don Manr~el;nzaguer pertenesria a Ia rqnu duña J//ana. S / / ucuger c l r l ~fi[-bo rey dun Enriq//e. q//eera fija legititna del dicho dun.Jrian Manuel: e ~nandóqlcele llama~enn~arqr/& de Vil[ena» ( P . López cle Ayala, Crinira d e l rey don Pedro.. pág. 54 1 ) '' J . Zurira, A~za/es...a, IX-LXIII. Diego López Paclieco, hijo de Lope Ferrández, señor de Ferreira, había sido Lino de los principales consejeros de Alfonso IV cle Portugal. Por ordeii suya, y en ~iiiión de Pero Coellio y otros, asesinó personalmente, en 1353, a Inés de Castro, la amante del joven iiifante don Pedro (el esposo de Constanza Man~iel).Al llegar éste al trono, en 1357, Diego López y Coellio se exiliaroil a Castilla liuyendo de su venganza. Coellio fue extradido y ejecutado unos años desp~iés,y Diego López, avisddo a tiempo, se exil6 a Aragón, donde trabó amistad con Enrique de Trascámara. De allí pasó, al parecer por consejo de éste, a Avinón, donde vivió bajo la protección pontificia. Más tarde regresó a Castilla, acompañando a don Enrique en su victoriosa entrada. Fue recompensado con el cargo de norario mayor de Castilla; cargo que ostenta en las cortes de Burgos de 1367, cuando confirma como val el privilegio extendido a favor de don Alfonso de Aragbn, marqués de Villena. Hacemos estas puntualizaciones en función de la importancia que más tarde Iiabría de -f
Mapa 13.- Organización concejil en el señorío de Villena hacia 1370
Lisón, señor de Caudete, y de Alvar García de Albornoz abogó la ciudad de Toledo en un cuaderno de peticiones, que al tiempo salvaba los intereses ciudadanos y los de dichos caballeros4" Y, como ellos, un buen número de caballeros cambiaban de bando, viendo ya inminente la derrota de don Pedro, que pronto hubo de salir por la frontera portuguesa acompañado por Martín López de Córdoba, con ánimo de hacerse fuerte en Asturias y Galicia; aunque pronto tendría que embarcar para Bayona y Burdeos, buscando a cualquier precio la ayuda de los ingleses para recuperar su corona. Coincidiendo casi puntualmente con estos hechos, Juana Manuel regresaba a Castilla en el verano de 1366, con su hijo, el infante don Juan. Sólo la región de Murcia y algunos castillos y comarcas aisladas del sur y de la frontera aragonesa seguían obedeciendo al rey legítimo. Probablemente estuvieran también a su servicio los pueblos del señorío de Villena, que podían contar con refuerzos de Murcia y Alcaraz (Ferrand Pérez Calvillo y Garcí Ferrández de Villodre, caballeros que figuran entre los últimos defensores de la causa de don Pedro y de su hijo, el infante don Sancho). N o obstante, es también muy posible que los santiaguistas al servicio de don Enrique se apoderaran, desde Uclés y Cuenca, de algunas de las localidades más septentrionales de la antigua «tierra de don Juan», donde ya comenzaría a ser reconocido por señor el recientemente nombrado «marqués de Villena», don Alfonso de Aragón. U n título que habría de ser confirmado de nuevo, y con toda solemnidad, en las cortes de Burgos de febrero de 1367. La merced del marquesado, contenida en un documento rodado, fechado en Burgos a 5 de febrero de 1367, es un privilegio del mayor interés4>.Lo otorga Enrique 11, con su mujer, Juana Manuel, y su hijo heredero, don Juan, a fin de que no quedaran dudas de la renuncia de estos últimos a sus derechos hereditarios sobre la tierra de los Manuel46. El motivo es, expresamente, el reconocimiento por los servicios de armas y de otras naturalezas, prestados «mayormente en el conquerinziento de los nuestros regnosn. Comprende «las villas e custiellos de los lugares que se siguen: Villena, SUX,Yecla, Alnzansa, Fellín, Touarra, Libriellu, Chinchiella, Alcalá, Xorquera, Ves, linaje de los Pacheco en la historia del Marquesado. "tenerA.elFranco Silva, <
garantía enriqueiía de mantener sus señoríos, por un privilegio concedido a él y a su esposa, Marina García de Meneses, hija de Suero Téllez de Meneses. .P"4 López de Ayala, Crónica del rq, don Pedro., pág. 542. Entre los confirmantes está Juan Sánchez de Ayala adelantado de Murcia, el almirante Bocanegra, Diego López Pacheco notario mayor de Castilla y Ferrand Alvarez de Toledo, notario mayor de León (AR Valencia, Maestre racional, 9602, fols. 108-1 10). 46 JLWManuel deciara no obrar inducidapor fueizani por miedo y ~nunciaen el Marqués a ccdcs SLISdemhcs como sucaon de don Juan Manuel y de su hermano Fernando,
''
Alarcón, el Castiello de Garcinzuñoz, Belnzonte, Montaluo, Cafm, Villar de Saz, Buenache, La Robda, El ProuenGo, La Puebla de Almenara, Villanueua, Yniesta, El Congosto, czfuentes, Salmerón, Valdoliuas, Alcoger, Azeñon, Palapelos, Escalona, Aldeanueua, Da&». Todas estas plazas, que son las que tuvo don Juan Manuel en el señorío de Villena, mayorazgo de Alarcón y tierras del Infantado4', son concedidas en juro de heredad perpetuo y no revocable, «con todos los omnes e mugeres asy cvistianos CO??ZO jodíós e moros moradores e los que adelante vinieren morar»; con todas pertenencias, términos, tierras yermas y plantadas, aguas yerbas, montes, pesqueras, salinas, dehesas, piedras, montañas, y todos pechos y derechos, almojarifazgos, portazgos, ferias, tiendas, varas, martiniegas, marzazgas, caloñas, yantares, escribanías, cabezas de pecho de judíos y moros, fonsaderas, servicios, pedidos, monedas, peajes, molinos, hornos, hueste y cabalgada, y con toda general y especial jurisdicción, mero mixto imperio, y todo señorío alto y bajo; y con todos los derechos, acostumbrados o no, que la monarquía pudiera tener o haber tenido. A cambio, el marqués se obligará mediante pleito homenaje a servir al rey o a sus herederos en cualquier circunstancia, recibirle en sus fortalezas, hacer guerra o paz por su mandado, y acudir a sus emplazamientos. El rey retiene para la corona el derecho de moneda forera cada 7 años, y las minas de oro y plata, si las hay. El marqués no podrávender ni trocar el marquesado ni parte de él sin licencia real; y se compromete a dejarlo en herencia después de sus días a su hijo don Jaime, que casará con la infanta Leonor, hija del rey y de doña Juana. Después de los dias de don Jaime el marquesado será mayorazgo según fuero y uso de Castilla. Vuelve a surgir, pues, la idea de un mayorazgo vinculado a personas de la familia real; y dotado de una gran inmunidad jurisdiccional. Una hija del rey, y después su nieto -nieto, al tiempo, de don Juan Manuel- vendrían a gobernar lavieja tierra de los Manuel, que, añadida a los señoríos de Denia, Ribagorza y Ayora, de nuevo se convertiría en parte de un gran conjunto señorial repartido e interpuesto entre las dos soberanías de Castilla y Aragón, con cuyos monarcas tenía don Alfonso, respectivamente, lazos de amistad y parentesco de sangre. Unos días después, el 20 de febrero de 1367, todavía desde Burgos, don Alfonso comenzaba ya a ejercer el gobierno de un «marquesado» que
"
N o se excluye cualquier otra posesión de los Manuel. ...>>Et avn eso n2estno zJosdanzos toda otra tierra e hereridn~ientoo ot~osq u a b qnier Biezes e ~Jelel*echoslos q~/a/es don lohan fijo del infinte don Mnnuel e don Ferrando sufijo ouieron et touieron en los nrtestros regnos e sennoríos;pro~~zetie~zdo a vos e a /os vzlestros la dcha donalion e transportagion por nos nin por lo^ nuestros en algunos tienpos non I-ontestai,reiiocar contradezir e ari~~llar; ante faw?ilos alter e tener a z~os e a los vitestros en zjerdadera epa~ificaposesion de las dichas villas castiellos e l ~ q a r ... e ~mntra quales quierpersonas asi erlesiástic.as cofiioseglarer; e a /LOS parar riun niie.ctras propias misiones a sali~arnientoe d'efensión de aquel/os .>.
seguramente no dominaba todavía sino en una pequeña parte. Tal vez intentando atraer a su obediencia a los pueblos que todavía no le acataban, obtuvo de Enrique 11 la confirmación de los privilegios que disfrutaban. El ~~ mismo día, y a propuesta suya, Belmonte era segregada f ~ r m a l m e n t edel término de Alarcón, y dotada de término y jurisdicción propios, con el fuero de «las leyes>>de Garcimuñoz, al que ya aludimos. Es muy posible que la población de Belmonte se sintiera amenazada por Alarcón y recurriera a los nuevos poderes señorial y real para poner a salvo su independencia,
l
Todo parecía indicar el fin de la guerra y el triunfo de Enrique 11, pero en sólo un mes la situación daría un giro completo. Pedro 1 había conseguido la ayuda inglesa (acuerdos de Libourne) y con apoyo del Príncipe Negro y de Navarra, cruzó los Pirineos en febrero, mientras su contrincante celebraba las cortes de Burgos; y el 3 de abril aplastaba en Nájera al ejército trastamarista, matando o prendiendo a muchos de sus mejores caballeros. Entre los prisioneros se cuentan casi todos los Mendoza, incluido Pedro González de Mendoza, Pedro López de Ayala, Pedro González Carrillo, y Alvar García de Albornoz. Este último sería rescatado pronto, por 8.000 florines, gracias a las gestiones de su tío, el cardenal don Gil. También fue rescatado muy pronto D u Guesclín. En cambio, el marqués de Villena, que mandaba el ala derecha del ejército trastamarista, fue apresado por un súbdito inglés (Richard Henry Chamberlain) y sometido a prisión, primero, al parecer, en Inglaterra, y luego en manos del conde de Foix, que seguramente le trataría mejor, dado el parentesco existente entre ambos. Peor suerte corrió Íñigo López de Orozco, que fue ejecutado personalmente por el rey don Pedro, en castigo de su reciente traición a su causa4'. La victoria petrista de Nájera fue tan completa que Enrique 11 hubo de salir para el exilio directamente desde el campo de batalla (el cardenal don Pedro de Luna lo llevó a escondidas a Orthez, posesión del conde de Foix, desde donde luego pasaría a territorio francés). Mientras, su esposa, Juana Manuel, huía con sus hijos de Burgos y se refugiaba de nuevo en Zaragoza. En mayo, Pedro 1 entró triunfante en Madrid y Toledo, persiguió y mató a varios conocidos enriqueños y exigió a todas las ciudades rebeldes a su autoridad que se sometieran. En Murcia dieron muerte a los enriqueños y alzaron pendones por él, al tiempo que se confiscaban los bienes de Pedro 1" documento de villazgo Iia sido p~iblicadopor E. Ramírez, <.Privilegio eximiendo la aldea de Belmonte de la villa de Alarcón.,, Revista de Avchiuos, Bil.lioteras y hfllreos. Madrid, 1928, págs. -356.369. En el se establece que ecberz siLerte.rpor las alcaldíui e algz~aziludgolos que mant~~ziieren que el concejo sea elegido el día de san Miguel <
"
López de Ayala y del obispo de Cartagena, que habían huido a Aragón. En el señorío de Villena pudo ocurrir otro tanto, y seguramente volverían a reconocer al infante don Sancho los pueblos septentrionales que poco antes habían caído en manos enemigas. El fiel Garcí Ferrández de Villodre, nombrado mayordomo de don Sancho, quedaba ahora como el hombre de mayor confianza del monarca en la región, y gobernaba con plenos poderes la antigua tierra de los Manuel. El 22 de mayo de 1367, desde Madrid, Pedro 1 ordenaba entregarle las rentas de los bienes y las tenencias de los castillos que había asignado a su hijo5". Pese a la importante victoria de Nájera, el triunfo de don Pedro fue solamente un espejismo. El Príncipe Negro, su principal apoyo, estaba molesto por no haber cobrado lo que le había prometido y por su feroz comportamiento con los prisioneros, en particular con Íñigo López de Orozco, al que mató personalmente cuando lo llevaba preso un caballero gascón. Al producirse entre ellos los primeros roces, el rey inició conversaciones con Pedro IV de Aragón, ofreciendo una boda entre una hija suya y un infante de aquel reino; y la entrega como dote del reino de Murcia, más Alcaraz, Las Peñas de San Pedro, varias plazas fronterizas -Requena, Utiel, Moya, Cañete, Cuenca, Molina, Medinaceli, Monteagudo, el Infantado entero, y toda la tierra que fue de don Juan Manuel; a cambio de una alianza contra el de Trastámara. Por su parte, el Príncipe Negro llegó a proponer al aragonés la conquista y reparto de Castilla, ofreciéndole otro tanto, incluidas igualmente las antiguas posesiones de los Manuel5'. Por una u otra vía, la propia integridad territorial castellana estaba en juego. El señorío de Villena pudiera convertirse en el núcleo central y más coherente de un nuevo estado peninsular interpuesto entre las dos coronas vecinas, o bien caer bajo soberanía aragonesa. Mientras el de Aragón recibía estas propuestas y los ingleses se retiraban del territorio castellano, Enrique de Trastámara, magníficamente acogido en Francia, había vuelto a rehacerse. y estaba listo para cruzar a la península con nuevas compañías de tropas escogidas, pero el rey de Aragón, que escuchaba las opiniones divididas de sus consejeros a favor y en contra de Pedro 1, se negaba a dejarle paso franco por su territorio. Al fin pasó por Ribagorza y Benabarre, tierras de don Alfonso de Aragón, donde fue bien acogido por el viejo infante don Pedro52,y seguramente también por doña
"
"
Díaz Marcín, Itinerario de Pedro 1, doc. n" 969.
J . Zurita, Anales..., IX-LXI y X-111. Ibídem, IX-LXX.
Violante de Arenós, mujer del marqués de Villena, que se habría retirado allí al saber la prisión de éste. En septiembre de 1367 Enrique de Trastámara estaba ya de nuevo en Castilla y recibía el reconocimiento de un buen número de ciudades y fortalezas, que esperaban ya alzadas su regreso. Entre ellas, la de Peñafiel. La lucha volvió a encenderse; Garcí Ferrández de Villodre, con 300 vasallos suyos de a caballo y «pieza de ballesteros», que seguramente procederían en buena parte del señorío de Villena, defendió Toledo, convirtiéndose en el protagonista de la guerra, centrada en el durísimo cerco de esta plaza, durante la primavera de 1368. N o pudo impedir, sin embargo, que gran parte de La Mancha, presionada por los santiaguistas obedientes al maestre Mexía, reconociera al rey don Enrique. La misma orden de Santiago, y quizás también algunos caballeros, como los Mendoza y los Carrillo, del bando trastamarista, ocuparon casi todo el antiguo suelo de Alarcón. El resto del territorio siguió, al parecer, en el bando legitimista, aunque probablemente se vería cada vez más agitado por banderías y golpes de mano, pues, como en casi todo el reino de Murcia, había «algunos logares e cabulleros que estabanpor el rey don Enrique», y que arreciaban en sus acciones conforme parecía confirmarse la derrota de don Pedro y sus parciales. Los antiguos servidores de los Manuel, Calvillos, Ayalas y Fajardos, se enfrentaban también en Murcia; allí hubo combates callejeros, y los petristas Ferrán Pérez Calvillo y Alonso Yáñez Fajardo derrotaron a los «traidores» Pedro López de Ayala y Diego Alfonso de Tamayo, que fueron «?)zuertose desbaratados». Pedro 1 escribiría desde Sevilla, el 1 3 de septiembre de 1368, mostrando su placer por la noticia5'. Ya en los últimos momentos, después de que a comienzos de 1369 volvieran a Castilla las tropas de D u Guesclín en apoyo de Enrique 11, no pocos pueblos cambiaron de bando. Tal ocurrió, por ejemplo, en Alcaraz, cuyos habitantes vacilaban todavía en los días anteriores de la batalla de Montiel. Según la crónica de López de Ayala, a comienzos de marzo: «soPo el rey don Enrique como el rey don Pedro era en Montiel; pero le decían que querh desviar e l camino que primero troxiera e ir camino de AIcaraz, que estuba por éI, pero non lo sabía La villa de Alcaraz le aceptó como soberano, tal vez con la condición de no ser entregada al arzobispo Goméz Manrique; lo que no le evitó un duro trato por parte de los vencedores. En el señorío de Villena, Chinchilla, la más importante plaza del partido '3
Codom VII, pág. 235. P. López de Ayala, Crónica del rey dot2 Pedro. p á g 589.
del obispado de Cartagena, fue ocupada también por los trastamaristas, o se dio a ellos, igualmente, en los últimos tiempos de la guerra. Parece que el resto de los concejos del señorío -Almansa, Hellín, Yecla; y Villena y Sax, devueltas estas últimas a la soberanía castellana tras la pasada lucha con Aragón- siguió fiel a Pedro 1 hasta su muerte en la batalla de Montiel. Pero, muerto el rey y prisionero Garcí Ferrández de Villodre en la misma acción de Montiel, el 14 de marzo, carecía de sentido la resistencia. El 24 de marzo de 1369, días después de la decisiva batalla, Enrique 11mandaba al conde de Carrión don Juan Sánchez Manuel, primo de Juana Manuel5', para someter con un fuerte ejército a los lugares aún rebeldes en el reino de Murcia. Tras ocupar, tal vez, el castillo de Las Peñas de San Pedro, que estaba rebelde contra la villa de Alcaraz, el 11 de abril se reunía el conde en Hellín con los procuradores de los concejos de la antigua tierra de los Manuel que aún no habían reconocido a la nueva dinastía, en parte, seguramente, por no querer reconocer la autoridad de don Alfonso de Aragón, a quien Enrique 11 había dado el marquesado de Villena.
2.3.- La reivindicación de la familia Manuel por los concejos del señorío. Evidentemente, el conde de Carrión tenía la fuerza, pero también tenía prisa por llegar a Murcia y terminar su misión; antes, sobre todo, de que los aragoneses pudieran ocuparla56.Además, no estaba nada clara la situación en que había de quedar el señorío de Villena, pues si bien es verdad que una parte de las antiguas tierras de los Manuel habían sido ocupadas ya por los trastamaristas, e incluso eran gobernadas por ciertos caballeros en nombre de Enrique 11, el marqués de Villena, señor en teoría de la comarca, estaba todavía prisionero del enemigo5', y no podía reivindicar personalmente su estado; y no se sabía, además, si el rey deseaba de verdad hacer efectivo el dominio que le había prometido sobre dicho territorio. Tal vez por todo ello, el conde de Carrión no puso reparos a las peticiones de los procuradores reunidos en Hellín, que antes de hacer homenaje alguno le advirtieron que sólo aceptaban por monarca a Enrique 11 y por señora a la reina Juana "
Descendía de Sanclio Manuel, liijo bastardo de don Manuel. '"edro IV seguía empeiíado en mover a los ingleses, porrugueses y navarros conrra Casrilla, en una alianza que habría de proporcionar a Aragón el dominio de gran parte de La frontera de Cuenca, Guaclalajara y Soria, más el reino de Murcia y la tierra de los Manuel. '' Poco después de la batalla de Monriel, Enrique 11 había inrenrado canjear al marqués de Yillena y al conde don Sancho, su propio hermano, por el infante de Mallorca, al que renía en su poder. Sin embargo, el rey de Aragón intervino en contra. El intanre de Mallorca fue rescatado inmediatamenre por la reina doria Juana, por 60.000 doblas, y se fue a Ortliez, tierra del conde de Foix, donde quizás estuviera ya, pero prisionero, el marqués de Villena (J. Zurita, Anales..., X-VI).
-. .
I
Manuel, <
J.M. Soler García, La rel'rr~ón.... doc. 13.
capitulación, y no querían reconocer otro señorío que el de la reina, «nuestra señora natzral y heredera de la cusu de Villena». De momento, los reyes no hicieron nada por contradecir esta opinión. Más bien, al contrario, parecieron subrayarla, en junio de 1369, con la entrega a doña Juana de la importante plaza de Alcaraz5', vecina a los estados manuelinos, cuyo gobierno ya estuvo confiado en vida a don Juan Manuel. Como se observa, eran muchos los intereses creados en torno al futuro del señorío de Villena, que no iba a resolverse en él mismo, sino en las alturas de la corte. El rey se veía presionado, de una parte, por los pueblos que le exigían el cumplimiento de los compromisos del conde de Carrión; y tal vez por éste mismo. De otra, por su propia palabra empeñada en las cortes de Burgos y por los mensajes que desde su prisión le haría llegar el marqués de Villena, a través de deudos y amigos de armas y del rey de Aragón. Bien es verdad que ya para estas fechas había muerto don Jaime, primogénito de Alfonso de Aragón, que debía casarse, según lo acordado en las cortes de Burgos, con Leonor, la hija de los reyes de Castilla; y esto introducía un nuevo elemento y aflojaba en cierta medida el compromiso. La única decisión que Enrique 11 parece haber tomado desde el principio es la de no disgregar demasiado las antiguas posesiones de la casa de Villena, a las que ni siquiera se atrevía a dar un nombre, pues cualquiera que fuera escogido podría implicar un compromiso. Hablar de señorío de Villena hubiera significado, probablemente, la intención de hacer efectivos los derechos hereditarios de su esposa, Juana. Llamarle marquesado era, sin duda, reconocer la validez de sus promesas a don Alfonso. Por eso, en 1370 se habla tan solo de «toda la tierra que fue de don Iohan, fijo del infante don Manuel». El gobierno del territorio aparece confiado a un «ulcalle e alguuzil mayor», Ferrand López de Orozco, que ostentaba al propio tiempo el oficio de repostero mayor del infante don Juan, hijo y heredero del rey Enrique y de Juana Manuel. Muerto Íñigo López, su familia venía a recuperar, bajo la nueva dinastía, las funciones y el prestigio que el linaje tuviera en tiempos de los Manuel y de Pedro 1. Más tarde, en 137 1, Ferrand López sería relevado por Pedro González de Mendoza, mayordomo del infante don Juan, «al cuul la dicha tierra fue enconzenduda e las fortalezas deZla»60. ¿Estaba considerando el rey la posibilidad de ceder a su hijo, el infante
''
Como Alcaraz había sido entregada previamente al arzobispo de Toledo, el rey hubo de cambiarla a éste por la villa de Talavera U.A. García Luján, Privilego~reales de la catedralde Toledo (1086-1462).Toledo, 1982. doc. 103). 60 ARValencia, Maestre racional, 9602, fol. 110v-111.
don Juan, la tierra de su abuelo materno; y por ello entregaba su gobierno a dicho repostero? Desde luego, la idea no parece extraña. Pedro 1 había confiado la misma misión primeramente a Íñigo López de Orozco, mayordomo de doña Blanca Manuel; y luego, en nombre del infante don Sancho, a los mayordomos de éste, Martín López de Córdoba y Garcí Ferrández de Villodre. Además, la solución de hacer a su hijo señor de Villena era ideal desde el punto de vista dinástico y político, pues se respetaba la voluntad de los pueblos al ser heredero el mismo señor, nieto, por otra parte, de Alfonso XI y de don Juan Manuel. Una problemática bastante similar planteaban en aquel mismo momento otros señoríos, el de Vizcaya y el de Lara, vacantes por la reciente muerte de don Tello"; y el rey acabaría por resolverla entregando ambos a su propio heredero", argumentando al efecto los derechos, mucho más lejanos y discutibles, como muy bien opina Moxó", de su esposa, Juana Manuel, que únicamente fue sobrina de Juan Núñez de Lara, pero era, en cambio, la única hija viva de don Juan Manuel6! La mayor diferencia entre los casos de Vizcaya y Lara y el de Villena era, precisamente, el compromiso contraído con don Alfonso de Aragón, todavía prisionero de los ingleses. U n compromiso que pesaba como una losa sobre el monarca, aunque, como dijimos, pudiera entenderse ahora modificado por haber muerto ya don Jaime, heredero del marqués. Durante ese tiempo, el rey, que había recuperado plenamente sus derechos sobre las aduanas del señorío y no renunciaba a cobrar monedas en él, obraba sin ningún impedimento, y sin acordarse del marqués don Alfonso, con los pueblos del mismo, a los que, sin embargo, parece respetar e11 buena medida los privilegios de carácter económico otorgados por anteriores señores. El 30 de noviembre de 1370, el monarca contestaba favorablemente a las peticiones de los vecinos de Villena sobre su franqueza por los ganados y mercancías que trajeran de Aragón que les hizo don Juan Manuel, su exención de monedasbí y alcabalas, su costumbre de usar moneda, pesos y medidas de Aragón; e incluso accedía a no poner guardas de
"'
El bastardo murió en el otoño de 1370 y corrió el rumor de que Iiabía sido enveiienaclo. '.....e dio e/ rey el sennovh de Lara e /At. Vizrz~yaa s~dfljoel irgonte cloz Juan, que era pvin~evoheredero Al 1-egno, por qt~anntonon detexrí,fijo legítinio ~/ol~)n Tello; e otrosi porq//e estos (/os seen~~ovíos pertenr~c-janpor heventia a la wyna doGa J//ana, SII nz~/jer,r~cadredel dirho ynfante. ( P . López cle Ayala, C r ú u i ~~. f~erey l do12 Enriq//e [l., 1933, págs. 7-8) S. Moxó, ..De la nobleza vieja a la nobleza nueva., C11ader7zosde Hirtoria. A~exosde Hiipauh, vol. 3 (Madrid, 1969) pág. 192. 6d A este respecto es curioso observar la argumentación que eii 1373 Iiace María dr Lani, cuando reclama los señoríos de Lara y Vizcaya, y justifica su poscura diciendo qiie con la misma razón Iiereda Jiiana Manuel el señorío de don Juan Maniiel, por ser más cercana de linaje, siendo tía de doña Blanca, y no el rey Fernando de Portugal, su sobrino, liijo de Constariza (P. López de Ayala, Cvinil-u de Enrique 11, , príg. 19) El privilegio de Villena sobre exención de moneda no sería respetado, sin embargo, inicialmente. E n occubre de 137 1, varias cartas reales ordenan el cobro de las monedas otorgadas por las cortes de Toro en todos
"
"'
"
-3
las cosas vedadas sino en los puertos acostumbrado^^^. Pocos días después, el 4 de diciembre, estando precisamente en Villena, el «alcalde y alguacil .
mayor», Ferrand López de Orozco, autorizaba a los vecinos de esta villa, vuelta a la soberanía de Castilla después de la guerra, aunque muy vinculada aún a la economía valenciana, a sacar a Aragón ganados y cosas de su crianza y labranza, excepto yeguas y potros, que sólo podrían sacarse cuando hubiera sosiego entre ambos reinos. Lo hace de conformidad con lo dispuesto por el antiguo señor, don Juan Manuel, en una carta recientemente confirmada por Enrique IIG7. La falta de definición real sobre el futuro del señorío acentuaba los problemas derivados de la guerra pasada y de las acciones militares que se desarrollaban contra tropas valencianas en torno a Requena. Algunas aldeas reanexionadas por los concejos pugnaban por recuperar su independencia. Había, además, una ya antigua falta de brazos, y una carestía agravada ahora por la circulación de moneda falsa y la saca fraudulenta de víveres, ganado, oro y plata; un problema general del reino de Murcia, pero especialmente visible en este territorio, tradicionalmente volcado al comercio con Valencia y muy privilegiado al respecto6' Para colmo, había miedo a los moros de Granada; y probablemente también a las acciones de ciertos caballeros petristas -Fernán Pérez Calvillo, Garcí Ferrández de V i l l ~ d r e ~ ~ - qcon u e , apoyo de Port~igaly Aragón, y aun de los moros de Granada, no acababan de someterse, y que habían llegado a conspirar en Murcia para entregar la ciudad al rey de Aragón. Pero también había caballeros adictos a la nueva dinastía. Alvar García de Albornoz, al que el rey había recompensado con su mayordomía mayor y con el señorío de Utiel, y Pedro González de Mendoza, mayordomo mayor del infante don Juan, habían sido enviados al acabar la guerra a La Mancha de Montaragón -es decir, la tierra de los Manuel- y mandaban las tropas reales que en este sector combatían a las fuerzas valencianas en torno a la disputada plaza de Requena7'. Ambos habían puesto sus ojos en algunos pueblos de los que los los lugares de realengo y señorío del obispado de Cartagena. N o se menciona al Marquesado de Villena, pero sí concretamente a Villena y Sax, que ya eran castellanas. Llevará a cabo la recaudación don Zag el Leví de Alcaraz, vecino del Castillo de Garcimuñoz (Codo~ii,VIII, pág. 124-134). 66 J.M. Soler, La relación... págs. 247-249. 67 J.M. Soler, La relaczón... págs. 250-25 1. 1371-1-7.- Instrucciones sobre la pesquisa de saca de cosas vedadas que va a hacer Juan Martínez de Cuenca (se esta sacando mucho oro, plata, ganados, pan, moneda para fundir allí de la de curso legal en Castilla. Y en cambio se mete moneda falsa de reales y cruzados y coronados asemejante a la nuestra,,, con mucho perjuicio y egrand danno e destruymiento~~ de estos reinos. Recaudará la renta el judío de Alarcón Salomón Abenlup (Codu?71VIII, pág. 253). El 16 abril el rey prohíbe a este Abenlup subarrendar esta renta (Ibid. págs.281-282). Sabemos muy pocosobrc el final de la vida de Garcí Ferrández. Sólo que ya había muerto en 1382, cuando su viuda, Inés de Villena, compra una gran propiedad, el Pozuelo de doña Mayor, en tierra de Alcaraz. 'O P. López de Ayala, Crónica de Enrzque 11, pág. 2.
"
''
Manuel tuvieron en tierras de Cuenca y Guadalajara, aprovechando la falta de un señor fuerte en el estado de Villena. Mendoza tenía en su poder buena parte de las fortalezas del señorío. Alvar García entraría en tratos para comprar al noble prisionero algunas de sus posesiones del Infantado; y además, casando a su hijo, micer Gómez, con Constanza Manuel, la última hija del bastardo Sancho Manuel, podría plantear los derechos de ésta sobre la herencia de Montealegre y Carcelén, de momento sometidos todavía como aldeas a los concejos de Chinchilla y Jorquera, a los que los había entregado Pedro 1. El rey, sin decidirse todavía, hacía y deshacía en las tierras que fueron de los Manuel, disponiendo de derechos que correspondían al señorío. El 26 de abril de 1370 había confirmado a los herederos de Diego Fernández de Cuenca (Lope y Juan Alfonso) las cartas de Don Juan Manuel de 1330 y 1335 sobre puebla de Minaya, añadiendo el derecho de justicia y el mero mixto imperio, expresamente excluidos en la vieja donación de don Juan Manuel7l . En abril de 1371, viendo en peligro su «marquesado», que de nada le serviría, además, si no recuperaba rápidamente su libertad, el marqués don Alfonso mandó poderes desde Orthez a sus vasallos aragoneses Francesc de Vilarrasa, Rodrigo de Cervera y Pedro Orriols para vender cualquiera de las posesiones que en Castilla le habían dado el rey y la reina, a fin de pagar su rescate al Príncipe de Gales. Alvar García de Albornoz, en nombre de su hijo Gómez García, se interesó por los lugares del Infantado. Violante de Arenós, la esposa del marqués daba su conformidad para la venta el 27 de mayo; y el 13 de junio de 137 1, en Cuenca, se llevaba a cabo la operación. Previamente, el 26 de mayo, desde Sevilla, el rey Enrique 11había dado su visto bueno para la venta, lo que implicaba el reconocimiento real de los títulos y propiedades concedidos a don Alfonso. A pesar de la aprobación real de la compra, no estaba claro todavía si en el futuro pudieran ser puestos en duda los títulos de propiedad del vendedor sobre la tierra vendida. Por si acaso, los Albornoz se apresuraron a obtener, en las cortes de Toro, el 22 de septiembre de 137 1, la aprobación del monarca y de su esposa, «como reina y señora, y asi como heredera de los bienes de donJaan, mi padre, que Dios perdone, cayosfueron los dichos lugares » . De hecho, parece que ese mismo día libró un privilegio reafirmando la concesión a don Alfonso de todos los señoríos que fueron de los " 72
AM San Clemente 112. A. Franco Silva, «El adelantado de Cazorla ...s,pág. 154.
Ganaban todos, excepto, quizás, la monarquía. Los Albornoz aprovechaban la ocasión para comprar a buen precio unas posesiones que en otras circunstancias difícilmente hubieran conseguido; don Alfonso vendía parte de su patrimonio para pagar sus deudas y su libertad; y de paso veía indirectamente reconocidos por la monarquía sus derechos sobre el resto de las tierras de los Manuel, derechos que en este momento distaban mucho de ser firmes. El monarca, obligado por su palabra, y por los servicios de don Alfonso y de los Albornoz, cedía a la presión, siquiera en lo referente a estas localidades, sin darse cuenta de que con ello reconocía al tiempo los derechos de don Alfonso sobre el resto del territorio. N o obstante, todavía pasaría un año sin que, en los documentos que dirige a Chinchilla, Villena y otras localidades, se mencione a don Alfonso ni a sus derechos señoriales sobre la que seguía llamándose «tierra de don Iohan» . Las Cortes de Toro, en septiembre de 1371, cierran la etapa de turbulencias y significan el comienzo de una nueva era bajo el cetro de los Trastámara, que comenzaba a regular sus relaciones con la nueva nobleza surgida de la guerra. Los procuradores pedían insistentemente que el rey diera fin a su política de mercedes a la nobleza, mal necesario en los años anteriores a causa de su dependencia militar; pero el monarca se veía obligado todavía por los compromisos, a veces contradictorios, contraídos previamente. Un ejemplo magnífico de estas contradicciones era el señorío de Villena, donde un buen número de pueblos no quería oír hablar siquiera del marqués de Villena ni de la merced de las cortes de Burgos; y la antigua tierra de Alarcón, donde los intereses de algunos caballeros de la pequeña nobleza pugnaban también con aquellas concesiones. Los hijos de Diego Fernández de Cuenca, por ejemplo, volvieron a hacerse confirmar, el 7 de septiembre, el documento del año anterior que les daba no sólo la posesión de su villa de Minaya, sino también la justicia y mero mixto imperio, que antiguamente correspondió a los señores de Villena''. Al propio tiempo, el rey era esclavo de su palabra; y había también en el territorio quien tenía interés en el cumplimiento, siquiera parcial, de la misma. El 15 de septiembre, en las Cortes de Toro, don Enrique confirmaba a Belmonte, por privilegio rodado, el villazgo, términos y «fuero de las leyes», que la antigua aldea de Alarcón había obtenido cuatro años atrás por intercesión de don Alfonso de Aragón. El documento no dice que éste ejerza el poder señorial, pero tampoco se enmienda el texto primitivo en el que aparece su nombre; y además, el mismo don Alfonso aparece en la lista de '
D. Torrente Pérez, Doi-r/n~entos pura la Historia de San Clettiente, vol. 1, pág. 23.
confirmantes con el título de marqués de Villena. N o era todavía el reconocimiento pleno de los derechos de don Alfonso, pero sin duda era un paso importante para ello, aunque unos días después, el 22 de septiembre, don Enrique confirmaba a Chinchilla los privilegios de los reyes anteriores y de don Juan, don Fernando y doña Blanca Manuel, «cuyafue la dicha villa», sin mencionar para nada a don Alfonso ni al derecho señorial que él o Juana Manuel pudieran tener sobre ella74.Sin embargo, todavía en Toro, el 25 de septiembre, en un cuaderno de alcabalas de estas mismas cortes, el rey enumera sus necesidades económicas, y entre ellas la de armar galeras en socorro de Francia, recuperar villas y fortalezas que tienen ocupadas los navarros, las bodas de su hija Leonor, y el rescate de su hijo don Alfonso y del Marqués de Villena, «quefueronpresospor nuestro seruicio en la pelea que ouiemos con elprincipe de Gales»75.Ideas que se repetirán todavía en el mes siguiente, cuando el rey ordena recaudar las monedas ofrecidas por las cortes de Toro. Al definir como una de sus prioridades políticas la liberación del marqués de Villena, Enrique 11parece dar a entender que su esposa ha renunciado a la herencia paterna en beneficio del noble aragonés, y que éste recuperará sus derechos tan pronto como estuviera en Castilla. Sin embargo, no debía de estar tan claro. Todavía el 8 de octubre de 137 1, el judío Samuel Abravalla del Castillo (de Garcimuñoz), recaudador de tercias, se dirige a todo el reino de Murcia y obispado de Cartagena notificando que Haym de Haro recaudará por él dicha renta. Se excluye, es verdad, al señorío de Villena, pero este sigue sin tener el nombre de Marquesado, pues es mencionado solamente como «las villas e lugares que don Juan fijo del infante don Manuel Y aún el 28 de diciembre, cuando el rey auia en el dicho regno de ordena desde Burgos a todas las villas del reino de Murcia que dejen pacer libremente en sus términos a los ganados de Villena, como hacían en tiempos de don Juan Manuel7?,cita a éste, pero no al marqués ni a otro poder señorial alguno. N o obstante, tras numerosas gestiones y tras pagar una parte de su rescate (que ascendía a 150.000 doblas de oro) y obligarse por el resto78,el marqués -
Pretel Marín, d a crisis dinástica...>, pág. 331, doc. 4. Recaudarán estos impuestos el judío Zag el levíde Alcaraz, morador en el castillo de Garcimuñoz, y Zag Abenaex ah Enriq~~e 11, Academia Alfonso X, Murcia, 1983, pág. 117 (en adelante de Murcia (L. Pascua1 Martínez, Doc~~nmto~ C o h n W) 76 F. Veas Arteseros, documento^ delsiglo XIV. Academia Alfonso X, Murcia, 1985, pág. 10 (en adelante Codmu X ) 77 J.M. Soler García, La rekzción... doc. XIX. Dice que últimamente se les quebrantaba este privilegio,cobrándolesborras, asaduras, y otras imposiciones. Se conserva numerosa correspondencia, entre este año 1371 y los siguientes, sobre gestiones entre el marqués y sus representantes con el conde de Foix, el rey de Aragón, conde de Urge1 y otras personas, al efecto del pago del rescate y cuestionespendientes tras la liberación del señor de Villena y de su hijo, que quedó en rehenes por él; y sobre el proyecto de matrimonio de éste con la infanta María de Navarra (ARValencia, Maestre racional y Varia) A ."7
''
salió de su prisión, aunque hubo de dejar en rehenes a sus hijos, don Alfonso, en poder del Príncipe de Gales, y don Pedro, en poder del conde de F o ~ x ' ~ ; y volvió a Castilla en el verano de 1372. El 8 de agosto de este año, desde Burgos, Enrique 11 y Juana Manuel, reconociendo la validez del privilegio que le habían otorgado en las cortes de Burgos de 1367, ordenaban a Pedro González de Mendoza, mayordomo del infante don Juan y depositario de la antigua tierra de los Manuel, que pusiera al marqués de Villena en plena posesión de toda la tierra que le fue concedida en aquella ocasións". Mandaban también a los concejos y a las autoridades civiles y militares de los pueblos que le recibieran como señor y le hicieran pleito homenaje. Y así se haría muy pronto, excepto, naturalmente, en la parte que había vendido a los Albornoz, y seguramente en algunos pueblos retenidos todavía por el propio Mendoza. Se restauraba así, bajo una nueva dinastía, el señorío de los Manuel, algo mermado, pero al fin unido de nuevo bajo un solo poder señorial.
3.- LOS EFECTOS DE LA CRISIS SOBRE EL TERRITORIO. Interesa, finalmente, detenernos en las consecuencias que estas décadas de guerra e inestabilidad tuvieron para la evolución posterior del señorío, atendiendo fundamentalmente a dos hechos: su incidencia sobre el poblamiento -para observar hasta que punto fracasaron los proyectos repobladores de don Juan Manuel- y su influencia sobre los grupos de poder que se habían consolidado durante la primera mitad del siglo XIV. Desaparecida la familia señorial de los Manuel, sus vasallos corrieron suertes muy diversas aunque se inicia ya la desaparición de los principales linajes, que serán sustituidos progresivamente bajo el señorío de don Alfonso de Aragón. Por su parte, las comunidades rurales asentadas con los Manuel soportaron la crisis a costa de reducir e gran medida sus efectivos poblacionales y de experimentar en las décadas finales de siglo una progresiva reconversión en grandes propiedades en manos de la nueva nobleza local.
3.1.- Los cambios e n la nobleza local. Está muy débilmente documentado el papel que pudiera jugar en estas décadas la pequeña nobleza afincada en el territorio, que sirvió en el pasado " Las cuentas de lo recaudado para la liberacióil del marqués don Alfonso y del viaje de su hijo don Pedro a Ortez (en marzo se 1372) en ARValencia, Maestre Racional, 9607. ""RValencia, Maestre racional, 9602, fols. 110v-111.
a los Manuel recibiendo de ellos alcaidías y oficios, y que fueron durante mucho tiempo elemento imprescindible en la articulación del estado de Villena. La verdad es que, quizás, por culpa de la guerra, y en menor medida por la peste y demás calamidades, este grupo social había quedado muy disminuido, sobre todo en lo que se refiere a los varones. No pocas familias habían perdido casi toda su descendencia masculina, y a menudo sus tierras; y no falta algún ejemplo de extinción total, como el de los Manuel de Montealegre, de los que sólo quedaba viva Constanza, casada con un Albornoz, y privada de sus posesiones de Montealegre y Carcelén, convertidas en aldeas de Chinchilla y Jorquera, respectivamente. Los Calvillo, puntales del petrismo en Murcia, se habían refugiado en Aragón y habían visto confiscados sus bienes por orden de Enrique 11. Gonzalo Pérez Calvillo perdió sus señoríos de Ontur y Albatana, que, al menos en el segundo caso, hubo de comprar el concejo de Hellín «por carta del rey, premiosa mente^^^. Diego Alfonso de Tamayo, afecto a la causa trastamarista, había sido muerto en Murcia por Ferrand Pérez Calvillo. Y nada más volvemos a saber de linajes antes tan vinculados al servicio señorial como el de Diego Flores de Cuéllar, que fue alcaide de Almansa, o los Escamilla de Villena. Otros apellidos famosos, como los Cadalso, dejaron descendencia, pero sin duda de edad tan infantil que su apellido no volverá a aparecer en el señorío hasta una generación después. Sabemos que algunos, como Ferrand López de Orozco, rehabilitado por la muerte de Íñigo López a manos de Pedro 1, se adaptaron a la nueva situación y llegaron a ostentar cargos importantes, aunque no tardarían en ser desplazados (en este caso por los Mendoza, también antiguos vasallos de los Manuel y poseedores de buena parte de las propiedades que fueron de su pariente, Íñigo López de O r o ~ c o ) . ~ ~ También conocemos otros que se resistieron a aceptar a la nueva dinastía. Un Alvar Ruiz de Espejo, seguramente pariente de los del mismo apellido que fueron vasallos de los Manuel, era alcaide del castillo de Cañete cuando tuvo lugar la batalla de Montiel; aun sabiendo muerto a Pedro 1, se negó a entregar el castillo a su enemigo, diciendo que antes lo daría a moros o judíos; y al fin lo entregó al rey de Aragón, haciéndose súbdito suyo. Garcí Ferrández de Villodre, señor de Pinilla, en Alcaraz, casado con una hija de Fernán Sánchez Manuelg3,acompañó a don Pedro en sus últimos momentos
*'
-
-
-
M. Rodríguez Llopis, <
y fue preso en Montiel; Enrique 11lo perdonó, tras sólo tres meses de prisión, con la confianza de que se mantendría leal; pero no sólo no lo hizo, sino que durante los años siguientes, se convirtió en uno de los más activos y belicosos conspiradores contra el poder trastamarista, poniéndose al servicio del duque de Lancaster, pretendiente legitimista al trono. Poco conocemos de la situación de otros linajes del patriciado local que habían sido promocionados por don Juan Manuel hacia el poder concejil. Parece, desde luego, que no se respetó por completo la promesa de amnistía, pues algunos vecinos que se habían distinguido en el bando petrista fueron perseguidos con saña. El 28 de mayo de 1370, desde Guadalajara, el rey Enrique 11respondía a Murcia rechazando su petición de piedad para Pedro Martínez de Sotox4«que es omne que moraua en Hellzn, e que es omne que non auia mas cabdal que un rocin». Había sido apresado en un barco, con cartas de las hijas del "tirano" para el rey de Granada, y lo mandaban preso de Cartagena a Murcia para hacer de él lo que el rey dispusiera. Don Enrique asegura que es hombre contrario a su causa, que seguía en deservicio suyo en el momento de su captura; por lo que ordena ejecutarlo inmediatamente «porque sea Sin embargo, puede que no faltaran razones al rey escarmiento Para para mostrar semejante saña. Caballeros como Garcí Ferrández de Villodre, perdonado en 1369 de sus acciones al servicio de Pedro 1, y Fernán Pérez Calvillo, volvieron de nuevo a las andadas casi de inmediato, haciendo alianzas con los moros e intentando sublevar Murcia y entregarla al rey de Aragón; lo que obligaría al conde de Carrión, recientemente nombrado adelantado, a emplearse a fondo, con destierros y ejecuciones, contra los sediciosos. Garcí Ferrández defendería en adelante el partido legitimista del duque de Lancaster, casado con una hija de Pedro 1; y en su nombre iría a proponer al rey de Aragón una alianza contra el castellano. La guerra y la represión real posterior pusieron, pues, en grave peligro la continuidad de buena parte de la nobleza local más afín a los Manuel, aunque otros linajes encontraron en la nueva situación unas condiciones óptimas para su promoción. Tal fue el caso de los herederos de Diego Fernández de Cuenca sobre su señorío de Minaya, al conseguir, en 1370, que Enrique 11 les confirmara el señorío y les diera «toda la nuestra-justicia - eseñorío de la dicha puebla de Minaya, gevil e criminal, alta e baxa.. ejurid&on entera Para -
familia: el 16 de febrero de 1356, Pedro IV ordenaba resolver una queja de Pedro de Xérica contra Juan (sic) Sánchez Manuel, señor de Carcelén, hijo de Sancho Manuel, sobre la captura que había hecho de unos musulmanes (M.T. Ferrer i Mallol, Els ~ a w a ia2 i la Cmona catalano-aiízgoma.Segregaci0 i dlrrvimimi6,CSIC-Barcelona, 1987, págs. 277-278) Seguramente sería hermano de Juan Martínez de Soto, vecino de Hellín, que figura entre los testigos de la capitulación de los concejos del señorío con el conde de Carrión, y que en los años siguientes será uno de los más activos caballeros de aquella localidad. Codom VIII,, págs. 80-81.
vos», algo que había evitado continuamente don Juan Manuel como medio para mantener fuertes los vínculos v a s a l l á t i ~ o s . ~ ~
3.2.- El estado del poblamiento y los despoblados.
Los proyectos repobladores iniciados por don Juan Manuel se vieron gravemente afectados por la crisis política y demográfica vivida por el señorío entre 1348 y 1370, aunque existen algunas diferencias entre la evolución del sector conquense y la del sector murciano, motivadas por la mayor incidencia de la guerra en las tierras del sur al localizarse en ellas los principales puertos con Aragón. Además el poblamiento rural era mucho más denso en Alarcón y su nivel de afianzamiento institucional también era más sólido, por lo que muchas aldeas pudieron resistir en el umbral de la despoblación. Sin embargo, no fue ésta la tónica y por lo general asistimos a un proceso despoblador de pequeños núcleos poblacionalesque originó, a su vez, otros dos procesos complementarios: la modificación de las estructuras agrarias y del paisaje rural, al convertirse los términos de algunas aldeas despobladas en dehesas para pastos y al intervenir sobre ellas algunos nobles e instituciones acaparando sus propiedades. Es complejo, sin embargo, analizar este proceso despoblador, ya que las principales fuentes documentales que se conservan son algo tardías y de tipo fiscal, y necesitan un cuidadoso tratamiento para analizarlas. Los padrones de reparto de servicio en la Tierra de Alarcón de principios del siglo XV presentan, todavía, el mismo panorama de densidad poblacional que existía en la primera mitad del siglo XIV, sin atender a la existencia de despoblados; por entonces, la percepción fiscal distorsiona la realidad al recaudar sobre el territorio tomando como base informaciones arcaicas. Son, por ello, otras noticias aisladas las que nos ofrecen mejor información sobre esta segunda oleada de despoblados que viene a sumarse a la experimentada en tiempos de la frontera del siglo XIII. De hecho, muchos de los despoblados que se documentan en el señorío en torno a 1370 -entendiendo por despoblado la desaparición de una comunidad humana y la destrucción de las estructuras agrarias que la sustentaban- son lugares que habían desaparecido, en su mayoría, en los últimos años del siglo XIII o que acusan la despoblación por motivos muy particulares a lo largo de la centuria del XIV. La mayor parte de ellos se localizan en la línea territorial que señaló la frontera castellana con el Islam durante el siglo XIII y presentan como causa esencial de despoblamiento su asentamiento en zonas seguras pero "'ste privilegio será confirmado a Juan Alfonso y Lope Fernández de Cuenca en 137 1 y sólo a Juan Alfonso en 1380, por haber ingresado su hermano en la Orden de San Agustín (D. Torrente Pérez, o.c., págs. 22-23)
escasamenteproductivas. Es el caso de Záncara, cuyo término ya despoblado fue otorgado por Alarcón al Robledillo en 1282 <
"
AHN, Nobleza, Frías, caja 699, n" 3. D. Torrente Pérez, o.c., vol. 1, pigs. 1 1- 12. Albatanase despobló acausade una laguna de
'' ''
u.
a ella a finales del siglo XIV, tras ser comprado su término por Castillo de Garcimuñoz en 1391 y delimitado por el marqués don Alfonso en 1393; la necesidad de estadelimitación es lo que nos hace pensar en que, por entonces, ya estaba despoblado (ARCliGranada, cab. 3, leg. 5 15, n" 1 y AHN, Nobleza, Frías, caja 704, no 1) Por su parte Navodres qiiedó convertido en dehesa de Barcliín, que le pleiteaba Morilla en 1541, bajo la denominación de Nava Odres o Pinar de Navodres (ARCliGranada, cab. 3,It.g. 1336, no 13) 92 En 1379, Martín Martíiiez de Perelles, vecitio cie Requena, vendió Cilanco a su hermano Fernando por ocliocientos maravedíes; el 11
Castillode Garcimuñoz comprará, años después, La Puebla, Ucero y La Aimarcha, entre otros, para ampliar su término, y Belmonte recibirá H i n o j o ~ o Osa ~~, y Monreal como aldeas al recibir su villazgo en 1367. En el sur, Chinchilla se anexionará Montealegre y el antiguo término de La Gineta, y Jorquera ocupará Carcelén, mientras que Hellín acabará comprando el despoblado de Albatana.
La despoblación se constata más evidente en el sector meridional debido a que allá proliferaron menos las comunidades de aldea y éstas se mostraron más frágiles ante la crisis, posiblemente por no contar con recursos institucionales frenteasu dependencia de los grandes concejos de Chinchilla, Hellín, Almansa o Jorquera. Por contra, en Tierra de Alarcón, el poblamiento ruralera muy denso desde tiempos de la conquista y las comunidades habían sido dotadas por don Juan Manuel con todos los instrumentos necesarios para su desarrollo: términos acotados de uso privativo, órganos básicos de autogobierno, en ocasiones al margen de los grandes concejos constituidos, solidez de la pequeña propiedad agraria y comunidad de pastos y aguas con zonas vecinas. Ello explica el mantenimiento, aunque bajo mínimos poblacionales, de algunas aldeas que, en teoría, debieran de haber desaparecido, como Cañada Negrita, Qwntanar, etc. y nos debe hacer pensar que no existió una única causa originaria del despoblamientoy que éstas no tuvieron que ser siempre externas al señorío-pestes y guerras- sino que eran endógenas al mismo y constituíanlospuntos débiles -escasez de ciertos recursos, coyunturas locales negativas, asentarnientos mal elegidos, etc- de toda la estructura poblacional existente.
"
Los Hinojosos se encontraban situados en el límite entre Alarcón y los señoríos de la Orden de Santiago, quedando dividido en dos barrios, uno de los santiaguistas y otro de Alarcón, que es el concedido a Belmonte.
DON ALFONSO DE ARAGÓN PRIMER MARQUÉS DE VILLENA. ( 13 72- 1395)
Tras las décadas críticas que hemos analizado, el señorío inicia un período de reorganización y adaptación a las nuevas realidades, bajo la decidida dirección de don Alfonso. Su naturaleza extranjera y sus largas estancia en sus señoríos aragoneses dan la imagen de un señor despreocupado por estos territorios castellanos; además, las necesidades financieras del marqués, agotado por los rescates familiares, estimulan la idea de que su acción de gobierno sólo estuvo orientada hacia la recaudación de rentas. Sin embargo, el marquesado continuaba siendo uno de los mayores señoríos castellanos y es imposible pensar en una administración desatendida y lejana. De hecho, don Alfonso adaptó el señorío de Villena a las nuevas necesidades de una nobleza afectada por la caída demográfica, los efectos de la despoblación y la disminución de las rentas, diseñando proyectos sugerentes de reordenación territorial y uniendo a la nobleza vasallática en torno a una corte señorial cuya hacienda nunca llegó a estar demasiado saneada.
1.- LAS RELACIONES CON LA MONARQUÍA CASTELLANA. La evolución política del señorío gira en torno a las cambiantes relaciones del marqués con la Corona. Desde su íntima ayuda en Aljubarrota, con la muerte de su hijo apoyando a Castilla, hasta los amargos días de las insurrecciones de sus villas estimuladas por Enrique 111. Esta es, posiblemente, la mejor forma de entender sus relaciones con el señorío de Villena: sus inicios como señor tomando posesión de cada una de las villas, a pesar de los desafectos que éstas muestran, y, años más tarde, la pérdida del marquesado por la insurrección de estas mismas poblaciones. Detallemos todo este proceso.
1.- La toma de posesión del señorío. Conseguida la libertad, el marqués de Villena, como dijimos, regresó a Castilla y, el 8 de agosto de 1372, se hizo reconocer por Enrique 11la validez del privilegio que, casi un lustro atrás, le había otorgado dicho título -el primero de marqués que se daba en Castilla- y el señorío de la tierra de los Manuel. Acompañaba a este documento una orden real a Pedro González de
Mendoza, mayordomo del infante don Juan y custodio de dicha tierra, y a todos los alcaides, concejos y autoridades de sus distintos pueblos, para que le hicieran entrega de todo el señorío. Tras la indecisión de los dos años r o señorío parecía, al fin, haber encontrado un rumbo anteriores, el f ~ ~ t udel claro, aunque seguramente no coincidente con los deseos de muchos de sus pueblos y, en especial de los firmantes de la capitulación de Hellín, que se habían manifestado refractarios a aceptar la autoridad de este señor, ajeno a la casa de los Manuel y extranjero, además. La casa de Aragbn y el seiiorío de Villena J,~ime
Vir~lanre
Pedio 111
Esposa de
El Graiide
Esposa de
Alfonso X
I
Don Manuel
de Carilla
Coiistanza
Jaime 11
I
I
I
Jaime de
Pedro,
Alfonso IV
Concle de
el Benigno
L
Ribagol L.,
/
I
J.iime
I
I
Ramón Bereng~ier
Constaiiza Aragón Esposa Don Juan M.inue1
I
Consr.inzainF.inr.i
Alfonso de Aragón
Fernando
Pedro IV
Ju,in.i
marq~iésde Villena
Marqués de Tortosa
el Ceremonioso
Despina,
conde de Denia
esposa de
Y Ribagrirza
Fernando
I
l
Juana
M.inuel
I
I
Prclm
Alfonso,
I n Enrique
Ju,in 1 de Arz~góii
Gandí,i
De Porrug.il
Fernando 1 De Porrugal
I
Blanca Manuel de Villcn.i, M~icrr.isin sucesión
Alfonso
d e Villena "El Asrrólogo"
No constan actos de resistencia a aceptar el dominio señorial de don Alfonso, tal vez porque los Mendoza y el conde de Carrión, fuertes en las proximidades, no los hubieran consentido1. La voluntad del monarca, que ' N o puede descartarse que se diera algún incidente en los pueblos firmantes de la capitulación de Hellín, per n:, hay prueba alguna de violencia.
nadie se atrevía ya a discutir, estaba bien clara; y en poco más de un mes quedaban vencidas todas las dificultades, si es que las hubo. El señor, continuando la tradición manuelina de celebrar juntas de los concejos de la tierra para solemnizar sus actos oficiales más trascendentes, ordenó a los procuradores de sus pueblos que vinieran a Garcimuñoz el 13 de septiembre de 1372, para llevar a cabo conjuntamente la ceremonia de homenaje. La delegación más numerosa fue la del propio lugar de Garcimuñoz2, compuesta por cinco vecinos, con carta de poder del concejo general reunido al efecto el día 11. Estos cinco representantes comparecieron ante él, y ante Bernalt de Soria, notario del rey de Castilla, y el escribano Domingo Ferrández del Castillo, en la capilla llamada de Juan Fernández Baylente3del monasterio de San Agustín que había fundado don Juan Manuel; para hacerle el homenaje y pedirle que confirmara los privilegios locales. También consta la comparecencia de representantes de otros concejos; entre ellos, La Roda4 y Villena, que, con fecha 13 de septiembre, reciben el juramento del señor de mantener los usos y libertades que tenían de los reyes pasados y «de el infante don Manuel e de don Iohan Manuel e de don Ferrundo su fijo, vuestros sennores que faeron, que Dios perdonen '. La sombra de los Manuel seguía presente, y don Alfonso, consciente de las escasas simpatías que su advenimiento despertaba, tenía que aceptar convivir con el recuerdo de la familia cuyo lugar ocupaba, y hasta presentarse como continuador de la obra de aquel linaje, a cuyo efecto llegaría a aceptar como propias, junto a las suyas aragonesas, la mano alada y el león que campaban en las armas de los Manuel, y que seguramente el señorío había asumido no ya como representativas de «la casa de Villena», sino del propio territorio gobernado por ella hasta pocos años antes. Pero en aquella misma reunión de Garcimuñoz vendrían a ponerse de manifiesto, además, otros problemas, que en parte pudieran ser sintomáticos de una ligera resistencia pasiva ante el señor, quizás un intento de tantear su autoritarismo; o simplemente un reflejo de la rivalidad aparecida entre Villena, que de antiguo se consideraba cabeza del señorío, y como tal fue Pascual Sánchez hijo de Pascual Sánchez, Ruy Pérez, Garcí Martínez, Juan Martínez Morejón, Adán López y Ferrán García hijo de Juan García. Son testigos del poder Esteban Sánchez hijo de Ruy Pérez, Lorenzo Martínez de La Muela, Ximén López de Villar de Saz, Martín Ferrández de Torrubia y otros vecinos (ARV, Maestre Racional, 9602. fols. 117-1 18) Este Juan Ferrández debió de ser un caballero importante de tiempos de los Manuel. Su hijo, Alfonso Ferrández Baylente, fue uno de los caballeros de confianza de don Alfonso de Aragón. Oliver Asín, <
v.
reconocida en la capitulación de Hellín de 1369, y Garcimuñoz, población emergente que en las últimas décadas venía siendo la residencia favorita de los señores. El caso es que los procuradores de Villena, venidos ex-profeso para realizar la ceremonia de pleito homenaje, no pudieron hacerlo sino de palabra, pues «habían olvidado» el sello de su villa, necesario para dar validez al documento. Seguramente, lo que deseaban era forzar al señor, de una manera discreta, a acudir a Villena y jurar allí, de nuevo, los privilegios de la villa, lo que, en efecto, hubo de aceptar éste, pues en la misma fecha anuncia su pronta llegada a Villena, donde recibirá el homenaje y confirmará los privilegios. Es muy probable que la división que el señorío había atravesado en los años anteriores provocara también la ausencia de otros concejos. Quizás también Chinchilla, Almansa, y otros pueblos, pidieran al señor que los visitara. El hecho es que el marqués emprendió inmediatamente un viaje, a lo largo del cual fue recibiendo el homenaje de cada uno de los pueblos y jurando al tiempo sus privilegios. El 23 de septiembre lo hacía en Chinchilla, donde confirmaba los otorgados por Enrique 11 en las Cortes de Toro del año anterior6. El día 28 ya estaba en Villena, y allí confirmaba también los de Cifuentes7. Dos días después, el 30 de septiembre, don Alfonso ya había emprendido el camino de regreso y se encontraba en Alrnansa, donde procedía a un nuevo juramento! Sabemos que también juró los de Tobarra9,y probablemente otro tanto haría a Hellín y a los demás pueblos. Y en cada lugar hubo de someterse al ejercicio, nada agradable, seguramente, de recordar a los Manuel como la familia que dotó de fueros y derechos a los pueblos que él iba a gobernar. Reunificado ya y recompuesto, al menos en lo esencial, el señorío de Villena, el marqués entraría pronto en conversaciones con el rey para hallar el dinero con que rescatar a sus hijos, prisioneros aún de los ingleses y del conde de Foix. Enrique 11, que ya le había dado 50.000 florines para pagar su rescate, añadiría 60.000 doblas para pagar el de su hijo don Pedro al príncipe de Gales; pero a cambio pidió que el de Villena prometiera casar a sus hijos, cuando recuperasen la libertad", con dos bastardas suyas, Leonor ." Pretel Marín, <
y Juana, que de otra manera hubieran tenido difícil colocación matrimonial entre la alta nobleza. El marqués, necesitado de dinero, accedió a ello. Seguramente no permanecería don Alfonso demasiado tiempo en Castilla. Pronto pasó a Aragón para revistar sus posesiones de aquel reino. A mediados de marzo de 1373 lo encontramos en su castillo de Ayora. Con tal fecha concede a Rodrigo de Cervera, caballero de su casa, uno de los que vino con él a la guerra civil de Castilla, y en compensación de aquellos y otros servicios hechos durante su cautividad, un pequeño señorío en la vieja tierra de Alarcón: el de la Puebla de La Almenara". El mismo Rodrigo de Cervera recibió también de él la alcaidía del castillo de Almansa, que mantuvo durante muchos años. Como veremos, no será el único extranjero que prospere en el marquesado a la sombra del nuevo señor. Tras esta estancia en Aragón, don Alfonso regresó al señorío de Villena, en el verano de 1373. N o estaba ya completo el territorio que había mantenido don Juan Manuel, pero aún seguía siendo un formidable conjunto señorial, que lo convertía en uno de los hombres más poderosos del reino. Además de Santa Olalla, Peñafiel y otras plazas, que seguían siendo de su propiedad, pero no estaban todavía bajo su control, había otras que el marqués, o sus caballeros durante su ausencia, habían tenido que vender a distintos capitanes del rey, bien para obtener dinero con que pagar su rescate, o bien, simplemente, porque éstos las habían ocupado y no se mostrarían dispuestos a abandonarlas. Pero González de Mendoza, que como capitán del rey mantenía bajo su control algunas poblaciones del marquesado y gran parte de las tierras de Íñigo López de Orozco, aprovecharía su situación para, mediante compras o presiones, ir adquiriendo lo que sería la base de un importante patrimonio familiar en tierras alcarreñasI2. Alcocer, Salmerón y Valdeolivas eran ya propiedad de Gómez de Albornoz, hijo de Alvar García, que, gracias a la herencia paterna " El 15 de marzo de 1171, desde Ayora. el marqués don Alfonso, reconociendo los servicios de Kodrigo de la qnalron nos en z~nofeziestesen Castiella~,, otorga en donación Cervera, caballero de su casa, ~~~eñalad*zl/zenteenIamtra& perpetua no revocable para él y sus sucesores, la villa de Almenara, o Puebla de La Almenara, en el marquesado, con hombres, mujeres, términos, tierras, aguas, molinos, hornos, montes, bosques, Iierbajes y demás derechos, como él la recibió con el resto del marquesado del rey Enrique 11; aunque el marqués retiene la jurisdicción crimiiial epurla qnal se sigt~emztevte o cwta?~tiento aL rizim~broc~~, y la capacidad de hacer pedidos o demandas, exigir gente para hueste y cabalgada; y el derecho de ser acogido en la villa de día o de noche, y la obligación de Cervera de hacerle homenaje como señor y hacer guerra y paz por su mandato. Manda a todos los liabitantes que le hagan homenaje (AHN, Osuna, leg. 2048, n" 3; publ. A. Pretel Marín, <,,págs. 146 y SS.)
y a la de su tío, el cardenal don Gil, completadas con nuevas adquisiciones, comenzaba a crear un interesante estado señorial al norte del de Villena, con base principal en tierras de Cuenca y del Infantado. El 13 de agosto de 1373, en el alcázar del Castillo de Garcimuñoz, don Alfonso aprobaba y confirmaba por escrito esta última venta, hecha años antes por sus representantes'? Y aún más adelante, el marqués, con el beneplácito real, se vería forzado a vender al adelantado Alfonso Yáñez Fajardo, el nuevo hombre fuerte de aquella región, la villa murciana de Librilla, último resto de las posesiones que fueron de los Manuel en el adelantamiento, por 95.000 maravedíes14. Con estas pérdidas territoriales de sus apéndices periféricos, el señorío castellano del marqués de Villena sería, a partir de ahora, más reducido, pero más coherente y cohesionado, articulándose en torno al marquesado de Villena, más Cifuentes y Escalona.15 Son, además, años de magníficas relaciones entre el rey y el marqués de Villena, que colabora muy sinceramente en las empresas de la monarquía, aunque también realiza en la frontera oscuras actividades perjudiciales para los intereses de la hacienda real, obligado por la necesidad de encontrar dinero para abonar el resto de su rescate y el de sus hijos. A comienzos de 1375, cuando amenazaba guerra en la frontera de Aragón, el rey había mandado que todos los villinos que sobrepasaran los 15.&O maravedies de hacienda estuvieran listos para la defensa y mantuvieran caballos y armas. Una orden que el marqués reprodujo inmediatamente para sus vasallos, incluso con mayor severidad, causando, incluso, el desconcierto de algunos pueblos, como Villena para los que la medida era nuevaL6.El rey, por su parte, confirmaba antiguos privilegios comerciales y fiscales a ciertos pueblos del marqués, como Cifuentes y Val de San García, que atravesaban l3 Salvador de Moxó, *Los Albornoz. La elevación de un linaje y su expansión dominical en el siglo XV,,, El cardenal Albornoz y el Colegio de España, Bolonia, 1972, doc. 3. Aconipaña al marqués en este acto un grupo de caballeros de los más importantes de su señorío: el gobernador Luis de Calatayud, Juan de Ortega de Piédrola, Juan Bravo hijo de Saiiclio Manuel, Fernán Ruiz de Alarcón, Gonzalo Forctn, alcaide de Villena, y Juan Alfonso de Minaya. l4 La venta se realiz6 en Gandía el 31 de julio de 1381, y contó con el visto bueno del rey, que la confirmó en Coca el 29 de septiembre de 1381, haciendo mención expresa del mero mixto imperio, que no se mencionaba en el documento de compraventa. En 1383, desde Alcalá de Henares, le Iiizo merced, también, de las tercias de la villa, pues anteriormente liabía dado a don Alfonso estos derechos en todas sus tierras (A. Franco Silva, ..El patrimonio señorial de los adelantados de Murcia en la Baja Edad Media), Gades, vol. VI1 (Cádiz, 1981) pág. 49) El mismo año de la venta, don Alfonso pagaba a la chancillería real cinco florines por la <.licenciaqrrl rey de Castella dona al nlarqrm y~epoguesrendre Libriella- (ARV, Varia, 1 14, fol. 24) " Hay sobrados datos que contradicen la opinióii de Malalana Ureña de que Escalona pasó a los dominios reales después de desaparecida la familia Manuel (A. Malalana, Escalona 77zeúiieval(1083-1 400),Toledo, 1987) l6 El 24 de eiierode 1375, el concejo de Villena pedía información al de Murcia sobre los que estaban obligados a mantener caballos y armas, pues el Marqués acaba de mandar que los tengan quienes sobrepasen los 15000 maravedíes de hacienda. Dudaban si se suelen incluir las ropas y ajuares y las casas en que moran o no, ni las franquezas y libertades que deben tener quienes mantengan caballo. También quieren saber si el Rey exige en Murcia que mantengan caballo los de más de 15000 mrs. (F. Veas Arteseros (ed.), Dotxr~zentosdel si,& XIV-2, Academia Alfonso X, Murcia, 1985, págs. 74-75. En adelante Codom X ) .
una penosa crisis". El marqués se trasladó a Ayora, tal vez con alguna misión pacificadorals, pues las relaciones entre Castilla y Aragón amenazaban con romperse en guerra, y los murcianos habían comenzado a hacer daño en tierra de Aragón, tomando Crevillente. Quizás en parte debido a sus gestiones, la paz se hizo pronto, en abril de 1375; y se acordó el matrimonio del infante heredero de Castilla, don Juan, con la infanta aragonesa doña Leonor. El de Castilla pagaría 80.000 florines, tanto por los gastos del viaje de la novia como por compensar al aragonés los gastos hechos en los castillos de Molina, Requena, Moya y Utiel, que serían devueltos a Castilla. En efecto, lo serían más tarde, y para pagar el desembargo fue preciso un fuerte repartimiento de doblas, que los pueblos del marquesado pagaron en esta ocasión, junto con el resto del reino de Murcia, disciplinadamente, aunque con cierto retraso debido a la escasez de moneda de oro, al recaudador Samuel Abravalla19. Poco después, el marqués, que estaba todavía en Ayora al comenzar abril de 1375*', asistía, en mayo y junio, como pariente de ambos contrayentes, y como uno de los principales caballeros de ambos reinos, a las brillantes fiestas de Soria, que vieron reunirse a la flor y nata de la nobleza castellana y aragonesa, con motivo de las lujosas bodas del infante heredero con la hija del rey de Aragón, y de la infanta Leonor con el heredero de Navarra; bodas que cerraban un período de guerras entre todos los reinos cristianos. Junto a él figura, por cierto, el mayordomo Pedro González de Mendoza, que justamente por entonces llegaba al culmen de su influencia, al pactar el matrimonio de su hijo, Diego Hurtado, con otra bastarda del rey, doña María. Ambos, con el conde de Carrión y otros caballeros, juraban, de parte castellana, las condiciones de la paz establecida con Aragón. En la parte aragonesa se encontraban, entre otros, el arzobispo de Valencia y el conde de Prades, hermanos del marqués de Villena2'. Don Alfonso era ya, a todos los Lo hacía el 9 de febrero de 1375 desde Alcalá de Henares (F. Layna, Historia de C+~entes, pág. 79. En esos años, tanto don Alfonso como sus hermanos, el conde de Prades y el obispo de Valencia tenían un granascendiente sobre el rey de Aragón. En 1376, ambos consiguieron que su soberano, inclinado a laguerracon Castilla por el asunto del desafío de Juan Ramírez de Arellano y el conde de Rueda, recapacitase y diera su brazo a torcer (P. López de Ayala, Crónica ak Enrique 11, pág. 30) '"urcia debía de pagar 1250 mrs. Almansa 7 3 (63 según Molina), Jumilla41, All-iama 12, Molina 32, Letur 41. Hellín 62, Jorquera 41, Cieza 20, Chinchilla 520, Yecla 32, Abanilla 32, Ricote y los lugares de su valle y encomienda 146, Cartagena 103, Villena 103, Mula 20, Tobarra 8 , Socovos 20, Alguazas del obispo 32. El 1 de agosto de 1375, para que la recaudación se hiciera más rápida y cómodamente, el rey mandaba que nadie en el reino de Murciapudiera cambiar moneda de oro sino con el judío Abravalla. Pero en diciembre aún no habían terminado los pagos, por lo que el monarca mandaba a Murcia que abonaran inmediatamente, y sin más excusas, las 1250 doblas que le habían correspondido en el reparto (L. Pascua1 Martínez, (ed.) Dorunzerztos de Enrique 11, Academia Alfonso X, Murcia, 1983, págs. 299-301. En adelante, Codoln VIII). *" Codom X , pág. 90. J. Zurita, Anales..., X-XIX. l7
IR
"
efectos, un castellano, aunque siguiera teniendo posesiones en Aragón. En aquel ambiente de concordia, don Alfonso, reconociendo seguramente hechos consumados, no dudaría en ceder en sus intereses con tal de establecer relaciones amistosas con los personajes más influyentes. Desde las cortes acudió a la zona septentrional de su señorío, donde quedaban cuestiones pendientes con Pedro González de Mendoza, que había mantenido ocupada una parte de su tierra desde el fin de la guerra civil. En mayo de 1375 estaba en Cifuentes, desde donde hacía una donación de 500 maravedíes anuales a las monjas del convento dominico que don Juan Manuel había fundado en esta villa22.Desde allí, tal vez, pudo llegar a un acuerdo con Pedro González de Mendoza. El 20 de julio, ya en Garcimuñoz, le concedía a éste Aldeanueva, Deza y Palazuelos, algunos de los pueblos más uos dar galardón, por septentrionales de la antigua tierra de los Manuel, <
"
i,
fue dando largas al asunto y favoreciendo los intereses de aquellos concejos de su señorío, de manera que Carcelén y Montealegre siguieron siendo aldeas, a pesar de que dos años más tarde, en 1377, hubo sentencia de la audiencia favorable a Constanza". Por estas fechas, a pesar de la gran carestía y la escasez de trigo y cebada que se dejaba notar, el señorío de Villena parecía recuperarse ya con rapidez de la crisis pasada. Renacía el comercio, sobre todo de ganado y productos pecuarios, de nuevo orientado con preferencia, como en tiempos de los Manuel, hacia el reino de Valencia; y de él se beneficiaba no sólo el señor, que a través del almojarifazgo cobraba importantes rentas, sino también los concejos y los vecinos. El 6 de noviembre de 1374, cuando más arreciaban las presiones reales para que se impidiera la saca al reino de Valencia de cosas vedadas, el marqués había escrito, desde Villena, al judío Samuel Abravalla, que era al tiempo su almojarife y uno de los arrendadores de la pesquisa real, ordenándole que no insistiera en su pretensión de cobrar a los vecinos de Almansa por la lana que pasan a vender a Aragón, pues siempre, desde que en la villa hubo ganado de ovejas merinas, acostumbraron a vender esta y la de sus otras reses sin pagar nada por ello2'. Otro tanto hacía desde Ayora, el 8 de septiembre de 1377, cuando ordenaba a los guardas y dezmeros del puerto de Yecla que respetaran los privilegios de los vecinos de Villena de no pagar por el ganado y mercancías que pasaran para su mantenimiento por la frontera aragonesa2'. Estos privilegios equivalían, de hecho, a un permiso para practicar el contrabando. Otras muestras de la vitalidad económica del marquesado en estas fechas son la reaparición, ya anterior a la llegada del marqués, pero incrementada en volumen e importancia con el transcurso de los años, de importantes comunidades de judíos ricos, vinculados al comercio y al arrendamiento de rentas, tanto señoriales como reales, en los principales pueblos. Además del desarrollo ganadero y ferial, y de la pacificación de los caminos que se constata en el señorío, como analizaremos más adelante, lo que permitirá asegurar la percepción de rentas cuando no aumentarlas. Desarrollo, sin embargo, que creaba desigualdades, origen de crecientes incidentes. A menudo, estos incidentes tomarían un cariz antisemítico, por ser con frecuencia judíos los arrendadores del marqués. Otras veces, enfrentamientos papeles familiares senalan que Micer Gómez m ~ t r i 6en Roma eii 1382, y sus restos fueron traídos a Espana. Dejó u11 hijo, Juan de Albornoz, que llegaría a ser copero mayor de Juan 1, y qiie también murió pronto, en 1389. " J. Torres Fontes, .El señorío d r los Manuel en monte alegre^, pág. 89. AHPA, Municipios, Carp.1, N" 27. '' J.M. Soler, La r&cicín ... pág. 259.
entre vecinos, o entre pueblos que competían por las mismas fuentes de riqueza. Albacete, por ejemplo, que se había recuperado gracias a la feria y al trato de ganados, rehusaba seguir siendo aldea de Chinchilla, y soportar los "muchos agravios e sinrazones de los oficiales de la dicha villa". El 30 de noviembre de 1375, estando en Garcimuñoz de regreso de Soria, el marqués, previa licencia del rey, accedía la petición y hacía a Albacete villa sobre sí,30 dotándola de un término geométricamente delimitado (una legua a cada lado del camino real) que incluía la aldea de La Gineta y el derecho al aprovechamiento comunal de los pastos y montes del alfoz chinchillano. Una decisión que, como veremos, trajo consigo una larga cadena de querellas entre ambas poblaciones. La libertad del marqués le había salido, sin embargo, muy cara y este hecho pesaría como una losa sobre su economía, obligándole a no despreciar ninguna fuente, lícita o no, susceptible de producir dinero. Ello habría de tener efectos importantes sobre su forma de gobernar a lo largo de su vida, y le daría fama de ambicioso y mal pagador. El rey le había dado dinero para su rescate, pero a condición de casar a sus dos hijos con sendas hijas del monarca, que llevarían en dote aquella suma; lo que constituía una hipoteca en tanto no se solemnizaran los matrimonios. Y además debía otras cantidades, y había tenido que desprenderse de los pueblos vendidos poco antes, de los regalados a Pedro González de Mendoza, y de aquellos que, como Santa Olalla y Peñafiel, no le habían sido entregados aún. Don Alfonso comenzó a pedir al rey una compensación por estos últimos. AdemáS, presionando al monarca, y haciéndole ver seguramente los servicios prestados a su causa, aún obtendría de él nuevas rentas. En las cortes de Burgos de 1377 debió de tratarse el matrimonio de don Pedro, hijo del marqués, al fin en libertad, con la bastarda doña Juana; matrimonio que se celebró poco después, a principios de 1378, en la misma ciudad, coincidiendo con la boda entre el castellano don Alfonso, conde de Noreña, hijo del rey, y doña Isabel de Portugal3'. Tras la boda, el marqués se retiró a su tierra. En mayo de 1378 estaba en su villa de I n i e ~ t apero ~ ~ , la invasión de Castilla por ingleses jD R. Carrilero Martínez, Libro deprivilegios de La villa de Alhacete ( l 5 3 3 ) ,IEA, Albacete, 1983, págs. 254256. En ningún momento se alude a que el villazgo fuera comprado; pero la alusión a la licencia real, y algunas citas indirectas en las cuentas del marqués de 1386-1387 pudieran hacernos sospecharlo. Algunas, como la poco clara anotación de 1.300 florines que el marqués cobró de dos hombres de Albacete, pudieran responder a multas o a otros conceptos; pero otras dejan poco lugar a duclas, como la que se refiere a otros 400 florines "que1 dit senyor reebt del esdenciment de Albacet". (ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 30). Es decir, que, doce años después de la exención de Albacete, todavía seguía recibiendo el tesorero del señor algunas cantidades por ese motivo. 31 P. L á p de Ayala, CvónhdeEmiqwl1, pág.31-32. " En estavilla confirma, con fecha 15 d e mayo, su anterior carta donando 5 0 0 rnaravedísanuales a las monjas del convento de Clfuentes F.Iayna,a.c., &. 79-80)
y navarros hizo que el rey requiriera su ayuda. N o se hizo rogar. En aquel verano, y hasta la entrada del otoño, colaboraba eficazmente con Pedro González de Mendoza y con otros caballeros castellanos, a las órdenes del infante don Juan, en el cerco y toma de Viana. A esta guerra llevó a mosén Luis de Calatayud, gobernador del marquesado, a Arnau Sanz, alcaide de Hellín, y a otros muchos de vasallos suyos33.En ese mismo año fue recompensado con la donación de las tercias reales del Marquesado, que podían valer unos treinta o treinta y cinco mil maravedíes anuales, por un plazo de quince años, a cambio de sus hipotéticos derechos sobre Peñafiel y Santa Olalla, villas que formaban parte de la herencia de Juana Manuel, pero que ni siquiera había llegado a controlar don Alfonso. Probablemente, el marqués invertiría parte de este dinero en dar dote a su hija, doña Juana, que casaría en 1379 con el heredero del condado de Cardona. Desde luego, sacaría el jugo a esta, como a otras donaciones, hasta más allá de lo razonable, explotando a sus recaudadores para obtener mayores beneficios, aun cuando ello conllevara romper su palabra3*. La muerte, el 2 9 de mayo de 1379, de Enrique 11, su antiguo amigo y compañero de guerra y aventura, tuvo que ser un golpe para don Alfonso; y más aún cuando supiera que, antes de morir, el rey había ordenado poner en libertad a todos los caballeros ingleses y gascones que hubiera presos en Castilla, lo que sin duda alejaba las esperanzas de un canje por su hijo. El 15 de agosto de 1379 en las cortes de Burgos, recién accedido al trono, Juan 1, acordándose de los servicios que el marqués don Alfonso había hecho a su padre y a él mismo, y las grandes pérdidas sufridas por su servicio (en 33
P. %pez de Ayala, Conira aé Emiqw 11,k . 3 4 . La panicipación de las tropas del M a q d o en esta campaña, que culminó con la toma de Viana, queda d o c u m e n d en las cuentas señorialesdel año siguiente, que precisan pagos por un caballo que se le murió a Amati Sanz (vecino de Villena que sería alcaide de He&) en ~dú& dt ~ d Z l d &;~ y o t r a acierto mensajero que la mujer del gobernador del M k q d o G s de Caiamyud) envió a éste cuando estaba en aqueiia mismaguerra (ARV, M a e s t ~R a c i o d , 9602. Cuentas de la fiscalía del marqués). En 1396, en& o m agmvios, el arcedianode ~ o ~que a había , sido tesorero del rnaqués en&uellas fechas, se quejaba de lo siguiente:El marqués~ i d i aósu t m m que se hiciera cargo él mismo de arrendar estas tercias los tesorem del rey habían estimado en linos treinta o treinta y cinco &l m v e d í s anuales), pero unos días después, en Ayora, le preguntó por qué no arrendabajuntamente los 15 años. El tgorerose m o s d c o n d o por no querer meterseen un negocio tan aventurado,pensando quepodríaperder;yelsfior~pondióquesiemprega17aríam&queperder,puessinoleiba bienlepermitiríadejarsucompromiso siempre que fuera a principiosde año; y se las dejatía por 1000 doblas castellanas,o 38000 m v e d í e s , al año. Hubo rrgateo (el tesorero dwía que no +a darlas, pues el rey no había sacado nunca más de 3 5 ( W m.)y al final convinieron que el tesorero arrendara por 1000doblaso 38000 m.daño todas las renm delseñorío,excepto~onay C&ntes,conmmpromisodel~ñor de no quitarle ni elevarle ladicha renta en 15 años, saivosi él quisiera dejaria; y de ello se hizo carta y conuato seiiadopor el señor. Entonces, el tesorem puso en orden la renta y comenzó a recaudarla bien, «p h brma o i ~ e e og h qtreldit trrrmer hz/im a en els dits WJZ, y sacaba mucho más de lo que nunca había producido, *de qur tot hstaua nwauiIhtn. Entonces, los recaudadom judíos Samuel Abravalla, Haym Abolex y don CulemaAbravallavinieronal tesorero y le ohwiemn 500 florines más al año, con lo que les tm@ la renta por 5 años, lo que autorizó el señor con carca seliaday firmada Sin embargo,el maqués, viendo que podri?obtener mayor ganancia,le quitó la renta al tesorero, incumpliendo su compromiso, lo que provocó a éste un gran daño y +r&da, que evaluabaen 15.000florines por los 15 años que hubiemganadode 11aberpocLdoarrendarla Tampoco el marqués saliómuy beneficiado,pues en adelantedudahmudios en arrendarestas tercias, no fuera que el marquésse las quitase también (ARV, Maestre Racional, 9602,íÜls.4445)
"
especial su prisión y la de sus hijos ..."que estudiestes en poder del rey de Inglaterra e del príqipe su fijo, e aun esta agora preso don Alfonso vuestro fijo por la dicha razon en poder del dicho rey de Inglaterra") confirma en solemne privilegio de pergamino con cintas de seda la merced que Enrique 11le había hecho del marquesado de Villena con todas sus villas, castillos y fortalezas, con todas las libertades y mercedes que su padre concedió al marqués y a su hijo don Pedro y a doña Juana hermana del rey, mujer de don Pedro. Promete no revocarlo, y guardar la vida y la honra del marqués y de sus hijos, Alfonso y Pedro, y de las hermanas del rey, Leonor y Juana; y que hará todo lo posible para que se cumpla este doble casamiento que había prometido el rey su padre (Leonor con Alfonso y Pedro con Juana). La reina doña Juana, madre del rey, aprueba este compromiso y confirmación, y promete que nunca irá contra ella. También lo hace la reina de Castilla, doña Leonor3>.
1.2.- La guerra de Portugal. Entre 1379 y 1382 localizamos al marqués actuando sobre el marquesado, reordenando su tráfico comercial y consolidando los canales de recaudación de rentas, que en años anteriores habían provocado numerosos problemas por falta de una regulación exacta en los conceptos fiscales. Los arrendadores y sus agentes abusaban de sus atribuciones, y las justicias no podían impedirlo, «por quanto non uvian nómina et declaración cerca dello».Para poner orden, y también para organizar la percepción de sus rentas, el señor decidió aclarar y unificar los diferentes conceptos fiscales en una renta general de almojarifazgo, que se arrendaría conjuntamente. En 1380 escribió «a los cavallerose escuderos del nzio marqzlesado, e a todos los concejos de las villas e logares del mio marquesudo», para que viniesen a una junta, que al fin tuvo lugar en Almansa a comienzos de abril. En ella, «con acuerdo y consejo» de los mencionados procuradores, procedió a una reordenación general de la normativa de gobierno del señorío, en parte confusa por la crisis pasada, y en parte dispersa en numerosos escritos sueltos de tiempo de los Manuel. Con particular cuidado reordenó y organizó antiguas disposiciones de carácter económico y promulgó un arancel de los derechos a percibir como señor en concepto de almojarifazgo. El ordenamiento señorial de 1380, del que nos ocuparemos más detenidamente, nos presenta a don Alfonso como un formidable organizador. Ofrece, al tiempo, un magnífico panorama de las actividades económicas de los pueblos de su señorío encuadrados en el obispado de Cartagena, pues ya en
''
ARV, Maescre Racional, 9602, fols. 11 1-112.
estas fechas se había conseguido no sólo una unificación de los conceptos tributarios a aplicar en los distintos pueblos del partido meridional del señorío de Villena, sino también la creación de un espacio fiscal y económico único, que permitía el paso de mercancías y bienes por todo el territorio pagando sólo un portazgo. Almansa, por su situación en la frontera de Aragón, y Chinchilla, por estar enclavada en el límite con el otro partido del mismo señorío -la antigua tierra de Alarcón, en el obispado de Cuenca- que no gozaba de idéntico tratamiento, y de los dominios de realengo, se convirtieron en los dos puntos fundamentales para el cobro de dicho impuesto. Los mercaderes y ganaderos, que forzosamente debían utilizar el camino real si no querían arriesgarse a perder sus bestias y lo que transportasen por ir «descaminados»,lo que suponía intención de fraude fiscal, deberían pagarlo en uno de los dos extremos del trayecto, tomando recibo de haberlo hecho, que deberían mostrar en el otro a los almojarifes. Ya por entonces, el marqués comenzaba a abusar también de sus atribuciones como señor, dificultando que se cumpliera en su tierra la justicia real y perjudicando al fisco castellano con sus irregulares actividades económicas fronterizas y las de sus vasallos. Sin embargo, por el momento se mantienen sus buenas relaciones con la monarquía castellana, que no sólo no se enfrenta con él sino que continúa recompensando sus servicios con generosidad. En el verano de 1382, cuando el ejército castellano avanzaba sobre Portugal y sus aliados ingleses, Juan 1 quiso dar a don Alfonso una muestra aún mayor de su confianza, nombrándole c ~ n d e s t a b l ecargo ~ ~ , que por primera vez se creaba en Castilla, y responsable del ejército, con mando sobre los dos mariscales (Fernán Álvarez y Pedro Ruiz Sarmiento) también creados en aquella ocasión. Poco después, el rey convertía en vitalicia la anterior concesión de las tercias reales de su tierra, de las que la corona disponía, a su vez, por concesión pontificia3'. Y 1"' 6 de julio de 1182, desde el real de Ciudad de Rodrigo, Juan 1, queriendo seguir los ejemplos de sus antecesores y mejorar la administración del reino valiéndose de servidores y consejeros valiente y leales, muy necesarios en la guerra actual con Portugal y los ingleses, hace condestable a su pariente y vasallo el marqués don Alfonso de Aragón, por su experiencia y capacidad, drmostradas ya en servicio de su padre, apa~a/o.í/kbos delasgz~wrase de l u armas, ~ epara regin~ientoe h ~ e ordenamieizto n de /agente dearnzas,,. Manda a todas la autoridades, alcaides, gentes dc guerra, concejos, etc. del reino, que lo tengan por condestable y le den la honra debida, según Lin cuaderno aparte, en el que se contienen todas las cosas pertenecientes al oficio y sus competencias como condestable. Le da por quitación anital40.000 mrs; más otros derechos que le corresponden según dicho cuaderno, que especifica los derechos de él y de los demás mariscales del rey. Firman la carta el rey, Alvarus decretorum doctor, Gonzalo Ferrández, Pero Ferrández, Gonzalo Alonso, Alonso Sánchez,Juan García (ARV, Maescre Racional, leg. 9602, fol. 111; citada y rranscrira por P. López de Ayala, Ct-ÚnimdeJuan 1, págs. 77 y 147) Es preeminencia del condestable llevar guión y mazas, reyes de armas y estoque con vaina, la punr;i abajo (a diferencia del rey, que lo llevaba desnudo y la punta hacia arriba). Tenía las llaves de la ciudad donde el rey se alojara, y era el oficial superior después del mismo rey. Don Alfonso recibió la investidura en ceremonia solemne, en la que el rey le puso un anillo de oro y le tomó juramento ( R. Cliabas, Historia de la 1-ir~dadde Denia. Alicante, 1972, pág. 35). " El 12 de septiembre de 1382, desde Madrid, Juan 1 recuerda que su padre Iiabía dado al marqués don Alfonso en Illescas, en 1378, la tercias del Marquesado por 15 años, en enmienda de Peñafiel y Santa Olalla. Ahora, reconociendo los grandes servicios de don Alfonso, especialmente en la guerra con Portugal y los -i
cuando, a fines de 1383, habiendo muerto Fernando 1 de Portugal, el monarca castellano decidió emprender su expedición militar para reclamar aquel trono haciendo valer los derechos de su esposa doña Leonor, dejó en Castilla una regencia compuesta por tres personas: Pedro González de Mendoza, el arzobispo de Toledo y el marqués de Villena, con poderes para reclutar tropas, pedir subsidios, e incluso, en caso necesario, convocar cortes. Por su parte, el señor de Villena correspondía como un leal vasallo. En 1384, los concejos del Marquesado pagaban con disciplina las monedas otorgadas al rey por las y colaboraban lealmente con las autoridades reales del adelantamiento de Murcia en la vigilancia de las fronteras frente a los moros belicosos". Durante las campañas reales de 1384 y 1385, aunque el marqués se mantuvo buena parte del tiempo ocupado en sus tierras de Castilla o de Aragón (Albacete, Villena, Ayora, etc), los pueblos del señorío enviaron al cerco de Lisboa y a las demás operaciones emprendidas por el ejército real numerosos efectivos en lanceros y ballesteros bajo el mando de don Pedro, hijo del marqués.*' En general, las relaciones del marqués con Juan 1 continuaron siendo buenas hasta 1386. Naturalmente, durante aquellos años, don Alfonso había aprovechado estas circunstancias en beneficio propio, incluso entablando negociaciones para el canje de su hijo prisionero por algunos caballeros ingleses y gascones prisioneros del rey4'; pero también en el de sus vasallos, haciendo que el rey confirmara los derechos y privilegios concedidos por los reyes anteriores y por los Manuel a Chinchilla, Albacete, ingleses, sus enemigos, y por satisfacerlo de estos servicios <
'"
Villena, y otros tantos pueblos; y que ampliara los de otros, como Iniesta41, villa que conocía un importante renacimiento, pese a lo malo de los tiempos. Simultáneamente suavizó tensiones, en especial con Murcia, que tenía numerosos contenciosos con Hellín4j,Chinchilla4" otras localidades donde se recaudaban impuestos señoriales y concejiles. Así, mediante su intervención directa, y tras numerosas gestiones, vino a firmarse en Albacete, en julio de 1384, y ante un interesante grupo de caballeros que acompañaban al marqués, un acuerdo con Murcia relativo al pago de montazgo y portazgo en Hellín, Chinchilla, Puerto de la Mala Mujer y otros lugares, que, si no terminaba definitivamente con los problemas, sí aliviaba las tensiones creadas en los últimos años entre los mercaderes y ganaderos murcianos que atravesaban el señorío de Villena y los recaudadores señoriales y concejiles de éste4>. Ciertamente, aunque en otras cuestiones fuera su comportamiento algo distinto, el marqués cumplía como un buen vasallo y hacía honor, en el terreno militar, a la confianza que la dinastía Trastámara había depositado en él; y el rey continuaba dándole muestras de aprecio. El 21 de julio de 1385, al hacer su testamento, Juan 1había ordenado que, si muriera antes de la mayoría de edad de su heredero, gobernara el reino un consejo de regencia compuesto por prelados y caballeros, y cita en primer y más honrado lugar al marqués de Villena, su conde~table*~, que en caso de muerte habría de ser relevado por don Pedro, su hijo. Asimismo el rey recomienda a su heredero que mantenga como condestable a don Alfonso. Entre los testigos que firman y sellan el testamento se encuentra, en primer y más distinguido lugar, don Pedro de Aragón, hijo de don Alfonso, que, tras haber salido de su prisión en poder del conde de Foix, y tras haber cumplido su compromiso matrimonial con la bastarda doña Juana, de la que tenía dos hijos y una hija,
'*
El 14 de diciembre de 1386, desde Cuéllar, Juan 1da a la villa de Iniesta exención de portazgo. Inserta en carta de 1489 (AGS, RGS, 1489-111, fol. 1). El 16 de febrero de 1383,el concejo de Hellín otorgaba carra de Procuracióna Juan Martínez de Soto y Pedro García, escando el concejo j~intoen la torre de la Ferrica según LISO y costumbre, para ir a Murcia sobre las prendas de ganados por asadura y peaje y otras cosas tomadas a vecinos de ambos lugares, arreglar agravios mutuos, y para declarar y determinar sobre veredas, cañadas, etc. Ante el escribano público de Hellín Pedro García. Son testigos Ferrand Ruiz de Fresneda, Gonzalo García de Moratalla y Nuño Martínez, vecinos de Hellín. El día 17 comunican a Murcia el envío de estos procuradores. El 2 1 daMurcia poderes a sus procuradorespara tratar con los de Hellín. El 23, hay un acuerdo entre ambas partes sobre estos temas y puerto de la Mala Mujer (Codmz Xll, págs. 181- 186) El 8 de abril de 1383, desde su villa valenciana de Gandía, el marqués don Alfonso, condestable de Castilla, escribe a Murcia diciendo que ha tenido información de las razones de Alfonso Ruiz de La Alberca,procurador de Cliinchilla, en el pleito con aquella ciudad. Dice que tiene muclio interés en tener buena vecindad con Murcia, y pide a este concejo que designe procuradores para entrevistarse con otros que él nombrará para arreglar los problemas pendientes ( C o h XII, págs. 193-197) Testigos del acuerdo de Albacete: Pere Orriols tesorero del Marqués, Martín Ruiz de Alarcón hijo de Fernán Ruiz de Alarcón, Alfonso Ferrández Baylente hijo de Juan Ferrández Baylente y Alvar Ruiz Darques, vasallos del Marqués. Juan Martínez del Castillo, notario público del Rey (Codm XII. págs. 252-255) "V. López de Ayala, Crónica de E ~ ~ r i q r l e lpág. l , 188 y 194.
"'
"
"
era ya por entonces uno de los caballeros más prometedores del reino. Su padre, al parecer, le había traspasado las funciones militares del cargo de condestable, dándole al efecto toda la quitación de 40.000 maravedíes que por tal concepto recibía del rey, más otros 60.000 del pedido de su tierra4'. El ejército castellano se internó en Portugal. Alvar García de Albornoz y otros capitanes castellanos tuvieron un desgraciado encuentro, presagio de una derrota aún mayor, con Juan Fernández Pacheco, hijo de Diego López, señor de Ferreira4', que destrozó a sus fuerzas en Trancoso. Pero lo peor estaba aún por llegar. El 14 de agosto de 1385 se producía el desastre de Aljubarrota, en el que murieron Pedro González de Mendoza y los dos mariscales recientemente nombrados. En la lista de muertos figuraba el joven don Pedro de Aragón, que había peleado al frente de la vanguardia castellana, y muchos de sus vasallos. Don Alfonso se quedaba solo. El otro hijo, don Alfonso, que debería desposarse con la bastarda Leonor, continuaba aún prisionero en Inglaterra, y con pocas probabilidades de abandonar su cautiverio. Los nietos, Enrique y Alfonso, hijos de don Pedro, eran aún muy niños. Aunque algunos «escuderos de don Pedro», como el almanseño Domingo Salvador y Domingo Ferrández Crespo, se salvaron del desastre y pasaron a recibir sueldo del marqués, que además les hizo algunos otros favores4', sabemos que en Aljubarrota pereció también una buena parte de los caballeros y hombres de armas al servicio de don Alfonso. En la d ~ c u m e n t a c i óde~ 1386, y sobre todo en el mes de marzo, se mencionan cartas del señor a varias mujeres, como la de Lope López de Ribera, la de Diego Pérez de Céspedes y Dia Sánchez de Céspedes, la de Alvar López de Cañizares, la de mosén Diego Ximénez de Heredia o la de Alvar Ruiz Darques. Algunas de ellas (la de Alvar Ruiz Darques, la mujer de Alvar López de Cañizares, la de Juan Sánchez de OrihuelaSO) figuran también en las cuentas de personas mantenidas con cargo a la casa señorial y reciben en este tiempo cartas de merced del marqués. Tal vez sean viudas, pues sus maridos -algunos de ellos caballeros importantes, como Alvar Ruiz Darques, que aún estaba vivo en 1384>',no vuelven a aparecer. En el caso de mosén Diego de HerediaS%ecita, además, otra carta del señor dirigida a sus herederos. En
"
Así lo declarará más tarde, en 1396, el arcediano de Moya, tesorero del rnarq~iés,al rendir cuentas. Dice también que don Pedro tenía su propio tesorero, Ilamaclo En Fenollet, que llevaba las cuenras de la condestabilía, pues el marqués había dado a don Pedro este dinero. Probablemente se trate de Esteve Pons de Fenollet, alcaide y merino de Escalona; o de su hermano Ramón. Al parecer, el propio Diego López Paclieco,con mis de ochenta años, participó todavía, junto a su hi jo, en la batalla de Al jubarrota. Sabemos que marzo de 1386 el inarqués remitía una carta a Domingo Crespo perdonándole una muerte. Pudiera ser el mismo Mingo Crespo que en 1394 figurará como representante del concejo de Sax en la junta celebrada en Villena. 'O Este Juan Sáochez de Orihuela aparece, en las cuentas cle 1379, corno beneficiario de 920 maravedís que el marqués mandó darle por una carta. >' Acompañaba al marqués durante los tratos de éste con Murcia, en Albacete, en 1384. " Muy probablemente este Heredia descienda de Ruy Gómez de Heredia, que era criado y escudero de Sancho Ximénez de Lanclares, vasallo a su vez de don Juan Manuel en la primera mitad del siglo.
"
"
Lanzas que acompañaron a don Pedro, hijo del marqués, en Portugal en 1385 (el pago de estas lanzas: lo realizó el marqiies en 1388; entre paréntesis se citan los beneficiarlos del salario cuvo titular Iiabía muerto en Aliubarrota) Pedro h é n a C h i n o
(nimujer)
JuanOdwa
inp M e z de P&h
Juan Mmúm de Honnbii
RLUXiménez de Mstlo (su mujer)
Alom Sándlezde Honnibia
LopeLópa de R k m (su mukr Violante)
Fwnán Góma de l a % h (su mujer)
Diego Xiména de Heredia (su mujer)
Fernán Sánchez de Perala
FcrránRuizdeAlarcón
Juan Al=
Juan Ruizde Alarcón
Gil Rmánda de Isk
PedroDíazde Aras
R ~ i de z Alarcón
M&
Rcdrigo Rdrígua de Ad&
Alva Ruiz de Ams (su mujer) Pedro Sándia de Corm
G o d o Rdiígua de Adés (su mujer) JuanOtregadeAd.4
Rcdrigv Alvara de M o h
P&
J~mGórrprdeCiu&dheim (sumu&
&E
Agpclo de Villodre
Alomlópade...
Ponz de Fenoller
Ramón Ponz de FenoUer
Sancho%€hez Daíiuelm PedroGarcs
PedroWo ~
Juandel Amch
W (su hemmno o Pedro Chillo)
0
F ~ & DAlvara de Montoya (su mujer)
Aiom hhmha cle Al;urón
Aivar lópade C i ñ h r s (su mujer)
Dia Góma de Vilanova
Ancón del Rey
J ~mX l m k M o n m
GomeGarcíade Wda
Juan Mmínez del casdo LI~T M a de T h
SandioFemáixla de Gddajlm
Galú-deGciariataan(asl&) Alfonso Rmández de Gdahjard GaróRuk de Buedo (suslwrdem)
MFerrár$ez de TeZnr
Alva Gúma de Buedo (hemim)
F
Fenán LópaZysoi
JuandeRib
Peim zapin
Jm
Juan SKidiade Onoh (su mujer)
Juan de M o h (suskmleros)
DiaShhzdeG+da
B
Jum Femádezde Heredia (su mujer) Maún Al= de AbRigcear ( lw&)
Aiom Fda. de Vakde Rey Gd S d x z de GL~nai
G o d o de iMonroya Fe&
Díaz de Montoya
h Gómez de Car*
h Ruiz de Talaydas (sushemiem)
Ancón Ruiz del Iago
Alom Sándiade M&
Ancón MargaLr
Bartolomé LópQ
~ ~ m x > d o F k l u > d e ~
I r > mFemúlde?
M S á n d E Z d e Atanda
1
Jum Góma de Penloi
(su mujer)
N~uioFerrrjndtz (sum&) J~mRnvo(p:-suhijo)
Alom Díazde Tmmyo
Godohlarwia
PedrodeCañilares SandioSánchade Ridcs
M F e d n d e z Pcsadem
J
G o d oM a d e M o d
J
XimÉn Gúma de Morada
LRuge1 ~ (susheredm)
Juan T
d
a Dávalcs
PRiioRuiz de Gmnre
Sandia de Queralt
PedroSándla C k b n e l l
LAiomdeTrs ~ Junms
Jaimede ALneiwra
L q x Frmánda de M o d Femk Alom de M o d
J
PedroLópQ dr Segovia
Juan de Belmonrr TonbioMadna
GarcíFemándadeMedirm LopeLópadeCoria
J Lde Camón ~ lqe Iateirar
Juan Gurierrer de M a u ~ ~ F& Gómrr &San Feiias (su Ixmmm) -
-
Ld ~e V i
h m g v , re~amro D?i&! de Toledo
Juan G o d a de M o d
-
Hemega
-
-
-
-
Fuente: ARV, Varia 107, fols. 88v-114. La expedición duró 27 dias. La primera cantidad corresponde a laiizas y la segunda, cuando la Iiay, a ballesteros. El pago se Iiizo a razón de 10 maravedíes por lanza y dia, más 7 mrs. por ballestero y dia, descoiitando un 4 por ciento de dereclios de cámara.
las cuentas de la hacienda del marqués de 1388 se detallan los pagos de las lanzas que acompañaron a don Pedro a Portugal; un alto porcentaje de los mismos es percibido por familiares de combatientes, posiblemente fallecidos en la batalla. Aunque amargado por la reciente muerte en campaña de su hijo don Pedro, puede decirse que, en torno a 1386 y 1387, cabe situar la época de mayor esplendor de don Alfonso de Aragón. Pensando en el futuro, pactó ya con Juan de Albornoz, heredero de Micer Gómez, el matrimonio de su nieto, don Enrique, todavía un niño, con María de Albornoz, la hija mayor de aquél y de Constanza De tener éxito este proyecto, sus herederos podrían anexionar al Marquesado Alcocer, Valdeolivas, Salmerón y las demás villas del Infantado; además de otras propiedades de los Albornoz y ciertos derechos sobre Utiel y Moya. Y, por otra parte, no tendría que cumplir la sentencia que le obligaba a devolver los lugares de Carcelén y Montealegre. Siguiendo la tradición de los Manuel, convocó una junta solemne de procuradores de sus pueblos y de caballeros de su servicio, que tuvo lugar en la iglesia de San Juan de Almansa el 16 de marzo de 1386. All'1, en su presencia y la de Lluch de Bonastre, Pere de Orriols, su tesorero y arcediano de Moya, y Gonzalo González de Palomares, alcaide de Zafra, comparecieron los representantes de los distintos concejos para hacer homenaje de tener por señor a don Enrique5" nieto del marqués, como heredero y sucesor del señorío5>.Presentaron sus cartas de poder la mayor parte de los concejos y «cada uno de~to~~rocurudores, desque ouieronpresentudo las dichusprocuru~ionesfizieron jura en poder del dicho sennor murques sobre la cws e los quutro sanctos euungelios corporal mente con s ~ munos s tannidos, et pleito e homenaje en nonbre e en boz de los dichos cuuulleros e escuderos de Alurcón e de los dichos congeios de las dichas villus e logures del dicho su murquesudo, por el poder conplido u ellos dudo, el qual se contiene en las dichus procurugiones especial mente pura esto, que despues de sus dius el dicho sennor murques, que uuerun e obedespanpor su sennor a don Enrrique nieto del dicho sennor murques con las condiciones et en la manera mesmu que el dicho sennor murques lo tiene jurado; et en caso que el dicho don Enrrique fullesgiese lo que Dios no quiera sin uuer fijos varones e legfimos, que
'' '4
J. Zurita, Anales..., X-LIV.
En estas fechas,don Enrique, un niño todavía, es& bajo la tela de su abuelo. Lo criab. la mujer de Ferrand hvarez, «La que má a &Emiques, que percibía por ello un sueldode 1500maravedííes; y tenía su propio mayordomo, Pedm W o , uno de u e . E1 7 de septiembrede los d e n x de acostamientodel marqués, q 1387 ordenaba pagar a la viuda de Francisco Gómez de la a-ianaquefah& E d ,son (ARV, varia,96,fol. 17 y Mmtre Rauonal, 3602, fols. 32-33). J.M. Soler García,Lahh.., 261-262. Tambiénse conserva actagened e n el ARV, Maestre Racionai, 9602. fD 114 115. M& adelante se trarará s o b la ~ identidad de 1 7 .
"
aueran e obedespn por su sennor a don Alfonso nieto eso mesmo del dicho sennor marques, hermano el dicho don Enrrique. Pero que sea entendido el dicho don Enrrique o el dicho don Alfonso veniendo en possesion de las dichas villas e Zogares, que sea tenudo de jurar e los guardar SZLSfuem e preuilegios e libertades e buenos usos e costunbres». El mismo día y en la citada iglesia, en presencia de los mismos testigos el marqués tomaba juramento y homenaje a sus vasallos del orden militar; los caballeros que representaban a la pequeña nobleza hacendada en el señorío y agraciada con cargos militares; tanto el gobernador mosén Luis de Calatayud como todos sus alcaides56aceptaron tener por señor a don Enrique después de sus días, o al otro nieto, don Alfonso, si éste falleciera sin hijos varones legítimos. Don Alfonso, en la plenitud de su poder, aparece rodeado de su «corte» de caballeros y de representantes del tercer estado. A los concejos los gobierna ya sin embarazo alguno, haciendo gala de un autoritarismo comparable con el real. En octubre de 1386, estando en su villa de Gandía, mandaba a Villena que diera a Elda el agua sobrante del manantial de la Fuente del Chopo5'. N O hay constancia expresa, pero no es imposible que la necesidad de fondos del marqués, que por entonces convertía en dinero cualquier cosa susceptible de ser enajenada, le llevara a vender estos favores a poblaciones del reino de Valencia. En el interior del Marquesado también se registra alguna merced sospechosa. El 5 de enero de 1387, todavía desde Gandía, don Alfonso, titulándose condestable, concedía el despoblado de Rus al concejo de San Clemente, con todos los términos y competencias que le fueron dadas al lugar cuando estaba poblado; todo ello sin perjuicio de que los propietarios que acreditaran tener allí heredades pudieran conservarla^^^. Desde luego, el caos monetario que existía en su señorío le impedía ya sacar más dinero de aquí. Y tenía que hacer frente a los cuantiosos gastos ~ de la campaña de corrientes de sus caballeros de a c ~ s t a m i e n t o ,a~ los 1"' propio Luis de Glatayud, que eta al tiempo su alcaide del castillo de Alarcón con Alarconcillo; Gonzalo Forcén alcaide del de Villena; Rodrigo de Cerveta, alcaide de Almansa; Esteban i?, alcaide del castillo de Montalvo; Sand~oD í a de Marañón deldeC&ntes;GarcíVizcamdel deUunchh,Juan GonzálezdeCadalcodeldeYecla;Juan? GarcíadeldeA1cañavate;Bemat Matín del de SBX, G o d o G o r d a de Palomares del de 2afn, Esrehan Pon$ de Fenoiiet,del a l b de Escalona; Fernán García ~ , al& de Belmonte; Amau Smz del castillo de Helün de B L U del " J.M. Soler, <
+
Portugal, que el rey había prometido reintegrar, pero no pagaba; y también a los de defensa del reino de Murcia, cuya guarda le había sido confiada. En 1387, apurado por la necesidad de pagar los sueldos y acostamientos de su gente, dio orden a su tesorero de cobrar todas las deudas atrasadas del año anterior. Así lo hizo éste, pero la premura exigió cobrarlas en moneda nueva, de menor valor que la vieja, con lo que perdió mucho en el cambio. También pagaron ese año en moneda nueva la cabeza del pecho los cristianos, judíos y moros de Alarcón y Chinchilla; así como su martiniega los pecheros de la tierra de Alarcón y Belmonte y monta lb^.^' Con ser uno de los hombres más poderosos de España (a su marquesado castellano unía los condados de Denia y Ribagorza, y la baronía de Entenza, que era de su mujer; y estaba magníficamente relacionado en ambas cortes), don Alfonso se veía agobiado por los gastos, y en particular con los militares, que se dispararon en 1386, con la amenaza de invasión anglo-portuguesa, que llevó al rey a confiarle, en unión del adelantado Yáñez Fajardo, la defensa del reino de Murcia y su frontera". Era preciso recomponer sus fuerzas, diezmadas en Aljubarrota, agregando algunos caballeros (casi todos de origen aragonés) al grupo de vasallos a los que compensaba en tierra o en dinero. Además, reforzaría la caballería villana de sus pueblos, enviando, al menos a doce de ellos, cartas sobre el número de caballeros "de nómina" que deberían tener disponibles. El poder real para la defensa de las fronteras murcianas iba a permitir al marqués, por otra parte, dar un paso más en su escalada hacia el control absoluto de su tierra y la creación de un poder más autónomo; pero también intentar proyectar su autoridad sobre la comarca vecina. Aprovechando aquellos poderes, y el impulso que las cortes de Segovia acababan de dar a la formación de hermandades defensivas, don Alfonso convocó una nueva junta de procuradores de sus pueblos, esta vez en Villena, donde el 23 de octubre de 1386, ante el mismo marqués y sus consejeros, se constituyó una a Pedro Sánchez de Xicles e a son fil4500; a Pedro Sánchez de Sotos 3000; a Dia Gómez de Vilanova 3000; A su yerno 3000; a Pedro Garcés 3000; a Pascua1 Sánchez del Cañavate 2000; al yerno de Dia Sánchez 2000; a Iohana Delarich 3000; a Iohan Martínez del Castillo 3000; a Bernat Marín (alcaide de Sax) 2000; a Arnau Sanz (alcaide de Hellín) 2000; a Guerau de Castellunt 2000; a Lope Ferrández de Alarcón 7500; a Gonzalo González de Palomares (alcaide de Zafra y teniente del gobernador Calatayud) 3000; a Ferrant García de Burgos (alcaide del alcázar de Belmonte) 3000; a Juan García de Perelles 2000; a Gonzalo Martínez 1500; al hermano de en Fenollet 3000. Total en tierras 160000 mrs. A ello hay que añadir otros 2000 maravedís en tierra que dio posteriormente a Juan González de Cadalso.( A.R. V. Maestre Racional, 9602. f 3 1-32). ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 38-42. El 7 de octubre de 1386, desde Valladolid, Juan 1comunica las medidas defensivas adoptadas en su reino ante la invasión de los ingleses. Cita, en el reino de Murcia, al adelantado Yáñez Fajardo y al condestable marqués de Villena (P. López de Ayala, Crtnica de Juan I,, BAE, pág. 153.
"
Hermandad del Marquesado6* que más tarde se abriría para admitir también a algunas localidades vecinas del reino de Murcia y a Alcaraz. El documento fundacional estipula la ayuda mutua de los concejos, la posibilidad de refugiar los ganados de unos términos en otros, las condiciones para la incorporación de judíos, etc.; y se creaba un cuerpo armado permanente, pagado y dirigido por los concejos, y mandado por cuatro alcaldes, de dos serían del Partido de Cuenca, (Juan Martínez del Castillo, y Don Pedro Martínez de Belmonte) dos del obispado de Cartagena (Domino Busaldón de Villena y Diego García de Otazo de Chinchilla). La Hermandad del Marquesado, creada seguramente con el fin de defender la tierra frente a posibles ataques extranjeros, y para luchar contra el bandolerismo de los cuerpos francos, pudiera tener también otros fines. Con ella, el señorío de Villena contaría con su propio dispositivo de defensa, no sólo frente a amenazas exteriores, sino también frente a los alcaldes de las sacas y autoridades reales, que últimamente venían ejerciendo presiones sobre el comercio del señorío. En este punto, los intereses del señor coincidían con los de sus vasallos. Pero además, a través de la hermandad, que quedaba abierta a otros concejos vecinos, los pueblos del señorío podrían obtener, si el convenio se ampliara, otras muchas ventajas. Por de pronto, facilidad de suministros, que hacían mucha falta en la tierra. El 24 de octubre, al día siguiente de la junta de Villena, el propio marqués escribía a Murcia pidiendo que permitieran a Chinchilla sacar trigo de la ciudad para su mantenimiento ...»por razon del grand menester de pan que han por Ia seca e Za langosta e otras pestilenpks que nuestro sennor Dios enbia en Za t i e r r ~ » ~ ~ .
El marqués comprendió desde el primer momento las ventajas de ampliar la hermandad, que podría colocar bajo su tutela importantes fuerzas militares, rentas y territorios de las comarcas vecinas y, en especial, del reino de Murcia. El 25 de octubre, todavía desde Villena, escribía a Murcia comunicando su estancia en esta villa, donde junto con los procuradores de su tierra se encontraba preparando la defensa. Decía que estaba reuniendo
"
Procuradores presentes, Domingo Busaldón y Gonzalo García de Almodóvar, de Villena; Alonso de Melidas, de Sax; Pedro Azorín y Pascua1 Cerezo, de Yecla; Pedro García Escribano y Pascual Martínez Toledano, de Hellín; Juan de Huete y Martín González, de Tobarra; Diego García de Otazo y Esteban Sánchez de Rozalén, de Chinchilla; Miguel Sánchez Clavero, de Albacete; Jaime de Ayerbe y Alvar Ximénez de Pina, de Almansa; Pascual García, de Jorquera; Benito Sánchez de Cuenca, de Mal-iora;Alonso González, de Alcalá; Pedro Ochando y Domingo Pérez, de Ves; el merino Juan Martínez y Juan Muñoz, de Iniesta; Ibáñet García, de La Roda; Garcí Martínez y Ferrand García de la Calcerrada, de Garcimuñoz: Juan Martínez de Juan Heles, de Alarcón; y Juan Martínez de Belmonte (J.Torres Fonces, .La Hermandad del Marquesado de Villenan, Villena, no 23 (Alicante, 1973) págs. 1-4. Y E. Mitre, .Señorío y frontera. El Marquesado de Villena entre 1386 y 1402x, Mzlvgetana, vol. 30 (Murcia, 1969) pág.59). Publicada también, recientemente, por A. López Serrano, Yecla, una villa.. . Murcia 1997. p 445 Codo7t~X l l , pág. 3 15.
"
allí gente de armas, con la cual estaba dispuesto para auxiliar a Murcia si fuera necesario, e invitaba al concejo murciano a sumarse a la hermandad de su tierra para la mejor defensa de los mutuos intereses y del servicio del rey6*. Una propuesta similar debió dirigir a Alcaraz, que pocos días después, en noviembre, recibía del monarca licencia para sumarse a dicha hermandad, en respuesta a las peticiones que dicha villa había enviado a las cortes de Segoviab5.Terminando ya el año, el 22 de diciembre, Murcia escribía a Villena sobre las negociaciones de adhesión de este concejo, y también del de Alcaraz, que se mostraba muy inclinado a participar66. Al fin, el 13 de enero de 1387, Alcaraz, Murcia, y otras villas de su reino (Cartagena, Jumilla, Lorca, Molina) firmarían en Hellín su entrada en el convenio6'. Mientras don Alfonso atendía a la defensa del reino de Murcia, es muy posible .que vasallos suyos, por su orden o por iniciativa propia, colaborasen con el ejército real en la lucha contra la entrada angloportuguesa en la parte de Zamora. Durante el breve sitio de Benavente, en abril de 1387, la guerra degeneró en una sucesión de combates personales, desafíos y pasos de armasbs. En ellos debió distinguirse Garcí Ruiz de Alarcón, que de momento no fue recompensado, pero más tarde recibiría su premio «por la
grandfazaña quefezistes cabo Benavente rindiendo en el canpo a Enriqzle, i n g l é i ~ ~ ~ .
1.3.- La crisis financiera del marqués. Sin embargo, don Alfonso tenía enemigos en la corte castellana, y a la cabeza de ellos figuraba el arzobispo de Toledo, que años atrás, en 1384, cuando ambos formaban parte del consejo de gobierno dejado por Juan 1 durante su expedición a Portugal, había dado muestras de desconfianza respecto a él, aunque sin demostrar a las claras sus recelos, pues el marqués era todavía hombre poderoso. El 3 de mayo de aquel año precisamente, el arzobispo escribía a Murcia, ordenando pregonar que nadie usara la moneda falsa de coronados a «castillos y cabezas» que corría por el reino, y que se labraba «en algunas partidas fuera de los regnos de nuestro sennor el rey». Una CodomXll,pág.315-316. A. Pretel Marín, Una ciud?d&elLana m los siglos X W y X V (Alraraz, 1300-14751, IEA, Albacete, 1978, págs. 40,57, y 256. También, AMAlcaraz, no 9 y 301. J.M. Soler García, .Aportación documental a la historia albacetense de los siglos XIV y XVn, Congreso archivo villenense ...», pág. 396. de Historia de Albacete, pág. 226 y, del mismo autor, <
denuncia clara, aunque indirecta, a nuestro entender, de los manejos de don Alfonso, que solía sacar moneda y metal precioso de Castilla y lo importaba luego amonedado, seguramente con menor ley, desde sus posesiones aragonesas. El arzobispo mandaba unas monedas falsas de muestra para que los murcianos pudieran distinguirlas de las buenas, y recomendaba a los mercaderes que se guardasen de tomar estas monedas fuera del reino y que no las metieran en él, pues en tal caso perderían todos sus bienes y los cuerpos estarían a la merced del rey7'. N o hay pruebas concretas de que el marqués falsificara moneda en sus posesiones aragonesas para introducirla en Castilla; pero sí, y muy abundantes, de que, unos años después, hacia 1387, sacaba de sus posesiones castellanas la moneda de oro y plata, e incluso moneda blanca vieja, de mayor valor que la recientemente acuñada. A veces llegó a sacar hasta moneda nueva, pese a su escaso valor de cambio, que paradójicamente era mayor en Aragón que en Castilla, donde nadie quería aceptarla, dado que el rey empeoraba constantemente la ley de este numerario. Las sacaba por Almansa y Villena, donde la almacenaba en casa de Alvar Ximénez de Pina y Domingo Busaldón, respectivamente;" y luego las mandaba pedir desde Aragón, cambiándolas por mercancías en Valencia y en los pueblos de su reino. También está demostrado que el Marquesado estaba invadido de moneda de baja ley, que creaba verdaderos problemas a los comerciantes de fuera y dentro del mismo, pues muchos se negaban a aceptar la moneda nueva por su poco valor y por temor a que fuera falsa. En concreto, el tesorero del marqués dice que «moneda d'or ni d'argent nos trobuua nespodie auer; e encura que la tinguessen les gens no la donaren per los dits blanchesn. Así, cuando, por encargo de su señor, quería comprar lana o mercancías en Garcimuñoz u otros sitios de su señorío castellano, «lideyen que donas florins o dobles o reals, que per blanches non venderien»7'. La tesorería del marqués venía pasando momentos de apuro para hacer frente a sus obligaciones. Según confesaría más tarde su tesorero, a comienzos de 1387 pagó a todos aquellos que tenían sueldo o acostamientos del marqués en Almansa, Villena y otros lugares, y como es notorio las Codom XII, págs. 248-249. Domingo Busaldón es uno de los personajes más representativos del concejo de Villena, del que suele ejercer la representación en las juntas de procuradores. Le vemos aparecer por primera vez, como abogado del concejo, en 1347. Luego, en 1369, es Lino de los enviados a firmar la capitulación de Hellín. En 1372 acude a Garcimuñoz a realizar el homenaje al marqués don Alfonso, y en adelante suele ser el portavoz municipal en las juntas de 1386 y en diferentes mensajerías municipales ante otros concejos. Alvar Ximénez de Pina es, sin duda, junto con Jaime de Ayerbe, uno de los m i s importantes vecinos de Almansa, a la que representa en las juntas de 1368. En ese mismo año consta que el marqués le dirige alguna carta, y desde luego, colabora con él en los negocios de exportación de moneda. 72 ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 38-41. 7"
71
alcabalas no se pagaron sino cuatro meses después «tan mals e tan falsos e tan barates e tan pobres son los arrendados», por lo que tuvo que adelantar dinero. El señor se fue a Barcelona a comienzos de año llevándose con él al tesorero, que así no pudo quedarse en el marquesado para recaudar moneda de oro y plata y proveer como fuera necesario, por lo que la recaudación se hizo tardíamente y en moneda blanca, pues no corría moneda de oro ni de plata. El recaudador Juan de Luna había llevado a Almansa más de cien mil maravedíes en esta moneda, la que corría en el primer tercio de año; y el tesorero, que no sabía nada, pidió desde Barcelona que le trajeran toda la moneda que había en Villena y Almansa, recaudada entre enero y mayo; y cuando volvió de Barcelona, hacia el mes de mayo hizo lo posible por buscar toda la moneda de oro que había en el Marquesado y fuera de él, y todas las mercaderías que pudieran convertirse en dinero en Aragón, y compró allí (Valencia) todas las monedas de oro y plata que pudo a los mejores precios posibles, pero sin vacilar tampoco en caso de hallarlas caras, «car uxi li era manat per lo dit senyor)).Para ello compró «molt e diuerses mercaderies, axi com lana, grana, comins, xergues» y otras, tanto en el marquesado como fuera y las vendió en Valencia como pudo. Y, una vez pagados los sueldos y los vasallos del marqués, devolvió la moneda blanca sobrante, pues con ella no podía comprar más de oro ni plata, a Villena y Almansa, donde estuvo en casa de Busaldón y de Alvar Ximénez de Pina. Luego, por orden del marqués, la hizo llevar a Gandía y Valencia, y el marqués la recibió en presencia de Simón Afet, siendo treinta y cinco mil blancas. El tesorero se extiende aún hablando de los problemas surgidos con el cambio de la moneda vieja por la nueva, y del arrendador judío don Ossua, al que tuvo que indemnizar -dicede sus pérdidas, por consejo de su confesor. Además de los oscuros negocios de don Alfonso, que no se interrumpieron, otra cuestión vino a enfrentar sus intereses con los de la monarquía castellana. Por una parte, desde la campaña portuguesa de 1385, el marqués venía reclamando al rey, sin éxito, el libramiento de las cantidades gastadas en servicio de la corona -«elsou de Portogal»-. Su tesorero había conseguido ya en 1386, tras una gestión personal ante el rey, una promesa de que estas cantidades serían pagadas por Pedro Fernández de Barajas, recaudador del obispado de Cuenca, pero el pago se fue dilatando, a pesar de que el tesorero sobornó a los contadores reales para que acelerasen el libramiento. Pedro Fernández dijo que mandaría pagar ese dinero al judío Mosé Abravalla, que se lo debía, pero uno por otro se fueron excusando y el señor no cobró lo que le debían. Cuando, en 1387, el marqués fue encargado de la capitanía y defensa del
reino de Murcia, durante la amenaza inglesa, debió pensar que sería conveniente, vistos los precedentes, cobrar por adelantado sus servicios; de manera que durante ese año y el siguiente tomó en la tierra de realengo del reino de Murcia algunas cantidades de dinero que luego no gastó o no justificó debidamente73. Tal vez cobrara tributos indebidos en tierra de realengo, como ya hiciera don Juan Manuel muchos años atrás; o tal vez aún fuera algo más lejos. El hecho es que el rey tomó un gran enojo, calificando de traición la actuación de don Alfonso en un momento tan delicado, «con los angleses eren en son regne». Reclamó este dinero y, al no obtener satisfacción, amenazó con cobrarse en los bienes del marqués y de sus vasallos. Al tiempo, como contrapeso al poder de don Alfonso, reforzaba en Murcia la posición de Alfonso Yáñez Fajardo, al que concedió la villa de Alhama, que pasó a integrarse en el señorío (La Puebla de Mula, Librilla, etc.) que el adelantado estaba formando en el adelantamientoi4. A fines de 1388, mientras el señor de Villena se mantenía seguramente en Gandía7>y en sus otras posesiones aragonesas, la situación estaba tan delicada que los oficiales reales habían comenzado ya a hacer prendas y ejecuciones en el marquesado. El tesorero Pere de Orriols, enfermo en Albacete, tuvo que retirarse, todavía «fort flach» a Garcimuñoz, lugar mucho más seguro y fortificado que Albacete; y desde aquí empezó a escribir al rey, a Juan de Luna y a otros, suplicándoles cesasen en la ejecución en atención de los servicios del marqués y los perjucios recibidos por él en servicio de la corona. El rey respondió por cartas que no cesaría la ejecución mientras no hubiera cobrado todo lo que el marqués le había tomado en años anteriores. El tesorero, asustado ante la intransigencia real, transmitió aquellas amenazadoras cartas reales al marqués, quien le pidió que fuera personalmente a ver al rey y arreglara el malentendido, pues «si non, que tot era perdut ... Et l o dit tresorer, veent que tota la terra se perdia, a6 tota sa flaquea de la dita malalth, ana al rey de castella ab gran messio, la qual scusar non podia car los fets lo requerien, et troba lo rey en Briuiescha, e parla ab el tan alta ment e ab tan grosses paraules que ell sen met a f o ~ tggrdn risch, car altre remey non hauie; tant, quel rey li respos molt lejament et ab fortes paraules del dit senyor marques, e dego quefet li hauie con los angleses eren en son regne, los quales aci diu lo dit tresorer NOcabe olvidar que, en las cortes de Segovia de noviembre de 1387, los procuradores se habían quejado ampliamente contra los subsidios de guerra y la forma de recaudarlos. '* Concesiones de 25 de noviembre de 1387 (Burgos) y 17 de abril de 1388 (Madrid), en A. Franco Silva, «El patrimonio...^, pág.50. 75 Desde Gandía escribe el 5 de septiembre de 1388 al alguacil y merino de Villena, prohibiendo que se cobre carcelaje a los presos que no resultaran culpables U.M. Soler, La relación..., págs. 266-267).
que non li cal rentar, pero si lo dit senyor los uolm saber ell lo li dirua. Al fin, con mucha diplomacia, el tesorero «feu tornar al rey de la mala intencióen que estaua e delgran enfit que tenh*, de manera que hizo devolver las prendas tomadas en la tierra del marqués y mandó no hiciesen más. Para ello, el tesorero había tenido que prometer delante del doctor Pedro Sánchez y el canciller Juan Martínez que el marqués pagaría lo que debía. Si no hubiera sido por su gestión -diría más tarde el tesorero- el marqués «haguera perdut tot lo marquesat, o lo rey lo hagueru tot destruit, e les gens se foren dades a diables~'~. El tesorero tuvo que comenzar a hacer cuentas con los contadores reales, que no consentían, en un principio, en aceptarle 2000 florines que había cobrado en el reino de Murcia a razón de 46 maravedíes, Pretendían cobrarlos a 50, pero al fin consiguió el tesorero imponer su criterio. Durante aquellos años el señor y sus oficiales buscaron en el interior de su señorío hasta la última fuente capaz de dar dinero para atender a los gastos de construcción y reparación de fortalezas y al pago de sueldos. Buena muestra es lo sucedido con Juan de Illescas, vecino de Albacete que había encontrado un tesoro y fue denunciado por otro vecino, tentado por la recompensa de la tercera parte del total que el señor había ofrecido a quienes acusaran un hallazgo semejante. Primero hubo que llegar a un acuerdo con el afortunado albacetense, que al fin accedió a quedarse sólo con 3 50 florines y dar al señor 450 (en realidad se decía que el hallazgo valía 1.300). Luego hubo que convencer al acusador para que se conformase con cobrar una parte de la recompensa prometida. Y al fin, el resto lo invirtió el tesorero en pagar el salario del gobernador Luis de Calatayud, en las obras del alcázar del Castillo de Garcimuñoz y de la barrera que se hizo en torno a él, y en otras obras de los castillos de Alarcón y Cañavate, en los años 1388 y 1389". Quedó un resto de 2 15 florines que pasaron a la corte señorial. Ante los quebrantos producidos por el cobro de impuestos en la moneda nueva, de baja ley, que circulaba en Castilla, el señor de Villena hubo de tomar medidas. Ya en 1388, mandó hacer las recaudaciones en moneda vieja y no aceptar la nueva, aunque los recaudadores sólo cumplieron la orden parcialmente. La orden fue reiterada y endurecida en 1389, y así la transmitió a fines de ese año el tesorero, que estaba enfermo en Valencia, a 76 Esta es, al menos, la versión del tesorero, que muchos años después, en 1396, se defendía así de las acusaciones que el marqués le hacía de haber malversado sus fondos, y hacía resaltar sus servicios en esta importante misión. Según él, estuvo junto al rey 7 meses de m o l t treballse nzoltsangoxes~,y gastó más de 1500 florines, que el marqués no le devolvió hasta hace dos años ( 2 1394?),y eso que estuvo *malalt a la mortper rabo de la dita anuda,, (ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 45-46) " ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 42-43.
don Simón Afet y a don Ossua, los recaudadores de su tierra, mandándoles que volvieran a recaudar en moneda vieja los pechos de 1388, que ya habían recaudado en moneda nueva78. Pero todo ello motivó el retraso de la recaudación, que al fin no pudo darse por cerrada hasta fines de 1390, en que el recaudador don Ossua y el tesorero concluyeron sus cuentas en Villena. Al final, para evitar más problemas, don Alfonso acabaría expeditivamente por prohibir que corriera en su tierra la nueva moneda castellana. Una actitud de fuerza, por otra parte muy razonable, pues respondía al sentir de las ciudades castellanas, que rechazaban la sobrevaluada moneda nueva o del «Agnus Dei»; pero una actitud, al tiempo, contraria a los intereses de la monarquía y de los grandes señores de la corte. Quizás en respuesta a su actitud, aunque no consta que así fuera, la monarquía comenzó a tomar represalias. Según posteriores comunicaciones del tesorero del marqués, ya desde 1389 los contadores del rey no le pagaron la quitación de la condestabilía, ni tampoco el dinero que solían dar para mantenimiento de don Enrique, su nieto, en la tierra que éste tenía por el rey79. El marqués, que por entonces tenía también dificultades en Aragón, donde él y sus hermanos, el obispo de Tortosa y el conde de Prades, se habían convertido en cabezas de un partido opuesto al rey y a su amante doña Carroza, se había visto en un aprieto. Sin embargo, hacia mediados de 1389 su suerte comenzó a cambiar. El 27 de agosto, Juan 1de Aragón le otorgaba seguro para venir a una entrevista con el infante don Martín en Binefar; y a raíz de estas vistas, el 7 de septiembre, el propio rey lo invitó y le dio licencia para acudir, con los caballeros de su bando, a las cortes que se estaban celebrando en Monzónso. Allí, el rey cedió a sus presiones y expulsó de la corte a doña Carroza. En Castilla, el peligro de un enfrentamiento entre el marqués y la corona se había desvanecido también, entre tanto, gracias a la gestión de Pere de Orries (Orriols), arcediano de Moya. Sin embargo, la confianza entre ambas partes no volvería a renacer ya en adelante. Durante la estancia real en Segovia, en 1389, el arcediano compareció ante el rey, por enésima vez, pidiéndole satisfacción por lo del «sou de Portoga/», o sea, por el dinero gastado en las campañas de Lisboa y Aljubarrota, sin obtener otra cosa que palabras desabridas. A fines de ese mismo año, y en presencia del monarca, En Villena, a fines de 1390, el tesorero recibió noticia de don Ossua que los pechos del año 88 de <
F
el tesorero se enfrentó con Pedro Fernández de Barajas, responsable de no haberle pagado, y éste dijo que sólo podía hacerlo a través del judío Abravalla y de ciertas personas del Marquesado que le debían dinero a él. De manera que el señor de Villena no pudo, al fin, cobrar lo que le debían. La pérdida de influencia del señor de Villena en la corte, y sobre todo en el reino de Murcia, pudo traducirse también en perjuicios para sus vasallos, que comenzaron a ver quebrantados algunos de sus privilegios comerciales y ganaderos. Particularmente interesante es el pleito entablado por ciertos ganaderos de Chinchilla contra la villa murciana de Molina, cuyas autoridades, escondiéndose tras la figura del adelantado Alfonso Yáñez Fajardo, habían embargado 200 cabezas de las que iban a herbajar al Campo de Cartagena y a los extremos murcianos. No pudiendo obtener justicia, a causa de la ausencia del Adelantado, los chinchillanos hubieron de recabar el amparo de la justicia real, de la que, al fin, tendrían satisfacciónn1. En resumidas cuentas, el asunto del sueldo de Portugal, el contrabando de moneda, metal precioso y mercancías, las recaudaciones de los años anteriores en el reino de Murcia, y para colmo, la negativa a aceptar la moneda castellana, fueron convirtiéndose cada vez más en motivos de enfrentamiento del señor de Villena con la corte castellana. Y como no faltaban entre los consejeros del rey enemigos más o menos declarados de don Alfonso, la tensión volvería a reproducirse a la menor oportunidad. En las cortes de Guadalajara de 1390, presididas todavía por Juan 1,poco antes de su muerte accidental, los procuradores del tercer estado, guiados, tal vez, por algún influyente cortesano, y quizás también prestando su voz a los descontentos que el autoritarismo del marqués iba creando en algunos pueblos del señorío de Villena, se quejaron abiertamente de que «algunos señores», por haber recibido de Enrique 11 sus señoríos con mero mixto imperio, «non querían responder de ningundconosgimiento de sennorío al rey, por la qual cosa el su sennorío soberano, que a u h ante todo, se perdía e se enagenaba»s2.En concreto se mencionaba a don Alfonso, señor de «la tierra que dizen de don Juan» -obsérvese cómo se desempolva el viejo nombre del territorio y se evita aludir al título de marqués- y «natural del regno de Aragón» -se hace hincapié en su condición de extranjero- que «non consenth que ninguna apelación de su tierra fuese al rey nin a la su audiencia, nin consenth que carta del Al fin, Molina sería condenada y obligada a pagar las costas, de 3.095 maravedíes, más otros 6.000 por el valor de los ganados y sus frutos, más daños y perjuicios recibidos por los de Chinchilla. La sentencia, dada en Segovia el 5 de septiembre de 1390 (el traslado dice, incorrectamente, 1490) impuso sobre el asunto silencio perpetuo y ordenó al adelantado Alonso Yáñez Fajardo que hiciera prendas en los de Molina, si no quisieran pagar, hasta reunir el dinero con que satisfacer aquellas cantidades (AHPAlbacete, Municipios, Libro de copia de Privilegio., .-'e Chinchilla, fols. 47-52) P. López de Ayala, Cni.. . r d'r Jz~anI , pág. 141.
rey fuera en su tierra conplida». Llegó a sugerirse que tal proceder sería merecedor de la privación del señorío, y se argumentó, además, la inconveniencia de que un territorio tan importante, fronterizo con Aragón, siguiera en manos de un noble de tan escasa confianza y tan vinculado, además, a la familia real aragonesa y a sus intereses en dicho reino. Pero el rey no quiso, de momento, ir tan lejos, y se limitó a ordenar que en adelante, y tras el recurso a la justicia ordinaria y la alzada ante el marqués, tuvieran los vasallos de éste el derecho último de apelación a la corona. En aquellas mismas cortes el rey concedía a su hijo don Fernando los señoríos de Lara y Peñafiel, a los que tenía derecho, según decía, como herencia de su madre, Juana Manuela3.Teniendo en cuenta el pasado del estado de Villena, tal donación pudiera tener, al tiempo que el de reafirmar la intención real de mantener en su propia familia los señoríos más importantes del reino, un valor de aviso y amenaza contra don Alfonso, cuyas tierras habían pedido largamente no ser separadas del dominio de la casa de los Manuel.
Desde luego, en las cortes de Guadalajara había un cierto ambiente hostil hacia don Alfonso, ausente en Aragón. Hasta parece que el rey llegó a comentar con el arzobispo de Toledo y con otros caballeros que tal vez conviniera quitar al de Villena el oficio de condestable y darlo al conde don Pedro. Una idea en la que el arzobispo de Toledo estuvo esencialmente de acuerdo, aunque aconsejó dilatarla para evitar un enojo del marqués, a quien pocos días antes se le habían confirmado todas las mercedes recibidas en los tiempos anteriores. Hubo acuerdo en llamar a don Alfonso para que viniera a la corte y, si lo hiciera, confirmarle en su cargo. Si no viniera, fue parecer común de los caballeros que debía ser privado del cargo. Se le envió recado a través del adelantado de Murcia, Alonso Yáñez Fajardo, pero él, atareado en los asuntos de Aragón, y fiado en sus pactos con el arzobispo, dio excusas, aunque prometió venir tan pronto como pudiera a hacer el debido acatamiento al reya4. En verdad, no dejaban de tener alguna razón los procuradores castellanos que acusaban a don Alfonso de ser extranjero y de interesarse demasiado poco por los asuntos castellanos. Desde 1389, el marqués de Villena, conde de Denia y Ribagorza también, al fin y al cabo, se mantenía enfrascado en las intrigas de la corte aragonesa, donde se enfrentaba al grupo cortesano de Carroza de Villaragut. El propio monarca aragonés, inducido por ésta, llegó a acusarle de estar en connivencia con el conde de Armagnac, invasor de Cataluña. Sin embargo, pronto se reconcilió con él, e incluso le pidió ayuda
"
Ibídem, pág. 130 López de Ayala, Crónica de Enrique 111, pág. 178.
contra dicha invasión. En marzo y abril de 1390, mientras comenzaban a llegar los procuradores a las cortes castellanas de Guadalajara, don Alfonso figuraba entre los caballeros aragoneses que rechazaban la entrada extranjera en Aragón. Aún se mantendría el marqués en tierras aragonesas durante unos meses. Seguramente temía al rey y se sentía maltratado por la monarquía castellana, después de tantos sacrificios como había hecho por ella. Pero al fin, en octubre de 1390, al saber la muerte de Juan 1, pidió y obtuvo autorización del rey aragonés para pasar a Castilla8>,y en efecto, lo encontramos ya en Garcimuñoz el 2 de enero de 1391s6.N o obstante, muerto Juan 1, y elevado al trono Enrique 111, don Alfonso, como otros caballeros mal vistos en la corte, no quiso acudir a las cortes de Madrid, por recelo ante el poder del arzobispo Tenorio, que pretendía manejarle. Aunque éste insistió en que se cumpliera el testamento de Juan 1, que hacía al de Villena miembro del Consejo de Regencia, el marqués se mantuvo alejado. A los mensajes de que acudiera a formalizar su vasallaje, respondió enviando a su vez emisarios, pidiendo, ante todo, confirmación de sus privilegios y del título de condestable (debía haberse enterado de que de nuevo se hablaba en la corte de quitarle este oficio) con la exigencia de que lo juraran así el nuevo rey y su esposa. Contra lo que cabría esperar, el propio Tenorio, por un momento, pareció favorecer sus intereses y buscar su alianza. El 2 1 de enero de 1391, a petición de los procuradores del tercer estado, y en contra de la opinión de algunos grandes de la corte, se decretaba la devaluación efectiva de la moneda del «Agnus Dei», reconociendo los perjuicios que su poco valor real estaba causando a la economía y se ordenaba que corriera en el reino la moneda vieja. Con ello, aunque indirecta y tardíamente, se daba la razón al marqués de Villena y a sus drásticas medidas. El 22 de febrero, recordando los servicios de don Alfonso en las guerras de Portugal y la muerte de su hijo Pedro, Enrique 111 y su esposa, Catalina de Lancaster, confirmaban al marqués y condestable todos sus títulos y derechos. Más aún, prometieron escribir al rey de Inglaterra y hacer lo posible por conseguir la libertad de su otro hijo, don Alfonso, que continuaba aún prisionero; y que, en efecto, no tardaría en recobrar la libertad. El 1 0 de abril, el canciller Juan Martínez del Castillo leía ante las cortes el discurso del monarca y ARV, Sección Real, 632. El 2 de enero de 1391, desde Garcimuñoz, don Alfonso ordena a todos sus súbditos del Marquesado que respeten la exención de portdzgu de los vecinos de Iniesta. Inserta en carta de 1489 (AGS, RGS, 1489- 111, f' 1). 86
parecía que todo comenzaba a normalizarse.
1.4.- La ruptura con la Corona castellana. Parecía que el marqués recuperaba su ascendiente en la corte castellana, aunque seguía sin acudir a ella. Es más, don Alfonso fue admitido como miembro del consejo de regencia, gracias a las presiones el arzobispo de Toledo, que insistía en defender el testamento de Juan 1, y decía contar con el duque de Benavente, el maestre de Alcántara, Diego Hurtado de Mendoza y el propio marqués de Villena, que, según él, estaban reclutando tropas para imponer tal opinión. A pesar de todo, don Alfonso continuó sin acudir a las cortes de Madrid. N o obstante, envió a dos de sus caballeros a representarle y prometer obediencia al rey. Demasiado tarde, pues poco después, cuando el rey se hallaba ya en Segovia, los de la facción contraria (el conde don Pedro y la reina de Navarra, fundamentalmente) intrigaron con los señores del Consejo y consiguieron que el monarca revocara el nombramiento de condestable y entregara el cargo, con la quitación correspondiente, al conde don P e d r ~ . ~ ' Aunque algunos de los concejos del marquesado acudieron a confirmar sus privilegios a Burgos8" con ocasión de celebrarse allí las cortes de 1392, tampoco quiso don Alfonso responder a las invitaciones que se le hacían para comparecer en ellas y ocupar su puesto en el consejo de regencia. Resulta curioso que, precisamente cuando todos los grandes disputaban, a lo largo de 1392, por los puestos de mayor influencia, el de Villena se limitara a observar de lejos los acontecimientos, como si sus intereses no fueran de este reino. Su nombre aparecía en todas las discusiones, y varias veces se le requirió para que compareciera en la corte. Incluso, el arzobispo de Toledo, quizás con no muy buena intención, intentó convencer al duque de Benavente de que no cumpliera con el compromiso de casar con la hija del maestre de Avís, que era enemigo de Castilla, y sí lo hiciera, en cambio, con la hija del marqués de Villenas9, como ya se le había propuesto en otras ocasiones. Pero el marqués no respondió casi nunca, y cuando lo hizo fue de manera negativa. Puede haber una razón que explique esta actitud. Su hijo,
''
Crónica de Enrique 111, págs. 162,165,167,168 y 178. El 20 de febrero e 1392, en las cortes de Burgos, Enrique 111 confirmaba los privilegios que Chinchilla tenía de los reyes pasados y de los Manuel, sus anteriores señores (AHPAlbacete, Municipios, Libro de copia de privilegios de Cliinchilla, fols. 107-108) H9 P. López de Ayala, Cuónicu de Enrique 111, págs. 199.
don Alfonso, tras haber pasado más de veinte años en Inglaterra, había vuelto a España, donde recibió los títulos paternos de conde de Denia y Ribagorza; pero se negaba a cumplir el compromiso de matrimonio con doña Leonor, tía del rey, que en estas fechas, entrada ya en años, no debía ser plato de gusto, y que, además, tenía, según el marqués y su familia, fama de poco honestag0. La señora puso, inmediatamente, un pleito ante la Audiencia, reclamando las 30.000 doblas que el marqués había cobrado, mucho tiempo atrás, como dote de aquel enlace. Su hermana, doña Juana, viuda de don Pedro, pese a estar casada de nuevo, secundó su actitud, reclamando a su vez los 30.000 doblas de su dote. Tal vez por ello, siquiera en parte, el señor de Villena volvía la espalda a la corte castellana, donde los consejeros del rey le reclamaban aquella suma o el cumplimiento de su compromiso, e incrementaba sus relaciones con la aragonesa, poniendo, además, su confianza en nuevos servidores naturales de Aragón, que ocuparon cargos en su señorío y en su casa y le acompañan a menudo (el mayordomo mayor Andreu Castellá, el despensero Guillén Martorell, el caballero Vida1 de Blanes, entre otros). Tal vez, en parte, por esta actitud de retraimiento del marqués, y en parte también por causas de pura renovación biológica, sus lazos con la pequeña nobleza hacendada en el interior de su tierra habían comenzado a aflojarse. Su vasallo Martín Ruiz de Alarcón se dirigió en 1392 al monarca y obtuvo de él, en unión de sus parientes, la confirmación real de la herencia de su padre: Valverde, Talayuelas, y otras propiedades9'. Otro tanto hizo, en las cortes de Burgos de ese mismo año, Francisca Alfonso, la última hija viva de Diego Ferrández de Cuenca, declarada heredera del señorío de Minaya por muerte sin sucesión de su hermano, Juan Alfonsog2.Nada tiene de particular que dichos señores, que tenían su tierra por merced de la Corona, y no del marqués, recurrieran al rey para confirmar sus derechos; pero sí que lo hagan precisamente en este tiempo, después de muchos años de servir a don Alfonso, y justo en el momento en que las relaciones de éste con la corte castellana estaban tan tensas. Más curioso es lo sucedido este mismo año en La Puebla de Almenara, señorío concedido a Rodrigo de Cervera, alcaide del castillo de Almansa, no por el monarca, sino por don Alfonso. El 13 de agosto de 1392, no teniendo hijos el señor, comparece en un acto solemne, ante al alcalde, el juez y varios regidores del lugar, por cuanto el rey no puede estar presente (obsérvese el detalle) y adopta como hijo y heredero a su
"
Don Alfonso debía casar con Leonor en el plazode dos anos desde que saliera de prisión; plazo que acababa el 26 de enero de 1394. (J. Zurita, Anales ..., X-LIV) J.M. Fernández de Cañete, Ap7mte.r históricos .... , pág.5 1. D. Torrente Pérez, Doi.z/nentos..., pág. 23.
" ''
sobrino Jaime de Cervera, vecino de Segorbe, que al día siguiente será aceptado como tal por la población del lugar". Aparte de que Rodrigo de Cervera pudiera estar viejo, la coincidencia en el tiempo con los otros dos casos citados deja patente que había inquietud entre los pequeños señores de la comarca sobre el futuro de sus tierras. Seguramente, Cervera, que debía su señorío a la benevolencia del marqués, y era, además de extranjero, hombre significado al servicio del mismo, quería dejar una puerta abierta ante posibles cambios en la zona. Y lo hace -es de notar- mencionando al rey, y no al marqués de Villena, que en realidad debiera haber autorizado la transmisión, al ser el donante de la merced. Un proceder similar al que el propio marqués de Villena adoptaría en estos años, argumentando ante la monarquía que sus señoríos no podían ser embargados, entre otras razones, porque no eran suyos, sino de su nieto, don Enrique, a quien había reconocido como sucesor en el mayorazgo. Hasta fines de 1373, el marqués mantuvo esta extraña actitud de retraimiento, que sin embargo no era incompatible con una colaboración aparentemente sincera con la monarquía castellana. Se titulaba pomposamente condestable y uno de los tutores y regidores del rey, y aprovechaba su situación para favorecer a sus pueblos. El 11 de agosto de 1373, en su villa del Castillo de Garcimuñoz, declaraba en una sentencia la franqueza que disfrutaban los de Villena, villa privilegiada de antiguo, de portazgo y diezmo de los paños que exportaban a Aragón o de allí traían a Castillag4.Incluso, en ese año, pidió licencia al rey de Aragón para ayudar con sus tropas al de Castilla, e incluso obtuvo un compromiso aragonés de ayuda contra los moros, en caso de romperse guerra por la fronterag5. Sin embargo, al acabar ese año, el rey, proclamado mayor de edad, revocó en las cortes de Madrid todas las decisiones tomadas por sus tutores, y comenzó a dar muestras de hostilidad hacia el marqués; le exigió su presencia en la corte, un juramento claro de fidelidad y el compromiso de aceptar en su tierra la moneda de curso legal en Castilla con el mismo valor que tuviera en el resto del reino. Parece que también se le retiró el título y " Testigos, Pedro García, estudiante en leyes y vecino de Belmonce; Alfonso Marcínez, clérigo de La Puebla; D. Gil, Juan Martínez de Escamilla, Pedro Sánchez, Juan Domínguez, hijo de Yague Domínguez, Juan Alfonso, hijo de Benito Pérez, Alfonso Ferrández de Tapia; Don Aparicio y Miguel Sánchez de Fontanaya, vecinos de La Puebla. Jaime Cervera lo reconoce por padre y le besa la mano y jura que cuando llegue a señor defenderá y amparará a los vecinos de La Puebla., y guardará sus privilegios y costumbres. Todo ello ante Simón Ruiz, escribano público de La Puebla a la merced de Rodrigo de Cervera. El 14 de agosto, a campana repicada, se juntan los mismos vecinos en concejo y hacen el juramento y pleito como buenos vasallos de cenerlo por señor [ras la muerte de Rodrigo (AHN, Nobleza, Osuna, leg. 2048, no 3) '4 J.M. Soler, La relación..., págs. 267-269; y, del mismo autor, <,pág. 396. " J. Reglá Campistol, "La Corona de Aragón (1336-1410)". En la H h España h Menéndez Pidzl, vol. XN. Espasa-Calpe, Madrid, 1966, pág. 544.
emolumentos de condestable, y probablemente alguna tierra que tenía de la corona, pues las ciudades habían protestado, por boca del canciller Juan Martínez, del gasto que ocasionaban los grandes señores con el pretexto de contribuir a la defensa; y el rey había ordenado a éstos que vinieran ante los contadores con sus libros para revisar cuentas. También reclamaba el monarca el cumplimiento de una sentencia de la audiencia que había condenado al marqués a devolver a sus tías, las infantas Leonor y Juana, el dinero recibido como dote por la boda con sus hijos96.Una reclamación que el marqués desestimaba, en el caso de doña Juana9', diciendo que el matrimonio se había cumplido, y que él mismo había traspasado el dominio señorial del Marquesado a su nieto don Enrique. En el caso de doña Leonor, su argumento -»/a deshonesta vida e inhabilidad» de ésta- era menos concluyente, pero don Alfonso no estaba dispuesto a dar su brazo torcer. Probablemente negociaba ya para su hijo otro enlace más vistos^'^. Además, el marqués, pese a los constantes requerimientos del monarca, se negaba a jurar las treguas que el rey había establecido con Portugal, lo que molestaba a Enrique 111 y le estorbaba en su política internacional. Aunque el rey de Aragón le apoyaba claramente y enviaba embajadores ante Enrique 111 pidiendo que se le devolviera la condestabilía y se le guardaran los debidos honores9', el marqués tenía cada vez más motivos de preocupación. Estaba claro que el monarca deseaba librarse a cualquier precio de la influencia y las ambiciones de la alta nobleza trastamarista y del núcleo de incómodos parientes que habían inquietado a Castilla durante las tutorías. Una nobleza segundona de Ayalas, Mendozas, Dávalos y Guzmanes, iba arrinconando a la gran aristocracia a la que el propio don Alfonso pertenecía, aunque no estuviera integrado directamente en el grupo de sediciosos (Benavente, Noreña, Leonor de Navarra) que se estaban uniendo para imponer un gobierno de los «parientes del rey». Ante el enfrentamiento inminente, don Alfonso quería quedarse al margen, pero al propio tiempo sus intereses se vinculaban cada vez más a los cepígonos trastamaristas* que formaban este segundo partido. Los pueblos del señorío de Villena comenzaban a notar los perjuicios de 96 En Burgos, el 4 agosto de 1393, doña Leonor había dado poderes a su procurador para comparecer ante don Alfonso de Aragón y pedirle el cumplimiento de esta sentencia, más el pago de las costas del proceso. 97 Muerto don Pedro en Aljubarrota, doña Juana se había casado en segundas ~iupciascon el infante portugués don Dionís, señor de Alba de Tormes. Aunque su hijo don Enrique había sido ya jurado como heredero del marquesado de Villena, doña Juana aprovechó la reclamación de su hermana Leonor contra el marqués don Alfonso para exigir también que se le devolviesen los 30.000 florines de su dote. 'Van Alfonso, conde de Denia y Ribagorza, se casaría después con la infanta María, hermana del rey de Navarra (J. Zurita, Anales ..., X.LIV) P. López Ayala, Crónica de Enrique 111, pág. 256.
las tensas relaciones entre su señor y la corona. Además, el autoritarismo señorial iba en aumento, en particular en Chinchilla y Alarcón, que ya tenían motivos antiguos de resentimiento por la segregación de aldeas como Albacete y Belmonte. El señor, tal vez para paliar las tensiones entre Chinchilla y Albacete, había nombrado un «corregidor» que ejercía su representación en las dos; lo que bien pudiera ser interpretado como una ofensa por la orgullosa oligarquía chinchillana, y como una imposición autoritaria contraria a los privilegios municipales. Pero también otros pueblos se sentían molestos. Documentos posteriores demuestran, por ejemplo, que Villena se quejaba, en nombre de todos, de que el señor quebrantaba sus usos y costumbres al nombrar autoridades como adelantado, merino, corregidor, fiscales, que nunca existieron en la tierra hasta que don Alfonso los puso «defecho, e non de derecho*. Viendo las difíciles relaciones que su señor mantenía con la corona, los pueblos del señorío habían comenzado ya tiempo atrás a tratar directamente sus asuntos en la corte, mediante emisarios ocasionales, que eventualmente pudieran entrar en contacto con adversarios del marqués. En las cortes de Madrid de 1393, Enrique 111 confirmó los privilegios de Albacete, Chinchillalo", Villenalo' y, seguramente, también de otras localidades del señorío, pero sin hacer mención alguna de don Alfonso ni de su dominio sobre estas villas. Y el rey, por otra parte, contaba ya con la ayuda y asesoramiento de importantes personajes, como el doctor Pedro Sánchez del Castillo, y el chanciller Juan Martínez, portavoz de la corona en las cortes de Madrid; naturales ambos de Garcimuñoz, en el Marquesado, y vasallos, por tanto, del marquéslo2,pero muy vinculados ya desde tiempo atrás al servicio real, y muy influyentes, tanto en la corte como en el propio señorío de Villena. Y es probable que ya en estas fechas hubiera contactos secretos con 'O0
A. Pretel Marín, Chinchilla nzedieval. IEA, Albacete, 1992, págs.. 134-135. J.M. Soler García, La relación..., págs. 269-27 1. lo' De hecho, al comienzo de su carrera, cuando todavía era sólo bachiller, Pedro Sánchez del Castillo había estado a sueldo del marqués de Villena y había recibido favores económicos. Hacia 1379, en las cuentas del señor se registra le fizu niqed e ay carta del gouiwnador h un pago a este bachiller ...&aquellus M tnarauedíJ que el ssenym t~wrqt~a mandamiento^^. Más difícil, por lo común de su nombre, es identificar el historial pasado de Juan Martínez del Castillo. No obstante, sabemos que un personaje así llamado, era ya vecino distinguido de Garcimuñoz en 1375, cuando comparece como testigo en un traslado del documento real que encomienda la recaudación de rentas al judío Samuel Abravalla. Orro de ese nombre aparece en 1379 como socio de un grupo de arrendadores de servicio y monrazgo. Debe de ser el mismo Juan Martínez, hijo de Pedro Yáñez del Castillo, de quien el marqués tomaba 50 florines (1000 público del rey,>,los acuerdos de Albacere maravedíes) en ese mismo año. Más tarde, en 1384, firma como <
algunos caballeros de los contornos, e incluso con miembros de la pequeña nobleza militar del interior del señorío. En particular, tal vez, con Martín Ruiz de Alarcón, que no tenía ningún motivo para estar satisfecho como vasallo de don Alfonso, quien mantenía a su familia en el mismo plano secundario al que don Juan Manuel la redujo, impidiendo la conversión de sus propiedades en señoríos jurisdiccionales. Aunque quizás no fuera todavía consciente de la situación que se le venía encima, el marqués de Villena debía tener algún recelo. Tal vez hubiera recibido ya alguna amenaza de embargo de su señorío. Por si acaso, comenzó a tomar precauciones. Abandonó Garcimuñoz''' y se trasladó a Villena, cerca de la frontera valenciana, desde donde podría negociar más cómodamente, con las espaldas cubiertas. Lo primero era contentar a doña Juana, madre de sus nietos, con la que al parecer llegó fácilmente a un acuerdo económico, que el marqués comunicó al rey y al Consejo Rea1lo4. Más difícil se presentaba llegar a un acuerdo con doña Leonor, despechada por la insultante negativa de don Alfonso, conde de Ribagorza y Denia, a casarse con ella. El procurador de ésta, Juan García, compareció ante el marqués en el castillo de Villena, por tercera vez, el 29 de enero de 1394, reclamando las 30.000 doblas de la dote, más las costas del juicio en que el señor fue condenado por la audiencia. El último día de enero, el marqués hacía reunir en una junta, en la iglesia de Santiago de Villena, a los mensajeros o procuradores de sus villas y a algunos de sus principales caballeros (el gobernador Luis de Calatayud, Pedro Suárez de Piédrola, Gonzalo González de Palomares, Juan Martínez del Castillo, etc.). Allí, de manera solemne y un tanto publicística, hizo leer el privilegio de Enrique 11 por el que se le reconocía el marquesado, con compromiso expreso de no arrebatarle esta merced; y se comprometió públicamente a abonar la cantidad requerida.''> 'O3 El 22 de enero estaba todavía en Garcimuñoz, desde donde negociaba con Aragón y Navarra, buscando su intercesión ante la corte castellana (L. Suárez Fernández, a.c., págs. 330 y 345) M "sá tarde, en 1396, el marqués dice que recibió respuesta real diciendo que el monarca hablaría con dona Juana al respecto para asegurarse; pero ya no tuvo más respuesta, sino la agresión de 1395 (ARV, Maestre Racional, 9602, fol. 22) lo' Los mensajeros relacionados son: Gonzalo García de Almodóvar y Sancho López, mensajeros de Villena; Ferrand García de la Calcerrada, Alfonso Sáncl-iez de Olivares y Juan Martínez de Alarcón, de Garcimuñoz; Juan Martínez de Sayona, Asensio Martínez Gascón y Sancho Ruiz del Covo, de Chinchilla; Ferrand Álvarez de Alarcón de Alarcón; Domingo López de Alcaraz y Pascua1 Sánchez, de Belmonce; Alfonso Martínez Fortún y Juan Martínez de Galiana, de Albacete; Juan Alfonso, de Montalbo; Juan Martínez Merino y Martín Sánchez, de Iniesta; Pedro García Escribano y Alfonso Ramírez de Munera de Hellín; Pedro Azorín, de Yecla; Jaime de Ayerbe y Alfonso Ximenez de Pina, de Almansa; Miguel Benito, de Tobarra; Mingo Crespo y Pedro Martínez de iMiedes?, de Sax; Juan Yáñez y Bartolomé Sánchez Escribano, de Jorquera; Alfonso Martínez de delconzrin San Clemente y Juan López de Santa María del Campo y Alfonso Martínez del Villarejo ~~ilensajeros dt tlerra de Alarcónn; Martín Serrano, de la Roda; y Alfonso González Madrid, de Alcalá del Río (ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 167-170)
Mientras diversas embajadas aragonesas intercedían en su favor ante el rey de Castilla'06, el marqués se mantuvo en Villena, a un paso de la frontera aragonesa, y siguió tomando precauciones. El 2 1 de febrero de 1394, en el castillo de aquella plaza, y ante varios oficiales de la casa señorial, el notario Juan Martínez de Luna sacaba traslado de los privilegios originales de Enrique 11, Juan 1 y Enrique 111, que daban o confirmaban al marqués la pacífica posesión de su señorío, del oficio de condestable, las tercias de su tierra, y demás derechos concedidos por los Trastámara.lo7El 25 de febrero, ante el mayordomo Andreu Castellá, se sacaba también traslado del homenaje que los procuradores de distintos concejos hicieron a don Alfonso cuando lo recibieron por señor en el convento de San Agustín de Garcimuñoz, veintidós años atráslos. Sin duda, el señor tenía ya miedo de que se produjera una rebelión alentada por la corona. Entre tanto, procuraba utilizar su influencia en la corte aragonesa para conseguir una mediación entre los bandos castellanos, o una alianza, al menos con la facción más influyente en ese momento en la corte de Castilla. Es significativo que uno de los dos embajadores enviados por Aragón a parlamentar con Enrique 111, y a negociar una alianza en la que se incluiría también al propio marqués, fuera precisamente Lluch de Bonastrelo9,más conocido como vasallo de don Alfonso que como cortesano aragonés. El rey, entre tanto, iba situando sus peones en el interior del marquesado y en las zonas limítrofes. El 11 de marzo de 1394 mandaba al concejo de Murcia y a su tesorero mayor en este reino que dieran tres mil maravedíes de las fieldades de la ciudad a Ruy Méndez de Sotomayor, a quien primeramente había enviado a Murcia como corregidorH0.Es muy probable que hubiera ya contactos con Cribel, en Alcaraz, y con otros caballeros, así como con Martín Ruiz de Alarcón en el Marquesado, vasallo del rey, pero al mismo tiempo también del marqués. Por si fuera necesario aislar al marqués, el rey reforzó al tiempo la fidelidad de Alfonso Yáñez Fajardo confirmando sus derechos sobre Librilla y Alhama"'. A las gestiones aragonesas de Bonastre se unió el maestre de Santiago, que acudió al rey planteando la necesidad de atraerse al marqués de Villena, 'O6
P. López de Ayala, Crónica de Enriq14e 111, pág. 256. Testigos: mosén Andreu Castellá mayordomo mayor del marqués; don Guillén Martorell su despensero; y don Francesc, fiscal, su escribano (ARV, Maestre Racional, 9602, fol. 116 v) 'O8 ARV, Maestre Racional, 9602, fol. 118. 'O9 L. Suárez Fernández, o.c., pág.. 330. 'lo Ruy Méndez no consiguió ser recibido por corregidor de Murcia, controlada por el adelantado Alonso Yáñez Fajardo U. Torres Fontes, -La problemática del Marquesado de Villena en 1395 ., Congreso de Historia delseñorío de Villena, pág. 41 0) "' A. Franco Silva, «El patrimonio...», págs. 48-50. 'O7
.
pues en Castilla crecía la rebelión del conde de Benavente, que empezaba a reclutar tropas, y en el sur los moros habían derrotado y muerto al maestre de Alcántara y amenazaban por la frontera. El mismo maestre se ofreció a ir a ver al marqués para llevarle cartas de seguro del rey, disipar sus recelos y animarle a venir a ver al monarca. Estando en Illescas, el rey supo, en mayo de 1394, que el marqués de Villena, con cien lanzas del reino de Valencia y con su sobrino don Pedro, hijo del conde de Prades, venía a verle. Decidió esperarle, y tuvo lugar una interesante entrevista1'*.El de Villena se excusó de no haber venido a la corte diciendo no haberlo hecho hasta entonces por no encontrarse seguro en las intrigas de las tutorías. Pidió la devolución del oficio de condestable, como una cuestión de estricta justicia y sin concederle demasiada importancia, pues «entendía que el oficio era mas onrradopor le tener éI, que non élpor tener el oficio». También solicitó justicia al rey y le pidió que no se le apremiara más con la cuestión de las dotes de sus tías ni con las sentencias que éstas habían conseguido en la chancillería. Enrique 111, conciliador, ofreció devolver la condestabilía y someter a los tribunales el pleito de doña Leonor y doña Juana; y aprovechó la ocasión, el 22 de mayo, para hacer que el marqués firmara una alianza largamente negociada por los embajadores aragoneses con los caballeros que en ese momento rodeaban al monarca (el arzobispo de Toledo, maestre de Santiago, Juan Hurtado de Mendoza, Ruy López Dávalos y otros hombres de su confianza). Enrique 111 le pidió entonces que le acompañara a Castilla, pues quería dar un escarmiento definitivo al duque de Benavente, que andaba revoltoso y juntaba gente. El de Villena se excusó de hacerlo, diciendo que sólo traía tropas valencianas, que no debían participar en asuntos castellanos, y que su presencia era más necesaria en el reino de Valencia y en la frontera de los moros, que resultaban ahora muy peligrosos. En cambio, al parecer, se ofreció a ir si el rey le daba tierra y sueldo para lanzas. Porfió don Enrique, y el marqués volvió a poner impedimentos y acabó por retirarse a su tierra.l13 El rey -dice Zurita- «se quedó muy descontento; y no sólo no entendió en restituirle el ofgio de condestable, pero bwcóseforma cómo le quitase el marquesado de Villena que el rey don Enrique su agiielo le había dado por sus señalados servicios». Por su parte, al firmar la alianza con los caballeros, el marqués había hipotecado su libertad de acción sin obtener más que vanas promesas de que le sería devuelto el cargo de condestable. Puede decirse que esta alianza establecida en Illescas sirvió sólo para confiarle, pensando tener valedores en "' P. López de Ayala, Crónica de Enrique 111, pág. 224. Il3
Ibídem, pág. 224-225, 228 y 256
Castilla. Pero las cosas iban a ser muy distintas. A lo largo del verano de 1394 Enrique 111fue apretando las tuercas a los rebeldes «epígonos».El conde de Tastámara huyó en julio y se unió a la reina de Navarra en Roa, dispuesto a resistir. El rey envió cartas a las villas de la reina de Navarra, del duque de Benavente y del conde don Pedro, pidiéndoles que no reconocieran a sus antiguos señores y se entregaran a él1'*;y cursó diversas órdenes de secuestro contra sus bienes. Se creaba así, al impulsar la desobediencia de estos vasallos a sus señores, un precedente que daría motivos de preocupación a todos los nobles díscolos de Castilla. El mismo monarca, con Juan Hurtado de Mendoza y Ruy López Dávalos, y con un millar de soldados, se presentó ante Roa y ocupó la plaza, apresando a la reina. Sólo quedaba rendir al conde de Noreña, que pronto fue sitiado en Gijón. Entre tanto el marqués continuaba en su tierra. El 18 de septiembre de 1374 estaba en Albacete, acompañado por sus caballeros Vida1 de Blanes y Rodrigo Rodríguez de Avilés, por su vasallo Juan de Perea, y por Garcí Sánchez del Castillo, un abogado, seguramente procedente de Garcimuñoz, al que había nombrado .su corregidor «en las sus villas de Chinchiella e de Albacete»'l5. Todos ellos, con el escribano señorial Juan Martínez de Luna, que sella el documento, sirven de testigos de la aprobación de don Alfonso a la cesión de La Puebla de La Almenara, que su vasallo Rodrigo de Cervera había hecho en favor de su sobrino Jaime de Cervera. El señor, que se titula todavía condestable de Castilla, ejerce así, tardía y un tanto forzadamente, aunque a petición de Cervera, su derecho a dar el visto bueno a la transmisión de una merced que él mismo había concedido, y hace hincapié en que dicha cesión se haga en las mismas condiciones de dependencia jurisdiccional establecidas en la carta de donación que él hizo del lugar116. Sin duda, no quiere dejar cabos sueltos. No desea que ninguno de sus vasallos pueda tomar atribuciones excesivas sobre su tierra ni considerarse como señor independiente o dependiente exclusivamente del rey. En octubre, don Alfonso estaba ya en su lugar de Santa María del Campo, acompañado del gobernador Luis de Calatayud y de otros caballeros de su casa. Sin duda sabe ya lo ocurrido en Roa, y probablemente lo de Gijón. '14 Ibídem, pág. 229. Y A. González Ruiz-Zorrilla, "La resistencia al dominio seííorial: Sepúlveda bajo los Trastámara." Cuadernos de Historia, Anexos de HISPANIA, 3 , 1969. págs. 307 y s.s. "I En el registro del sello señorial de marzo de 1386, se cita, entre otras, una carta a Garcí Sánchez del Castillo, dándole licencia ~quepogusaduocar mandato domini.. Tal vez fuera pariente, quizás hermano, del doctor Pedro Sánchez (ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 84-92). "6 AHN. Osuna, leg. 2084, n0 3.
Parece acobardado. Con esa fecha nombra procuradores suyos a Pedro Sánchez y Gonzalo González y los envía al rey para que hagan en su nombre pleito homenaje y juramento de obediencia. Estos caballeros alcanzarán al rey en Burgos, el 3 de diciembre, y allí reiterarán hasta tres veces que su señor se compromete a acoger al rey en sus tierras y fortalezas, hacer guerra por su mandato y responder a sus llamamientos cuando sea requerido; y hará lo posible por acrecentar la honra y servicio del monarca todos los días de su vida «queplega a Dios que sean muchos». También se comprometen a que «la moneda que
vos el dicho sennor rey fizieredes correr por vuestros regnos e sennorios, que el dicho sennor marques la faga tomar e correr en todo el dicho su marquesado; e farú ende pagar la moneda quando los vuestros regnos la pagaren; e que yra a vuestras cortes e a vuestros llamamientos seyendo por vos llumado o enbiara suprocurador»; y a reconocer por sucesor, si el rey muriera sin heredero legítimo, a su hermano don Fernando. Don Alfonso se humilla ante testigos, que son, además, en teoría aliados suyos, como firmantes del compromiso de Illescas. En la entrevista están presentes Juan Hurtado de Mendoza, justicia mayor, el mariscal Diego Fernández y Ruy López Dávalos, los hombres fuertes de la nueva situación; y Juan Martínez del Castillo, canciller del sello de la puridad, que da testimonio a petición de los mensajeros. El rey se limitó a decir que recibía los dichos pleitos y homenajes, pero no habló ni una palabra de devolver la condestabilía, ni mostró señal alguna de amistad hacia el de Villena. Probablemente había tomado ya la decisión de deshacerse de aquel incómodo pariente.
2.- LA POLÍTICA SEÑORIAL CON LA POBLACIÓN DEL MARQUESADO. Como hemos observado, el marqués logró reunir en torno a él a un nutrido grupo de nobles de variada procedencia, cuyo elemento principal de cohesión fueron las relaciones de fidelidad establecidas con don Alfonso.Toda esta pirámide vasallática se mantuvo unida hasta que incidió sobre ella la monarquía castellana con la finalidad de recuperar el marquesado. Pero, durante décadas, los vínculos de fidelidad funcionaron apaciguando ambiciones de linajes locales y fortaleciendo a otros recién llegados.
2.1.- I m vasalíos delmaqueS:viejay nueva noblealocalen tomo adon Alfonso. Ya hemos comprobado cómo el marqués reunió en su corte tanto a lavieja nobleza local como a nuevas familias de nobles aragoneses que vinieron con él, documentándose todos a su servicio en diversas y múltiples misiones diplomáticas, militares y de variada índole. Con un señor extranjero y residente a menudo en sus dominios aragoneses, el gobierno del señorío descansó en sus vasallos más próximos y fieles: aquellos que procedentes de Aragón podían conceder al marqués cierta seguridad en sus actuaciones. N o es por ello sorprendente que las escasas concesiones señoriales realizadas por don Alfonso lo fueran a favor de nobles del reino vecino: Rodrigo de Cervera, caballero de su casa y su colaborador durante la guerra civil, a quien otorgaría la aldea de Puebla de Almenara, además de mantener la alcaidía de Almansa, como ya comentamos; mosén Luis de Calatayud, su gobernador del marquesado, a quién concedió El Provencio, además de ser alcaide de Alarcón; y Jaime de Ayerbe, que recibió la torre de Burjaharon con su antiguo término. N o proliferaron, sin embargo, este tipo de concesiones, ya que el marqués preferirá mantener a sus vasallos mediante acostamientos y mercedes monetarias, instalándolos además en cargos retribuidos a su servicio. Acostarnientos pagados por el marqués de Villena a sus vasallos (1381)
.
BENEFICIARIO
CANTIDAD
BENEFICIARIO
CANTIDAD
Pedro Ximénez Chirino Juan Ortega de Avilés Fernán Ruíz de Al.ircón P~.droFernández de Alarcón Luis de Calatay~id Rui Ximéner de Mezqua Diego Xirnénez de Heredia Alfonso Fernándcz Baylenr Rodrigo Rodríguez d e Avilés Gonzalo Rodríguez de Avilés Roclrigo Cervera Gonzalo Forcén Alvar López de Cañi~ares Pedro Carrillo Lope López de Ri ber.i Garcí Fernández de Belvís Fernán Alvarez de Monroya Sancho Díaz d r Marañón Alvar González de la Corredera Dirgo P é r e ~de Céspedes Día Sánchez de Cespedes Lope Fernánder de Vega Fernán Sánchez de San Clemente Ju.m Sánchez de Oriola Gonzalo González de Palomares Pere Raugtl Día Gómer de Villanueva Fern'ín Gómez d e 1.i Solana Garcí Fernándc~de Guadalajaci
20.000 20.000 20.000 7.000 15.000 10.500 10.000 7.500 6.000 3.000 6.000 6.000 6.000 6.000 6.000 6.000 4.500 4.500 4.500 4.500 3.000 4.000 3.000 3.000 3.000 3.000 3.000 3.000 3.000
Jii.in M a r t í n e ~del Castillo Fern.ín García de Burgos Alvar G o n z a é ~de Buedo Garcí Frrninde, d e Buedo Pedro Fernández d e Buedo G.~rcíRuiz de Burdo Pedro Sánchez de Riclos Fernán López Zapata Gonzalo Zap.ir,i Fernán Zapata Pedro Sánclie, de Sotos Sanclio Sánchez de Bañurlos Juan Fernández de HuercGil Ruir de Rueda Alvar Ruir de Arques Pere Ferrrr Martín Alvarez de A b e n g o ~ a r Arn.1~1san^ Bernat Marí Prdro Garcés Rodrigo al va se^ de Melia Pascua1 Sáncliez de Cañavare Pedro Sánchez de Embid Gonzalo García de Moratalla Pedro Frinándei de Peñafiel Gai-Lí Fernánde~Posadtr Gil Sánchez Juan García dc P.irvillas Juan Gonzálc.~di.1 Covo
.3000 3.000 3.000 3.000 3.000 2.000 3.000 3.000 3.000 1.O00 3.000 3.000 3.000 3.000 3.000 2.000 2.000
Alfonso Fdez. de G~xidalajara
1.500
Fuente: ARV, Varia, leg. 114, fols. 172-180.
2.000
2.000 2.000 2.000 2.000 2.000 1.500 1.500 1.500 1.500 1.500
1.333
Al igual que los citados, otros caballeros de origen catalano-aragonés, hidalgos en su mayoría, vinieron con él y fueron recompensados con oficios de la casa señorial. Aparte del tesorero y arcediano de Moya Pere Orriols, que había actuado ya con Cervera en la venta de los lugares del Infantado, y seguiría más tarde representando los intereses económicos del señor, encontramos a Gonzalo Forcén, nombrado alcaide de Villena. También localizamos a Esteban Pons de Fenollet, que sería alcaide y merino de Escalona; Arnau Sanz, vecino de Villena, que recibiría la alcaidía y la merindad de Hellín; y a mosén Lluch de Bonastre, al que los documentos sólo citan en repetidas ocasiones, como caballero de la casa del marqués. Estos caballeros de la pequeña nobleza formaron parte del grupo privilegiado que rodeaba al señor y mandaron sus fuerzas militares, responsabilizándose tanto de la defensa del territorio como de las huestes que el señor mandó a luchar fuera del mismo. Con los linajes originarios del señorío, las relaciones más directas se establecieron con los caballeros de Alarcón, que formaban el grupo de mayor presión sobre el señor a la hora de solicitar mercedes y acceder al dominio de algún señorío jurisdiccional. Allí residían los hijos de Diego Fernández de Cuenca, señores de Minaya, que en franca decadencia, se harán confirmar el señorío por los monarcas en los momentos más críticos de sus relaciones con el marqués. También se había establecido en Alarcón una rama de los Villodre alcaraceños, de claros recuerdos manuelinos, que perdido gran parte de su poder, sólo lograrán recuperarlo mediante una buena estrategia matrimonial a principios del siglo XV. Junto a ellos, los Arcas, Rodríguez de Avilés y Garcí de Vizcarra, éste último alcaide de Chinchilla. Todos ellos se documentan recibiendo acostamientos anuales de parte de don Alfonso y disfrutando algunos cargos militares estrechamente dependientes del señor. No obstante, la familia más representativa fue la de los Ruiz de Alarcón, con sus propiedades de Talayuelas y Valverde a las que unirán Veguilla de las Truchas, en Moya, por matrimonio. Documentamos a Fernán Ruiz de Alarcón, cabeza dellinaje, recibiendo un acostamiento anual de 20.000 maravedíes por parte del marqués, además de otros 10.000 mrs. anuales de merced; y lo encontramos -junto a su hermano y su hijo- colaborando con el marqués en la guerra de Portugal, con sus respectivas aportaciones de lanzas, aunque se encontrarán apartados de los principales cargos de dirección del marquesado hasta su alianza con la monarquía para derrocar al marqués. Su anhelo principal fue alcanzar el dominio jurisdiccional sobre sus posesiones, lo que no conseguirían hasta 1395, cuando iniciaron un proceso rapidísimo de ascenso social por su apoyo a Enrique 111 frente al propio marqués.
Otros herederos de la pequeña nobleza manuelina corrieron variada suerte. Diezmada durante las décadas centrales del siglo por las epidemias, las guerras y la represión real, los pocos linajes que documentamos mantienen unos mínimos niveles de fortuna que no recuerdan las preeminencias de antaño. En la paga del «sou de Portugal))realizada por don Alfonso en 1388figuran algunos de ellos con una sola lanza de contribución, lo que les sitúa entre los niveles inferiores del sistema vasallático. Son familias como los Tamayo y Cadalso, cuyos antepasados habían tenido importantes cargos bajo la autoridad de don Juan Manuel. Quizás ello explique su colaboración con el marqués en el gobierno del señorío, manteniendo algunas alcaidías, como Yecla y Salvatierra en poder de los Cadalso, y recibiendo acostamientos: su inserción en el sistema vasallático fue, posiblemente, su única fórmula de supervivencia. Y en idéntica situación se constata a Juan Bravo, bastardo de Sancho Manuel, al servicio del marqués en diversas ocasiones. Salarios anuales de los alcaides del marquesado de Villena (1381-1388) FORTALEZA
SUELDO
Alarcón Alrnansa Villena Chinchilla Yrcla Zafra
7.000 rnrs. 6.000 6.000 5.000 (1) 3.000 3.000
Monralbo
3.000
Sax Hellín
3.000 3.000
Belrnonre
2.000
Salvatierra Cañavate Cast. de Garcirnuñoz
TENENTES
ANOS
Mosén Luis de Calarayud Rodrigo de Cervera Gonzalo Forcén García Vizcarra Tuan González de Cadahalso Alfonso Baylent Gonzalo González de Palomares Lope López de Ribera Esteban Rangel Bernar Marí Arnau Sanz
1381-1388 1381-1388 1381-1388 1381-1388 1381-1388 1381 1387-1388 1381 1387-1388 1381-1388 1387-1388
2.000 2.000
Gonzalo Z.ipata Fernán García de Burgos Rui Sánchez de Cadalso Pedro García
1381 1387-1388 1381 1381-1388
1.O00
Tuan Sánchez de Oriola
1381
Fuente: ARV, Varia, leg. 96, fols. 48-52; leg. 107, $15. 126-134 y leg. 114, fols. 109-162. (1)En 1388 aumentó a seis mil
Entre todos ellos, la nobleza catalano-aragonesa y los caballeros de Alarcón continuaron desarrollando en este período un proceso de concentración de propiedades, favorecido por los efectos despobladores de las guerras y epidemias de décadas anteriores. De los primeros, en Almansa, Jaime de Ayerbe, además de recibir Burjaharon y su amplia dehesa, con el deseo incumplido de repoblarla,l17 adquirió propiedades urbanas y fincas agrícolas, algunas de las cuales fueron compradas por los García de '17 Así lo afirmaba un privilegio de 1428: ~mostrogiertospreuillejos e cartas e mercedes e conflrmagionesasy del rey don Enryque, padre del rey ntlestro señor el rey donJuan, que Dios mantenga, como del marques de Villena e de otros, en los qualespreuillejos e cartas e mercedes se conthenia lo que se sygue, en hefeto espegialmente en el previllejo que1 dicho señor
-t
Otazo a su hijo Alfonso. También este último linaje acaparaba, a fines del siglo XIV, amplias propiedades en Almansa y Alpera, en los nuevos regadíos que comenzaban a ponerse en cultivo en torno a la acequia, donde poseían, además, algunos molinos."%n la Tierra de Alarcón, Pedro Suárez de Piédrola, caballero de esta villa, adquiría por compra al marqués la aldea de Cernera'''. Y las monjas de La Alberca, favorecidas periódicamente por el marqués, continuaron formando un rico patrimonio en torno al convento y se expansionaban hacia el sur adquiriendo, en 1385, parte de unos molinos en término del Robredil10.l~~ Peor suerte corrieron las monjas de San Blas de Cifuentes, obligadas, por la presión de los caballeros de Alarcón, a abandonar casi todas sus posesiones en el marquesado: perderían su señorío de Talayuelas bajo las presiones de los Ruiz de Alarcón; debieron pleitear fuertemente sus derechos en Cañada Negrita, bajo la presión de los ganaderos de Garcimuñoz;121y acabaron vendiendo sus molinos y la finca de La Losa a la familia Sánchez del Castillo, que se consolidaba como una de las grandes fortunas comarcales por sus relaciones con la corte castellana y su actividad como juristas. Además, los privilegios obtenidos por los caballeros de Alarcón durante el siglo XIII les permitieron tener otras fuentes de ingresos en régimen de monopolio. Como ya analizamos, mantuvieron la exclusiva de los arrendamientos de rentas decimales en la Tierra de Alarcón y así lo constatamos durante todo el período frente a las protestas del cabildo catedralicio de Cuenca, perjudicado por este privilegio. El problema era ya antiguo y distaba mucho de haberse solucionado; en un memorial del cabildo, fechado en la década de 1360, se cita a Garcí Fernández Villodre rty don Enrique, que Dios de santoparayjo,diziendo que porfazer bien e nzergedu donJayme de Ayerbe, señor de alcarria e torre de Burjaharon... « le concedía ciertas exenciones para poblar la torre (M. Rodríguez Llopis, <
177) En 1419, el rector de la iglesia de Santa María de Almansa, Juan García de Otazo, declaraba en su testamento: *pmqueyo tengo urge devogara Diospor elunirtu dedonJaynzedeAyabe y dotaba una capellanía «conelnzolinofarineroe huerto epalonwr e t i m e viñas que yo conpre con el, quefi~eron del dicho donJaynle de Ayerbe, uezino de la dicha uilh... lo qual todo yo mnpre & Alonso de Ayerbe, su hijo^, (ARChGranada,cab. 503, leg. 429, n04).Su padre DiegoGarcíadeOtazohabíasido un importante vecinodechinchilla (miembro de su concejo y representante en la junta de 1386, en la que se constituyó la Hermandad), lo que explica el origen de sus propiedades en Alpera. l" No se conoce la fecha de la venta, pero debió ser coetánea a laventa de otras aldeas a Garcimuñoz. En 1393, los caballeros de Alarcón realizaban pleito-homenaje de respetar estas compraventas (AHN, Consejos, leg. 31758, no 16). El 26 de julio de 1385, desde Garcimuñoz, adquirían la cuarta parre del molino de Ituero, con su casa, junto al río Záncara (AHN, Consejos, leg. 24160) 12' El 26 de abril de 1373, desde la Cañada, el gobernador Luis de Calatayud sentenció las disputas entre el concejo de Castillo de Garcimuñoz y las monjas de Cifuentes acerca de las entradas y abrevaderos que aquéllos podían usar en Cañada Negrita. Estableció cuatro lugares para que abrevaran los ganados del Castillo, quedando a cargo de los ganaderos el reparo de los destrozos causados, y estando obligados a guardar la dehesa del lugar. Como testigos de la sentencia, firman cinco moradores de Cañada Negrita, además de Pedro Martínez, arcipreste de Castillo de Garcimuñoz, su hortelano Domingo Gil, y Ferrán García de Burgos, alcaide del alcázar de Garcimuñoz (AHN, Nobleza, Frías, leg. 7 0 4 , n035).
arrendando los diezmos de Alarcón, representado por un judío, frente a las pujas desoídas de un clérigo y la prisión del enviado capitular; y, entre 1383 y 1385, el marqués don Alfonso tuvo que reconvenir continuamente a los caballeros de Alarcón para evitar que intervinieran en los arrendamientos y que presionaran para obtenerlos a bajo precio.'22 Mayor problema encontraron los capitulares conquenses con la familia Ruiz de Alarcón, que en su afán por señorializar Valverde y Talayuelas, se negó al pago de sus diezmos desde la época en que poblaron Valverde. Todavía en 1385, les exigían la tercera parte de sus diezmos alegando el cabildo que eran de la Tierra de Alarcón y (
'*' El marqués dictaba cartas en este sentido contra los hidalgos de Alarcón, unael 1 8 de septiembre de 1383 desde Garcirnuñoz y otra el 17 de diciembre de 1387, desde Gandía (SNM, A.Car. Cuenca, rollo 14218; y J.M. Sánchez Benito, Las Tierras de Cztenca y Huele en el siglo X I V , Univ. de Cascilla-La Mancha, 1994, pág. 212). I2j Esta sentenciafue uulizada pór lm,R~Uzde Alarcón en la centuria siguientecomo una donación pegcua de los diezmos de Vaiverde y Taiayuelasa su h j e (A. Svárez de M n , RLn' m...., pág. 61). Se estimó que los d i m o s anuales de ambos luv a l h 10.000 maravedíes (SNM,A. car. Cuenca, rollo 14260) Regisuodelosdemhosdeselloen 1386,prFrancescFd,~nbanodelrnarquísdeViliena(ARV, MaestreRacional,3602, 61. s 9 2 . 1 .
'"
establecidos ya anteriormente en el marquesado, diversas «cartas en tierra»'*>;y no falta incluso un tal Bartolomeo, «escaderdepea>>, que también recibe una donación del señor, aunque sólo en dinero (300 maravedíes). De esta manera, la solidez del sistema vasallático que sustentaba a la Casa del marqués descansaba en la redistribución de cargos directivos entre las familias más afines al señor y el reparto de rentas monetarias entre las demás, con el mantenimiento de las prerrogativas que los hidalgos habían conseguido, fundamentalmente, en la Tierra de Alarcón. Por extensión, la política del marqués se extendía hacia las vecinas ciudades de Murcia y Cuenca, garantizándose el apoyo de algunos de sus principales linajes mediante mercedes anuales; entre ellas son significativas las concedidas a Alfonso Yáñez Fajardo, adelantado de Murcia, vinculado con la familia conquense de los Albornoz; y a otras familias de ambas ciudades.126 Más escasas son las noticias conservadas sobre los vínculos personales y afectivas del marqués con las comunidades de su señorío y con colectivos específicos. En 1381 concedía a Hellín «pera ab de obrar la eglesia deldit llocb~ mil maravedíes. Y también pagaba juros anuales a las conventos de Cifuentes, de la Alberca y de San Agustín de Garcimuñoz, fundados en tiempos de don Juan Manuel, reproduciendo así las relaciones típicas de patronato de la nobleza con las comunidades religiosas de sus señoríos.12'
2.2.- La caballería villana y el gobierno de las villas. Algo más difícil es rastrear las relaciones establecidas entre el marqués y los grupos urbanos que ostentaban el poder concejil. Como colectivos que representaban a las villas algunos pudieron aprovecharse de la aguda crisis financiera que experimentó la hacienda señorial ofreciéndole numerario a cambio de privilegios y de territorios. De este modo, Albacete pudo 12' Entre ellos hay personas de diferentes categorías, desde los más altos caballeros del señorío, alcaides y oficiales de la casa señorial, hasta los simples soldados profesionales. Cabe citar al alcaide de Cifuentes, Sancho Díaz de Marañón, Rodrigo Rodríguez de Avilés, don Guerau de Castellvat, el gobernador Luis de Calatayud, Esteban y Ramón Pons de Fenollet, Gonzalo González de Palomares, Sancho y Alfonso Vizcarra, Pedro Agudo, Juan de Alariz, Juan h v a r e z de Ortega, Diego Martínez de Otazo, Juan Alfonso el de La Roda, Ferrand Sanz de Valalat, Alfonso Sáncl-iez del Castillo, Juan Martínez del Castillo, Esteban Sánchez Rangel, Pedro Martínez de Cañizares, Gil Ferrández de Isla, Pedro Carbonell, Pedro Ruiz Cascante, Gonzalo García de Moratalla. 126 A Alionsn Y & Fajardo le otorgó en diversosañcs ruano milmmvedíes;es& casado con M Rc~iríguaM& hija de ~ Albornoz (JM. Sánchez Benito, Lar Timar úeCuszrcz.., pág. 82). Teresa G 6 m de IZ7 Mil maravedíes para los conventos de Garcimuñoz y La Alberca, quinientos para Cifuentes. También pagaba ochocientos a Juan de Aguilar, cpreí~ere,los quals cada any a acostunzats de auerper celebrar lo benifret de Santa María del castell de Villenan (ARV, Varia 114, fols. 109-162).
conseguir independizarse de Chinchilla, en 1375 , eporqae el dicho lugar de A lbalete es pertenegiente pura que sed villu, por que se mejore e pueble bien, e por que mas honmdumente paedun bivir de aqay en udelunte los vezinos e moradores del dicho lugur de Albugete, que ugoru son o seran de uquy adelante. E por quanto el dicho sennor rey le pluze qael dicho lugur de Albulete sea villu e me dio /icen& pura ello».128 Se le concedió, a costa del de Chinchilla, un pequeño término limitando con Chinchilla, La Roda y Alcaraz, que incluía a la pequeña aldea de La Gineta, posiblemente con una delicada situación demográfica por entonces, ya que no se han conservado noticias de ninguna protesta por este motivo. Gracias y mercedes concedidas por el marqués de Villena a algunas personas e instituciones (1381-1388) BENEFICIARIOS CANTIDAD ANOS Fernán Ruíz de Alarcón 10.000 mrs. 1388 Lope Fernández de Alarcón 4.000 ........................... 1388 Alfonso Yáñez Fajardo, adelantado de Murcia ............................... 4.000 ........................... 1388 Ramón de Rocafull ................................................................. 4.000 ........................... 1388 Lope Fernández de Sra. M" del Campo 4.000 ........................... 1388 Violante, viuda de Lope López de Ribera ....................................... 3 .O00 .......................... 1387 Jacomeca de Arenós . ........................ 3.000 ........................... 1387 Gonzalo González de Palomares 3.000 ........................... 1388 Pedro Suarez de Pédrola ............................................................. 3.000 ........................... 1388 Pedro Carrillo, de Murcia 2.000 ........................... 1388 Rodrigo Rodríguez de Aviles .. . . . . . . . . . 2.000 ........................... 1388 Frailes de San Agustín del Castillo, npwa la obra dellnr wonestir~... 1.000 ........................... 1381-1388 1.000 ........................... 1381-1388 Monjas de La Alberca ............................................................. Hellin, para obrar la iglesia ........................................................... 1.000 ........................... 1381 800 . 1381-1387 Juan de Aguilar, capellán de Santa María del Castillo de Villena ... Monjas de San Blas de Cifuentes ............................................. 500 ............................ 1381-1388 Juan del Villalgordo .............................................................. 500 ............................ 1388 Francisco Pérez Marín .... .................................... . . . . . . . . . . . . . . 500 ............................ 1388 Pascua1 Domínguez, hortelano del alcázar de Garcirnuñoz ............. 400 ............................ 1381-1387 García de Luna, -espnnynt.v ......................... ............... . . . 300 ............................ 1381-1387 Monjes de Carrión <
Otras villas ampliaron sus territorios mediante la compra de despoblados y pequeñas aldeas de la Tierra de Alarcón, en beneficio de los intereses ganaderos de los grupos de poder locales. Así, en 1387, don Alfonso concedía el lugar de Rus ~questudespoblado» al concejo de San Clemente.129 Aunque sería el Castillo de Garcimuñoz, residencia preferida por el señor, quien mejor se aprovecharía de esta política de ventas, ampliando su alfoz frente a la vecina y rival villa de Alarcón. El 3 1 de agosto de 1391, don Alfonso les vendía «las mis uldeus de la Almurcha y Cuñudu Negrita y Casa don Benito e Vzeroa por mil doscientos florines de oro, segregándolas del término de Alarcón; dos años más tarde, el término de Ucero se encontraba todavía IZR
R. Carrilera Martínez, Libro deprivilegiosde la villa deAlbacete (15331, IEA, Albacere, 1983,págs. 254-256.
IZ9
Por privilegio dado en Gandía el 5 d e enero (D. Torrente Pérez, o.c., vol. 1, págs. 11-12)
sin precisar frente a Alarcón y el marqués, tras afirmar que el concejo de Garcimuñoz necesitaba un amplio término «para mantenerse en el los ganados e otras bestias*, lo delimitaba y amojonaba m i n u c i ~ s a m e n t e .En ~ ~ ~esta misma línea, aquel año de 1393 conseguían que el marqués incluyera la aldea de La Puebla, «la qual es acerca de Villar del Encina», en la venta de aldeas de Alarcón que había realizado dos años atrás.131Y aún las monjas de San Blas de Cifuentes sufrieron las actuaciones expansionistas de los ganaderos de Garcimuñoz, al intentar éstos apropiarse por completo de la aldea de Cañada Negrita, que habían comprado al marqués, pero cuyas rentas habían sido otorgadas al convento por don Juan Manuel, junto a gran número de propiedades agrarias; don Alfonso hubo de sentenciar salomónicamente, en 1373, que la jurisdicción del convento se mantenía aunque la aldea estuviera ahora integrada en los términos de G a r c i m ~ ñ o z . ' ~ ~ Las principales tensiones entre los concejos y el marqués parecen proceder de su continuado apoyo a la nobleza vasallática y al proceso de concentración fundiaria que aquélla desarrollaba. En la mayor parte del territorio, los privilegios de los hidalgos chocaban con las necesidades de las colectividades y, sobre todo, con las necesidades fiscales de los concejos y los intereses ganaderos de sus dirigentes, caballeros villanos en la mayor parte de las poblaciones. El problema se aprecia con claridad en Belmonte, donde muy posiblemente los Ruiz de Alarcón y otros hidalgos locales reconvertían, por compra, antiguas propiedades pecheras en exentas. En 1375, el concejo introdujo una cláusula real en la confirmación de su privilegio de villazgo que afirmaba que «qualesquierpersonas de qualquier ley o estado o condicion qzle sean que de presente tienen o avran daqui adelante biene~algunos que ayan seydo pecheros de veynte años aca por conpra o por herencia o por donacion o por casamiento o en otra manera qualquier en esa dicha villa o en su termino que pechen por ellos segund que todos los otros Oezinos de la dicha villa*, ya que estaba poblada al fuero de las Leyes y debía de regirse por las costumbres de G a r c i m u ñ o ~ . Ya '~~ había algo parecido en la sentencia de don Juan Manuel entre hidalgos y ' 3 0 La venta se conserva en el A H N , Nobleza, Frías, caja 704, no 1. Y el amojonadiento en ARChGranada, Cab. 3, leg.515, no 3, citado, también, en un inventario del archivo de los marqueses (AHN, Nobleza, Frías, caja 186, vol. ant. 75, fols. 518-518v) "' Lo reconocía, así, por carta otorgada en Garcimuñoz a seis de marzo de 1393 (AHN, Consejos, leg. 3 1760, no 43. Sobre estas ventas: M. Salas Parrilla, Elpvoceso de villazgo de La Almarcha, 1986. '32 El 28 de mayo de 1393, el marqués sentenciaba el pleito que siguió el convento de San Blas de Cifuentes contra el concejo de Castillo de Garcimuñoz, sobre jurisdicción, pechos y derechos del lugar de Cañada Negrita, declarando que la posesión del lugar pertenecía a las monjas. Ya en 1373, el gobernador Luis de Calatayud había conseguido unaavenencia entre partes para establecer los abrevaderos para los ganados de Garcirnuñoz en el término de CañadaNegrita (AHN, Nobleza, Frías, caja 186, vol. ant. 7 5 , fols. 5 18-5 18v y caja 704, no 35. También, AHN, Consejos, leg. 31760, no 37). 1 3 3 E. Ramírez, *Privilegio...*, pág. 359.
pecheros de Villena; y luego será norma en muchos plleblos, hasta llegar a excluir de los oficios a los hidalgos si no pechaban. Es muy difícil precisar con claridad cuales eran estos linajes de ricos ganaderos y terratenientes, porque por estas fechas se encuentran inmersos en un proceso de ascenso social hacia la hidalguía, que, posteriormente, borró todas las huellas de su pasado villano. No obstante, debemos suponer que la mayor parte de los procuradores de los concejos que asistían a las juntas del marquesado y que habían sido poblados al fuero de las Leyes pertenecían a esta caballería villana, estimulada ya desde la época de don Juan Manuel a mantener caballo y armas. Así, en las juntas de Almansa de 1386, la villa de Alarcón estuvo representada por tres delegaciones: Lope Ferrández de Alarcón, procurador de los caballeros y escuderos,134 Gregario Martínez de Santa María del campo y Garcí López de Villalgordo, <
134 En 1386, tenía un acostamiento de 7.500 maravedíes. Y, en 1388, recibía cuatro mil maravedíes anuales de merced de don Alfonso (ARV, Maestre Racional, 9602, fol. 32). 135 Fernán García, hijo de Juan García, por Garcimuñoz; Fernando Díaz, por Escalona; Juan Martínez de Sebastián, por Cifuentes;Juan Gómez del Cavo y Fernán Martínez de Valdeganga, por Chinchilla;Juan Martínez Merino y Antón Sánchez, por Iniesta; Antón Martínez y Pedro Díaz, por Montalbo; Pedro Máñez y Juan Díaz del Campo, por Belmonte; Alfonso Ramírez de Munera, por Hellín;Juan Gómez y Juan Yáñez, porJorquera; Pedro Martínez, por Alcalá; Juan Sánchez del Vicario, por Albacete; Juan García de don Lázaro, por Tabarra; Miguel Sánchez, por La Roda; Pedro Azorín y Domingo Esteban, por Yecla; Pedro Martínez y Garcí Gómez, por Sax; Juan de Tornos, por Ves (ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 114-115) 136 «del consell de Villena per vna grafia, que cascun haglles fO que prengues deIs almugauers» (ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 84-92).
215
I
2.3.- Las comunidades judías y mudéjares. Uno de los fenómenos más interesantes que debe destacarse durante este período en el señorío es la consolidación de comunidades judías en las principales poblaciones, cuya presencia ya comenzó a detectarse desde las últimas décadas del siglo XIII en algunos lugares (Alarcón, Chin~hilla)'~', y sigue apareciendo en Chinchilla y Villena bajo don Juan Manuel. Su interés no radica en su importancia numérica sino en lo destacado de sus actividades económicas como arrendadores de rentas, comerciantes y prestamistas. De hecho, toda la recaudación fiscal del marquesado descansa en los arrendamientos de rentas a judíos y en los subarriendos parciales que éstos realizan de las rentas locales, de forma que en casi todas las poblaciones importantes los encontramos gestionando rentas señoriales y siendo agentes del señor en negocios diversos. Un panorama bien diferente al contemplado en la primera mitad del siglo XIV. Nos es desconocido su origen. Algunos procederían de la aljama de Cuenca, donde las cosas habían comenzado a' ponerse difíciles para los hebreos en los años anteriores; otros, de Alcaraz o de Murcia. Hubo una comunidad rica en Alarcón (Salomón Abenlup), pero también los hubo en Belmonte y, sobre todo, en Garcimuñoz, lugar más habitual de residencia de los señores, donde parece haberse asentado un grupo muy influyente y muy relacionado con el marqués (los hermanos Samuel, Mosé y Yuqaf Abravalla, Haym Abolex, Zulema Muñoz, Zag el Leví de Alcaraz, Abraham Abensabad). También los hubo, aunque seguramente más pobres y escasos, en otras localidades menores del partido del obispado de Cuenca, como Iniesta y San Clemente. En el obispado de Cartagena, el núcleo mayor estaba en Chinchilla (Abraham Abensorda, Yuqaf Abenbilla, Yucaf y Ahachem Aventuriel), pero también los había en Villena (Hadías y Mosé Abolay, Yucef Mordohay), Hellín'38(Abraham Aleví, Isaías de Hellín, don Juqef), Alman~a'~ y ~hasta , en Albacete, donde establecerá su residencia, siquiera Ij7 Ya señalamos que Sancho IV había concedido a los caballeros de Alarcón las entregas de los cristianos y judíos de su término (BN, Mss. 1 3 124, fols. 7 1-72). Por su parte, don Juan Manuel concede en 1336, entre otras mercedes, "queen peleas e en las otras cosas que araesíeren entre vos otros e los jf~díose Los nzoros, que sean libradas en b manera que se libraron en el tlenzpo del infdnte don Manuel nziu padre que Dios perdone, e en el mío fusta aquz"' ( A. Pretel Marín, Don J ~ u Manuel n ... p. 266). 'js En Hellín, el pueblo seguramente de composición más multirracial en el partido meridional del Marquesado, los judíos debieron ser una minoría, si no rica, sísignificativa. Es la única aljama que, en 1384, se individualiza del resto de la población. El 30 de enero de 1384,los contadores mayores enviaban relación de las monedas que correspondían a cada población; entre ellas, se detallan: Chinchilla 4378 mrs., Almansa 684 mrs.. y 10 sueldos, Albacete 1261 y 10 sueldos, Yecla 705 y tercio, 1-Iellín 906 y 10 sueldos, aljama de moros de Hellín 421 mrs., aljama judíos de Hellín 129 mrs., Tobarra 560 mrs., Jorquera 963 mrs y 1 dinero, Alcalá 425 mrs y 10 sueldos, y Ves 281 mrs Era recaudador Alfonso del Castillo. (CodomXII, págs.235-237). 13' En 1386, el registro de derechos del sello del marqués hablan de evna carta contra la ma~zcebadel rabi d'Almansa u.
temporalmente, Mosé Aventuriel140, hijo de Yucaf Aventuriel de Chinchilla, miembro de una vieja familia de recaudadores murcianos vinculados, además, al conde de Carrión, cuyos almojarifes fueron. Estos judíos, que a veces cambiaban de residencia al compás de sus negocios, y que a veces tendrían serios tropiezos en ellos, estaban vinculados entre sí, con frecuencia, por lazos familiares, y casi siempre colaboraban, en sociedad, en los grandes negocios de arrendamiento, que casi monopolizaron durante la mayor parte del gobierno de don Alfonso. Hacia mediados de los años ochenta, sin perjuicio de que todavía quedaran en otros pueblos, parecen haberse concentrado en Garcimuñoz y Chinchilla, donde existen aljamas que citan las cuentas del tesorero del marqués. Por lo general, son familias protegidas por el señor debido a los estrechos vínculos que mantiene con ellos por el apoyo económico que le prestan. Se encuentran sometidas al pago anual de un pedido señorial que paga de manera global cada una de las aljamas y del que, en ocasiones, es eximida alguna de ellas por motivos diversos.14' Y, de manera individualizada, se documentan como agentes del marqués no sólo en la recaudación de sus rentas sino también en la dirección económica de proyectos señoriales, sobre todo constructivos, que fueron casi las únicas inversiones de importancia realizadas por el marqués en el señorío. En este sentido, en 1387, las obras del alcázar de Garcimuñoz y dei castillo de Villena se encontraban dirigidas por judíos junto a sus respectivos a 1 ~ a i d e s . lLa ~ ~alta implicación de los judíos en la finanzas del marquesado repercutirá negativamente en las relaciones de estas aljamas con las poblaciones cristianas, ya que se les identificó con la ávida política fiscal del marqués sobre el señorío, originando pequeños brotes de antisemitismo que más adelante analizaremos. Por su parte, las comunidades mudéjares proceden de los asentamientos ya existentes durante el siglo XIII o de las repoblaciones realizadas por don ''O
1384-3-31.- Juan Alfonso del Castillo, recaudador mayor del obispado de Cartagena, al concejo de Murcia, pidiendo que paguen las alcabalas a los judíos Mosé Abravalla del Castillo, Mosé Aventuriel de Albacete, y Salomón Abenbilla de Chinchilla, que habían arrendado las del obispado y reino. Les da poder para recaudarlas (CoclomXII, pág. 245). Ya en 1378, Samuel Abravalla había sido fiador de Salomón Abenlup en el arrendamiento de rentas reales U. Valdeón, - U n cuaderno de cuencas de Enrique IIn, Hispania, n" 101 (1966) pág. 127). 14' En 1388, el marqués eximía del pago de mil quinientos rnaravedíes de moneda nueva alos quals lo úit senyor rmrques lexa e quita a la aljdr~zadels juhez~sde ChinxeLla ... de lz~rpedido~, (ARV, Varia, 96, fol. 35v) 14' En 1381, Culeima Ab~deix,judío de Viiiena, recibía del tesorero del marqués la cantidad de 1.118 maravedíes que había gastado en obrar el castillo de Viilena; la obra del castillo montaba 74 1 mrs. y el resto se había gastado en comprar cebada para animales (ARV, Varia, 114, fol. 1 18) En 1387, se pagaba a don (klQuadros 1050 sueldos -perla ohra í?e la buriera quefi~efwlo dit senymen lo 1-astellakVillenan,mas 63 florines al alcaide y a G d Hadits por idéntico motivo, según recib~sdegasto~ue habían mostrado(ARV,Varia, 197, fol. 7%). Aquel mismoaño,donOsua AbenviUapagabaalalcaide de Garcimuñoz 325 maravedíes de moneda vieja p la obra del alcázar (ARV, Varia 107, fol. 72)
Juan Manuel. Por lo general, no existieron asentamientos exclusivamente mudéjares, siendo más frecuente la existencia de aljamas que convivían en pueblos con poblaciones cristianas y, en ocasiones, también con judíos. Las comunidades más numerosas se documentan en el sector murciano del señorío, donde las condiciones de la conquista castellana habían permitido tal vez el mantenimiento de alguno de estos colectivos, destacando las aljamas de Hellín, Villena, Tobarra, Sax y Carcelén. En la Tierra de Alarcón, y probablemente también en alguna de las citadas anteriormente, los mudéjares existentes parecen proceder de repoblaciones realizadas en la época de don Juan Manuel, atraídos desde tierras levantinas; es el caso del Congosto, el Provencio y Cañada Negrita, aunque, como se observa, son pequeñas poblaciones y, aún así, conviven con familias cristiana^.'^^ N o obstante, uno de los problemas historiográficos que se plantean es conocer si realmente se dio en estas comunidades mudéjares una continuidad de poblamiento desde los siglos XIII y XIV hasta el siglo XVI, porque bien pudiera haber ocurrido que algunas de ellas hubieran sido repobladas a fines del siglo XV, como sabemos que estaba ocurriendo en zonas conquenses y murcianas.14* Conocemos mejor la fiscalidad que recayó sobre ellas, gracias al ordenamiento realizado por don Alfonso en 1380 para las poblaciones del sector murciano del marquesado.'45 La fiscalidad señorial gravaba a la comunidad, a las unidades familiares y a las personas; cada aljama contribuía con el pedido anual al marqués; y todos los individuos se encontraban sometidos al pago de un cabezaje en dinero y otro en especie: seis sueldos y dos dineros para los adultos y cinco sueldos y cuatro dineros para los jóvenes, estando las mujeres exentas de él; mientras, en especie se tributaba un celemín de cebada por persona. Por su parte, sobre cada hogar familiar recaían tributos variados; en Villena cada cabeza de familia pagaba un celemín y medio de cebada, mientras que en Hellín el tributo fue de una gallina al año. También se controló la movilidad familiar, prohibiendo la emigración sin permiso del marqués, bajo pena de secuestro de bienes y personas, a la vez que la inmigración ilegal era penada también con embargo
'"
Cuando los mudéjares del Congosto se convinieron al cristianismo a principios del siglo XVI, habíaen el lugar restos de una iglesia cristiana. También en Cañada Negrita se documentan, en 1378, varios vecinos cristianos, aunque en el siglo XVI, ya despoblada, se x u e r d e que era ~po6kzhh rnmosu. En 1490,elconcejodeVillenasolicitahlicenciarpasen 150vecinosmudéjaresenlaviila(M.A.IíderoQuesada, Los mnudéjarer h Castillaen tirmzpos akl~zbell,Valladolid, 1969, pág. 161). En Cuenca, el cabildo catedralicia quiso repoblar con 20 casas de mudéjares los rnmos h G r a d ~en~ 1499, , su lugar de Villaverde, a condición de ponerlos separados de los cristianos, cuya iglesia construían por entonces (SNM, A. Cat. Cuenca, rollo 14353) '45 A. PretelMarín, ~~Almojarifazgo y derechos señorialesdel siglo XN en el marquesado de Vdiena: un ordenamiento de don Alfonsode Aragón en las juntas de Almansa de 1380>>, StIldia Histmica, in honmemVicenteMartinaMmellá,&cante, 1985, págs. 329-371.
'"
de bienes. La muerte de una persona sin herederos permitía al marqués apropiarse de su herencia, siendo también para él las penas de justicia y la redención económica de los azotes. La producción agraria y las actividades comerciales de los mudéjares estuvieron gravadas con varios tributos. El principal fue el diezmo sobre los productos agrarios, a los que añadieron algunas cargas locales sobre el ganado; en el caso de Hellín, se pagaba una cabeza de ganado por cada cuarenta, mientras que en Villena tributaban dos maravedíes por cada cabeza de ganado mayor nacida y dos coronados si era ganado menor. Por su parte, las compraventas eran gravadas con una duodécima parte del precio de la mercancía (alquilate), mas los portazgos y almojarifazgos respectivos si atravesaban territorios concejiles f ~ r á n e o s ' ~ ~ Añadamos, por último, que los mudéjares súbditos del marqués, al menos en el partido del obispado de Cartagena, mantenían aún ciertos derechos (en determinados delitos, podían ser juzgados por sus propios alcaldes o por los viejos de la aljama, aunque siempre en presencia del almojarife, que debía asegurarse de la percepción de las penas). Sin embargo, al contrario de lo que ocurría con los de sus posesiones aragonesas, que gozan de la frecuente atención epistolar del señor, y a veces de su generosidad, no dejaban de ser un elemento marginal dentro del marquesado14'.
3.- LA REFORMA FISCAL Y SUS CONSECUENCIAS SOCIALES. Por lo que respecta al gobierno de su señorío, don Alfonso de Aragón introdujo, inicialmente, pocos cambios respecto a la época de los Manuel. Lo primero fue poner en claro sus derechos señoriales y rescatar aquellos que la corona mantenía en su poder, pues le urgía reunir la mayor cantidad de dinero posible para pagar las deudas de su rescate y poder liberar a sus hijos, 146 En Villena, la aljama contribuía un almojarifazgo colectivo de quinientos maravedíes, que era percibido por los monjes de San Ginés de la Jara, para sufragar una de las capellanías fundada por don Juan Manuel. 14' El registro del sello del marqués de 1386 menciona numerosas cartas a las aljamas de la baronía de Arenós, Cortes, y de otros pueblos valencianos. En una de ellas, dirigida a don Jaime iUndiguez?, se le concedía elicmcía quepoguesfw megquita en la seua alquwia de Piles, nzanahto donzini~.En otras se daba cuenta de mercedes hechas a los moros de Almo~orofy de Relleu, eximiéndoles del pago total o parcial de su renta. Otra, a los de la baronía de Arenós, les rebaja una multa impuesta colectivamente; y otra más se dirige a los erah>,o autoridades de esta misma baronía llamándoles por sus nombres: Caat Abdurramen y Hamet Eca. A Mahomat Alfulluc, que al parecer vivía en Ayora, le perdonó una enorme multa de 300 florines. En cambio, en este mismo año sólo se encuentran unas cuantas cartas a la aljama de Hellín, que debía ser la más importante del marquesado (ya hemos indicado que en el reparto de monedas de 1384 Hellín es el único pueblo donde la aljama musulmana contribuye por separado, pagando 42 1 maravedís, que es casi la mitad de lo que pagan los cristianos, y más de el triple que los judíos). Unos años antes se cita a un herrero moro de Garcimuñoz, llamado Marrox.
aún prisioneros. La Corona cobraba todavía las alcabalas, que naturalmente le correspondían, y que habían venido a sustituir al diezmo de las compraventas percibido por don Juan También cobraba el rey las monedas, aunque a petición del propio marqués accedió a liberar de esta obligación a Villena, privilegiada por su antigua permanencia en la corona de Aragón.149Y, en contrapartida, don Alfonso cobraba un pedido señorial, que se había convertido ya en la renta más estable de todo el marquesado,'50 además de las tercias reales del marquesado que le fueron concedidas por el monarca, como ya comentamos. Herencia también de la época anterior son las propiedades y monopolios mantenidos por don Alfonso y explotados por medio de contratos de ens so."^ En este sentido, en los pueblos del obispado de Cartagena conservó la propiedad de hornos y molinos, desembargando, incluso, algunos que don Juan Manuel había bloqueado en capellanías. También, en tierra de Alarcón conservaba el monopolio sobre tiendas y talleres arte sana le^,'^^ aunque, al parecer, el control sobre los molinos se estaba perdiendo en beneficio de los caballeros de Alarcón, que aprovecharán los períodos de intervención real en el marquesado para hacerse transferir, progresivamente, este monopolio. Frente a esto, mantuvo la propiedad de las salinas (Fuentealbilla, Hellín y Villena, sobre todo, de las que obligatoriamente debían abastecerse los pueblos próximo^'^', bajo pena de fuertes multas) y de algunas fincas como el pinar de Villena. Hay que añadir los derechos procedentes del arrendamiento de las escribanías, que se arrendaban a personas aptas para ello. N o obstante, la hacienda señorial de don Alfonso se plantea sobre bases completamente diferentes a la de don Juan Manuel, como no podía ser de 1" cuaderno de alcabalas para 1374 enviado por el rey al reino de Murcia d a d o en Toro a 5 de diciembre de 1373incluye al marquesado de Villena (Codmz VIII, págs. 197-203) I4"l 10 de diciembre de 1373, desde Toro, Enrique 11, a petición de marqués don Alfonso, confirma a Villena su privilegio de no pagar moneda U.M. Soler, La relación..., págs. 256-258). "O Se conservan noticias varias sobre la recaudación y las exenciones de este pedido señorial. En 1381, el marqués enviaba a Alonso Torne11 <.ablletres a zotes les viles e lloch quel dit senyor ha en los hisbats de Conqua e de Cartagenia, delpedido...a; y este mismo año, ordenaba pagar a Alfonso Sánchez 150 maravedíes del pedido que recaiidaba en Garcimuñoz (ARV, Varia, 114, fol. 13 1 y 148). En 1387, descontaba a los de Sax cuatrocientos mrs. del pedido y a los de Belmonte 5.833 mrs. (ARV, Varia, 107, fols. 72v y 81v). "' En 1380, se ordenaba la recaudación de estos censos enfiréuticos: .enfecho de los zen.rales de caúa lfqar,pertenesf-e al aln~oxariJadgo,e hafadiga e lr~itmu.E .ry non pagaren el zense en tres annos, d que lofaze por La heedzd epo.resyon que lofaze es m~.omis,e la pusesyon o herreáud que lo faze es dela lmoxarifadgo. E dichos zensaler son escritos en ~ z d lugar. t e que es lo que han depagar cada vno e en que nzanera e a que tienpo~,(A. Pretel Marín, aAlmojarifazgo y derechos .... pág. 347). li2 En 1381, don Alfonso ordenaba pagar 585 maravedíes por la reparación de algunas <
otra forma tras los cambios sociales y económicos experimentados en las décadas precedentes. Si la base de la economía señorial durante la primera mitad del XIV había sido la explotación de los recursos propios y la incentivación de las fuentes de riqueza del señorío, ahora el descenso demográfico, la expansión ganadera y el restablecimiento de los derechos eclesiásticos sobre los diezmos harán perder vigor a la fiscalidad sobre la producción agrícola y orientarán la fiscalidad señorial hacia otras actividades antes importantes pero no decisivas en la definición de los recursos señoriales. De esta forma, la situación fronteriza del marquesado entre Castilla y Aragón -y entre Murcia y el interior castellano- comenzó a cobrar una importancia decisiva, propiciando el control de las aduanas, de los mercados y de los puertos para aplicar una fiscalidad más gravosa sobre la circulación de ganados y de mercancías. En este sentido, el Ordenamiento de 1380 marca el inicio de esta reforma completado con el arancel del puerto de Mala Mujer en 1384.155NO conservamos ordenamientos fiscales de este tipo para los pueblos del obispado de Cuenca, posiblemente por el menor control que el marqués tenía sobre los portazgos de la Tierra de Alarcón, cuyos beneficios compartía con la Orden de Santiago. Sin embargo, posiblemente también daten de este período las ordenanzas de Jorquera, recuperadas por Juan Pacheco en 1447, según las cuales era ~costunbremuy antigzld y aranzel muy viejo y antiguo)) el ordenamiento que regulaba el movimiento trashumante de ganados desde las serranías de Cuenca y Molina hasta tierras de Jorquera y puertos con Aragón.I5"
3.1.- Las aduanas, el tráfico d e mercancías y el contrabando. Durante los primeros años de su gobierno, don Alfonso sacó excelentes beneficios de las actividades de contrabando que se realizaban a través de los puertos del señorío; aunque éstas fueron decayendo bajo la presión de la monarquía y no es extraño que la regulación fiscal de todas las aduanas se produzca, a partir de 1380, tras el progresivo freno de las actividades ilegales. El señor parece haber resistido con cierto éxito, durante unos años, 154 Publ. por A. Pretel Marín, «Almojarifazgo y derecl-ios.... págs. 335-371. Otra copia del manuscrito, menos fiel al original, ha sido publicada por R. Pérez Buscamante, < Publ. por F. Veas Arteseros, ~ M o n t a z g oy portazgo en el marquesado de Villena: el acuerdo de Albacece de 1384-, Congre~ode Hi.rtoria de Albacete, vol. 11: Eddd Media, págs. 93-108. ''6 A. Franco Silva, eJorquera y Alcalá del Río a fines del medievo. Dos villas del marquesado de Villenan, Miscelánea Medieval Murciana, vol. XVIII (Murcia, 1993-1994) págs. 36-38.
Arancel aduanero para los puertos d e Almansa, Yecla, Alcalá, Jorquera y Ves (1380)
2 rnrs. por jabalina
I
los intentos de los recaudadores reales, judíos, por cierto, y vecinos del marquesado, en su mayor parte, de incluir a su tierra en la pesquisa de las cosas vedadas que se sacaban a Aragón15' desde el reino de Murcia. La razón, probablemente, era muy simple. El contrabando, favorecido por los privilegios aduaneros y más o menos disfrazado de comercio privilegiado, fue siempre, sobre todo en tiempos de crisis, una de las mayores fuentes de recursos de los particulares en el señorío de Villena; y el mayor contrabandista del territorio era el propio marqués de Villena, que necesitaba urgentemente el dinero y estaba dispuesto a sacarlo por la vía más rápida, aun incumpliendo las leyes del reino y escandalizando a los arrendadores de aduanas y a los encargados de perseguir estas acciones. Existe numerosa documentación de que, al menos hasta 1374, el marqués vendió en el reino de Valencia ganados y grana, utilizando, 15' 1374-7-19.- Salomón Najarí del Castillo, arrendador de la pesquisa de penas y calotias por saca de cosas vedadas a Aragón, o traída ilegal de cosas a Castilla en los años anteriores en todo el obispado de Cartagena excepto los lugares del marquesado de Villena. Comunica que ha de recaudarlo Salornón Abenlup de Alarcón. Hace la carta Martín Ferrández notario público en todo el Marquesado de Villena, y son testigos Gonzalo Ferrández de Villanueva de Los Baños, Diego Ferrández de Briviescavecino del Castillo, y don Zag Abencornbra y don Salomón Alastas, de Alarcón (Codom X , págs. 34-35; y, también, N . Roth, los judíos murcianos del reinado de Alfonso X al de Enrique II., Miscelánea Medieval Murriana, vol. XV (Murcia, 1990) pág. 48).
Arancel d e derechos percibidos s o b r e el movimiento d e ganados e n el partido del Obispado d e Cartagena, del marquesado d e Villena (1380) Porrazgo
M o n r i ~ g o]>.iraganados procrdenres del m-rquesado ~Monrazgo]pira g.in.ido\ de fiierfi del marquesado Herh.ijes
Asddura Gineta B0rr.i (par., los concrios)
v'icuno: 3 mrs./cabcz porc~nu:1 mr~./cabeza l.inar y c.ibrío: 3 diosicabiia 3 cabr~.ispor miil.iií cabe,as pul. mill.ir ganado mayor: 1 mri./cabrza g.iiiadu nienoi : 4 sucldos por c.ida cien cabezas 1 c.ibera por c'ida cien i dro. /c.ibei.i, si son menos de cien I cabr~.ipor cad'i cien. 7 curon~dos/cabrza,sison nienos de cirn I cibez.i por c.ida cien I druicaber,~,si son menos drcit.1
curiosamente, los servicios de intermediarios judíos, naturales del Marquesado, que más tarde serían los encargados de la pesquisa por la saca de cosas vedadas'5s. Es muy probable que también hiciera sacar ya oro y plata, e incluso que importara moneda falsa; y no sería ciertamente él el inventor de estas actividades, que ya tenían precedentes y se habían ' ~ ~ todavía iría en aumento. En incrementado en los años a n t e r i ~ r e s , pero 1373, Enrique 11, alarmado ante la gran cantidad de ganado, oro y plata en bruto y en moneda, que salía ilegalmente a Aragón para ser fundida y reimportada, decretaba una severa pesquisa, señalando que la moneda se sacaba al reino de Aragón y a ciertos señoríos. Esta última frase, a la luz de actuaciones posteriores que conocemos de don Alfonso, resulta reveladora de que las sospechas del rey se dirigían concretamente al marquesado'60.Sin embargo, el señor no parecía dispuesto a consentir en su tierra investigación alguna. Todavía en 1374, al arrendar el judío Salomón Najarí del Castillo y Salomón Abenlup de Alarcón la pesquisa de las cosas vedadas en el reino de Murcia, se excluye de ella al marquesado de Villena. Y la misma condición aparece todavía en el arrendamiento de 1375.16' Es de pensar que el marqués no deseara ver por sus tierras a los encargados de investigar el contrabando de productos vedados. Sin embargo, excepcionalmente, en 1375, y a fin de «excusar achaques», don Alfonso 'IY Entre 1370 y 1374 se constatan ventas de ganado del marqués, Iiecl-iaspor los liermanos judíos Samuel, Mosé y Jucef Abravalla a compradores de Ayora, Alcira, Játiva y Valencia. Samuel vende rambién grana. Más detalles en J. Hinojosa Monralvo, <>,Congre~ode Historia del seliorío de Vjllena, pág. 229. 1"' ' 7 de enero de 137 1 se enviaban instrucciones sobre la pesquisa de saca de cosas vedadas que va a hacer Juan Marrínez de Cuenca; se está sacando mucho oro, plata, ganados, pan, moneda para fundir allí de la de curso con legal en Castilla. Y en cambio se mete moneda falsa de reales y cruzados y coronados anzejantea la nuestra>>, edestruyniiento,. de estos reinos. Recaudará la renta el judío de Alarcón Salomón mucho perjuicio y <,,Misrzbm Mea?evalhftltrimz,vol. Ii (Murcia, 1976)pág. 222. '" codo?^^ X , pág. 34-35 y 91.
escribiría a su gobernador, Luis de Calatayud, y a las autoridades de sus pueblos, autorizando de mala gana a los arrendadores de la pesquisa de las cosas vedadas para que actuaran en su señorío. Claro, que el hecho de que los arrendadores de la pesquisa fueran en su mayor parte judíos avecindados en el Marquesado (Salomón Abenlup, de Alarcón, Haym Abolex y los Abravalla, de Garcimuñoz) y tuvieran negocios con el propio don Alfonso, para quien trabajaban al tiempo como arrendadores, recaudadores y agentes comerciales, quitaba mucho peligro a sus posibles actuaciones. Samuel Abravalla, en concreto, era, al mismo tiempo, recaudador del rey en el reino de Murcia, copartícipe en la renta de las cosas vedadas y recaudador del almojarifazgo del marqués. Y, durante los años anteriores, como hemos visto, él y sus hermanos habían sacado y vendido en el reino de Valencia, por cuenta del marqués, numerosos ganados y otros productos. De manera que, si estos eran los encargados de la inspección, poco perjuicio podían causar. Hay que añadir, además, que otro de los interesados en la renta de las cosas vedadas era, precisamente, Juan Alfonso de Minaya, hijo de Diego Ferrández de Cuenca y vasallo del marqués de VillenalG2. La regulación del transporte de mercancías entre Aragón y Castilla por los pueblos del sur del marquesado -partido del obispado de Cartagena- se realiza en 1380, cuando se fijan los aranceles de los puertos de Almansa, Yecla, Jorquera, Alcalá y Ves; también se fija un portazgo en Chinchilla, alternativo al de Almansa, aunque la villa no mantuviera ningún puerto natural respecto a Aragón. Salvo algunas diferencias sin importancia, relativas al tratamiento fiscal del ganado caballar y mular a su paso por Chinchilla, los aranceles aplicados en los puertos son idénticos y evidencian la existencia de un fluido comercio con Aragón que tuvo como punto de destino el puerto de Valencia pero que encontró, también, en los pueblos valencianos una zona excelente para el abastecimiento de materias primas a los artesanos del señorío, sobre todo textiles y alfareras. Por supuesto, el marqués reservó también a su almojarifazgo "las harpilleras de la moneda que pasan los mercadores e otras personas de la que meten en Aragón", que proporcionaba en algunos pueblos, como Villena o Almansa, saneados ingresos. El continuado interés por fiscalizar la moneda que pasaba a Valencia para realizar allá las compras demuestra el desequilibrio existente entre importaciones y
'"
El 7 de abril de 1375, Juan Martínez de Cuenca, alcalde de la pesquisa de las cosas vedadas del obispado de Cartagena y reino de Murcia (excluido el Marquesado) da poder a Juan Alfonso de Minaya, vecino de Alarcón, para usar en su nombre. La escribe Lope Martínez, notario público en todo el Marquesado por merced del Marqués. Otras cartas sobre Juan Alfonso de Minaya y Salomón Abenlup (Codom X, págs. 90,91, 110 y 112).
exportaciones, primando más los productos introducidos en Castilla por estos puertos con dirección al interior del reino. Por otro lado, resulta sorprendente observar que, en su política de aumentar los ingresos fiscales, don Alfonso anula parcialmente los privilegios comerciales obtenidos por las villas del señorío en tiempos pasados, privándolas de las exenciones que algunas tenían en las aduanas con Aragón. En este sentido, el ordenamiento especifica que en lo tratante a ganados, bestias han de dar epagar asy los de los lugares que de carga y caza los derechos <
3.2.- La ganadería y la trashumancia: la renta ganadera. La progresiva seguridad que gozó el territorio del señorío permitió la afluencia, cada vez mayor, de ganados y la utilización de sus cañadas para los desplazamientos hacia los invernaderos del sur. A juzgar por la documentación, la ganadería se reconstruyó con rapidez, apoyada sin duda en las grandes superficies de pastos comunales existentes en el señorío y en los conciertos de comunidad de pastos firmados entre concejos. En 1381, sólo los pastores de Chinchilla tenían herbajando en el Campo de Cartagena la fabulosa cifra de 70.000 cabezas de ganado, según consta en un pleito emprendido por ellos contra imposiciones indebidas que el concejo de Murcia pretendía cobrarles.lG3Además, existía un abundante tráfico de ganado para el consumo -Murcia y muchas poblaciones de Valencia solían abastecerse, desde antiguo, de carne en tierras manchegas- gozando de ciertas exenciones en algunos casos.lG4 La reforma emprendida -por don Alfonso en el tratamiento de la fiscalidad sobre la ganadería consistió en diseñar una nueva organización del señorío que trascendió los límites territoriales de los concejos como unidades fiscales, de manera que, aunque subsistieron algunos impuestos sobre la base del paso de los ganados por los alfoces concejiles (recordemos las borras utilizadas para reparos de acequias por concesión de don Juan Manuel),lG5se 163 AHPAlbacete, Libro de copia de privilegios de Chinchilla, fols. 34-42. Sobre problemas ganaderos de estos años, ver también M. LL. Martínez Carrillo, *La ganadería lanar y las ordenanzas de ganaderos murcianos de 1383., . », Miscelánea Medieval Mnuciana, vol. I X , pág. 134. '64 El carnicero que abastecía Villena era franco de derechos en Almansa y Yecla (A. Prerel, Alnzan~a ..., págs. 219-220). Los carniceros de Murcia eran exentos de montazgo en el puerto de Mala Mujer, como todos los vecinos de la ciudad, pero pagaban portazgo (F. Veas, «Montazgo....,,págs. 105- 106) '" El 14 de agosto de 1377, desde su castillo de Ayora, el marqués sentenciaba un pleito entre Villena y Almansa sobre la obligatoriedad de los pastores de la primera de pagar borras en término de la segunda, una legua a cada lado de la acequia que traía el agua de Alpera; un derecho establecido en tiempos de don Juan Manuel, para financiar las obras de limpieza y mantenimiento del cauce, del que sólo estaba exenta Chinchilla,
-t
definieron nuevos distritos fiscales supralocales para la percepción del montazgo y se configuró el señorío en dos grandes espacios fiscales -partidos del obispado de Cuenca y del obispado de Cartagena- para la percepción de los herbajes. De esta manera, se agilizó el desplazamiento del ganado, se simplificó la recaudación tributaria y se desplazó a los concejos del control de estos tributos, que quedaron vinculados, a los almojarifes del marqués. Y, además, al tener el proyecto un carácter supralocal, favoreció la desaparición de multitud de problemas locales referidos a estos temas. Apenas conocemos la organización dada al partido del obispado de Cuenca, pero el ordenamiento de 1380 nos permite conocer el tratamiento dado al partido del obispado de Cartagena. La circulación y estancia de ganado estaba gravada con varios tributos: portazgo por la entrada o salida del territorio por los puertos con Aragón o con el sur murciano (existía, también, un «portadguillo»respecto a Alarcón); montazgo, por la entrada en alguna de las circunscripciones fiscales diseñadas, que fueron las de Chinchilla con Albacete, Villena con Sax, Almansa con Yecla, Hellín con Tobarra, y Jorquera con los concejos del Júcar (Alcalá y Ves); herbaje, por la utilización de los pastos de todo el partido, que quedó unificado a estos efectos y fue considerado en adelante como "un solo suelo"; asadura, por la protección que ofrecían las fortalezas a las cabañas de ganado; gineta, de caracteres similares a la asadura y que viene a consolidarse como tributo señorial cuando aquella pasa a ser percibida por los alcaides; y borras, como derecho concejil, sobradamente definido ya desde principios del siglo XIV. La recaudación de estos derechos se centralizó en el almojarife y se organizó su percepción de manera que pudiera realizarse su pago en cualquiera de las localidades del territorio con validez en las demás. A ello le acompañó la fijación de las rutas y cañadas oficiales para el desplazamiento del ganado, para un mejor control de los fraudes; los descaminados serían decomisados por impago de montazgo y portazgo, mientras que pastar sin pagar herbajes originaba la requisa de la quinta parte de la cabaña para el señor.'6" se fijaron rutas alternativas a los caminos reales para el ganado vacuno «por razon de las aguas e de lospasos, por quanto elganado vacuno es ganado que non se puede meter en lugares estrechos por que non fagan danno e mal en panes e en vinnas... que los trahen por Vete e por termino de Alpera, esto por razon de los que cedía el aguade su término, y Albacete, que había heredado los privilegios de su antigua metrópoli. Para v amojonar esta legua, el señor ordenaba crear una comisión de arbitraje comi~uestapor tres hombres fijar , buenos, uno de Villena, otro de Almansa y otro, neutral, de Montealegre (A. Pretel Marín, Alnzansa medieval, págs. 207-208) El pago del herbaje era anual, estableciéndose que <'(A. Pretel, «Almojarifazgo ...>>, pág. 36 1) >
u
.
pastos e de Las aguas». El éxito de esta reordenación del espacio ganadero queda corroborado por su consolidación y pervivencia durante la centuria siguiente, aunque su implantación también causó no pocos incidentes con los pueblos y ciudades vecinas, que, como Murcia, se quejaban de los abusos de los recaudadores y almojarifes y del cobro de montazgo, que se les exigía «nuevamente, por ordenación del dicho M a r q ~ é 16', s ~ y tal vez también por el acotamiento excesivo e irregular de pastos, presionaban a sus respectivos concejos para que a su vez ejercieran represalias contra los rebaños chinchillanos en tránsito, lo que generó abundantísimas disputas y pleitos en los años siguientes. Ya en 1381 hubo represalias en Murcia contra ganados de Chinchilla; y los pleitos, que de todas formas siempre habían existido, se incrementarían en los años siguientes. En 1383, tuvo lugar otro por la incautación de 1 8 ovejas del chinchillano Esteban Sánchez de Rozalén por parte de un peón del alguacil de Murcia, en represalia por otra toma de igual número de reses de ganaderos murcianos en tránsito hacia la Serranía de Cuenca, que el almojarife del Marqués, Blasco Pinar, hizo en Chinchilla con la complicidad más o menos manifiesta del mismo Esteban Sánchez, que era merino del señor en la villa en el momento del suceso.168
3.3.- Los intercambios locales: ferias y mercados. La reforma emprendida por don Alfonso regula también la fiscalidad de los intercambios comerciales, estableciendo la veintena como tributo señorial básico sobre las compraventas; significaba el pago de un maravedí por cada veinte del valor de la mercancía, estando exentas de su pago las compras de alimentos básicos (pan, vino, pescado y carne) que fueran destinadas al abastecimiento de cada villa. Su percepción iba acompañada de la alcabala, asimilada a la Corona por entonces. Las comunidades mudéjares ya vimos cómo mantuvieron un trato fiscal diferente. N o obstante, la preocupación fundamental del marqués fue el control de las ferias, y a ellas '" F. A. Veas Arteseros, <
dedica buena parte de su ordenamiento. Estaban exentas de veintena las transacciones comerciales realizadas durante el período ferial, pero los ingresos señoriales aumentaban por otros conceptos. Además, se recaudaba la gineta (sobre las caballerías cargadas o de vacío que llegaran a la villa, y sobre los ganados) y portazgo (sobre los mismos ganados o sobre artículos como calagor, cera, punnos, saluagina, espegierya, bohoneryd e esmergerya, e ajos e vinagre, seda, algodon, azogue, ruuia molida, toda
coranbre adobada.. . ...unto, cueros, seuo.. . ...tierra de manizes, ruuia en toroco, e queso e lana, e tocino, e alhonbras, e capatos, efilaza, e mdtulahuw, epastel e tyntus, e pusus e figos secos, e pescudo sulado e congrio e sardina e todo otro pescudo salado, e lymones, greda, fruta verde, vino.. . .» Una relación de productos que, entre otras cosas, apunta a la existencia de una manufactura textil y tintorera, que importaba diversos colorantes y otras materias primas, y de un consumo relativamente variado, típico de una economía que comenzaba ya a remontar los tiempos de crisis. Las mercancías más específicamente mencionadas, aparte de los ganados menores, son los caballos y armas, a los que particularmente se aplica la veintena y el alquilate (un maravedí de cada doce), según sean cristianos o infieles los vendedores. También, otras bestias, como mulos y asnos cerriles o de albarda, o bueyes y vacas. Particular énfasis se pone en los derechos a abonar por la exportación al reino de Aragón de caza (perdices, conejos, ciervos, cabras montesas y jabalíes) y en los correspondientes a la importación de paños fabricados fuera de la tierra, ya sujetos a gravámenes proteccionistas desde tiempo de don Juan Manuel. También, a la saca del pan -trigo- que, por ser producto escaso en la tierra y sometido al control de la Corona y del señorío, aun contando con permiso real, debía pagar, además, tres maravedís por cahiz al almojarife de don Alfonso. Igualmente se vigila con especial atención el tráfico entre ambas coronas de mercancías muy concretas, como los ganados de cría o de labor, ya señalados, y los esclavos, «moros e moras e tartaros e tartarus», que al parecer constituían uno de los artículos de lujo más vendidos. Además de los derechos habituales, esta mercancía humana estaba sujeta, en caso de venderse o redimirse en la villa, al impuesto del «desferrar» (una dobla de oro morisca), más otra dobla de portazgo, y el diezmo del valor de la operación. El marquesado de Villena era, por entonces, una comarca más segura que el reino de Murcia y las poblaciones circundante^'^^. Gracias a ello, y a los '6y En 1375 se hizo precisa una escolta para acompañar hasta Hellín a un escudero del infante don Juan, «por que vaya en suluo~~. En 1375 y 1.576 los murcianos tuvieron que organizar un servicio regular de escoltas hasta
viejos privilegios comerciales, a lo largo del camino real que unía Castilla con Valencia habían vuelto a renacer las ferias, particularmente importantes desde el punto de vista ganadero. Las hubo en Almansa y Villena, lugares claves para el paso a Aragón, y seguramente también en Alarcón y G a r c i m u ñ ~ z ' ~pero ~ , la principal de ellas, probablemente, era la de Chinchilla, que, de nuevo, por razones de comodidad, y quizás de tradición comercial, se celebraba en la aldea de Albacete, que así iba ganando rápidamente en riqueza y población. Allí se documenta ya alguna transacción importante, realizada por compradores de Murcia, hacia 1374'". La prosperidad de la feria, en un momento de crisis, haría, seguramente, que las autoridades chinchillanas aumentaran su presión fiscal sobre su aldea de Albacete. Y quizás esta misma razón haría que los albacetenses, considerando que su número era ya el suficiente para obtener la independencia, y que de continuar vinculados a Chinchilla terminaría por despoblarse su lugar a causa de los «nzzlchos agravios e sinrazones de los ofigiales de la dicha villa de Chinchilla», pidieran al señor que los liberara definitivamente de la jurisdicción chinchillana y les concediera el villazgo, que ya analizamos. Albacete no pudo sacar de inmediato todo el partido posible a esta independencia. Aduciendo que el privilegio feria1 correspondía originalmente a su concejo, 10s chinchillanos quisieron privar a Albacete de esta fuente de recursos, y pretendieron trasladar la feria a la misma Chinchilla, a cuyo efecto escribieron a Murcia y a las demás poblaciones de donde solían venir los compradores de ganado, garantizando a éstos que les serían guardadas todas las franquezas acostumbradas. Al tiempo, pusieron todas las dificultades posibles al amojonamiento de términos -que, en efecto, parece no llegó a llevarse a cabo- y al disfrute de pastos y aprovechamientos por parte de los albacetenses. Estos, por su parte, acusaron el golpe, que pudo traducirse en un momentáneo descenso de la población, con la emigración de algunos ganaderos ricos172; pero consiguieron un privilegio real (8 de noviembre de 1377) que confirmaba y defendía la merced del villazgo otorgada por el marqués. También mantuvieron su feria y entraron en una competencia durísima con las ferias Hellín, primer pueblo del Marquesado, que se consideraba ya, desde Murcia, territorio seguro ...>,esmayor lugar e mas poblado que Ciega, yfuera ya delpeligro que es en este caninom. (A. Moliria y F.Lara, o.c., pág. 182). "" En las cuentas de la fiscalía señorial de 1375 y 1379 se habla de una multa de 300 maravedíes cobrada a Domingo Ferráildez, cablajero del Castillo de Garcimuñoz; y la tablajería (juego autorizado) sólo estaba permitida en el Marquesado durante las ferias. 17' Varios documentos sobre el embargo de una manada de 750 carneros, comprados en la feria de Albacete, que el concejo de Hellín había hecho a unos carniceros murcianos (Codum X, págs.36,48-49). '71 En mayo de 1376 se registra la vecindad en Murcia del ganadero albacetense Diego de Las Mesas, dueño de una cabaña valorada en 50.000 maravedíes.
chinchillanas, que habría de prolongarse durante años173.En resumen, si hasta entonces Albacete había tenido que luchar por conseguir su exención, en adelante tendría que hacerlo por mantenerla. Y este enfrentamiento de intereses, pese a los lazos económicos, e incluso familiares, que existían entre muchos de sus respectivos habitantes, daría lugar a una larga enemistad entre las dos poblaciones vecinas. Derechos percibidos por el marqués en las ferias de Villena, Cliinchilla, Albacete y Almansa (1380)
n celemín por car
Sobre las ferias incidían la fiscalidad real, la señorial y la concejil. Apenas sabemos nada de los derechos recaudados por el monarca, aunque, en 1378, el tesorero real debía dar cuenta de lo recaudado en las ferias de Chinchilla e Albacete <
'73
A. Pretel Marín, Cbrncbilla nzediez~ul,págs. 112 y s.s.
"9, Valdeón, 2, pág. 114-1 15.
3.4.- Violencia cotidiana, conflictos sociales y antisemitismo. La fiscalidad señorial se encuentra en el origen de multitud de pequeños conflictos sociales, muchos de ellos cotidianos y de escasa trascendencia pero que denotan la alteración que producía la reforma en el tejido social del señorío. Y, junto a ella, conflictos puntuales de tipo anticlerical posiblemente ligados a la participación de algunos clérigos en los arrendamientos decimales- y de clase, muy localizados y puntuales. A falta de otra documentación, esta violencia cotidiana se refleja en las cuentas del sello del marqués, donde quedaron registrados los hechos delictivos para el cobro de las respectivas multas señoriales. El descontento contra el marqués se encauzó hacia sus representantes más directos: los administradores de su casa y los recaudadores de sus rentas, tomando matices antisemíticos por la alta implicación de los judíos en la hacienda señorial. Sin embargo, no llegaron a ocurrir los violentos alzamientos racistas de otras comarcas castellanas. Los registros del sello de los años 1375-1376 detallan algunos enfrentamientos entre vecinos, peleas en Iniesta, donde unos hombres «se quisieron firirn, ciertos agravios en Alarcón, y otros incidentes, todavía no muy abundantes. Los problemas comienzan a aumentar en los años siguientes, cambiando de orientación y presentando como protagonistas a judíos y clérigos, lo que no deja de ser significativo. A los judíos se les achacaba, y no sin razón, pues ellos eran los recaudadores y los encargados de traer y llevar el trigo que el marqués mandaba reunir, la especulación que causaba la miseria de las clases modestas. Aquel mismo año de 1375, el marqués hubo de investigar y castigar, con multas de dos mil maravedíes, la muerte de un judío en Hontanaya y la de otro en el término de Tobarra. La fiscalía del marqués, ofreciendo recompensas a quien denunciara delito^"^, sacaba provecho del más mínimo incidente, pero al mismo tiempo provocaba las iras de los vecinos, que cada vez se enfrentaban con mayor frecuencia a los merinos, encargados de los intereses señoriales en cada pueblo, y a los alcaldes y alguaciles de la justicia. Por otra parte, como el clero poseía privilegios y rentas que le proporcionaban trigo, se producía un efecto doble y contradictorio en sus relaciones con la población. Por una parte, gentes del pueblo se enfrentaban a los curas y a sus privilegios; y por 1 7 ~ En 1378, el fiscal del señor cobró una multa de un vecino de Jorquera ... npor que caso su llmger ante elanyo epor ql/edixo palabras desonestasa Pasrual García, merino.. AlL rnaravedír ... e di destos al que tize lu dixu L nzauavedfi. Finca M maravedísx. Este Pascua1 García de ~Mahora,merino del señor en Jorquera, aparece enfrentado con diversas personas en estos años, y es el representante de Jorquera al hacer la Hermandad de 1386.
otra, algunos vecinos, incluso casados, desafiaban la prohibición señorial y se abrían la corona, buscando acceder a la condición ~lericall'~.Este fenómeno debió de estar propiciado por la Iglesia conquense, ya que los diezmos de las propiedades de estos coronados, de sus hijos y de sus viudas, en tanto estuvieran sus haciendas sin dividir, pertenecían íntegramente a la Iglesia, sin participar en ellos el marqués ni las iglesias y beneficiados.''' O puede que, también, respondiera a una política señorial de fomento de la nupcialidad a la que apuntan otras medidas contemporáneas. En esos mismos años (1379), tras algunas vacilaciones, el señor acabaría por autorizar a todas las mujeres de su tierra a casar antes del año de su viudedad, perdonando las abundantes multas hasta entonces puestas por incumplimiento de la norma que lo impedía1''. Al hacerlo así adaptaba su señorío a las normas que ya antes, en 137 1, había adoptado la monarquía castellana para salvar el bache demográfico. En las cuentas fiscales del marqués de 1378, aparte de otros delitos menores y más cotidianos"', se habla ya de enfrentamientos en los pueblos. En Villarejo de Fuentes, unos vecinos insultaron a otros. En Alarcón, Alvar González mató a un sobrino suyo. En Garcimuñoz, Gil Martínez se atrevió a decir «palabras deshonestas» al teniente del alguacil. En ese mismo lugar varios vecinos mataron al clérigo Sancho Martínez. En la Aldea de Cubas (cerca de Jorquera) la tensión entre el abad y algunos vecinos se había hecho tan grande que requirió el establecimiento de una tregua; tregua que sin embargo fue doblemente quebrantada por el hijo de Pascua1 Domingo y Yague Pérez, quienes hirieron al abad1''. La inquietud se percibe también en el seno de la comunidad judía: Abraham Abensorda, de Chinchilla, fue multado <
"6
-
Entre otras multas de 1378, se registra una de 400 maravedíes impuesta a los hombres buenos del concejo fallanzos que no habían pasado contra dos omnnes que tenían corona.. En este mismo año y en el de Albacete <>. corona Pedro García 150 maravedíes. Dos hijos de Martín Sánchez Aserero y Pedro Martín, que tomaron corona 2000 siendo casados, 350 maravedíes. Juan Gómez de Montalvanejo .por que se az~iafechocorona estando ca.íad~>>, maravedíes. El hombre casado de Barchín que tomó corona 3000 maravedíes; etc. "' Estos diezmos de coronados se extraían del conjunto decimal antes de dividir las tercias. Pertenecían también al diezmo de coronados la producción decimal de las tierras sembradas con una extensión inferior a tres fanegas, los diezmos de las roturaciones nuevas, de las propiedades eclesiásticas y de los herbajes de Tierra de Alarcón (BN, Mss. 13124, fols. 21%-220) A la recuera y a la otra mujer de Buenache,y a otras más de La Nava y de otros lugares, un total de 3000. ~O~osísolto a t& lar nzugwer dszi tiwa que ra~aseiiianta d l anno sin pena ninguna,' 17' Entre ellos hay que destacar la multa impuesta a los vecinos de El Provencio porque ,
habla también de otra multa impuesta a los hombres buenos de El Peral .por pena que cayeron por que non lleuaron derechos que deuian a vn judío de A larcón». Las cuentas del fiscal Juan Martínez, de 1377 a 1379, continúan registrando un número ascendente de delitos, crecientemente cometidos por judíos, o contra ellos. A unos mozos de San Clemente se les impuso una multa por haber entrado de noche en casa de una judía. Ahachem Aventuriel de Chinchilla fue multado con mil maravedíes «por la carta que falsódel moro vecino de Elda)). El judío Isaías de Hellín fue condenado en otros mil maravedíes por haber herido al alguacil de Hellín, aunque, quizás comprendiendo sus motivos, el gobernador le perdonó una parte de la multa. El judío Jacob de Iniesta fue multado por decir «palabras deshonestas»; y también don Zag Abutar, por un delito desconocido. Peor suerte tuvo Yucaf Abenros, judío de Alarcón, que fue preso y sometido a tormento en La Roda, y encima hubo de pagar 500 maravedíes al marqués. Y peor aún los varios judíos anónimos que fueron asesinados por desconocidos en los términos de Iniesta, Tobarra y Chinchilla a lo largo de 1379. Delitos que, al fin, quedarían sin castigo en su mayor parte, pues el marqués terminaría perdonando las multas impuestas con carácter coleciivo, al no aparecer los culpables. Los arrendadores judíos del marqués, además de enfrentarse a las iras de sus convecinos, tenían que responder de sus compromisos con el señor, que, quizás presionado por los cristianos, se veía obligado a imponerles severas multas, aunque luego, en algunas ocasiones, terminara por perdonarlas. Entre las penas perdonadas en 1379 se habla de que a Haym Abolex, el marqués «enbiomandar que le vendiesen sus bienespor quinientosflorines que elauie caydo de pena por que le non pago al tienpo que auie.. . ...e despues soltogelos D. A don Culema Abravalla, por la misma razón, le perdonó 800 florines; más otros dos mil maravedíes en que había sido condenado «porque non fizo lezldr a Alarcón el pan de Las Rodas al tienpo que deuio». Y hay otras tantas multas a judíos de Garcimuñoz por no haber pagado a tiempo sus deudas con el señor1''. El rey, por su parte, que también utilizaba los servicios de estos judíos para sus recaudaciones, tampoco tenía con ellos mayores contemplaciones. En 1379, Samuel Abravalla estaba encarcelado por deudas con el monarca.ls2 IR'
ARV, Maestre Racional, 9602. Cuentas de la fiscalía del marqués. Ver, también, A. Pretel Marín. "Notas sobre judíos y conversos en la Baja Edad Media Albacetense". Bol. Cultl/ralAlLacete, junio 1992., pp. 3-22. ln2 J. Valdeón Baruque, Los judios de Castilla y la revol~/ción Tra~támara.Univ. de Valladolid, 1986, págs. 6 6 y s.s. Ofrece numerosas noticias sobre estos judíos, de los que asegura llegaron a alcanzar un verdadero monopolio del arrendamiento de rentas.
Tal vez, siquiera en parte, haya que relacionar el crecimiento de las actitudes antisemíticas con la absorción de rentas por parte del marqués y el protagonismo creciente de los judíos en los arrendamientos, que entraba en competencia con algunos negociantes cristianos que solían arrendar los derechos del rey, cada vez más mermados. En 1379, precisamente, varios vecinos de Chinchilla -Martín Sánchez Pinar'" y Blasco Pinar'", Juan Martínez del Castillo, Mateo Sánchez de Juan Máñez, Juan Gómez de Ayna, Juan Gómez de Agustín, Sancho Pérez de Ayna y el abogado y notario Pedro Pérez de Aynals5, que ostenta la representación de todos- habían formado una compañía para subarrendar el servicio y montazgo del reino de Murcia, exceptuando lo merchaniego de Chinchilla y Albacete y del río de Jorquera, que correspondía al marqués de Villenals6. Pero a partir de 1380 -el año del ordenamiento señorial de tributos y aranceles de almojarifazgo- serán muy pocos los miembros de este grupo que continúen en el mundo de los negocios. N o sólo eran los judíos los multados. Hay también en estos años numerosos «excomulgados»'s7de todas las clases sociales, desde el caballero Alfonso Ferrández Baylente188,cuya familia tenía capilla en el convento de Garcimuñoz, hasta gente relativamente humilde, que ni siquiera tenía bienes para pagar la multa; y judíos, que parece realizaban portes de trigo por cuenta propia y del marqués. Según las cuentas de la fiscalía de 1379, el señor perdonó seiscientos maravedíes a cada uno de los excomulgados de Chinchilla «qze eranJzun Muteo de Contre~dsl~~ e Garci'Murtinez de Morancbel e Diego Ferrández de Albambru, e don Mose Abrauallu e don Muyr Cortos». Además, hay numerosas multas impuestas a diferentes personas. Entre ellas, Juan Salat, un patricio de Villena'"', al que los alcaldes de la villa y el fiscal
"' En 1386 el marqués dirige varias cartas a Martí11Pinar, sólo o en compañía de don Jucef, judío de Hellín. Al parecer, seguía metido en negocios. lR4 Más adelante veremos a Blasco Pinar actuando como ejecutor del almojarifazgo en Chinchilla. '" Pedro Pérez de Ayila, que ya era notario por merced del marqués en 1375, actuará más tarde, en 1382, como en su pleito con Ferrand Oller, representante de Murcia (CodomXII, 124procurador del concejo de Chi~~chilla 125). Pudiera ser hermano de Sancho Pérez de Ayiia, que en 1386 actúa como procurador de una monja de Chinchilla y obtiene una carta del señor. "('Codonz XII. vác,s. 24-28. ln7 Libró Llorencio Martíilet de Cifuentes <>. Cierto vecino de El Castillo «porpena que cnyo del sennor nzarquej porque studo vn anno descot~z/~lgado,~ 600 mrs. De los que jtouieron? la casa de Pero Martínez de las Pedroñeras, porque Iiabían sido excomulgados trescientos maravedíes. 188 A este caballero,Iiijo de Juan Ferrández Baylente, cle Garcimuñoz, .> el señor le perdonó su pena de 600 maravedíes. Probablemente se trate del mismo <.don. Juan Mateo, de Chincliilla, que unos años después mató a otro vecino, y fue perdonado por el marqués en abril de 1386. Por entonces, parece que los disturbios no habían acabado. En el registro del sello de dicho año se mencionan también los dereclios pagados por siete hombres de Chinchilla ,-pwvnes (artes de tracte d e p a 7 ~ ~ . '" Juan Salat figura como testigo ya en la carta de procuración hecha en 1369 para que los representantes de Villena concurrieran a firmar la capitulación de Hellín. 1
"'
"
del marqués imponen diferentes sanciones, en parte perdonadas por el señor, entre 1377 y 1379. El antisemitismo crecía, desde luego, pero también las tensiones entre cristianos. En 1379 se habla de una multa de seiscientos maravedíes a los de la pelea que vuieron epor sentencia que dio contra ellos elgouernador» ; La Roda <
LA ZNCORPORACZON DEL MARQUESADO A LA CORONA EN 1395.
1.- EL EMBARGO DEL MARQUESADO A DON ALFONSO DE ARAGÓN.
Los años finales del siglo XIV fueron, para el marquesado, un tiempo de cambios profundos. La incorporación del señorío a la Corona originó procesos paralelos de promoción social, el exilio de familias muy identificadas con el marqués, cambios en la fiscalidad del territorio y una paulatina recuperación demográfica que se apoyó en el progreso agrario. Se descubría, así, un nuevo panorama en el que se establecieron, sobre bases distintas, los pilares de la historia del señorío para la centuria siguiente.
1.1.- El progresivo vasallaje de los concejos al rey. A comienzos de 1395, mientras el rey acompañaba personalmente a su tía, la reina de Navarra, hasta ponerla en la frontera, don Alfonso se retiró a su castillo de Ayora, dentro del reino de Valencia pero en la frontera de sus posesiones castellanas. Allí estaba el 15 de enero, cuando, tras oír a las partes, intervenía, a petición de Villena, ordenando a Chinchilla que deshiciera la dehesa que acababa de acotar, pues resultaba perjudicial para la comunidad de pastos existente entre los concejos del señorío1. Probablemente presentía ya que Enrique 111 había tomado una decisión contra él. Acaso desconfiaba, no sin motivo, de algunos de sus caballeros, que tal vez estuvieran ya secretamente del lado del monarca y no dudarían en capturarlo si recibieran tales instrucciones. Si tal cosa sospechaba el marqués, no andaba, desde luego, descaminado. El 20 de enero, Enrique 111 había dado poderes a Martín Ruiz de Alarcón, a mosén Enrique Cribe1 y a su sobrino, Ruy Méndez de Sotomayor, así como al doctor Pedro Sánchez del Castillo y el canciller Juan Martínez, que actuarían como coordinadores de la operación, para ocupar en su nombre el marquesado de Villena y sus fortalezas, prendiendo y embargando los bienes de cualquier autoridad civil o militar que quisiera impedirlo2.
'
J. M. Soler, La Relación... págs. 272-273. J u a n T o m F o n t ~ , ~ L a p r o b l e m á t i c a d e l ~ d e V i l l m1395n, m C m g m o ~ H i r a n - 1 ? & S ~ h V iE& l ~ , 1987,&.411.
Probablemente también se tanteara a algunos otros responsables militares del marquesado, como Arnau Sanz, alcaide y merino en Hellín, y a personas influyentes en cada concejo, como Jaime de Ayerbe, importante terrateniente de Almansa (solía representar al concejo en gestiones y actos solemnes) y protegido del marqués. Inmediatamente, el monarca puso en marcha su plan. Pretextando el incumplimiento de las sentencias que condenaban al marqués a devolver las 60.000 doblas que importaba la dote de doña Leonor y doña Juana, hizo poner en embargo las propiedades de don Alfonso y sus tierras en Castilla y sacarlas en almoneda para pagar la deuda. Él mismo, a través de quanto non fue fallado quien mas diese». A sus contadores, las compró <
'
Según un manuscrito de la Biblioteca Nacional (Mss 13124, f 182), para reducir el Marquesado a la Corona, Enrique 111 envió a Martín Ruiz de Alarcón y a Enrique Cribe1 (del que se dice, con evidente exageración, ser miembro de la casa real de Francia) y a Garcí Méndez de Sotomayor. A Ruiz de Alarcón, concretamente, se le encargó que «luego en punto, por las nzejores nzaneras e mas secretas quepudieredes, vos lancedes a Alarcon e fagades mucho en tomar el castillo e la villa para mí.. Todos serían recompensados por ello, como veremos. P. López de Ayala, Crónica de Enrique I I I , pág. 234. E. Mitre añade también a Alarcón e Iniesta la plaza
-+
podía arriesgarse demasiado y al fin no enviaría apoyo a ninguna de las partes, aunque. mantuvo contactos con ambas. Por lo que se refiere a los pueblos aún no rebeldes contra el marqués, hay que pensar que pasarían algún tiempo sumidos en la zozobra y el estupor. Los más próximos a la frontera valenciana, como Almansa y Villena, amenazados directamente desde Ayora y Biar, continuaron, de momento, obedeciendo a su señor. En cambio, Chinchilla, la plaza más fuerte y poblada en la zona central del Marquesado, no tardaría en sumarse al movimiento antiseñorial propiciado por el rey, buscando, al tiempo, sacar ventajas del cambio político. El 14 de marzo de 1395, los oficiales convocaban a la población para una reunión de concejo abierto, donde se daba lectura a las cartas del monarca y seguramente también a las de sus delegados. Acude «toda la rzayo~compaña de la dicha villa y de su término»5,que apoya muy mayoritariamente la iniciativa de Enrique 111, al que se reconoce por señor natural y rey, al tiempo que denuncia y extingue la relación vasallática respecto a don Alfonso de Aragón y sus nietos. Allí mismo, ante el notario y escribano público Aparicio Ximénez, se acuerda enviar a la corte al alcalde ordinario Sancho Ruiz del Covo, los regidores Gonzalo Ruiz de La Almarcha" Juan Mateo Cortés7, y a algunos vecinos distinguidos -Diego García de Otazo8, Alfonso Ruiz de La Alberca9 y Fernán Martínez de CarcelénLO-como procuradores para hacer homenaje al monarca, pedir privilegios y solicitar la promesa real de que la villa no volvería a ser apartada de los dominios de la corona; la confirmación de fueros y libertades que los vecinos gozaban en tiempos de los Manuel, y algunos otros favores que, por prudencia, no pondrían por escrito. Dichos procuradores, acompañados por algunos vecinos más (Gonzalo Máñez' l , Ferrand Sánchez de Lojas12)salieron inmediatamente hacia Alcalá de Henares13. de Jorquera (E. Mitre, <,,Murgetuna, vol. 3 0 (Murcia, 1969) pág. 60). Conocemos algunos nombres: Sancho Ferrández de Arenas, Pedro Ferrández de Belmonte, GarcíFerrández Tello, Gil López de Poveda, Juan García de Alcaiiiz, Alfonso Martínez de Carcelén, Alfonso Díaz de Mara, y el abogado y arrendador Sancho Pérez de Ayna. "escendiente, con toda probabilidad, de Juan Sánchez de La Almarcha. que . ya . era alcalde ordinario en Chinchilla en 1379. ' Tal vez se trate, en realidad, deJuan Mateode Contreras, uno de los chinchillanos excomulgados y multados por el marqués años atrás. ' Este Diego de Otazo fue, en 1386, la persona elegida por Chinchilla como uno de los dos primeros alcaldes que habrían de dirigir la Hermandad del Marquesado. "sce Alfonso Ruiz de La Alberca era uno de los abogados que con más frecuencia representaba al concejo. En 1383 ya era su procurador en el pleito con Murcia. En 1395 se encargar6 de gestionar los intereses chinchillanos en la corte y la chancillería. Como veremos, será ejecutado en 1397, en unión del notario Aparicio Ximénez, por oponerse a los planes del adelantado de Murcia, que deseaba imponer un corregidor. "' Probablemente, el Perrand Martínez que era alcalde de Cliinchilla en 1387. " Pudiera ser pariente del arrendador Mateo Sánchez de Juan Máñez. l2 Podría ser pariente de Juan Núñez de Lojas, arrendador de los diezmos y aduanas del Marquesado e111393. " El acta de la reunión lia sido publicada por A. Pretel, <
'
El domingo 2 1 de marzo, los representantes de Chinchilla, acompañados del escribano real Fernán Sánchez de Chinchilla, son recibidos por el rey en su palacio de Alcalá de Henares. Unavez relevados de su anterior juramento de fidelidad al marqués, hacen homenaje al monarca de tenerlo por «señor inmediato» y obedecer todas sus órdenes, y se comprometen a guardar para su servicio la villa y su término. A cambio, el 26 de marzo, Enrique 111 les prometió por escrito que no serían apartados de los dominios reales, «en tal manera que nanca seades dados ni enagenados a ningana persona de el mundo». El 29 de marzo, todavía desde Alcalá, el rey ordenaba a los oficiales de la Chancillería extender solemnes privilegios de confirmación de fueros y franquezas concedidas a los chinchillanos por los reyes anteriores y por la familia Manuel. Para entonces, otros pueblos del obispado de Cuenca y del norte del de Cartagena, alentados quizás por el ejemplo de Chinchilla, se habían sumado ya al movimiento y sacudido la autoridad del marqués. El 5 de abril, en Alcalá de Henares, los enviados de Alcalá del Júcar obtienen ya un privilegio real de confirmación de su franquezas y libertades, y una garantía de no ser apartados de la corona14. El mismo día, los de Belmonte consiguen que el monarca revalide su privilegio de villazgo y su derecho a usar el fuero de las leyes de Garcimuñoz, concretando, además, un matiz social: que los hidalgos pechen por los bienes adquiridos a villanos durante los últimos veinte años (es decir, que se cumpla una normativa impuesta ya por don Juan Manuel), ya que, por no haberse hecho así en tiempos del marqués, «viene e es venido muy ggrdd danno e despoblación a esta ~ i l L a » ' ~Los . resentimientos antiseñoriales, teñidos de las preocupaciones particulares de los villanos de cada localidad y de un matiz social a veces claramente contrario a los hidalgos, surgen mezclados con protestas de apoyo claro a la monarquía y con la general reivindicación del fuero de las leyes, o de Garcimuñoz, progresivas y favorables al tercer estado. Iniesta, Jorquera y otros concejos se alzaron también y obtuvieron del monarca la confirmación de sus privilegios y la promesa de ser mantenidos bajo dominio reallb. En un mes, o poco más, el señor había perdido los pueblos más importantes del obispado de Cuenca (Alarcón, Belmonte, Iniesta, Garcimuñoz, Puebla de La Almenara) y buena parte de los de Cartagena (Chinchilla, Jorquera, Alcalá). Es decir, lo había perdido todo, pues las pequeñas localidades, como Albacete, Hellín y Tobarra, si es que en éstas l4
l5 l6
AGS, RGS, 111, 2848, fol. 4 E.Ramírez, <
últimas no hubo igualmente alzamiento rápido, no hubieran podido resistir. Únicamente seguían fieles a don Alfonso, y por poco tiempo, las plazas fronterizas con Valencia: Villena, Sax y Almansa, donde, según el P. Mariana17, mantenía el marqués guarniciones aragonesas. Fuera así o no, parece claro que la fidelidad de estas poblaciones periféricas estaría más forzada, seguramente, por la presencia del propio marqués, que juntaba tropas en Ayora y Biar, al otro lado de la frontera. De todas formas, el marqués, traicionado seguramente por buena parte de sus caballeros, que no tardarían en reconocer la autoridad del rey y ser recompensados por él, tenía poco que hacer. Si hubo alguna resistencia por parte de algún alcaide o jefe militar, sería muy débil, aunque no cabe excluir algún episodio bélico de carácter limitado. El propio don Alfonso, que había concentrado en Biar tropas aragonesas «con publicación de que se quería ir u despidir del rey de Castilla, y que aquella cerimonia se habia de hacer dentro de sus reinos», no se atrevió, al fin, a pasar la frontera, por lo que su movilización, a decir de Zurita, «obrómás en la fama que en el efecto>>. Las tropas de Cribe1 y de Ruy Méndez de Sotomayor, que seguramente esperaban en Alcaraz y en las cercanías del Marquesado, no tuvieron siquiera, al parecer, gran necesidad de intervenir, por más que luego se diga que el rey cometió un atropello contra el marqués al hacerle "escalar, conbater e prender las ditus fortalezas". Viendo que el marqués no intentaba ya nada, Villena y Sax se alzaron, tal vez a fines de abril, y enviaron sus procuradores a hacer el pleito homenaje «segund que me lo auián fecho los de Chinchilla e los de las otras villas e logures del dicho Marquesado». El 4 de mayo, el mismo día en que confirmaba de nuevo sus privilegios a Chinchilla y Jorquera, ya ordenaba Enrique 111 a su recaudador del obispado de Cartagena que respetara los privilegios fiscales de «la mi villa de Villena». El día 8 , desde el monasterio Santa María de Pelayos, cerca de San Martín de Valdeiglesias, Enrique 111, que ya en cartas anteriores había prometido no enajenar dichas poblaciones, contestaba a Villena y Sax, reafirmando dicho compromiso y añadiendo para Sax, «que es enfrontera de Aragón, e que es muy malpobla&», la conservación de las mismas franquezas y libertades que gozaba Villena, pues los villanos temían que no les fueran respetadas en adelante. Villena había propuesto, además, que, a fin de solemnizar su toma de posesión del señorío y garantizar al propio tiempo a los pueblos su permanente vinculación a la corona, el rey tomara para "
Historia de España. Vol. 11. Madrid, 1848, p. 335 A, Precel Marín, <
sí y sus sucesores el título de Villena, como ya ostentaba los de Vizcaya y Lara18. La propuesta eraverdaderamente interesante por varios conceptos. Tenía, por una parte, una clara intención de limitar las atribuciones del rey a las de un señor, sometido al pacto feudal, y no a las de un monarca soberano y absoluto. Con ello, venía a retrotraer el problema del estado de Villena a los términos en que estuvo en los primeros tiempos de Enrique 11, tras la capitulación de Hellín. Incluso pudiera hablarse de un cierto «legitimismo», teniendo en cuenta que el monarca era descendiente de los Manuel. Sin embargo, existía aún el mismo obstáculo que entonces: había un marqués de Villena vivo, al que se había despojado de su tierra y propiedades pero no de su título. Hacerlo así hubiera sido ir demasiado lejos y pudiera, además, provocar a Aragón. Todo ello sin contar con que otras poblaciones, como Chinchilla, Alarcón o Garcimuñoz, no cederían fácilmente a Villena el honor de dar nombre al señorío, que equivaldría a reconocerla por capital del mismo. Por lo tanto, el rey contestó evasivamente a esta petición del concejo de Villena y la remitió a una inmediata reunión del Consejo Real, donde se adoptaría la decisión oportuna. Decisión que, evidentemente, quedó pospuesta, y al fin ni siquiera sería tomada en consideración. Al menos, de momento". En junio, con toda probabilidad, se produce el tardío alzamiento en favor del rey de la villa de Almansa, la última que obedecía ya al marqués en su antiguo señorío. Sus procuradores siguen al monarca en su rápido viaje hacia el norte y lo alcanzan en León, el 4 de julio. Allí le informan que la población ha tomado su voz y le piden confirmación de sus privilegios reales y señoriales, el juramento de que nunca serán apartados de la corona, y una serie de mercedes, que incluyen la aplicación a obras de interés municipal de las rentas señoriales de hornos, molinos y escribanía; así como un sustancial aumento del sueldo que se venía pagando a los caballeros y ballesteros de la nómina que había sido instituida por don Juan Manuel y mantenida desde entonces2'. Se aduce la existencia de moros, almogávares y malhechores, que hacen necesario el mantenimiento de esta fuerza, y la condición fronteriza de Almansa frente a Ayora, posesión valenciana del destituido marqués. Sin embargo, el rey, tal vez molesto por la tardanza de la villa en ejecutar sus órdenes, y menos necesitado ya de apoyo, cuando habían triunfado
'' C~iriosamente,Linos años después, en 1402, al jurar como heredera del trono, la infanta doña María -la misma que sería duquesa de Villena- dice liacerlo en calidad de futura *reina eseñora en estos reinos de Castilla e de k ó n e de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, deJaén, del Algarve, de Algeriras, e de los señoríos de Vizcaya e de Villena e de Molina. e en todos los otroJ señoríos que pertenecen a la corona de los reinos de Castilla e de León-. 20 Una petición similar habían hecho Villena y Sax, que conseguiríaii una carta de Enrique 111, que hace merced de los 20 de caballo (nómina); y de la villa cle Sax, que es privilegiada como Villena. U.M. Soler, La relación ..., pág. 302).
plenamente sus propósitos en todo el marquesado, no accedió fácilmente a estas peticiones. Confirmó los privilegios, pero contestó evasivamente al resto de las propuestas2'. De hecho, esta comarca quedaba plenamente sometida y bajo la vigilancia eficaz del doctor Pedro Sánchez del Castillo, su hombre de confianza. Enrique 111, que en los meses anteriores había seguido atentamente, desde Alcalá de Henares, Guadalajara y San Martín, el proceso de ocupación del Marquesado, se dirigió hacia el norte, donde esperaba terminar al fin con los últimos rebeldes poniendo sitio a Gijón. De camino, el 8 de julio, en Tordesillas, la chancillería reafirmaba las mercedes hechas en abril al concejo de Belmonte, que seguramente temía algún intento de Alarcón de recuperar su jurisdicción, ahora que el marqués no podía defender a la pequeña villaL2.El episodio de incorporación del Marquesado quedaba ya liquidado, al menos en sus aspectos militares y políticos, aunque todavía quedaban flecos jurídicos y diplomáticos que acomodar.
1.2.- Las gestiones a favor del marqués. Naturalmente, el marqués, una vez excluida la alternativa de defensa militar de su tierra, comenzó desesperadamente a mover todas sus influencias para evitar el despojo de que había sido objeto. Así recurrió de inmediato a sus parientes, el rey de Aragón y el Papa Luna, elegido poco antes, rogándoles que intercedieran por él ante Enrique 111. Él mismo redactó cartas en nombre del rey de Aragón y pidió a éste, a través de mosén Lluch de Bonastre, que las hiciera escribir por sí y se las mandara, para hacerlas llegar al de Castilla con un caballero y un doctor en leyes23.Ya el 28 de febrero de 1396, desde Perpiñán, el aragonés escribía a su sobrino castellano diciendo que había tenido conocimiento de la ejecución hecha a su «cayo cormano», don Alfonso, por las 60.000 doblas de la dote de doña Juana y doña Leonor. Ejecución que se estimaba injusta e ilegal, primeramente por cuanto las leyes de Castilla no permitían a ningún oficial " A. Pretel Marín, <,A l - h i t , vol. 6(1979)págs. 172-174. Transcripcióndeesre interesantedocumento,que contiene las reivindicaciones de Almansa y la respuesta del rey. '' E. Ramírez, *Privilegio exirniendo...>, pág. 359. En Gandía, el 27 de enero de 1396, .lo homill~otmiset serz/idm vostre. fnarquCs ck V i l h . se dirigía al aragonés diciendo que las cortes recientemente celebradas en Madrid habían reprochado a Enrique 111 su proceder al cperzdre e deswetur los & son linatge e grans &son regne epujur los honznes de buir starnent>> lo cual era más propio .del rey don Pedro sonpredécessur~,por lo cual -decía- le suplicaron que reconsiderara su decisión, teniendo en cuenta el gran deudo de sangre que él y sus nietos tenían con el padre y el abuelo del monarca, y los grandes servicios hechos a la monarquía. Añade que posee camas en su favor de los obispos de Cuenca y Murcia y de otros amigos y servidores suyos, y pide al aragonés que interceda por él para que se le devuelva su marquesado, autorizando el envío de una carta, que él mismo ha preparado, en que se pide justicia, o al menos un seguro para que él y su nieto puedan ir a la corte castellana ... «caryospw en &S p e a ma vostra yo cudrure mon nrarqtleJat,>.El mensaje, con otras instrucciones verbales, las llevaría al rey de Aragón, mosén Lluch de Bonastre (RAH, Col. Salazar y Castro, A-4, F" 198 v").
''
comprar para sí las cosas que hubieran de venderse judicialmente; y tanto más cuando el embargo se había hecho sin previa comunicación al interesado; y a título falso, por añadidura, pues sólo doña Leonor había reivindicado el embargo, y no doña Juana, que había llegado a un acuerdo con el marqués y no era partidaria -incluso había protestado- del dicho embargo, que perjudicaba más que a nadie a sus hijos, don Enrique y don Alfonso, nietos del marqués y herederos del señorío. Además, la prenda era desproporcionada, pues se había embargado un señorío que valía más de 400.000 doblas por una deuda de sólo 60.000, que podría ser pagada con sólo tres años de las rentas que produjera la tierra. Continuaba el rey de Aragón diciendo que embargar el Marquesado era faltar a la palabra empeñada por el propio Enrique 111, quien al subir al trono confirmó al marqués y a sus nietos las mercedes, no revocables, otorgadas por sus antecesores (Enrique 11y Juan 1), y a cambio recibió de él homenaje y juramento de fidelidad. Juramento que el marqués no había roto; y pese a ello, y pese a existir una carta de amistad y confederación, hecha en Illescas, por la que el maestre de Santiago, el arzobispo de Toledo y otros miembros del Consejo se habían comprometido a guardar la honra y estado del marqués, sin haber errado éste, cdefiziestes escalar conbater e prender las ditas fortalezas». Incluso parecía querer quitarle el título de marqués de Villena, cosa que -decía don Alfonso- era ir aún más lejos de lo que nunca fue el tirano Pedro 1 con las personas a las que declaró reos de traición y confiscó sus bienes. También había incumplido el monarca su anterior palabra al relevar de su juramento de fidelidad a los alcaides, cuando ambos habían acordado que dichos alcaides juraran fidelidad a los sucesores en el Marquesado, que fueron primero don Pedro, y muerto éste, sus hijos, Enrique y Alfonso. Y aun suponiendo que el embargo fuera justo por algún delito de don Alfonso, sería injusto privar de su herencia a sus nietos, que eran los verdaderos dueños del señorío, pues el marqués sólo se había reservado el usufructo vitalicio del mismo. En consecuencia, y teniendo en cuenta que el marqués se avenía a pagar a doña Leonor lo que fuera necesario, el monarca aragonés pedía que fuera restituido a don Alfonso el título y la tierra de que le habían privado, tanto por contemplación suya como por servicio a la justicia y por consideración de los grandes deudos de sangre y servicios que el marqués tenía con él y su casa. Se recuerda, en especial, que ayudó a Enrique 11 a conquistar su trono y entró en Castilla con gran compañía ccquando laguanyo ... et eldia que eldicho vuestro aguelo puso titol de rey dio a el titol de marques». Se dice también que fue preso en Nájera y estuvo preso cinco años, y por salir dio dos hijos en rehenes,
de los que uno murió, y otro (don Alfonso, conde de Ribagorza) estuvo preso 22 años lo que le motivó mucho gasto de dinero. Después murió su hijo D. Pedro en la campaña lusitana, «en las quales ditas dos batallas de Najara e de Portogal morieron assag grant nonbre de caualleros et escuderos suyos». E hizo otros muchos servicios leales a Enrique 11 y Juan 1. Tras exponer todas estas razones, el aragonés pide «tan cordialmente cor~zopodenzos»que el castellano le haga caso, y se ofrece por si algo quiere de su reino24.Para reforzar estas gestiones, enviaba al caballero mosén Juan de Vilarrasa (pariente, seguramente, de Francesc de Vilarrasa, que fue vasallo y amigo del marqués) con instrucciones secretas, y muy medidas, para hablar con el rey de Castilla y con prelados y señores influyentes de la corte, a los que debía entregar sus cartas y las del Papa2>. También era portador Juan de Vilarrasa de una serie de reclamaciones económicas del marqués a su antiguo tesorero, el arcediano de Moya, a quien se pedía cuentas de ciertos dineros que, según él, no le habían sido liquidados correctamente; y de varias cartas que don Alfonso y sus nietos enviaban humildemente, desde Gandía, a «nzisennorel rey de Castilla» y a sus consejero^'^. Humillándose, el de Villena pide al monarca que tenga presentes sus servicios a la dinastía y le devuelva el marquesado, «el qual ha seydo rnzly carumente conpradopor mi epor misfiios epor rnis nietos»;y en ello -dicehará justicia a él y a sus nietos que lo heredarán después de él. Se ofrece a cumplir la avenencia que hizo con doña Juana, como ya escribió al rey y al Consejo antes de la ocupación; y dice que está dispuesto a asignar todas las rentas del marquesado, excepto lo que montan las tenencias de los castillos, a doña Leonor, hasta que sea pagada las 30.000 doblas que le debe. Añade que el rey no debe tomar lo suyo y de sus nietos, que vale mucho más. Y, en todo caso, se ofrece a ir a la corte y solicita se le de carta de seguro para que él y su nieto Enrique comparezcan ante el soberano, el Consejo y la Audiencia, a mostrar su justicia. Al respecto, le envía un modelo de carta de seguro copiado de las dos 24
ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 20-22. 1396.- Traslado (en catalán) de la memoria de insrrucciones que lleva Juan de Vilarrasa al rey de Castilla: 1" Que cuando llegue a Almansa haga inscribir las bestias que lleva y diga a los oficiales de allí que va a ver al rey, con cartas del de Aragón y del Papa, sobre el asunto del Marqués. 2"1 Que vaya derecho ante el rey de Castilla y le diga unas palabras que se ponen por escrito. 3" Que vaya al maestre de Santiago y le de la carta del marqués y le diga que pida al rey que lea la carta del marqués en presencia de su consejo. 4" Que vaya al obispo de Avila y al de Albi que están allí, y les de la carta del marqués y la del Papa, y les diga cierras palabras que están escritas en la instrucciones. Si no estuvieran los obispos presentará la carta del papa al rey. 5" Que después de hacer todo esto, pida respuesta, y se vuelva en cuanto la tenga. b"/Si alguien le pregunta o pretende polemizar sobre el asunto del marqués, que no discuta, y que diga solamente que en la carta del rey de Argón va todo perfectamente explicado; y que avise de lo mismo a todos los que vayan con él. 7" Si alguien le dice que el rey devolverá el Marquesado al marqués o a SLI nieto si vienen a verle, que diga que el marqués no vendrá, ni pecmitirá Iiacerlo a don Enrique, si no es como tal marqués y con título de marqués (ARV, Maestre Racional, 9602, fols. 25-26). 26 Todas están fechadas en Gandía, a 6 de abril de 1396. ARV, Maestre Racional, 9602. fols. 22 y 23
''
cartas de seguro que el rey le dio cuando fue a verle a Illescas, dos años atrás; de manera que Enrique 111no tiene más que poner fecha y firma2'. A los del Consejo Real, llamándoles amigos, les pide que aconsejen al rey que haga justicia a sus nietos, les dice que les agradecerá lo que hagan por su causa, y se ofrece para lo que necesiten de él. Por su parte, los nietos, don Enrique y don Alfonso, llamándose primos del rey, insisten en su parentesco con él, tanto por parte paterna como materna, y hacen hincapié en su inocencia, puesto que a ellos nunca les fue puesta demanda alguna. Al tiempo, señalan que su madre, doña Juana, está en contra del embargo del señorío y apoya su postura y su derecho; y solicitan al monarca que recuerde la muerte de su padre, don Pedro, en Aljubarrota, y los servicios que había hecho a Juan 1. A los señores del Consejo les dirigen otra carta abundando en las peticiones de su abuelo. Ninguna de estas gestiones daría fruto. El tesorero dio algunas cuentas y muchas excusas, protestando de su honradez. El rey de Castilla no se dejó conmover y los caballeros de la corte no hicieron gran cosa en favor del marqués de Villena. Éste no perdió su título, pero sí sus posesiones y derechos en Castilla. En adelante, él y su nieto y heredero, don Enrique «de Villena», habrían de resignarse a vivir en el exilio2'. Sólo don Enrique, luego conocido como «el *' En ella se dice que a petición del rey de Aragón concede seguro a D . Alfonso y SLI nieto Enrique, y a quienes vengan con ellos, para que vengan a mostrar su justicia con la seguridad de no ser presos ni muertos ni embargados de SLIS bienes, etc. (ARV, Maestre Racional, 9602. fol. 24). " Aunque no interesa a nuestro propósito en este libro, conviene dar una pincelada sobre la vida posterior de don Alfonso y de su nieto, don Enrique. En abril de 1399, en la ceremonia de la coronación del rey Martín 1, el marqués d e Villena y su familia tuvieron un papel muy destacado. El y su hermano, el conde de Prades, con su hijo don Alfonso, conde de Denia, llevaron las vestiduras reales. El día anterior Villena= y don Alfonso, había tenido lugar una ceremonia solemne, en laque sus nietos, don Enrique <
Astrólogo» o «el Nigromante», y por una vía harto extraña, volvería a gobernar algunos de los pueblos que fueron de los Manuel -no de su abuelo, curiosamente- pero no ya como señor ni como marqués de Villena, aunque así se le conozca habitualmente en la Historia de la Literatura. Los caballeros aragoneses que le habían servido en su señorío castellano quedarían, probablemente, libres de sus compromisos. Algunos permanecerían en su servicio, pero otros buscarían nuevos rumbos. N o faltaría quien se distinguiera en el futuro en otras empresas29.
1.3.-Tensiones y conflictos (con el rey, e n t r e concejos y con los señores) En este ambiente de turbación que el marquesado vivió a raíz de la decisión real de despojar a su titular, fue normal que cada cual buscara sacar el máximo provecho a costa de los demás. Los grandes concejos intentaron restaurar las jurisdicciones perdidas por la segregación de antiguas aldeas, algunas comunidades aprovecharon para levantarse contra sus señores siguiendo el espíritu antiseñorial que se extendía por el arquesado; y la monarquía, en fin, inició su política de introducción de resentantes reales, originando todavía más confusión. En este sentido, analizaremos ahora tres procesos muy concretos: los intentos de Chinchilla por reincorporar a su jurisdicción la villa de Albacete, los levantamientos de Puebla de Almenara contra su señor Rodrigo de Cervera y la política de Enrique 111 de nombramientos de corregidores.
%
En plena euforia por el vasallaje de los chinchillanos a la monarquía, debieron pensar que no estaría demás culminar el buen éxito de la aventura con la recuperación de Albacete, antigua aldea que se había independizado mucho tiempo. Murió el 5 d e marzo d e 1412. Le sucedió en el ducado d e Gandía su Iiijo don Alfonso, conde de Denia y Ribagorza. Su I-iermano Juan, conde de Prades, recogió entonces, con el visto bueno de don Alfonso, el testigo de la candidatura familiar al trono aragonés; pero ningún caso se hizo de su pretensión. Proclamado ya Fernando 1 (el de Antequera) rey de Aragón, en 1412, el nuevo duque de Gandía, don Alfonso, besó la mano al,rey, en las cortes de Zaragoza, renunciando a todos sus derechos al trono, y le reconoció por soberano. El y su sobrino, Enrique de Villena, le sirvieron en adelante disciplinadamente, distinguiéndose, en 1413, en la toma cie Balaguer y otras posesiones del rebelde Concle de Urgel, que no había aceptado la sentencia d e Caspe. El 29 de noviembre, don Alfonso y don Enrique estuvieron presentes, con otros caballeros, cn el proceso y condena a prisión perpetua del conde d e Urgel. También asistieron a la coronaciGn en Zaragoza de Fernando 1, en febrero de 1414. El sábado anterior, 10 de febrero, el mismo don Alfonso tuvo el Iionor d e armar caballero al que iba a coronarse rey de Aragón. En julio, con ocasión de la visita del Papa Benedicto XIII al rey de Aragón, don Enrique de Villena fue uno de los caballeros que llevaron las varas del palio. 29 Vidal de Blanes,de parte del P a m intentó sin éxito evitürq~~e se diera la bcaüadel G m de M~uviedro,en 1412.Gonzalo Forcén h e p d o r de don Fadrique de hagón, candidato ai tmno, en el compmmiso de Caspe de 14 12 (J. Zurira,A&. .., XI-LXX y uwa>.
bajo la protección de don Alfonso y que últimamente venía conociendo un importante despegue demográfico y económico, gracias, sobre todo, a su feria. N o tardaron en poner manos a la obra: en el mes de mayo de 1395, el procurador chinchillano, Alfonso Ruiz de La Alberca, andaba atareado de Guadalajara y San Martín de Valdeiglesias a Alcalá de Henares, entre la corte del rey y la chancillería, negociando con insistencia una nueva redacción del privilegio real y que en él «se faga mención expresavzente de la dicha villa con sus aldeas e téminos». La razón de tal insistencia estaba clara, pues Albacete no tenía todavía término acotado (aunque sí señalado por el marqués) ni disponía de otros privilegios sobre su independencia que los concedidos por el noble recientemente caído en desgracia. Si el rey confirmaba ahora a Chinchilla la posesión de sus aldeas, podía entenderse que entre ellas se encontrara Albacete. Y si los chinchillanos actuaban con rapidez y amparados por la ley, podían presentar ahora como un gesto de fidelidad a la corona y de hostilidad hacia su antiguo señor, lo que no era sino un acto de fuerza en favor de sus propios intereses. El escribano de la chancillería, sospechando, tal vez, algún propósito oculto, o bien simplemente por displicencia burocrática, se resistía a dar al documento la redacción solicitada. Inicialmente, Alfonso Ruiz sólo consiguió una nueva confirmación de fueros y privilegios, de fecha 4 de mayo de 1395; y un privilegio rodado, de 1 1 del mismo mes, por el que, ambiguamente, el monarca garantizaba la permanencia en realengo de «la villa de Chinchilla y todo su término», sin especificar los límites de éste y sin hacer referencia a las aldeas ni a la tierra. Insatisfecho, volvió a San Martín, donde presentó sus quejas al rey, quien, sorprendido, sin duda, en su buena fe, envió a la chancillería, el día 18, un albalá ordenando incluir expresamente las aldeas y el término, pues «bien sabedes o debedes saber que, tomando yo para mi la dicha villa, que es la caveza, que esto mismo se entendió que tomava todas sus aldeas y términos, usi como miembros y accesorios de la dicha
villa»30. Aquel escrito era todo lo que necesitaba el chinchillano, pues su interpretación retorcida podía justificar un acto de fuerza para recuperar antiguas aldeas. Inmediatamente, el 20 de mayo, se sacó traslado del albalá real y se envió a Chinchilla. El concejo no tardaría en usarlo para sus fines. Muy pronto, los oficiales chinchillanos enviarían a Albacete una amenazadora carta prohibiendo a los vecinos de esta villa el uso de los pastos y otros aprovechamientos naturales de su término, que los albacetenses venían disfrutando bajo la protección del privilegio de don Alfonso de 30 A. Pretel, *La revuelta ... págs. 150-153.
Aragón. Sin duda se pretendía colapsar la economía albacetense, que vivía sobre todo de la ganadería y de las ferias y que dependía del territorio circundante. Era la primera fase del plan de reanexión. Al resistir los albacetenses, no tardaría en comenzar la segunda, mucho más drástica y contundente. Tras un verano lleno de tensiones y amenazas, el concejo de Chinchilla decidió actuar para obligar a los vecinos de Albacete a renunciar a su villazgo y aceptar la jurisdicción señorial chinchillana. Desde que comenzaron las amenazas, los albacetenses, que se sabían más débiles, habían buscado la protección del rey, enviando a Valladolid a sus representantes, Juan Álvarez de Pineda y Esteban Sánchez, que el 30 de septiembre obtuvieron la confirmación real del privilegio de villazgo y exención dado por el marqués en tiempos de Enrique 11, acompañada de una orden terminante a los de Chinchilla para que no siguieran impidiendo el uso del término, que los albacetenses podrían disfrutar en las mismas condiciones que lo hacían en tiempos del marqués « q z e solía s e m 3 ' . Pero dicha orden no llegó a tiempo. Hacia finales de septiembre, coincidiendo aproximadamente con el tiempo en que solían renovarse los oficios municipales en ambas poblaciones, el concejo de Chinchilla reunió a su fuerza armada a campana repicada y, con su pendón al frente, como si se tratara de una auténtica operación militar, ocupó Albacete, haciendo muchos daños y robos a sus vecinos. Éstos fueron obligados a viva fuerza a derribar su horca y su picota, símbolos de independencia jurisdiccional, y a jurar que se mantendrían sujetos a Chinchilla y nunca en el f~lturo intentarían otra nueva aventura( independentista. El violento atropello a las libertades de Albacete motivó un nuevo y apresurado viaje a Valladolid de otro grupo de enviados albacetenses, entre los que destacan Juan Martínez de Galianai', Ruy Sánchez del Covoii y Domingo Marco, que el 7 de octubre obtenían una fulminante sentencia real contra Chinchilla, condenada a desalojar Albacete y respetar en adelante su villazgoi4. Al tiempo, el rey ordenaba al obispo de Cartagena que absolviese
" "
Firman el rey, al Almirante y Perrus Legum doctor (Pedro Sáncliez del Castillo). Este Juan Martínez de Galiana, probablemenre un ganadero, figura, ya ciesde los primeros tiempos de gobierno del marqués, como uno de los principales vecinos de Albacere, de cuya independencia sería, sin duda, uno de los promotores. La primera noticia que tenemos de él es que hacia 1375-1376, en la época de la independencia de Albacere, pagó 6 0 0 maravedís, al igual que otros convecinos suyos Uuan Sáncliez del Vicario y su hermano R u y Sáncliez), no sabemos si como multa o como contribución. En enero de 1394 compareció en las junras de Villena represenrando al concejo de Albacete. Esre Ruy Sánchez sería, con toda probabilidad, unode los vecinos de Cliinchillaq~iese Iiabían bajado avivir a Albacete. Ya en 1384 era vecino de esta villa, y comparece en Hellín, como representanre suyo, como testigo en la firma de la ampliación de la hermandad a las villas del reino de Murcia. ' 9 Pretel, . <
"
a los albacetenses de cualquier juramento u homenaje prestado contra su voluntad. Su independencia era ya irreversible, aunque todavía daría lugar a numerosos incidentes. Bien pronto, el rey encargaría al doctor Pedro Sánchez del Castillo y al canciller Juan Martínez, sus representantes en el recién ocupado marquesado, que dieran entre ambas poblaciones una sentencia arbitral sobre términos. Esta quedaría, por el momento, sin cumplimiento efectivo, pues al parecer no hubo acuerdo siquiera sobre si la legua que habría de servir para medir el término a ambos lados del camino real habría de ser «de las mayores» o «de las menoresa que se usaban en la tierra. Continuaron, por tanto, durante otros veinte años, los «odios e escándalos e muertes de omnesn y las malas relaciones entre vecinos de las dos poblaciones; pero quedaba ya sentado un precedente que en el futuro, y después de otra sentencia arbitral, permitiría un deslinde en 141535. Sin duda, el conflicto más interesante es el producido en la Puebla de Almenara, donde los vecinos se levantaron contra su señor, Rodrigo de Cervera, en este momento crítico para el marquesado. Las causas del conflicto se remontan a la época del establecimiento de esta puebla por don Juan Manuel, cuando impuso como condición a los pobladores el pago de un diezmo señorial; la escasa organización del diezmo eclesiástico, por entonces, no permitió apreciar la fuerte carga impositiva que esto representaba, pero al compás de la normalización de las tercias decimales, la población soportó el pago de dos diezmos, el primigenio pagado a Rodrigo de Cervera como sucesor de don Juan Manuel en el señorío de la población, y el eclesiástico que se repartía entre la Iglesia de Cuenca y el marqués de Villena, a quién le habían sido donadas las tercias reales de todo el marquesado. Planteada así la cuestión, no podemos afirmar que hubiera ninguna acción opresora de los Cervera contra la población, ni imposición de nuevos tributos. Ahora bien, los vecinos aprovecharon el levantamiento propiciado por el monarca contra el marqués de Villena para intentar sacudirse, también, el otro yugo señorial. Así lo expresa Enrique 111 en una carta a Rodrigo de Cervera en marzo de 1395 al afirmar «que despues que yo nzandara que todas las villas e logares del marquesado tomasen mi voz y non obiesen por señor al dicho don Alfonso, marques que solia ser, que los vezinos y moradores del dicho lugar de La Puebla, vuestros vasallos, que se levantaron contra vos e que vos non obedecieron...». El levantamiento había sido propiciado por la actuación del propio monarca, quien en abril confirmó a la población su carta-puebla "
A. Precel, Chinchilla rnedieual. págs. 142 y 164 y s.s.
eximiéndoles del diezmo que en ella se había establecido y volviendo a confirmarlo todo en junio. El momento álgido de la protesta debió de llegar en los meses de verano de aquel año, coincidiendo con la percepción de los diezmos de cereal; en octubre, Rodrigo de Cervera acudía al rey y le manifestaba la magnitud del conflicto con toda claridad: «que los vuestros vasallos de la dicha Puebla vos avian estado y estan desobedientes y mal mandados e por dos vegadas vos avian querido matar...» por lo que pedía al monarca licencia para vender el señorío. El papel de la monarquía en la explicación global de esta protesta es fundamental, y el levantamiento campesino parece un intento de la población de escapar a ia doble jurisdicción señorial que soportaban, apoyados por Enrique 111 en los momentos más críticos de su política contra el marqués y abandonados posteriormente al otorgar, en octubre y diciembre de aquel año, la licencia de venta del señorío por Rodrigo de Cervera. El hecho de que en el siglo XVI se siguiera un pleito por el cobro del diezmo manuelino nos pone en la evidencia de que todo revirtió al orden establecido cuando a la monarquía no le interesó seguir apoyando estos movimientos c a m p e ~ i n o s . ~ ~ Liberados del dominio señorial, los pueblos del marquesado se sentían, sin embargo, inquietos ante el carácter autoritario de la monarquía, que pudiera perjudicar sus tradicionales usos y libertades. Tal vez por ello informaron al rey de que en esta tierra nunca se usó, en tiempos de los Manuel, adelantado, merino, corregidor ni otro oficial de justicia, sino sólo la justicia ordinaria; y sólo los hubo cuando don Alfonso, «marqzlés que solh ser», los puso «en desfazimiento e quebranta?niento»de sus privilegios. Por tanto, suplicaron que no los hubiera en adelante. El monarca contestó favorablemente desde Madrid, el 13 de noviembre de 1395, haciendo sólo excepción de las alcaldías de las alzadas del marquesado, que habían sido concedidas al doctor Pedro Sánchez del Castillo, su refrendario y oidor de su audiencia, y al canciller Juan Martínez, en cuyas manos quedaría la aplicación de justicia en grado de apelación y la resolución de los conflictos derivados del reciente proceso de incorporación del territorio a la corona3'. El rey, en su afán autoritario, no debía de estar dispuesto a consentir por mucho tiempo la interferencia en sus planes de los privilegios forales y las antiguas costumbres a que se aferraban los pueblos del Marquesado. Si bien en un principio cumplió bastante bien las promesas hechas como nuevo 36
"
LOSdocumelitos referidos a estos liechos en AHN, Nobleza, Osuna, 2048, n" 1-6. J.M. Soler, La relación..., págs. 274-276. Firman la carta real el almirante y cierto doctor Pedro Martínez.
señor, pronto decidió eliminarlas, en parte, y someter la comarca al control de los «Alcaldes Mayores» del Marquesado. Parece que hubo protestas y movimientos sediciosos ya desde muy temprano. Se conserva un fragmento del final de una carta real, dada en Sevilla a 22 de mayo de 1396, en el que Enrique 111 ordenaba ejecutar el cobro de ciertas penas que había impuesto a determinadas personas «pura que sed escarmiento, que otros no se atrevan u fublur e undur en tules movimientos e cosas syn mundudo de su rey e sennor. E vosotros ni el dichoJuan Alfonso non fugudes ende ul so pena de la nzi merced e de diez mill muruvedts pura la mi c d m u r ~ »Por ~ ~ .desgracia, el fragmento es demasiado pequeño y no nos permite saber en qué consistieron los delitos castigados. Sí deja entrever, en cambio, a quién ordena el rey poner en ejecución sus instrucciones, pues se menciona a cierto Juan Alfonso, que posiblemente fuera el hijo del antiguo adelantado Yáñez Fajardo. Unos meses después, el 30 de enero de 1397, éste sería recompensado por el rey con la donación de la villa murciana de Molina, «pura enmienda e remunerución de los muchos gustos e pérdidas que tuvo en su fuziendu el dicho ~ d e l u n t u d o > > . ~ ~ Quizás para imponer la autoridad ante el descontento existente en el marquesado, el rey pretendió poner corregidores, siquiera en las principales poblaciones, con capacidad para designar a los encargados de impartir la justicia. La medida podía ser mejor o peor recibida en los territorios de realengo, pero tenía que encontrar necesariamente el rechazo frontal de unos pueblos vinculados a él por un homenaje feudal, y a los que, además, acababa de prometer que no pondría corregidores, merinos ni adelantados. Es de pensar que muchos pueblos, carentes de toda posibilidad de resistencia, se someterían fácilmente. En cambio, otros, como Chinchilla, se negaron en redondo, en 1397, a cumplir las órdenes del Adelantado de Murcia, que demandaba los oficios de corregimiento y juzgado de la plaza. Lope Pérez Dávalos, hermano del adelantado, organizó desde Murcia una expedición, a la que fue sumando fuerzas en Hellín y en otros lugares del trayecto. Con ellas vino a Albacete y estableció su campamento. Después, ignoramos por qué medios, ocupó militarmente Chinchilla, aunque no pudo capturar a los cabecillas de la protesta, huidos para no tener que pactar un acatamiento tan contrario a sus libertades. Lope Pérez ofreció entonces el perdón real a los que volvieran, pero, cuando éstos lo hicieron, apresó a unos sesenta de los principales ciudadanos, hizo degollar a dos de ellos -el notario Aparicio Ximénez y el procurador o letrado Alfonso Ruiz de La Albercad0-y puso 38
J.M. Soler, Historia d e Villena, pág. 126. A. Franco Silva,, .,,G&, n" 7, pág. 5 1. 40 Precisamente, dos de los vecinos que más se habían distinguido dos años antes en favor de la causa real, durance el alzamiento de Chinchilla contra el marqués (A. Pretel, , <,,pág. 138). '3
unas horcas en la plaza diciendo que ajusticiaría al resto. Allí terminó toda posible oposición. La autoridad real no sería ya discutida en adelante. El control de las aduanas por parte de los oficiales de la Corona pudo tener un efecto restrictivo sobre el contrabando, del que en buena medida se alimentaba el comercio regional. También, las leyes antiusurarias de la monarquía, aplicadas con mano excesivamente dura por el maestresala real, Juan Ximénez Barba, al que Enrique 111 había concedido el importe de las multas cobradas por tal concepto, pudieron frenar las actividades especulativas que hubieran contribuido decisivamente a la acumulación de capitales. Pero los prestamista locales, comerciantes al mismo tiempo de ganado y paños, se adaptaron, no sin dificultades, a los nuevos tiempos y supieron encubrir sus actividades con el pretexto de realizar sus ventas a largo plazo de vencimiento en los pagos, lo que justificaba el aumento exorbitado de los precios. U n proceder que bordeaba la ley y tal vez pudiera ser considerado poco lícito desde el punto de vista moral, pero evitaba caer en el terreno de la ilegalidad. Así lo reconocería el propio monarca, en 1398, al resolver favorablemente la apelación de ciertos vecinos de Chinchilla y Albacete que habían sido condenados al pago de una sanción de 600 florines41. Sin embargo, en conjunto, los privilegios mercantiles de los pueblos del estado de Villena parecen haber sido bastante respetados de manera que no parece haber existido un gran perjuicio. En todo caso, de haberlo, habría sido compensado con la mejora de las relaciones con las ciudades castellanas y ello habría animado a los mercaderes locales a buscar nuevos mercados para sus ganados, lanas y productos textiles, en el interior de Castilla. De 1398 conservamos una sentencia, dada en Arcos de la Frontera, que reconocía la exención de derechos de almojarifazgo de Gil Sánchez, vecino de Chinchilla, comerciante de paños, a tenor del antiguo privilegio del siglo XIII que liberaba a los naturales de esta villa de pagar tales derechos en cualquier lugar del reino excepto Toledo, Sevilla y Murcia". Por lo que respeta al comercio interior, algo dañado en los últimos tiempos por razones políticas, pronto comenzaría a normalizarse, mediante acuerdos como el establecido, en 1399, entre los concejos de Hellín y Chinchilla, distanciados hasta poco antes a raíz de la pretensión de Hellín de cobrar los gastos y sueldos de las gentes de armas que Lope Pérez Dávalos había sacado de allí para obligar a
"
J.M. Soler, <.Aportación documental ...s pp. 227-228. Señalemos que por esros mismos años hay en Murcia numerosos procesos judiciales entablados contra comerciantes, casi siempre judíos, por deliros e idéntica naruraleza (J. Torres Fontes, los judíos murcianos a Fines del s. XIV y comienzos del XVn. Mis~~elánea !Medieval hli/li-iana, VI11 (Murcia, 198 1) pág. 69). 4L Transcrita en A. Pretel, Chinchilla r~zedieval.págs. 518-519.
los chinchillanos a aceptar un corregidor. En el convenio, además de la renuncia a aquellas pretensiones de indemnización económica, se establecía la total comunidad de aprovechamiento de pastos y aguas en los respectivos términos, sin más excepción que las dehesas acotadas por ambas partes, los cultivos y las zonas acequiadas; y la más absoluta libertad para la circulación y venta de ganados y mercancías de vecinos de las dos poblaciones, que quedaban exentos de pagar en la otra cualquier derecho de almotacenía o ~ ~ . acuerdos de este tipo, y con la intensificación del tributos c ~ n c e j i l e sCon tráfico fronterizo experimentada a comienzos del siglo XV con la rebaja de aranceles y la supresión de la "quema", pronto veremos en las principales villas del que fuera marquesado de Villena un inusitado florecimiento del comercio, al amparo de los tradicionales privilegios de algunos pueblos, fácilmente susceptibles de ser utilizados para el contrabando. Lo indica, también, la presencia de algunos genoveses", que a veces se avecindarían en los pueblos del estado de Villena, aunque realmente no vivieran allí, buscando el acceso a sus inmunidades fiscales.
Y otro tanto pudiera decirse de las actividades agrícolas, que manifiestan al terminar el siglo XIV un evidente renacimiento, patente en la aparición de algunos caseríos rurales y la multiplicación de dehesas de boyalaje no sólo alrededor de las villas importantes sino también en las aldeas, así como en el proceso de roturación que contemplarán las primeras décadas de la centuria siguiente. Esa realidad, estudiada sólo en el término de Chinchilla, parece ser extrapolable en buena medida al conjunto del territorio4'. Parece evidente una revalorización de la tierra y un importante aumento de la producción agropecuaria, que a su vez movería, como hemos visto, el comercio de lanas, paños y ganados.
2. LAS RECOMPENSAS: LOS PROCESOS DE MOVILIDAD
SOCIAL AL AMPARO DE LA MONARQUÍA. Tras el éxito del embargo del marquesado, llegó el momento de las compensaciones a quienes mostraron su fidelidad al monarca. La lucha política era, también, un enfrentamiento entre linajes y familias; y los vínculos de parentesco fueron esenciales para definir las fidelidades de unos y otros. No es extraño, por ello, que tres de los protagonistas principales del 4'
AHPA, Libro de copia de privilegios de Chinchilla, fols 4346. M. LI. Martínez Carrillo, Revolrdi-ión14rbuniry ar~twi&nzonaYquica m Murcia durante b Bdja EEd?dM& (13951420) .Univ. Murcia, 1982. pág. 278. '' M. Rodríguez Llopis, <.Expansiónagraria...n p.163 y SS.Y A. Pretel Marín, Chinrhillcl nzedieval., págs. 157 y s.s. 44
embargo fueran parientes: Martín Ruiz de Alarcón era nieto de Francisca Fernández de Villodre; mosén Enrique Cribe1 tenía por esposa a Elvira Sánchez Villodre; y Garcí Méndez de Sotomayor era su sobrino, hijo de Catalina Sánchez Villodre. Este linaje parecía estructurar todo el sistema de parentescos y sirvió, también, para incorporar en este grupo de promonárquicos a los Manuel que todavía mantenían intereses en el territorio. También fue la hora de la lucha por la supervivencia para los nobles fieles a don Alfonso; unos hubieron de exiliarse a Aragón; otros lograron permanecer en el marquesado, gracias a las alianzas matrimoniales que habían establecido con linajes locales ahora en alza, como les ocurrió a los Calatayud y los Ayerbe. El cambio social que se produjo en el señorío en estos últimos años del siglo XIV fue total, y de él surgieron los nuevos linajes que gobernarán el territorio en las centurias siguientes.
2.1.- La promoción de los linajes promonárquicos. Sin duda, el linaje más favorecido por la nueva situación política fue el de los Ruiz de Alarcón. Apartados del gobierno señorial desde la época de los Manuel, se habían fortalecido progresivamente gracias a su presencia en el concejo de Alarcón, obteniendo grandes propiedades en la zona norte del marquesado a la espera de poder convertirlas en señoríos jurisdiccionales, como hemos tenido oportunidad de relatar en capítulos anteriores. Liberados del marqués, comenzó el ascenso político de las dos principales ramas familiares: la que encabezaba el primogénito Martín Ruiz y la de su hermano Garcí Ruiz de Alarcón, que en 1395 recibió el término de Villanueva, próximo a Buenache, y había obtenido también el señorío de esta última población en una fecha no conocida. En 1395, Martín Ruiz de Alarcón fue nombrado «guarda de la villa de Alarcón, con su tierra e con Iniesta, por que las gentes de los dichos logares vivan en paz e en justicia*; y, lo que es más importante; el monarca le concedió la jurisdicción señorial sobre sus propiedades. Aquel mismo año, aseguraba ante el rey que la jurisdicción señorial sobre Talayuelas, Valverde y Veguilla de las Truchas le había sido arrebatada por el marqués contra sus privilegios, y Enrique 111, con la euforia de la recuperación del marquesado, le confirmaba «...todos los privilegios e gracias e mercedes e frdnquezas e libertades e donaciones e conpras que vos avedes e tenedes en qualqzliera manera que sean fechas a Martz'n Ruiz, vuestro abuelo, e a Ferrant Ruiz, vuestro padre, e a vos... sobre razon de los Lugares de Talayuelas e Valuerde e Veguilla de las Trachas ... epor quanto me dexiestes en como los dichos vuestros abuelo e padre usaron sienpre por suya de la
justicia ciuil e criminal de los dichos logares, e que el marques de Villena al tienpo que era señor del marquesado que vos ponia enbargo en la dicha justicia, por ende, si menester es aora de nueuo vosfago merced e donalion por juro de heredadpara sienpre jamas de los lugares con toda la justicia alta e baxa, ceuil e criminal, mero e mixto imperio e señorío.. .. con todos los pobladores e moradores que agora hi moran O moraren de aqui adelante...>> , autorizándole a poner alcaldes, jueces, merinos y escribano en ellos y exceptuando las regalías típicas.46En ningún momento se puso en duda la veracidad de las críticas contra el marqués ni el hecho de que alguno de estos lugares -Veguilla de las Truchas- nunca habían pertenecido al marquesado y, por ello, don Alfonso no habría podido impedir el ejercicio de la supuesta jurisdicción señorial sobre él. Además, el momento político no dejaba lugar a cuestionamientos de ningún tipo; el ascenso político de la familia era imparable y, en 1398, Martín Ruiz era nombrado merino de Iniesta y conseguía del concejo de Alarcón la donación de los hornos de la villa <
Sin embargo, en 1392, en un momento político más confuso, se había hecho confirmar por el rey la posesión de estos lugares sin quejarse de estos supuestos agravios del marqués y sin afirmar que sus antepasados ejercieran jurisdicción sobre ellos (A. Suárez de Alarcón, a.c., págs. 64-68) A. Suárez de Alarcón, a.c. págs. 68-69 y M. Lasso de la Vega, El ~eñol-fa de Valverde., doc. X . J.M. Fernández de Cañete, o.c., págs. 26-29. Ver capítulo 111, nota 100. El documento de donación ha sido publicado por F. Layna, Hirtoria de la villa de Cquenter, Guadalajara,
''
"
Genealogía d e los Ruiz d e Alarcón durante el sielo XIV
V
MARTÍN RUIZ E A L A R C ~ N C~ballerod e A rcón (1 294)
FERNÁN RUIZ DE ALARCÓN Caballero de Alarcón (1 285) casado ci~iiMaría Fernández, propiet.iria de Talnyuelas
FERRÁN MART~NEZ Caballero de Alarcón (1 325) (Propietario e Valvenle y Talaiuelas)
M A R T ~ NRUIZ DE ALARCÓN Caballero de Alarcón Funda capilla familiar en San Juan de Aldrcón) casa o con
1
1". Franciscd Ferná dez dc Villodre As
1
FERNÁN RUlZ DE ALARCON Caballero de Al.ircóii (1375-1388)
l
..
.
.
-
.
.-
3". Constanr.~Díaz
2'. Trrrsa Sáiichez Casrilblanque
JUAN RUIZ DE ALARCÓN Cab.illero de Alarcón (1378-1395) 1
MARTÍN RUIZ DE A L A R C ~ N Caballero de Alarcón (1388-1 423) Alcaide de Alarcón (1395) casado con María Carrillo Señor de Valverde. Talayuelas -.
-de
1
GARCÍ RUIZ Seiior de Vil1anul.v.i y Buenache casado con María Peralta
I
PEDRO RUIZ
I
ALVAR RUIZ
-
y Veguil1.1 de las Truchas (1395)
Ante versiones tan contradictorias, debemos de entender que el acceso del linaje al poder señorial se realizó con el apoyo de la Corona durante el reinado de Enrique 111, siendo, así, uno de tantos linajes castellanos que pasaron de terratenientes a señores bajo la nueva dinastía Trastámara, al margen de cuales fueran los medios que utilizaron para justificar su nueva situación social. Sin embargo, este primer paso en el escalafón señorial no fue excesivo: Valverde, Talayuelas y Veguillas eran pequeños señoríos y, alguno de ellos, casi despoblado, como parece desprenderse de la licencia concedida a Martín Ruiz por el rey, en 1400, para excusar a veinte vecinos «de las personas naturales de los mis regnos, que agora viven en e l regno de Aragon e vinieren a morar al dicho su lugar» de Talayuelas favoreciendo así su r e p ~ b l a c i ó nSu .~~ importancia residía en los ricos pastizales que sustentaban la numerosa cabaña ganadera que fue la principal fuente de ingresos de la hacienda familiar durante estos años en los que los derechos jurisdiccionales se 1979, págs. 291-293. La noticia de esta compra es sólo una escueta nota sin más datos en las crónicas sobre la familia. "' El privilegio fue confirmado en 1402 y 1408 (A. Suárez de Alarcón, o.[-.. págs. 70-72).
encontraban mermados por la escasa población existente. El fulgurante ascenso de Martín Ruiz de Alarcón tiene, sin embargo, otras causas, que explican, también, su relación con el monarca. Su matrimonio con María Alonso Carrillo le entroncó con los linajes más importantes del territorio conquense: los Albornoz y los Carrillo, que habían sido elevados a los cargos principales de la corte en la generación anterior bajo la dirección del cardenal don Gil y sus sobrinos. Sus vínculos familiares con Constanza Manuel (la de Montealegre), Juan de Albornoz, y María y Constanza de Castilla, primas de Juan 1, le procuraron el favor real y le acercaron a quienes ostentaban el dominio sobre el resto de los señoríos de la sierra conquense: Utiel, Moya, Beteta, Palomares, etc. Esta sólida alianza familiar entre los Carrillo de Albornoz y los Alarcón será renovada periódicamente y permitirá a ambos linajes mantener su dominio sobre la serranía conquense frente a terceros a lo largo del siglo XV. De igual modo que los Alarcón, otras familias supieron aprovechar los años críticos del reinado de Enrique 111 y el embargo del marquesado a don Alfonso de Aragón para promocionarse y conseguir el estado de señores. Entre ellas se encuentra el doctor Pedro Sánchez del Castillo, nombrado alcalde mayor de las alzadas del marquesado y que, como tal, dio sentencia en el pleito sobre términos que se desarrolló entre Chinchilla y Albacete por estas fechas. Nunca perdió por completo la relación con su tierra natal, sería nombrado más tarde (1399-1400) corregidor en Murcia y seguiría siendo uno de los puntales de la política autoritaria de la monarquía, en cuyo servicio habría de jugar un importante papel antes de la enfermedad del rey, durante la misma y después de su muerte, bajo la regencia de Fernando de Antequera, al que al fin acabaría por enfrentarse5'. Los orígenes de los Sánchez del Castillo son inciertos, documentándose cuando aún era bachiller al servicio del marqués don Alfonso en 1379 y al servicio del rey durante la década de 1390 al producirse el embargo del marquesado. Pertenecía a la familia de los Peralta y, en ocasiones, se le cita como doctor Pedro Sánchez de Peralta; procedía del Castillo de
"
El 6 de marzo de 1405, desde Segovia, el doctor Pedro Sánchez, oidor del rey y su contador mayor, escribía a Garcimuñoz notificando que la reina había tenido un hijo (AMM, Actas cap. 1405, sesión de 2-1-1406). En las Adiciones a la Crónica de Enrique 111 (págs. 260-261) se cita al doctor Pedro Sáncliez como procurador -así se dice- del Castillo de Garcimuñoz, entre las personas que, en 1406, durante las cortes de Toledo colaboraban con Fernando de Antequera en la tarea de convencer a la ciudades de la necesidad de financiar un gran ejército contra Granada. También estuvieron comprometiclos en la empresa el doctor Periáñez y el canciller Juan Martínez, depositario este último del testamento de Enrique 111, que m~irióen aquellos días. En 1408, Fernando de Antequera desterraría de la corte a Pedro Sánchez, acusindole de meter cizaña entre él y la reina Catalina de Lancaster. Sin embargo, no tardaría en ser readmitido en la corte y en el Consejo Real (J. Torres Fontes, <
Garcimuñoz, de donde pudo recoger su otra nominación. Casado con Mari Sánchez del Castillo, existe también la posibilidad de que este apellido se incorporara al linaje a través de ésta, ya que el primogénito heredará el apellido Peralta mientras su hija María se apellidó Sánchez del Castillo. Además, esta hija casaría con Alonso Sánchez de Calatayud, que heredó el señorío del Provencio de su padre mosén Luis de Calatayud, gobernador del marquesado en tiempos de don Alfonso, quién encontró en esta alianza la única posibilidad de perpetuar su linaje en este pequeño señorío. Embargado el marquesado a don Alfonso de Aragón, el doctor Pedro Sánchez desarrolló una hábil estrategia política y matrimonial para reconducir hacia su familia algunos de los pequeños señoríos que los vasallos aragoneses del exiliado marqués comenzaban a abandonar. En 1396, Enrique 111le reconocía el señorío de Puebla de Almenara con todos sus derechos, que había comprado el año anterior de Rodrigo de Cervera y sobre el cual <
'* ''
El privilegio real lleva fecha de 20 de octubre de 1396,desde Madrid, y fue confirmado el 24 de noviembre del mismo año, realizándose la toma de posesión el 29 de este mes (AHN, Nobleza, Osuna, leg. 2048, núms. 7 y 8). AHN, Nobleza, Osuna, leg 2048, n"5. I4 Los días 4 y 9 de octubre de 1395,desde Valladolid. El albalá será confirmado por privilegio en Madrid, el 6 de diciembre de 1395 (AHN, Nobleza, Osuna, leg 2048, n05 y 6 ) 'I AHN, Nobleza, Osuna, leg 2048, n" 5.
Rodrigo, puso un pleito alegando sus derechos como heredero, que se dilató aún varios años, lo que no fue obstáculo para que Pedro Sánchez, que contaba con el claro apoyo de la monarquía castellana y que pronto recibió, además, la renuncia a todo derecho que la corona pudiera tener sobre aquel pueblo56,tomara posesión del mismo.57 Puebla de Almenara era, por entonces, un pequeño pero rentable señorío, debido a las condiciones impuestas por don Juan Manuel a sus pobladores. Todos ellos estaban obligados a pagar al señor un diezmo de su producción agraria anual, al margen del diezmo eclesiástico, lo que les hacía soportar una pesada fiscalidad pero resultaba muy beneficioso para los sucesivos señores. De hecho, cuando, en 1395, Rodrigo Cervera solicitó licencia real para vender el señorío, quiso que se especificara claramente que lo vendería «con el diezmo», y éste fue una de las causas de las protestas señoriales, que ya analizamos, ocurridas en la población durante aquellos años, en un intento de suprimirlo. Ello explica su alto valor de venta y el convenio realizado entre el doctor Pedro Sánchez y Jaime de Cervera por el que éste aceptaba otra cantidad añadida para concluir sus demandas sobre el señorío, a cambio de ceder todos sus derechos, propiedades, bodegas, aparejos de vendimia y cosechas de aquel año, lo que evidencia la existencia de una próspera hacienda vinícola señorial a partir del diezmo percibid^.^' El señorío fue vinculado como mayorazgo por Pedro Sánchez Peralta y su mujer en 1407.59El patrimonio familiar continuó en aumento durante las décadas siguientes, aunque la familia se alejó paulatinamente del marquesado para residir en tierras segovianas. El otro gran partícipe en el embargo del marquesado había sido mosén Enrique Cribel, un aventurero francés de origen poco conocido, que había ganado influencia en Alcaraz, en Alarcón y en la ciudad de Murcia gracias a su matrimonio con Elvira Sánchez de Villodre, hija y heredera del viejo caballero petrista Garcí Ferrández de Villodre y de Inés de Villena (hija a su vez esta 16 1396-X-20, Madrid.- Albalá de Enrique 111 a su oidor y refrendario Pero Sánchez del Castillo. por servicios hechos a Juan 1 y a él, le hace donación de todo derecho que pertenezca a la corona en La Puebla de La Almenara, lugar por el cual tiene pleito con Jaime de Cervera, <
última de Ferrand Sánchez Manuel y nieta de Sancho Manuel). Su fidelidad al rey, demostrada en la ocupación del Marquesado, le valió el apoyo firme de la Corona, lo que le permitiría dar el salto del estatus de gran propietario y señor de Pinilla al de guarda de Al~araz,~' con capacidad para nombrar alcaides y corregidores, lo que de hecho venía a convertirlo casi en señor de la villa. Siendo, como era, un personaje extranjero, nos interesa más por su alianza con los Villodre, caballeros de Alcaraz y Alarcón, a través de los cuales estaba emparentado con los Ruiz de Alarcón, los Rodríguez de Avilés y otros linajes de Alarcón colaboradores con la monarquía. Los herederos de Garcí Ferrández de Villodre poseyeron grandes propiedades en Cuenca, Alcaraz y Alarcón; de las que una parte correspondía a la esposa de Cribel ", quien ampliaría su herencia por compraventas y oscuras acciones en los años de su apogeo político. En Alcaraz, concretamente, se valió de su omnímodo poder para conseguir sentencias irregulares contra los intereses de sus sobrinos, los huérfanos Méndez de Sotomayor, que habían estado primero bajo tutela de Elvira y muy pronto (para guardar las apariencias) bajo la de un paniaguado de su marido. Al final, mediante interposición de hombres de paja, presumible falsificación de cartas de pago y turbios manejos en fingidas almonedas de bienes, los Cribel acabarían quedándose con la mayor parte de la herencia. Por esos años aún ampliaron su fortuna con otras propiedades rústicas y urbanas sospechosamente adquiridas a viudas o a mujeres de personas que aparecen vinculadas a mosén Enrique6*. Otros caballeros de Alarcón fueron recompensados, entre ellos Rodrigo Rodríguez de Avilés, que será señor de Santiago de la Torre por donación que le hará el concejo en 1404, en agradecimiento por los servicios prestados en la reincorporación del marquesado a la Corona.63 Sin embargo, el destino de los Rodríguez de Avilés fue algo más adverso, al sufrir una grave crisis financiera a partir de 1407, cuando fue hecho cautivo el cabeza de familia ") En 1397 ya desempeñaba el corregimiento de Alcaraz el bachiller en leyes Alfonso Pérez, nombrado por Cribel (A. Pretel Marín, Una ciudad castellana.... pág. 46-50 y 63). En Cuenca poseían Abengoza, Olmedilla y castillo de Albarahanes. Y en tierra de Alarcón mantuvieron ciertos derechos de herencia sobre Santiago el Quebrado por un parentesco, que desconocemos, con los Rodríguez de Avilés. En 1426, Juan de Villodre, caballero de Alarcón, con abundantes fincas en La Alberca, pronunciaba una sentencia arbitraria reconociendo estos derechos a Elvira Sánchez y sus sobrinos. RAH, Salazar y Castro, D-3 1, fol. 168) En Alcaraz, los herederos poseían, entre otras, la casa y heredad de Cardos, casas y tierras en Lezuza, molinares y labores junto al río Guadalmena, una gran caballería con su vivienda en la sierra, y diversas viñas y labores de cereal en otros lugares del término y en las cercanías de la villa, así como, posiblemente, la aldea de Pinilla (con unas riquísimas salinas) de la que Cribel se titulaba señor, y una buena parte de la aldea fortificada llamada El Pozuelo de Doña Mayor, que se decía había comprado Inés de Villena siendo ya viuda. También, algunas casas en Alcaraz y en su alcázar. Todos estos bienes,, después de sospechosas operaciones, irán a parar a manos de doña Elvira y su esposo. (A. Pretel Marín, Una ciudzdcastellana....,págs. 46-50 y 209-21 1 63 El concejo de Alarcón se lo concedió el 1 3 de noviembre de 1404 «ron todos lospeshos, derechos e tribz/tos. más la justicia, junto con el despoblado de Martín Ovieco (ARCHGranada, 5 12-2431- 1).
"
"
por los moros granadinos. El acontecimiento ocurrió en la toma de Húrcal y el pago del alto rescate -en torno a las dos mil quinientas doblas de oro- les endeudó durante más de dos décadas,64hasta el punto de obligarles a vender su pequeño señorío familiar en 1428. Santiago de la Torre fue adquirido por los vecinos señores de Santa María del Campo, y su pérdida quedó grabada emocionalmente en la memoria familiar durante siglos, hasta ser recuperado por uno de los descendientes en el siglo XVII.65 Otra familia que resultaría beneficiada de la desaparición del poder señorial del marqués de Villena sería la de los Albornoz y Constanza Manuel, la hija de Sancho Manuel, el bastardo de don Juan, que no había conseguido recuperar sus lugares de Montealegre y Carcelén, retenidos como aldeas por los concejos de Chinchilla y Jorquera desde la guerra civil. Aunque todavía pasaron unos años, antes de acabar el siglo se había cumplido la vieja sentencia que ordenaba la devolución de ambos. El 29 de abril de 1398, el concejo de Jorquera reconocía que en los años anteriores había empadronado a los hombres buenos y a los moros que vivían en Carcelén, no debiendo hacerlo por ser lugar sobre sí y de otro señorío; y en consecuencia lo devolvían a Constanza Manuel, viuda de micer Gómez de Albornoz, a la que se muestran agradecidos por su comprensión y los favores que les hacía. En septiembre de 1399 Enrique 111mandaba a Chinchilla que cumpliera la sentencia de la Audiencia y devolviera Montealegre a la misma señora, añadiendo además 180.000 maravedíes en concepto de los frutos, pechos y derechos que había recaudado ilegalmente allí desde la primera sentencia, más otros 40.000 de indemnización por los daños causados, bajo la dominación chinchillana, por un incendio que destruyó las torres y las habitaciones situadas encima de la puerta principal del castillo. Las indemnizaciones aún se harían esperar66,pero el señorío quedó en poder de la viuda de micer Gómez, pues su único hijo varón, Juan de Albornoz, había muerto años atrás. Varias décadas más tarde, pasarían a manos de los Hurtado de Mendoza, por el matrimonio de su nieta Beatriz de Albornoz
"
El 27 de febrero de 1409, Juan de Ortega de Avilés, vecino de Murcia y procurador de Juan Fernández Pacheco, pagaba al almirante don Alfonso Enríquez quinientas doblas de oro moriscas por la compra del moro Macon, alcaide de Atarje, <
"
Genealogía de los Manuel de Villena y Montealegre
y Bezitri, dc Su.ibi.i
l Infanic d
Vii>laniec.i\;id.i ion inf.triir. D. Alfori\o di. ~ , > n i i g ~ l
I
Don J i ~ . i i iManiicl Segundo Scñor di.
S.,iiih« M.iriiicl 1. Vi+i c;i<.idi, coi?I~ii'\Día7
Villr.n.fi Fcrn.íii ~ b n c l iM.iii~icl ~,~ Arcediano de Valladolid
corirtiiiib Manuel c.i\.id.i con P~.di-o1 dc Poniigal
I Fcmillidi>l dc Portugal
1
Fcrnaridi, Manuel
Tcicer Señor dc Vil1cii.i I B1ani.i Manuel
J L L : ~ ~Manuel IA
d ! ~ ; ~, , , , ~, ~ l l Ci,r>rlcde Cariióii
~
~
Sancho (h.t\t.irdo) Piini<.i \cC
i.i\.id.i c i ~ i Eiiriq~ic i dc Tcasl~í~n,ir~t
I Jiiari
jiiaii~
I
1
1
1
1
1
1 dc
I C.iialiii;i S á n ~ h ~ Vill
1
E1,ir.i S.íncho V,llodre i,i,,idaco,, Enriqiic Cribel
' l
Re.ilrlzc.~s.ida~oli Dicgi, 1liin:ido dc Mcr~do,it
Marh ~ ~ Enriqilc cI A\iióloro
cciii
Paradójica e indirectamente, el nieto del despojado marqués, don Enrique de Villena, «elAstrólogo»,casado con María de Albornoz, hija mayor de Juan de Albornoz, vino a heredar también, siquiera en parte, las antiguas posesiones del Infantado, que su abuelo había vendido a Micer Gómez, abuelo de su mujer. Juan de Albornoz, casado con Constanza de Castilla, hija bastarda del infante don Tello, que fue señor de Vizcaya, tuvo una vida breve pero brillante, y llegó a ser copero mayor de Juan 11, pero murió en 1389, tras hacer testamento y fundar dos mayorazgos para sus hijas, dejando en usufructo vitalicio a su madre (que moriría en 1403) las villas de Alcocer, Valdeolivas, Salmerón y algunas propiedades. Su hija María heredaría luego estos señoríos del Infantado y Albornoz, con otras muchas posesiones y con los derechos familiares sobre Moya y Utiel. Dominios que, desde luego, disfrutaría poco su marido, Enrique de Villena, pues la señora salió brava. Fue ya rumor muy extendido entre los contemporáneos el de sus amoríos con el rey Enrique 111; amoríos que, al parecer, el marido, un intelectual de poco carácter, conocía y quizás consentía para obtener del monarca el perdón de los pecados de su abuelo y la devolución del marquesado de villenaG8. Recibió, enel repartode bienesde sus abuelos y desu padre, hechoen Burgos en 1403, los señoríosde Uña, Valdemeca, Poyatos, Tragacete, Cañada del Hoyo, las dos Valeras, Ballesteros, y las casas que fueron del cardenal don Gil; más los señoríos de Carcelén y Montealegre, que eran de su abuela. Un Mendoza, de esta manera, venía a beneficiarse también de la desaparición del marqués don Alfonso. La historia posterior de don Enrique ..de Villenan es una sucesión de desgracias. Enrique 111, para compensarle por no darle el Marquesado, le concedió el condado de Cangas de Tineo y lo hizo maestre de Calatrava, cargo vacante desde 1404. Pero tampoco pudo verse en posesión pacífica de esta dignidad, pues muchos caballeros se negaron a reconocerlo diciendo que no era miembro de la orden, e incl~isoestaba casado. Don Enrique, aconsejado por el rey, hubo de declarar que era impotente, hasta el punto de que su mujer deseaba el divorcio. En efecto, se anuló el matrimonio y doña María se retiró a un convento. Sin embargo, el rey le hizo
+
~
\
~
~
Y, por último, otras personas, que temían por sus intereses al haber desaparecido el marqués, también optaron por pedir confirmación de sus derechos o se apresuraron a recibir del rey mercedes por haber abandonado la causa del señor. Tal pudiera ser el caso del hidalgo Arnau Sanz, que había sido alcaide y merino de Hellín y que, tras la incorporación del Marquesado a la corona, recibió del Enrique 111 confirmación e incremento de sus privilegios69. Por su parte, Jaime de Ayerbe, señor de la alquería y torre de Burjaharón, en término de Almansa, que estaba despoblada y en lugar peligroso por su condición fronteriza y por ser paso habitual de moros, conseguía que Enrique 111, vistos los privilegios del marqués de Villena, no sólo confirmara sus derechos de propiedad, sino añadiera a los mismos, a efectos de repoblación, la exención de pechos y tributos y la facultad de acotar una dehesa. No obstante, la familia Ayerbe, muy vinculada al marqués, sólo pudo mantenerse en Almansa gracias a las alianzas matrimoniales que había tejido con otros miembros del patriciado local; y aun así, los hijos de Jaime de Ayerbe (Alonso y Juana) siguieron una trayectoria bien distinta. El heredamiento y torre de Burjaharon fue heredado por Juana de Ayerbe que, avecindada en Villena, había casado con Antón Richarte; el matrimonio de su hija Elvira con Alonso Ximénez de Pina -miembro de este destacado linaje almanseño- concertado en 1418, renunciar al condado de Cangas, bajo pretexto de que éste podría pasar a pertenecer a la orden si él muriera sin sucesión. Y una vez producida la renuncia, los caballeros calatravos declararon que el divorcio era improcedente y nulo. Con ello, don Enrique -de Villena- se quedó sin marquesado, sin condado, sin maestrazgo, y en permanente entrediclio, como objeto de burlas de la nobleza castellana. Luego, arruinado, volvió a convivir con doña María, pues el Papa anuló la sentencia de divorcio; pero sus relaciones nunca fueron buenas. Al fin, muerto ya Enrique 111, Catalina de Lancaster, reina viuda, le daría la villa de Iniesta para que tuviera algo suyo en Castilla; q u i ~ á en s recompensade los servicios prestados en lagucrracivil aragonesa y laobtención del trono para Fernando de Antequera; y en todo caso a cambio de su renuncia al condado de Cangas. Una merced que no parece haber disfrutado tampoco durante mucho tiempo, pues en diciembre de 1409, cuando los procuradores de los pueblos del señorío de Villena hacen homenaje de tener por señora a la duquesa doila María, hija de Enrique 111, se encuentran entre ellos los de Iniesta. Por una i r o n í a d ~la Historia, don Enrique fue uno de los caballeros presentes cuando, en 1415, esta misma duquesa, doña María, al casarse con un hijo de Fernando de Antequera, vendió a la corona castellana, al acceder su marido al trono de Aragón, sus derechos al señorío. Don Enrique *de Villena,,, que aparece en los años siguientes en la corte castellana, sin cargo ni oficio alguno, habría de conocer todavía a otros señores de Villena (el infante do11Enrique de Aragón, hijo de Fernando de Antequera, que tuvo fugazmente el título de duque, al casar con la infanta Catalina, hija de Enrique 111; y don Juan, rey cle Navarra, hijo igualmente de Fernando de Antequera). Pero ya en esas fechas ni siqiiiera se le ocurriría reivindicar sus remotos dereclios al marquesado de su abuelo. Arrinconado y cada vez más extraño en las cortes de Castilla y Aragón, ~ y en donde se le tenía como un personaje un tanto excéntrico, aunque sabio ->>&enzuy grun letrudo, e supo n z ~ poco lo que le cunp1iu~-moriría en Madrid, en 1434, a los 50 años. El rey Juan 11, quizás con intención de desagravio, le tributó unas lujosas exequi,as. Luego, por orden real, sus obras literarias, a las que dedicó toda su vida, y que le dieron su única buena fama(1e alaban como sabio y literato Juan de Mena, Juan Alfonso de Baena, el marqués de Santillana y otros contemporáneos), serían expurgadas, y en parte quemadas por sospechosas de hechicería y malas artes, por Lope de Barrientos, maestro del Príncipe. Así, paradójicamente, pasaría a la historia como *honra de España y del sigIopre.íente. (Mena), y como cinabile e iwupto. para el oficio de caballería, y hombre que ese dio mucho en el @lo epoco en Ia tieiru,, (Pérez de Guzmán). J.M. Soler, La 7,elación... pág.54. Alonsn Ximénez de Pina era liijo de Garcí Ximénez de Pina y de dona Toda. Elvira de Ayerbe llevó como dote la heredad y torre de Burjaliarón, además de casas, mesón, heredades y viñas en Almansa La escritura de compromiso se firmóen Villena, el 23 de agosto de 1418 (ARCliGranada, cab. 3, leg. 1185, no 1)Información
"
permitió la cicatrización de viejas herida^.^' Sin embargo, mientras Juana pasó a residir en Villena, el otro hijo, Alonso, optó por vender las propiedades heredadas en Almansa, que fueron adquiridas por Juan García de Otazo, rector de la iglesia parroquia1 y miembro, también, de otro importante linaje oriundo de C h i n ~ h i l l a . ~ ~
2.2.- La situación de las familias judías y conversas. Resulta interesante señalar cómo, a partir de esta última década del siglo XIV, desaparecen los judíos como grupo influyente en el Marquesado de Villena. Tal vez, en parte, debido a las restricciones impuestas a los negociantes; en parte a las malas circunstancias que las comunidades hebreas habían atravesado en los años anteriores; o quizás también a la desaparición del poder señorial, que había beneficiado sus negocios en tiempos pasados y les había dado los oficios de recaudación y almojarifazgo. En Chinchilla, donde años antes encontrábamos una rica comunidad de arrendadores y negociantes, venidos casi siempre de fuera, y atraídos por los arrendamientos del marqués y las ventajas fiscales de su tierra, se perderá la aljama y no volveremos a encontrar, sino muy esporádicamente, alguna persona -y siempre mucho menos rica- de esta confesión. Los más hacendados -Yuqaf Aventuriel de Chinchilla, etc.- parecen haberse retirado a Murcia, donde ejercen como arrendadores ya en 1395, al amparo de sus parientes, que siempre fueron allí ricos e influyentes. Algo más parecen perdurar en la zona del obispado de Cuenca, en Alarcón, Belmonte y Garcimuñoz, donde tenían un antiguo arraigo y tradición. Pero la conversión o la emigración parecen ser el denominador común. En adelante serán cristianos -al menos, de nombre, porque sospechamos que muchos de ellos no serán sino conversos o hijos de tales- las personas dedicadas en esta región al comercio, el préstamo y los arrendamientos de rentas7*. probablemente algo tenga &ver con ello la gran cantidad de donaciones de bienes rústicos y urbanos acumulados sobre fundaciones religiosas, como el convento dominico de Chinchilla, por fieles deseosos de genealógica moderna sobre la evolución del mayorazgo de Burjal-iaron, en Archivo Sáncliez Maurandi (CAM, Mula) sign. 6-2-1 1. '' En 1419, Juan García de Otazo hizo testamento y fundaba una capellanía cantada en la parroquia de Almansa <>, Cz/ltumlAlbacete, no 63 (1992) págs. 12-13.
mostrar su fervor religioso. Donaciones que en 1398 llegaban a alarmar al concejo, por cuanto suponían una amortización de la riqueza local en manos del clero regular y, consiguientemente, un descenso en las recaudaciones municipale~'~. Aunque sospechamos del origen converso de algunos linajes nobiliarios establecidos en el marquesado durante el siglo XV, lo cierto es que sólo existe documentación sobre la familia Castillo, alcaides de Alarcón durante la época de Juan P a ~ h e c oque ~ ~ protagonizan , uno de los procesos de ascenso social más interesantes, que deja vislumbrar incluso un tipo de promoción interclasista. Como es lógico en este tipo de situaciones, su origen es oscuro; Salazar nos ofrece la versión más verosímil, asegurando que Hernando del Castillo, el cabeza del linaje, fue correo y paje de Juan Pacheco en su juventud, mientras que sus padres se dedicaban en Castillo de Garcimuñoz a la venta de aceite, seguramente a través del arrendamiento de la taberna concejil cuyo monopolio mantenía el concejo.75 La documentación conservada permite afirmar que el origen del linaje se sitúa a finales del siglo XIV con la conversión al cristianismo de los padres de Hernando del Castillo, judíos afincados en Garcimuñoz. Cuando, en 1498, Hernando del Castillo sea juzgado por la Inquisición conquense, acusado de continuar practicando los ritos y costumbres de sus antepasados judíos, la familia no fue capaz de recordar el nombre de sus antepasados más próximos, lo que demuestra, al menos, la certeza de ser un linaje de conversos. Hernando del Castillo era, por entonces, señor de Altarejos, por su matrimonio con Juana de Toledo; fue absuelto de la acusación y él atribuyó el proceso a la enemistad de su linaje con los Guerrero durante la pasada guerra del marquesado. Sin embargo, en 15 19, fue acusado, juzgado y condenado por 73 En la primavera de 1398, desde Tordesillas, el rey fallaba el pleito entre el concejo de Chinchilla y los frailes del convento dominico de San Juan, reconociendo a estos últimos el derecho de poseer las casas, viñas y heredades que los vecinos quisieran entregarles (A. Roa Erostarbe, Historia de Chinchilla, pág. 62 y Crónica de la Provincia de Albacete, vol. 11, pág. 306. También, A. Pretel, Chinchilla medieval, pág. 145). 74 NO cabe olvidar que los Pacheco tuvieron siempre fama de protectores de judíos y conversos, y que no faltó quien les achacara a ellos mismos orígenes no muy limpios. Todavía en el XVI, el rencoroso Francisco de Mendoza, en su Tizón, se complace en repetir la genealogía de esta gran familia portuguesa, haciendo hincapié en su descendencia de Ruy Ca ón Según él, Diego López Pacheco era hijo de Lope Fernández Pacheco (el de la batalla de El Salado) Be su mujer María Ruy Gómez Taviera (o Tabora), hija a su vez del judío Ruy Capón, que fue almojarife la reina doha Urraca y se convirtió al cristianismo. Más adelante se dice que Mari Núñez, hija de Ruy Capón, se convirtió con él a cristiana y casó con Gonzalo Pérez de tabora, y tuvo a Lorenzo Gómez, padre de María Gómez de Tabora, que casó con Lo e Fernández Pacheco, y tuvieron por hijos a Violante y Diego Fernández Pacheco, siendo este último padre BeJuan Fernández Pacheco. Este, a si vez, fue padre de María Pacheco, que casó con su primo Alonso Téllez Girón, hijo de Martín Vázquez de Acuña y nieto de Lope Vázquez y biznieto de Violante López Pacheco y Martín Fernández de Acuña. (F. Mendoza y Bovadilla, Tizón de la nobleza española. Madrid, 1849, p. 14 y sigs, 18, y 39, y 53). '7 Su padre era llamado, por ello, Hernando *el aceitero,, (RAH, Col. Salazar y Castro, D-33, fol. 25). 76 En los interrogatorios no llegó a conocerse la verdadera identidad de los padres de Hernando del Castillo, llegando a afirmarse que había casado con Juana de Luna, hija de don Alvaro de Luna, maestre de Santiago, que, en realidad había casado con el marqués de Villena don Diego López Pacheco. Sobre estos parentescos de la nobleza santiaguista: M. Rodríguez Llopis, <
dé
<.
comprensible que la memoria familiar, acuñada en época moderna, buscara otra versión y les haga descender del doctor Pedro Sánchez del Castillo, antes estudiado, cuyo recuerdo y prestigio permanecía imborrable en la Tierra de Alarcón como uno de sus vecinos antepasados más ilustres.77 Otro linaje con posibles orígenes conversos es el de los González del Castillo, aunque no existe una evidencia clara de que así fuera. Sus árboles genealógicos no consiguen adentrarse más allá de la segunda mitad del siglo XIV y, para aumentar aún más las sospechas, crearán una leyenda familiar que complica la posible identificación de sus antepasados judíos. La tradición histórica familiar les hace descender de Clemén Pérez de Rus, caballero habitante de Rus, aldea de Alarcón, que descendió desde su castillo a la llanura para fundar la aldea de San Clemente, también en tierra de Alarcón, durante el siglo XIII. Esta leyenda familiar fue creada en el siglo XVI por miembros de la familia González del Castillo que, por entonces, eran vecinos de esta población, lo que les permitió presentarse como descendientes directos de su fundador, aunque el establecimiento familiar en San Clemente data de mediados del siglo XV. Para ello, no dudaron en aprovechar la tradición popular preexistente que incorporaba, incluso, alguna falsificación de restos arqueológicos que sirvieron para confirmar la autenticidad de sus ance~tros.~' En realidad, el linaje González del Castillo se vincula con los González de Orihuela, caballeros de Alarcón que iniciaron un rápido proceso de ascenso social en la segunda mitad del siglo XIV con el apoyo de la monarquía. Aunque su momento de apogeo tendrá lugar bajo el reinado de Enrique 111, los logros políticos del linaje sólo se explican atendiendo a la posición lograda desde el reinado de Enrique 11; oriundos de Castillo de Garcimuñoz, en 1381 se documenta a Pedro Sánchez de Orih~ielacomo alcaide de esta población y, por entonces, otros miembros del linaje ya ocupaban puestos administrativos y religiosos en la Corte, alguno de ellos en Aragón, lo que puede ser una evidencia inquisitoriales, en ARChGranada, cab. 301, leg. 118, n" l . Otros linajes conversos de la comarca han sido estudiados por P.L. Lorenzo Cadarso, -Esplendor y decadencia d e las oligarcluías conversas de Cuenca y Guadalajara (siglos XV y XVI)n, Hispuniq, vol. LIV, n" 1 8 6 (Madrid, 1994) págs. 53-94. " En iin pleito de 1548 afirman ser descendientesdel citado doctor, y a éste lo Iiacen oriiindo de la Casa del Castillo, cerca de Laredo, flq~~esiendo rmzo llego a la Mamha., según testimonios de Juan Díaz de Barcenillas, un cantero vecino de Hoz que labraba en la iglesia de San Clemente a fines del siglo XV (ARChGranada, 302- 184-1) En otro pleito de 1553 citan a Pedro Sánchez del Castillo .el viejo. como su ascendiente principal, señor de la casa del Castillo en la Trasmiera, aunque sin identificarlocon el doctor (ARChGra-da, cab. 301, leg. 24,iio 12). En las Relacioiies Topográficas de 1575 se cita la existencia de una lápida en la antigua iglesja de la San Clemente con la leyenda: ~ A q ryaze ~ i el omrulo cauallp~oClenm Pwa de Rus, ellprim hombre qr~ehizo izsa en ate lugar e leprlsopor nombre San Clemente. Falescióen la hera deL msgimimto de nuestro señor Xes~~misto B rnilly gimto y treinta eseis años,>.La lápida desapareció pero la histwia &San Clenmte, los González del Castillosupieron apropiarsede la leyenda creada (D.Torrente Pérez, Doc~~inento.rpara tomo 1, Madrid, 1975, págs. 1-7) La leyenda es recogida, también, en las relaciones genealógicasdel linaje conservadas en la BN, Mss. 325 1, fols. 304-3 12.
del apoyo que recibían del marqués de Villena; y otros en Burgos donde establecieron sólidos vínculos familiares con los Portocarrero, Prestines, Camargo y Bonifaz. Así, en los años de transición del siglo X N al XV documentamos a cuatro hermanos González del Castillocon importantes cargos en la corte y con una tendencia a sustituir su apellido familiar Orihuela por el de Castillo -de Garcimuñoz- de donde eran originarios, mucho más representativo de su grupo familiar en aquellas lejanas tierras del norte castellano? Otro Gonzalo Sánchez del Castillo, al que Martínez Carrillox"atribuye origen judío, aparece ya desde los primeros años del siglo XV como uno de los más ricos vecinos de Chinchilla, propietario de tierras y ganados, y arrendador de rentas de servicioy montazgo en los obispadosde Cuenca y Cartagenay de las alcabalas reales del reino de Murcia; dedicaciones que no le impedirán ostentar oficios concejiles con cierta frecuencia. Tiempo después podremos comprobar que la integración de algunos linajes conversos en las oligarquías urbanas de los pueblos del sur del señorío de Villena, si no frecuente, tampoco resulta excepcional.
2.3.- La llegada de linajes portugueses. De manera simultánea a la promoción de estas familias, se inició en el marquesado un proceso de asentamiento de linajes portugueses que, transcurridos los años, llegarían a desbancar en el gobierno político del señorío a todos aquellos linajes autóctonos que, en 1395, vivían en plena euforia. Este proceso fue puesto en marcha por Enrique 111, al verse obligado a conceder señoríos en Castilla a los nobles portugueses que le habían prestado apoyo frente a Juan 1de Portugal y que habían tenido que exiliarse, por ello, en 1396.'l Entre estas familias se encontraban los Pacheco, los Coello, los Telléz Girón y otros, de los cuales acabarían por establecerse en la antigua Tierra de Alarcón los tres ~itados.'~ El doctor Pedro González del Castillo fiie oidor y contador mayor, y señor de Santa María del Campo y de Santiago de la Torre, ya eii la primera mitad del siglo XV. Fueron sus Iierrnanos Hernán González del Castillo, corregidor de Avila, Diego González del Castillo, arzobispo y confesor real, y Alfonso González de Orihuela, comendador de Calairava. " M" Llanos Martínez Carrillo, Reuolríción Urbana y arrtoridad monárquica en Murcid durante la Baja Edad Media, Murcia, 1980, pág. 257 " Sobre su rebeldía lia tratado H. Baquero Moreno, ..(AHN, Consejos, leg. 241 60).
Tras algunas mercedes previass3,que sin duda prepararon el terreno, el 16 de mayo de 1398, en Tordesillas, Enrique 111 concedía a Juan Fernández Pacheco el señorío de Belmonte, con sus aldeas de Osa, Monreal e Hinojosos, «espe&lmentepor quanto despues que yo requeri efize entender como el mi uduersurio que se llumu rey de Portogul no hauiu derecho ulguno con el regno de Portogul, unte lo tenia injusta e mulamente como tirano, vos mouistes Pura mi u me servir e fiziestes todo lo que vos yo mande». Y ,aunque el pueblo, deseando no salir de la corona y alegando los privilegios de Pedro 1, se resistió a cumplir la orden, el 23 de septiembre el mismo año ordenó el rey a todas las ciudades y villas del reino, y en especial al adelantado de Murcia, que lo hicieran cumplir.84 En noviembre garantizaba al nuevo señor la percepción de sus rentas «usi como las huvíu gozado el murqués mientras fue señor de la dicha villa» .85 Juan Fernández Pacheco había casado en 1394 con Inés de Meneses.'" Pero, careciendo de sucesión masculina, en 1425 traspasó su señorío de «Belmonte de la Mancha» a su hija legítima María, casada con su primo Alonso Téllez Girón, miembro de otro de los linajes portugueses compañeros de exilio; y éstos lo constituyeron en mayorazgo, en 1429, para su primogénito «por quuntoJuan Pucheco... es nuestro fixo mayor e por ende debe ser mus rico e honrrudo,porque bu de sostener la honrra e la curgu de su linuge e u los otros sus hermunos~. Integraban el mayorazgo la villa de Belmonte <
''
Mapa 14.- Jurisdicciones concejiles y señoríos en el marquesado de Villena al final del siglo XIV
SeiioRos: 1. Puekia de Almenara
2. Valverde y Tntayuelas 3. Buenacbe 4 Villanuevn 4. klmonte
5. La Alberca 6. El Pruveneio 7. Minaya 8. CarceIGn 9. Burjaharón 10, Montealegre 11. Cernera
de cereal, viñas, bodegas, vasos, tinajas, eras, solares, prados y monte^.^" Además, Juan Fernández Pacheco tuvo una hija ilegítima, Beatriz Pacheco, que casó con Rodrigo Rodríguez de Avilés, lo que sirvió para enlazar con una de las familias autóctonas con más raigambre entre los caballeros de Alarcón, insertándose perfectamente en la estructura de solidaridades de la comarca. Ya hemos comentado el desgraciado destino de Rodrigo Rodríguez, cautivo de los moros, pero su hijo Rodrigo Pacheco casará con Catalina Ruiz de Alarcón y, protegido por su primo Juan Pacheco, será alcaide de Belmonte y, luego, señor de Minaya, ya avanzado el siglo XV. En cuanto a la familia Coelho -luego Coello/Cuello-, al igual que los Pacheco, se trasladaron a Castilla desde Portugal en los años finales del siglo XIV, exiliados tras su traición al monarca portugués Juan 1. Llegaron tres hermanos -Pedro, Egas' y Gomes-, siendo Egas Cuello quien arribaría a tierras conquenses al serle concedido el señorío de Montalbo por Juan 11. Muy poco conocemos de la familia durante las primeras décadas de estancia en Castilla, aunque la unión familiar de su hermano Pedro con los Álvarez de Toledo y la de Egas con los Pacheco, junto a algunos hechos de armas en la frontera granadina, pudieron ser decisivos para la obtención del señorío de Montalbo, integrado por esta aldea de Alarcón y las de Hito, Alcolea, Casablanca, Villar de Cañas y Casa del Caballero. Egas Coello estaba casado con Leonor Alfonso Pacheco, tía de Juan Fernández Pacheco. Establecidos en Tierra de Alarcón en una fecha indeterminada, se aseguraron la integración social y política a través de las alianzas matrimoniales realizadas con los Albornoz y los Carrillo, que les ligaron progresivamente con las más potentes familias conquenses. A esta estrategia matrimonial le acompañó un proceso de acumulación de propiedades desarrollado por Egas Cuello en las dos primeras décadas del siglo XV; al señorío jurisdiccional de Montalbo y alguna finca en esta misma villa se le unieron otras propiedades agrarias en las aldeas vecinas de Tres Juncos y Alcolea, además de bienes urbanos en Almonacid, Huete y la propia Montalbo. Los 300.000 maravedíes anuales que le proporcionaban Las rentas del señorío permitieron el mantenimiento de una pequeña corte de vasallos y la acumulación de bienes suntuarios que, a la muerte de Egas, Fueron vendidas por 2.700 florines de oro, que el vendedor ya había recibido de Juan Fernández Pacheco, por lo que todo parece indicar que la venta encubría el pago de una deuda anterior. A esta cantidad se añadieron 255 cahíces de pan por mitad que debían los renteros que las explotaban por los arrendamientos de años pasados (AHN, Nobleza, Frías, leg. 699, nu 5)
constituían uno de los principales recursos financieros de la familia. Junto a todo ello, los aportes monetarios de la Corona en forma de juros y acostamientos ascendían a 70.000 maravedíes anuales, con parte de los cuales debía mantener veinte lanzas al servicio de la Corona." Egas murió en 142 1, tras haber testado en el Espinar de S e g ~ v i a , ~no' sin antes haberse preocupado de garantizar el mantenimiento del patrimonio, estableciendo un mayorazgo a favor de su primogénito Pedro, a quién el rey confirmaría su mayorazgo de Montalbo en 1430.91
''
Treinramil eran mantener las veinte lanzas; por testamento los dividió entre sus hijos: 22.500 para Pedro con la obligación de mantener 15 lanzas y 7.500 para Payo y la obligación de mantener las cinco restantes. Otro juro de 30.000 maravedíes lo dividió igualmente, veinticinco mil para Pedro y cinco mil para Payo. Y otro de diez mil lo traspasó íntegramente a Payo (ARChGranada, cab. 5 13, leg. 2548, no 7) 90 El testamenro lleva fecha de 10 de agosto de 142 1, con un codicilo de trece del mismo mes; el dia de 28 de agosto ya había fallecido (ARChGranada, cab.5 13, leg. 2548, n" 7) Un extenso informe genealógico de los Coello, con algunas filiaciones erróneas, se encuentra en R A H , Salazar y Castro, E-8, fols. 174-183. " La carca de confirmación lleva fecha de 10 de agosto de 1430. Por deseo de Egas, quedaron hera del mayorazgo las fincas de Tres Juncos y Alcolea, para su mujer Leonor Alfonso; las casas y tierras de Almonacid para Payo; la casa t o la mujer y en propiedad para Pedro a condición de que éste morara en ellas y diera de Hilere quedó en u s u f ~ ~ cpara las suyas a Payo; si Pedro no viviera en la comarca, estas casas de Huere serían para Juan Sandoval, nieto del testados (ARChGranada, cab 513, leg. 2548, n" 7).
Dejando a un lado las hermosas leyendas, más o menos fundadas, con que el literato don Juan Manuel supo embellecer y dignificar los orígenes de su estirpe y del señorío que ésta habría de gobernar, lo cierto es que el estado de Villena, llamado a ser uno de los mayores que conoció la España medieval, inicia su andadura en ese último cuarto del siglo XIII en que Castilla, como toda la cristiandad, comienza a padecer la crisis que marca la transición entre el pleno y el bajo medievo. Agotado el período de las grandes conquistas de Fernando 111, y bajo el gobierno de su hijo Alfonso X, las energías repobladoras comienzan a agotarse, las empresas militares se ralentizan y una nobleza crecientemente indisciplinada, en la que se incluyen miembros de la propia familia real, acarrea una grave crisis de autoridad, paralela a un proceso de quebranto económico sin precedentes inmediatos. El rey, forzado a pagar apoyos y favores a sus pocos leales, irá entregando a su hermano don Manuel, su hombre de confianza durante años, una serie de pueblos en la conquista levantina del reino de Murcia (Elche, Crevillente, Elda, Villena, Sax...) que serían el núcleo primitivo de un estado llamado, con el tiempo, a extenderse, incluso trasladarse, al interior. Una tendencia apuntada ya en los últimos años por el propio don Manuel, que adquiere de su hermano Almansa y Yecla, magníficos enclaves para asomarse a la extensa y mal poblada llanura manchega del "Montaragón", controlada entonces por algunos débiles concejos de realengo, como Jorquera, Ves y Chinchilla. La rebelión del infante don Sancho contra su padre, con ocasión del pleito de los "infantes de La Cerda", sería, en 1282 (Asamblea de Valladolid) motivo del engrandecimiento territorial del señorío. En premio a su apoyo contra el viejo monarca, don Sancho concedió a su tío, don Manuel, los términos manchegos de Chinchilla, Jorquera y Ves, que venían casi a triplicar en extensión, ya que no en población, las tierras que poseía en el Levante. Con ellos y con Hellín e Isso, que también recibió en fecha desconocida, el estado manuelino se extendía por La Mancha hasta el punto de convertir casi en un apéndice el primer solar de la familia. Sin embargo, aunque el nuevo señor tuvo todavía tiempo de poner en marcha en sus recientes adquisiciones algunas inteligentes medidas repobladoras, la muerte y las circunstancias de guerra en que se produce la cesión habrían de
impedirle la tarea de organizar y dar coherencia al que todavía no era sino un conjunto territorial diverso y carente en buena medida de rasgos comunes de identidad. Esa tarea estaría reservada a su hijo, don Juan Manuel, de momento un niño de año y medio, huérfano y sometido a la tutela del rey don Sancho y de su madre Beatriz de Saboya. En 1296, la invasión aragonesa del reino de Murcia privaría a don Juan Manuel, todavía casi un niño, de la mayor parte de los restos de la herencia paterna en tierras levantinas: Elche y Villena, fundamentalmente (Elda y Novelda habían sido legadas a su hermana Violante en el testamento paterno). Sin embargo, de aquel temprano revés habría de salir, por paradoja, la forja de un conspicuo y precoz político que, con sus artimañas a menudo carentes de escrúpulos, habría de consolidar un señorío distinto y mucho más importante que el heredado de su padre. En los años siguientes, negociando hábilmente con María de Molina, la viuda del rey don Sancho, y con Jaime 11 de Aragón, que pronto se convertiría en su suegro, don Juan supo recuperar la propiedad de Villena y Sax (ahora bajo soberanía aragonesa) y la entrega por parte castellana (primero temporal, y luego en mayorazgo) de la villa y la tierra de Alarcón en compensación por lo perdido en el reino de Murcia, e incluso el gobierno y capitanía vitalicia de algún concejo cercano, como el de Alcaraz, que sabrá utilizar en su propio beneficio. De esta manera, utilizando en beneficio propio las rivalidades de ambas monarquías, al tiempo que hacía de mediador entre ellas (tratado de Torrellas), don Juan Manuel consigue, en la primera década del siglo XIV, controlar un conjunto territorial fronterizo y dotado de grandes inmunidades, que, vasallo al mismo tiempo de los reyes de Aragón y Castilla, desconocerá con frecuencia la soberanía de ambos a mayor gloria y poder del joven heredero del linaje Manuel. Un conjunto sin duda mucho menos levantino (el centro se situaba ahora en el extenso y casi despoblado término de Chinchilla), y sin embargo, todavía heterogéneo y difícil de unir y dotar de entidad y cohesión: de una parte, las posesiones manchegas de Chinchilla, Jorquera, Ves, Almansa y Yecla (más Hellín e Isso, que don Juan reincorporará pronto, y Tobarra), además de los pueblos ahora aragoneses de Villena y Sax; de la otra, el mayorazgo de Alarcón, de adquisición reciente, que contaba con un poblamiento antiguo y mucho más arraigado, con una tradición realenga mal compatible con los usos señoriales y con un núcleo de caballeros acostumbrados a monopolizar la riqueza y el poder de su extenso término, por no hablar de hipotecas anteriores contraídas con algunos poderes feudales preexistentes: la iglesia de Cuenca y la Orden de Santiago, sobre todo.
El nuevo señorío habría de articularse, por lo tanto, y ya para los siglos venideros, en torno a dos grandes unidades dotadas de características propias, aunque progresivamente armonizadas por la autoridad señorial: la circunscripción o "partido" situada bajo la jurisdicción eclesiástica de la diócesis de Cuenca (el antiguo suelo de Alarcón, con sus innumerables aldeas, vivero en los años siguientes de algunas otras villas) y "la mi tierra que yo he en e l regno de Murcia", o partido del obispado de Cartagena, en que se incluían la mayor parte de los concejos hoy albacetenses. A estos dos partidos habría que añadir algunas otras posesiones periféricas lejanas y adentradas en Castilla (Escalona, Santa Olalla, Peñafiel) que sólo parcialmente pueden considerarse integradas en el señorío, y alguna comarca (el Infantado) conseguida en los años siguientes por el propio don Juan Manuel; por no hablar, claro está, de una buena porción de villas y lugares que don Juan gobernaba en nombre del rey. Pero el señorío propiamente dicho se constituye en torno a los pueblos manchegos del reino de Murcia y -por extensión- a los del antiguo suelo y común de Alarcón, que, salvo algún período de fragmentación debida casi siempre a circunstancias bélicas, permanecerán unidos durante toda la Baja Edad Media y, lo que importa más, tendrán conciencia cierta de esa unidad y recordarán con frecuencia a don Juan Manuel (aun después de cien años de su fallecimiento) como dispensador de fueros y ordenanzas y organizador de un territorio que, si nunca fue rico, estuvo, por lo menos, desde el siglo XIV, en situación más próspera de la que nunca hubiera conocido.
Y no se equivocaban, desde luego. Aunque en otros aspectos dista don Juan Manuel de tener la conducta ejemplar que le atribuye la leyenda dorada forjada por él mismo en su obra literaria y por las añoranzas de sus mismos vasallos con el correr del tiempo, hay que reconocer que su labor como gobernante, si bien interrumpida con frecuencia por sus campañas y por los múltiples conflictos que acarrearon sus ambiciones políticas, es todo un paradigma de aplicación puntual de la doctrina política y moral que teoriza en sus libros. Desde muy temprano comienza la tarea de esclarecer los límites, nunca bien definidos, entre los distintos concejos de su tierra y entre éstos y los vecinos, primer paso para la reactivación de la agricultura y la ganadería en un inmenso espacio aún no bien poblado. Se esf~~erza en promover convenios de amistad y colaboración entre los municipios y crea algunas pueblas dotadas con el "fuero de las leyes" o de Garcimuñoz, segregando pedazos del alfoz de los viejos concejos de Alarcón y Chinchilla, que habían demostrado ser incapaces ya de crear en sus términos nuevas roturaciones y fuentes de riqueza. Al tiempo, incentiva la llegada de colonos y otorga privilegios a algunas poblaciones que pasaban por tiempos de
penuria a causa del peligro de los moros o de otras circunstancias. El comercio local, beneficiado por el gran ascendiente del señor ante Jaime 11, se orienta hacia Valencia, y pronto nacen ferias en las localidades enclavadas a par de los caminos transitados (muy en particular las de Albacete, que atraen compradores de ganado de lugares lejanos). N o es don Juan Manuel, al menos con los suyos, el noble avaricioso y carente de escrúpulos entonces tan al uso. A sus buenos vasallos (su hijo Sancho Manuel, Diego Ferrández de Cuenca) les da tierra y lugares para hacer nuevas pueblas en que asentar colonos traídos de otras tierras, y otorga a sus concejos el disfrute de derechos y rentas señoriales a cambio de servicios militares (caballería de nómina) o de obras (construcción de murallas y castillos, cava y mantenimiento de acequias para el riego). En alguna ocasión excepcional, hasta renuncia a ciertos monopolios, como el de los molinos, que consiente se hagan en Chinchilla y se puedan vender a los particulares. Y hace repartimientos de casas y heredades, dispensando de impuestos durante algunos años a los nuevos colonos que vengan a asentarse en villas y lugares cuya repoblación interesa cuidar; incluso exige a veces a los viejos concejos (en especial, Chinchilla) que se esfuercen al máximo, y con más diligencia, en poblar sus aldeas y en poner en cultivo cuantos lugares cuenten con buenas condiciones de aguas y de pastos. Allí donde es posible, promueve los convenios necesarios para traer el agua que sobra en unos sitios a los campos más secos, e impulsa por sí mismo las obras de trasvase que moverán molinos y darán regadío a nuevas heredades en Chinchilla y Almansa. Además, introduce las ovejas merinas en su tierra y ordena a sus vasallos que mantengan la raza sin mezclarla con otras inferiores, con vistas a tener su provisión de lana de buena calidad. Su plan, que lleva a cabo, es crear una industria textil y tintorera que pueda abastecer el mercado interior e, incluso, exportar paños, sellados con la "bolla" de alas y leones de su escudo de armas, que pronto encontrarán mercados en Castilla. Al final de sus días, se perciben los frutos del esfuerzo del señor de Villena. Él mismo ha de mediar y pronunciar sentencias por cuestiones de términos entre algunos concejos, cuya expansión agraria provocaba fricciones. También se dejan ver las tensiones sociales creadas en las villas de su tierra entre los caballeros y los hombres buenos, indicio de pujanza de una clase "burguesa", acomodada al menos, que acabará ocupando los cargos de gobierno concejil en buena parte de ellas y sirviendo en la guerra como caballería de nómina o cuantía. Una caballería de modesta extracción que, sin embargo, vendría a marginar (excepto en Alarcón, donde los caballeros de linaje gozaban desde antiguo de grandes preeminencias) a la casta de
hidalgos "defensores" que había generado la conquista. Todos, los "defensores" de oficio militar, los clérigos y frailes "oradores", y también los villanos "labradores", tenían su papel y su lugar en esta construcción ideológico-práctica del feudalismo utópico que don Juan implantó en sus dominios. Una idea que tiene su reflejo en las "Juntas" que él instituyó, a modo de pequeño parlamento, con el fin de implicar a sus vasallos en la adopción de grandes decisiones de interés colectivo o personal. Sin embargo, la muerte del señor, seguida a los dos años por la de su heredero, don Fernando Manuel, puso en serio peligro la obra de don Juan. Las duras circunstancias en que esto se produce (la nieta, doña Blanca, señora de Villena, queda bajo custodia de un servidor del rey, que gobierna su tierra mientras ella se queda retenida en la corte, donde al fin morirá), y la guerra civil que arrasará Castilla desde mitad de siglo, por no hablar de la peste y de sus consecuencias, o de la gran contienda entre los Pedros de Aragón y Castilla, fueron acumulando desastre tras desastre. Algunas de las villas pobladas en los años anteriores se fueron despoblando o volvieron a ser aldeas de los grandes concejos de la zona; los vasallos más fieles de la casa Manuel murieron en la lucha o vieron confiscadas sus tierras y heredades. El mismo señorío, carente de una mano que velara por él, fue presa disputada de varios pretendientes, que jugaron con él secretamente en las negociaciones de una larga guerra. El rey Pedro 1 lo entregará a su hijo, el infante don Sancho, un niño todavía; mientras, su contrincante, Enrique de Trastámara, casado con la última Manuel, reivindica la herencia para ésta y al fin entregará "la tierra de don Juan" a uno de sus mejores capitanes: Alfonso de Aragón, conde de Denia, a quien otorga el título de "marqués de Villena", pero que al poco tiempo caerá prisionero del Príncipe de Gales en la rota de Nájera y pasará cautivo varios años muy lejos de Castilla ... Al final de la guerra, los pueblos del exhausto señorío no veían muy claro su futuro; ni siquiera que fueran a seguir dentro de la corona de Castilla. Tanto Pedro 1 como su revoltoso y disidente aliado, el Príncipe de Gales, llegaron a ofrecerlos a Aragón a cambio de su alianza en la disputa que ambos mantenían. Pero entonces volvió Enrique de Trastámara y se impuso por fuerza de las armas. Muerto ya el rey don Pedro en Montiel y ocupado en gran parte el señorío por las fuerzas leales al Trastámara, los pueblos no rendidos todavía (los del partido sur, o del reino de Murcia) ofrecieron al Conde de Carrión, caudillo de las tropas vencedoras, someterse a la nueva dinastía a cambio de promesas de conservar sus fueros y de tener tan sólo por señora a la esposa del rey, doña Juana Manuel, yor quanto es& de donJzlan, nzlestro sennor quefue", dejando clara al tiempo su determinación de no tener
por tal a otra persona "del regno e sennorio de Castiella nin de otros regnos, synon aqzlellos qae deciendan de la lhea derecha de la casa de Villena" -advertencia que apunta claramente al nombrado Marqués, Alfonso de Aragón, que seguía cautivo en Gascuña. Durante algunos años, sometida la "tierra de donJaan" al gobierno directo de un "alcalle e alguazil mayor" nombrado por el rey, no se sabía si éste cumpliría su palabra de dar el "marquesado" a Alfonso de Aragón, o si tal vez pensaba en evitar problemas entregando la herencia de su esposa a su hijo don Juan, el infante heredero, nieto al tiempo del rey Alfonso XI y de don Juan Manuel (solución semejante a la que se adoptó, por las mismas razones, para los señoríos de Vizcaya y de Lara). Son años de respiro, tras las guerras pasadas, pero de incertidumbre. En las inmediaciones, linajes vencedores, como los Albornoz y los Mendoza, comienzan a crear modestos señoríos que irán incrementándose con pueblos desgajados del que fue poderoso estado de Villena. Incluso dentro de éste, algunos caballeros de la nobleza hidalga que sirvió a los Manuel, sometidos antaño a la férrea mano de don Juan, aprovechan el tiempo para hacerse con buenos patrimonios o para conseguir, como los herederos de Minaya, facultades que nunca habían poseído. Los concejos mayores pugnan por mantener bajo su férula las antiguas aldeas de sus términos que habían escapado a su control, mientras que algunas de éstas, como ocurre en Belmonte, consiguen el villazgo de manos de los nuevos ocupantes del trono. Todo el mundo barrunta la llegada de cambios y procura afrontarlos tomando posiciones. Al fin, se cumplirá la palabra del rey: el marqués de Villena, Alfonso de Aragón, salido de prisión, tomará posesión del señorío, jurando mantener los privilegios que dieron los Manuel a unos pueblos que ahora no pueden resistirse a caer en sus manos. Sabe que no es querido, que es un advenedizo impuesto por la fuerza, y por ello se esfuerza en disipar recelos: hasta pone en su escudo, junto a sus propias armas, las alas y leones del linaje Manuel, añorado por todos sus vasallos. N o lo conseguirá: su origen extranjero, sus frecuentes ausencias en tierras de Aragón, su peculiar carácter y su autoritarismo, por no hablar de su sed de atesorar riquezas sin reparar en medios (había que sacar del cautiverio a sus hijos, don Pedro y don Alfonso, que estaban en rehenes por su liberación) no lo harán popular precisamente. Sin embargo, también hay que reconocer que Alfonso de Aragón fue un reorganizador excepcional y hasta un continuador, en algunos aspectos, de la obra de don Juan. Teniendo a su favor, en los primeros años, la amistad de las cortes de Aragón y Castilla y un enorme poder territorial en ambas monarquías (en Aragón tenía sus condados de Denia y Ribagorza, más el
Valle de Ayora y otras posesiones) supo hacerse un lugar privilegiado en la inquieta política de los años setenta y ochenta. Su tierra, algo mermada respecto al gran estado que construyó don Juan (hubo de enajenar algunos de sus pueblos periféricos en manos de Mendozas y Albornoces, o entregarlos al rey a trueque de las rentas de tercias de su tierra) mantuvo ese carácter de estado fronterizo, bastante independiente, que habría de permitirle, entre otras muchas cosas, relanzar u11 comercio fronterizo, legal tan sólo en parte, del que el mismo señor se beneficiaría no menos que sus súbditos. Lo prueba la temprana reaparición de ferias, como las de Albacete, que hacen a esta villa resurgir y obtener la independencia; y también la presencia de aljamas de judíos dedicados al logro y al comercio en los mayores pueblos. Al tiempo, iba creando una nobleza adicta, en gran parte traída de Aragón (como el gobernador Luis de Calata~ud,Rodrigo de Cervera o Gonzalo Forcén), que se asentó en su tierra y tuvo sueldo en "nómina" o en "acostamiento" a cambio de servicios militares: alcaidías de castillos, oficios de gobierno, desempeño de cargos en su corte ... A ella se incorporan igualmente, aunque en menor medida, algunos caballeros hijos de los que antaño servían a los Manuel (muchos de estos linajes se habían extinguido y otros no aceptarían fácilmente la nueva situación). Por lo que se refiere a su obra de gobierno, Alfonso de Aragón es un señor rapaz, pero también un hombre capaz de organizar una tierra maltrecha hasta hacerla rentable. N o es un repoblador como don Juan Manuel, ni renunció jamás gratuitamente para beneficiar a sus vasallos a explotar sus derechos señoriales (sus apuros de orden económico tampoco se lo habrían permitido). Sin embargo, y acaso por la misma razón, es patente su esfuerzo por racionalizar la percepción de rentas y por incentivar las fuentes de riqueza, en su propio interés, por descontado (en el ordenamiento de 1380 regula con detalle la actividad económica comercial y pecuaria, y muy especialmente el almojarifazgode su tierra). Asímismo, la venta de aldeas y derechos a concejos pujantes, como Garcimuñoz, Belmonte o Albacete, tuvo por resultado un retoque del mapa tan favorable a éstas como perjudicial para los viejos burgos de Alarcón y Chinchilla, y el florecimiento de una clase de ricos propietarios de tierras y ganados, capaces de pugnar con la caballería de linaje. Don Alfonso mantuvo las ventajas que ya don Juan Manuel concedió a 'los villanos para mantenimiento de la caballería titulada "de nómina"; incluso potenció, con una "Hermandad del marquesado", la fuerza militar y policiaca de que usaron los pueblos para seguir teniendo los caminos a salvo de bandidos. Y mantuvo, además, las "Juntas" de la tierra, apoyándose en ellas -cada vez más conforme declinaba su estrella- para obtener respaldo para sus decisiones, lo que acostumbraría
a sus concejos a sentirse partícipes de una empresa común y de una identidad diferenciada. La cruz de la moneda, sin embargo, está en el proceder rapaz y autoritario del marqués, en la limitación de derechos antiguos y exenciones fiscales de sus súbditos y en la imposición de autoridades (gobernador, merinos, fiscales del señor y aun corregidores) capaces de sacar hasta la última dobla de cualquier movimiento de dinero, incluso de ofrecer viciosas recompensas a quienes denunciaran delitos cometidos por sus propios vecinos. Todo ello, desde luego, habría de enajenarle bastantes voluntades; como también lo haría la señoría1 costumbre de apoyarse en judíos para hacer sus negocios y recaudar sus rentas, lo que trajo un aumento del antisemitismo. La guerra con Navarra, en que participó con tropas de su tierra, dio ocasión al marqués de mostrar su adicción a la corona de Enrique de Trastámara, que había sido su amigo y protector, e incluso su consuegro (estaba ya tratado el matrimonio de dos hijas bastardas del monarca con los dos del marqués, tan pronto como éstos salieran de prisión). Sin embargo, ya muerto el soberano, la invasión por su hijo, Juan 1, del reino portugués, sería para Alfonso de Aragón, nombrado condestable de Castilla, motivo de quebrantos infinitos. En aquella campaña perdió a muchos vasallos y a su hijo don Pedro, que iba en la vanguardia de la de Aljubarrota, y al no recuperar las sumas invertidas -"el sou de Portugaln-que el rey le prometiera reintegrarle, se acentuó el desastre de su tesorería. H u b o de recurrir a medios nada lícitos: saca de mercancías prohibidas, contrabando de víveres y metales preciosos e, incluso, al parecer, de moneda corriente de Castilla, que enviaba a sus tierras de Aragón e importaba de nuevo con la ley alterada. Prácticas semejantes, que creaban el caos monetario en Castilla, pero también traían problemas a su tierra, don Alfonso empezó a crearse enemigos dentro y fuera de ella. Además, sus disputas con el rey aumentaban de tono: éste ya le acusaba de no justificar cantidades tomadas en tierras de realengo para cumplir su encargo de defender el reino de Murcia de una posible invasión inglesa. Ya en 1388 hubo un conato de enfrentamiento, cuando los oficiales reales comenzaron a hacer prendas y ejecuciones en el marquesado, que hubo de evitar el tesorero de don Alfonso con mucha mano izquierda y haciendo concesiones en un viaje a la corte. Pero el marqués seguía empecinado: en los años siguientes llegaría a prohibir que corriera en su tierra la moneda legal en todo el reino y hasta entorpeció el cumplimiento de las cartas del rey en sus dominios, y denegó a sus súbditos el derecho de apelar ante el rey de sus sentencias. Sus enemigos en la corte aprovecharían estas circunstancias para intrigar contra él: ya en 1390, en las Cortes de Guadalajara, se llegó a sugerir que su actitud le hacía
merecedor de ser desposeído de su tierra. De entonces adelante se estrecha el cerco en torno al marqués de Villena: se le arrebata el cargo de condestabilía (con la correspondiente quitación en dinero) y se le pone un pleito por la dote cobrada de sus nueras, una de las cuales no había llegado a casarse con su hijo don Alfonso, salido ya de prisión. Don Alfonso responde retrayéndose, manteniéndose lejos de la corte, recabando el apoyo de Aragón y cediendo a su nieto, don Enrique, hijo del fallecido en la de Aljubarrota, los derechos de herencia al Marquesado, a fin de que las deudas del abuelo no pudieran cobrarse en la hacienda de éste si las cosas vinieran a peor. En tanto, se acentúa el nerviosismo, teñido de creciente descontento, en las villas mayores del viejo señorío de Villena, y en algunos vasallos principales, que se vuelven al rey para que les confirme derechos adquiridos del propio don Alfonso o de don Juan Manuel. Pero Enrique 111, el nuevo rey, tenía ya decidida su estrategia: librarse del marqués y de todos aquellos incómodos parientes que habían medrado a costa de las muchas mercedes de su abuelo y su padre. Viendo venir el golpe, don Alfonso intentó negociar: reconoció su deuda con su nuera y pidió al de Aragón su intercesión. Al tiempo, reforzaba su postura jurídica haciendo trasladar todos los privilegios que le habían otorgado los reyes de Castilla, así como las actas de homenaje de todos los concejos que habían acatado su autoridad feudal, y nombrando oficiales, hasta corregidores, en algunos lugares de su tierra. H u b o una entrevista en Illescas (mayo de 1394) que tan sólo sirvió para ahondar las antiguas diferencias: el marqués todavía confiaba en tener valedores en Castilla y se mostró arrogante, aunque menos que antaño; el rey, probablemente, ya había concebido el plan para quitarle todas sus posesiones. Tan pronto se vio libre de sus otros parientes (la reina de Navarra, el conde de Noreña) puso manos a la obra. En octubre, el marqués envía una embajada humillándose ante él: le jurará obediencia, dejará que en su tierra circule la moneda corriente de Castilla y acudirá a las cortes como un buen vasallo. Pero es ya muy tarde. En enero de 1395 cartas del rey promueven una sublevación de algunos principales caballeros vasallos del marqués y de ciertos concejos, que en los meses siguientes van rompiendo sus lazos y homenajes y jurando lealtad a la corona. En poco tiempo más, don Alfonso y su nieto, privados de su tierra, habrán de refugiarse en Aragón, sin que den fruto alguno las gestiones que desde aquella corte se hacen en su favor. La vuelta del estado de Villena a la dependencia directa de la corona trajo abundantes cambios, aunque no, a buen seguro, los que algunos concejos
que habían apoyado la expulsión del marqués hubieran preferido (Chinchilla, por ejemplo, vio frustrado su intento de imponer su dominio sobre su antigua aldea de Albacete y aun habría de entregar a Constanza Manuel la aldea de Montealegre, que la guerra civil había puesto en sus manos; y el rey, por no trabarse con el pacto feudal, no accedería a tomar el título de señor de Villena, como ya poseía los de Lara y Vizcaya; ni accedería tampoco a suprimir derechos señoriales, como los monopolios, que le pedía Almansa). Los villanos de Puebla de Almenara, que se habían levantado e intentado dar muerte a su señor, Rodrigo de Cervera, caballero vasallo del marqués, consiguieron al cabo que éste dejara de ejercer sus derechos señoriales, pero no que los tales dejaran de existir: Cervera vendería el señorío a otro personaje afianzado en la nueva situación: el doctor Pedro Sánchez del Castillo, que los disfrutaría en adelante. Y es que la monarquía no había promovido la revuelta para favorecer a los villanos ni a sus antiguos fueros. La autoridad real, no menos opresiva que la de don Alfonso, se impuso por la fuerza cuando fue menester: en Chinchilla, el rechazo a los corregidores nombrados por la corte costaría la vida a algunos cabecillas del movimiento urbano. Las aduanas del reino de Valencia y las sacas de artículos y metales preciosos serían sometidas a un estricto control, y las autoridades del monarca, aunque confirmarían antiguos privilegios, irían recortando cuantos usos y fueros pudieran oponerse a los planes de éste. Diferente es el caso de la nobleza hidalga hacendada en el viejo marquesado. Los más de los antiguos servidores catalano-aragoneses del marqués don Alfonso se ausentaron con él, o vendieron sus tierras, o fueron marginados. En cambio, los linajes de vieja implantación, y muy en especial aquellos que apoyaron el despojo del antiguo señor, consiguieron muy pronto amentar sus haciendas, incluso sus derechos señoriales, haciendo confirmar en ocasiones (Martín Ruiz de Alarcón) como uso de derechos postergados tanto por don Alfonso como por los Manuel títulos que jamás habían poseído. Asimismo, la rama bastarda de Manuel recuperó, tras décadas de no poder hacerlo, el viejo señorío que su abuelo poseyó en Carcelén y Montealegre. Entre estos linajes y otros triunfadores de la guerra civil (Carrillos, Albornoces) habría de crearse una auténtica red de matrimonios que garantizarían la solidaridad y hegemonía durante muchos años. A ellos hay que unir algunos caballeros de Alarcón, como son los Rodríguez de Avilés, y algún advenedizo como Enrique Cribel, casado con la hija de don Garcí Ferrández de Villodre y de Inés de Villena, que llegó a dominar, en los contornos, la villa de Alcaraz. Otro beneficiario será el nuevo señor de Puebla de Almenara, el doctor Pedro Sánchez del Castillo, un peón de confianza del monarca, a cuya sombra hará gran carrera en la corte.
Y, en los años siguientes, algunos caballeros portugueses que por servir al rey hubieron de exilarse de su tierra serán recompensados igualmente con algunos pequeños señoríos dentro de lo que fuera marquesado: Juan Fernández Pacheco, por ejemplo, que recibe Belmonte, enlaza con familias hacendadas de antiguo en la comarca, y crea un mayorazgo que luego ampliará su nieto, Juan Pacheco. Una nueva nobleza adicta a la corona, vendría a reemplazar de esta manera a la que había servido a los viejos señores de Villena. A escala más modesta, otros notorios miembros de las oligarquías ciudadanas (los Ximénez de Pina, por ejemplo), se harán un patrimonio saneado mediante matrimonios con antiguos hidalgos que en su día sirvieron al depuesto marqués. Pero a fines de siglo, y más aún a la entrada del siguiente, hay ya nuevas familias de hombres de negocios y dueños de ganados y de fincas agrícolas capaces de ocupar los puestos de gobierno en los concejos y de tenerse firmes frente a las pretensiones de la caballería de linaje. En cambio, los judíos, que una década atrás tenían gran influencia y eran casi los únicos dedicados al trato de dinero y de recaudaciones, van desapareciendo en los más de los pueblos, y en unos pocos años sólo podremos verlos en alguno de ellos, y ejerciendo funciones bastante más modestas. A finales de siglo se advierten, sin embargo, inequívocos signos de claro crecimiento demográfico y económico, tanto en las actividades agrícolas (nuevas roturaciones, concesión de dehesas para bueyes de arada) como en las comerciales (exportación de paños y de lanas en bruto), que harán del estado de Villena, durante la decimoquinta centuria, presa codiciada por los más ambiciosos y conspicuos poderes feudales del momento: los famosos Infantes de Aragón, hijos de don Fernando de Antequera, que uno tras de otro ocuparán, por bodas o acuerdos, la titularidad del señorío; y muy en especial don Juan Pacheco, nieto de Juan Fernández, el señor de Belmonte, que al fin conseguirá reconstruir, incluso ampliar, el poderoso estado que los Manuel fundaron, y convertirse en árbitro de la inquieta política que conoció Castilla antes de la llegada de los Reyes Católicos.
JNSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES " DON JUAN MANUEL"